LA ZONA HISTÓRICA : Las grandes mentiras de la Historia

La difusión de que muchos de los que colaboraron en el hallazgo de la tumba de Tutankamón murieron por una misteriosa maldición contribuyó a aumentar el halo de misterio que siempre tuvieron los monumentos funerarios egipcios. Tutankamón era un joven faraón egipcio de la XVIII Dinastía. Llegada la hora de su muerte, fue enterrado en una tumba que incluía sus más preciados tesoros y gran cantidad de alimento del que dispondría en su otra vida. En noviembre de 1922.


BIN LADEN

Howard Carter halló, en el Valle de Los Reyes, la momia del joven faraón, rodeado por su valiosísimo ajuar funerario. A partir de entonces arranco la famosa maldición. Lo cierto es que días después del hallazgo murió Lord Carnavon, el promotor de la excavación, lo que contribuyó a alimentar una leyenda que fue adornada literariamente por la novelista gótica Marie Corelli, quien aseguraba poseer un primitivo texto árabe que mencionaba las maldiciones que seguirían a la apertura de la tumba. Sin embargo, la leyenda olvidó que Howard Carter, el arqueólogo que descubrió la tumba no murió hasta 1939

Tampoco se ajusta a la realidad el impulso pirómano de Nerón, probablemente uno de los emperadores romanos peor tratados por la historia. Se le ha descrito como un gobernante cruel, corrupto, inhumano y demente. 

Una imagen negativa que fue reforzada por el gran incendio de Roma y la feroz persecución de los cristianos. A primera hora de la mañana de un caluroso día de verano del año 64 se desató un incendio en el Circo Máximo. El fuego se expandió velozmente y sólo pudo ser sofocado seis días después.

Pronto corrieron rumores de que había sido un incendio provocado por el propio emperador, que quería destruir la antigua Roma para saciar su sed constructora y ver cumplido su sueño de crear una nueva capital, que llamaría “Nerópolis”. 



Otro rumor que corrió por la ciudad aseguraba que Nerón había sido visto en la torre de su palacio tocando la lira y cantando la ruina de Troya mientras contemplaba el pavoroso incendio que asolaba la ciudad. Pero todas la acusaciones eran falsas. No sólo no fue el culpable del desastre, sino que actuó con diligencia para paliar los graves problemas que sufrió una parte importante de la población de Roma. Dispuso fondos económicos y materiales para que los más damnificados pudieran rehacer sus hogares y sus negocios y decretó regulaciones para la construcción de nuevos edificios, con el objetivo de hacerlos más seguros ante futuros incendios.

También abrió los jardines de su palacio para que las víctimas pudieran refugiarse y ordenó una serie de ceremonias rituales para honrar a los dioses, lo que tranquilizó a un pueblo tan pendiente de las cóleras divinas. 

Su gran error fue ordenar la persecución de los cristianos, que se convirtieron en chivo expiatorio para que el pueblo pudiera desahogar su cólera. Leonor de Aquitania siempre fue considerada como la causante de las malas relaciones franco-inglesas y corresponsables de la guerra de los Cien Años

Se dijo de ella que era una mujer impura, que nunca se comportó como una reina, sino como una prostituta. La condenaron por adúltera y la tildaron de perversa, odiosa e inhumana. Los cronistas la tildaron de demoniaca y siempre se la consideró una mala mujer que influyó de forma nefasta en su familia. Curiosamente, la historiografía del siglo xix comenzó a percibirla como una gran mujer y una gran reina, dotada de gran talento y de una altísima cultura.

Más recientemente, Leonor de Aquitania dejó de ser considerada la gran prostituta de la Edad Media para convertirse en una mujer valiente, adelantada a su tiempo, que siempre defendió los intereses de su patria. Y ya que estamos contando algunas mentiras de la historia, cabe hacerse una pregunta: 

¿Existió Robin Hood o es producto de la leyenda? Según apuntan algunos historiadores, en el personaje de Robin Hood hay algo de verdad. La leyenda se remonta al siglo xiv. Tres cronistas escoceses de los siglos xv y xvi hablaron del mítico héroe. Era un relato oral que fue agrandándose con el tiempo. Pero lo más sorprendente es que hay un documento antiguo en que aparece un marginado llamado Robert Hood, posiblemente el hombre al que se remontan todas las leyendas que cantaron los cronistas escoceses e ingleses. 

En dicho documento se habla también de un individuo que posteriormente se convierte en Sherff de Nottingham, que parece coincidir con el Sheriff enemigo mortal de Robin Hood que narra la leyenda. En cualquier caso, el héroe que retrató Hollywood en tantas ocasiones poco tendría que ver con aquel proscrito de la Eda Media.

Otra mentira histórica es la que se pergeñó alrededor del famoso mapa de Vinland, que atesoró durante muchos años un anticuario de Barcelona y luego llegó a manos de Thomas E. Marston, conservador de Literatura Medieval y Renacentista de la Biblioteca de Yale



En 1964, dicha Universidad sorprendió al mundo al anunciar que Colón no había descubierto América puesto que el mapa de Vinland, datado en 1440, ya mostraba el litoral exacto de una parte de la costa norteamericana y de Groenlandia. Tras una década de duros debates, los análisis científicos demostraron que el documento exhibía dióxido de titanio, componente de las tintas que no comenzó a utilizarse hasta 1920

Los avergonzados expertos de Yale que habían autentificado el mapa llegaron a la conclusión de que había sido obra de un profesor de Derecho Canónigo yugoslavo, Luka Jelic, que murió pocos años después de realizarlo. Un estudio posterior del pergamino con la prueba de Carbono 14 lo dató a mediados del siglo xv. 

Ahora, Rene Larsen, rector de la Escuela de Conservación en la Academia Real de Danesa de Bellas Artes, asegura que el mapa es original. Sin embargo, aunque aparentemente datase del siglo xv, parece que alguien lo manipuló en los años veinte del siglo pasado, añadiendo al original la costa de Vinland. 

Aunque algunos investigadores siguen sosteniendo que el documento es auténtico, buena parte de la comunidad científica afirma que es más falso que Judas. En cualquier caso, lo que sí ha quedado demostrado es que Cristóbal Colón no fue el primer europeo en llegar a América. Alrededor del año 1000


Leif Erikson

Leif Erikson, hijo de Erik el Rojo, navegó desde Groenlandia hacia el oeste y llegó a la costa nordeste de Norteamérica. Pero el hecho de que tengamos tan escasa información de esa u otras expediciones demuestra la poca importancia que tuvo para Europa aquel primer viaje a América. Sin embargo, en 1492 los europeos supieron apreciar el hallazgo de Colón, aprovechándolo rápidamente desde el punto de vista, económico, técnico y político. 

Ese fue el verdadero descubrimiento del Nuevo Continente. En el siglo xviii surgieron infinidad de “sociedades secretas”, entre ellas los masones. La mayoría despareció con el paso del tiempo. Pero la masonería ha llegado viva hasta nuestros días. Su característica discreción ha provocado que sea vista como una orden temible, capaz de llevar a cabo los complots más peligrosos. Entre ellos, dominar el mundo. Pero, ¿quiénes son en realidad los masones?

¿Han pretendido dominar el mundo? Cabe recordar que las órdenes secretas sólo eran aceptadas por el Estado si se mantenían al margen de la política. Las diferentes logias masónicas son actualmente asociaciones registradas legalmente y aunque sus rituales sigan siendo discretos, realizan sus actividades en reuniones abiertas. Sin embargo, a los masones se les sigue percibiendo como peligrosos. 

Tal y como ocurre con algunas interpretaciones de hechos históricos, muchas frases supuestamente pronunciadas por grandes personajes son totalmente apócrifas. Siempre se dijo que antes de morir el almirante Horatio Nelson, jefe de la flota inglesa, susurró a su capitán Hardy: “Kismet, Harddy” (que significa destino en persa). En realidad, lo que dijo el famoso marino británico fue “Kiss me, Hardy”, (que significa bésame en inglés). 

Horatio Nelson

Hay otra frase de Nelson que también fue manipulada por los cronistas de la época. Según éstos, el marino transmitió un mensaje mediante señales de banderas a sus unidades antes de comenzar la batalla de Trafalgar: “Inglaterra espera que cada hombre cumplirá con su deber”. Lo que dijo realmente a los marinos de su flota fue: “Nelson espera que cada hombre cumplirá con su deber”, un mensaje que encaja mucho mejor con el narcisismo del almirante.

A principios y mediados del siglo xix, cuando el Ejército estadounidense luchaba contra las tribus nativas para arrebatarles su territorio, los cronistas aseguraron que el chapucero general Custer pronunció una frase que le haría tristemente famoso: 

“El único indio bueno es el indio muerto”. Ahora, muchos historiadores aseguran que nunca la pronunció, ya que su paternidad le corresponde al general Phillip H. Sheridan, aún más racista y xenófobo que Custer. 

Antes de que la pobre María Antonia perdiera la cabeza, los intelectuales franceses que encabezaron la Revolución francesa afirmaron que la reina dijo “si no tienen pan, que coman pasteles”, refiriéndose al problema de la escasez de alimentos que sufrían los parisinos en aquellos días. 


María Antonieta frente al Tribunal Revolucionario.

En realidad, la frase aparece por primera vez en las “Confesiones” de Jean Jacques Rousseau, obra escrita en 1769. Cabe recordar que María Antonieta llegó al palacio de Versalles en 1770. La tradición aseguraba que el primer ministro británico Pitt “El joven” dijo en su lecho de muerte “mi patria, cómo voy a dejar mi patria”, el 23 de enero de 1806. En realidad, su frase fue mucho más prosaica: 

“Ahora me comería ese pastel de carne de cerdo de Bellamy”. La propaganda también ha sido una herramienta indispensable a la hora de desvirtuar la verdad. En todas las guerras, los bandos contendientes echaron mano de ella para degradar a los que consideraban sus enemigos. Películas, carteles, fotografías manipuladas y programas radiofónicos fueron utilizados para apuntalar triunfos propios y propalar mentiras sobre otros. 

Tito Livio utilizó la propaganda para influir en la opinión pública. En el Imperio romano las monedas fueron un importante medio de comunicación. Sus grabados y sus símbolos expresaban la fuerza y el poder el emperador.

En noviembre de 1095, el papa Urbano II creó las Cruzadas mediante una invocación que apelaba a las emociones del mundo cristiano. Los que asistieron a su proclama escucharon en boca del Santo Pontífice las atrocidades cometidas por los turcos en Tierra Santa y sus críticas feroces y engañosas sobre la raza maldita y depravada que profanaba los altares cristianos. Pero el primer documento histórico en que aparece la palabra propaganda fue en 1622, cuando el papa Gregorio XV estableció la “Sacra Congregatio de Propaganda Fide” o “Sacra congregación para la propagación de la fe de la Iglesia católica y romana”. 

De esta forma se estableció una oficina papal de propaganda para coordinar los esfuerzos de la Contrarreforma contra el luteranismo. Pero no fue hasta la Primera Guerra Mundial cuando se institucionalizó la propaganda moderna con métodos científicos.

El periodista Walter Lippmann y el psicólogo Edward Bernays fueron los que llevaron a cabo la primera campaña anti – alemana para lograr que Estados Unidos se involucrase en la Gran Guerra. 

El éxito de aquella campaña desveló el poder potencial de la nueva herramienta como control de la opinión pública. Se convirtió en una importantísima arma de guerra durante la Segunda Guerra Mundial. El padre de la propaganda nazi fue Goebbels, el arquitecto del ascenso al poder del partido nazi. A él se atribuye la famosa frase de “Una mentira repetida mil veces se transforma en una verdad”. 

Los carteles de propaganda de la Primera Guerra y de la Segunda Guerra Mundial, así como los de la Guerra Civil española son un ejemplo claro de la utilización de esta poderosa herramienta como método de desinformación, de mentira histórica y de lavado de cerebro colectivo.



En el conflicto de las Malvinas de 1982 un programa tapadera de la BBC comenzó a retransmitir fingiendo pertenecer a una emisora de radio argentina. Su objetivo era socavar la moral de las tropas estacionadas en las islas. Se difundió que el presidente argentino había dicho por televisión que estaba dispuesto a sacrificar a cuarenta mil hombres en defensa de las Malvinas, lo que era absolutamente falso.

Más recientemente, tras los atentados de las Torres Gemelas, el Gobierno estadounidense creó la Oficina de Influencia Estratégica (OIE), como parte integrante y como medio psicológico para llevar a cabo la guerra contra el terrorismo.

Su trabajo era de desinformación en áreas estratégicas. De hecho, la OIE mintió descaradamente cuando aseguró que Irak tenía armas de destrucción masiva, un dato que creyeron algunos líderes europeos y que fue difundido por muchos medios occidentales, entre ellos el prestigioso “New York Times”.

Desde que el mismo momento que cayó Berlín ante el Ejército Rojo, cundió la especie de que Hitler había logrado huir de la capital alemana y que los restos carbonizados que encontraron las tropas soviéticas junto al búnker del líder nazi no eran los suyos. Décadas después, los soviéticos desvelaron que tenían en su poder algunos restos de Hitler, lo que confirmaba su suicidio horas antes de la caída del Tercer Reich.

A pesar de las pruebas existentes, mucha gente y en especial algunos investigadores argentinos siguen creyendo que el Führer logró escapar y refugiarse en algún país del Cono Sur americano, donde vivió un exilio dorado. Aducen la existencia de pruebas de ADN que demuestran que el cráneo que guardaban los rusos no era del dictador nazi. Pero no aportan pruebas concluyentes. El investigador porteño Abel Basti, autor de los libros “Bariloche Nazi” y Hitler en Argentina”, asegura de forma machacona que el jefe del Tercer Reich no murió en su búnker de Berlín el 30 de abril de 1945. 

El historiador británico Antony Beevor cuenta en su libro “Berlín, la caída” cómo encontró en los archivos rusos datos fidedignos del triste final que tuvieron los restos de Hitler, que fueron tirados a una alcantarilla en los años setenta del pasado siglo. Algo parecido ocurrió con los supuestos diarios de Hitler, que publicó una famosa revista alemana y que resultaron ser un completo fraude.


Detalle de la Cámara de Ambar en 1931

El 31 de mayo de 2003, Rusia volvió a presentar al mundo la majestuosa Cámara de Ámbar, que desapareció durante la Segunda Guerra Mundial. Al solemne acto acudieron el canciller alemán Gerhard Schröder y el presidente ruso Vladímir Putin. La fastuosa cámara de 10,5 por 11,5 metros y seis metros de altura fue reconstruido de forma artesanal durante un cuarto de siglo con ámbar proveniente del Báltico. Pero, ¿dónde está la verdadera Cámara de Ámbar? ¿Fue destruida durante un bombardeo durante el sitio de Leningrado? ¿La robaron? Solo dos de sus piezas originales aparecieron en 1997 en el mercado negro. 

La fabulosa obra de arte era originariamente de Prusia y posteriormente fue cedida a Pedro I el Grande en agradecimiento por una alianza contra Suecia. Fue exhibida en San Petersburgo (Leningrado) en el palacio de Catalina de Tsárskoye Seló, que fue tomado por los alemanes en septiembre de 1941

La cámara fue guardada en 27 cajas que se trasportaron a Alemania. En 1945 se perdió el rastro de la valiosa joya. Desde entonces, han continuado las especulaciones sobre su paradero.

No son pocos los que siguen creyendo que la misión apolo 11 nunca se llevó a cabo y que consiguientemente dos de sus tripulantes nunca pisaron el suelo lunar. ¿Aquella gesta tecnológica fue un montaje de Hollywood? 

Esta teoría comenzó a cobrar cuerpo poco después de que se transmitiera la hazaña lunar por televisión a todo el mundo aquel mágico verano de 1969. La guerra de Vietnam y posterior escándalo Watergate hicieron que muchos estadounidenses comenzaran a dudar de su Gobierno y de las administraciones anteriores, poniendo en duda que los astronautas americanos hubieran llegado a la Luna



En realidad las primeras teorías conspiratorias florecieron años antes, cuando fueron asesinados el presidente JFK y de su hermano Robert. Ahora, en pleno auge de Internet, las conspiraciones se han multiplicado. Desde la Red, cualquier hecho histórico puede ser cuestionado por cualquiera. 

La desinformación y los bulos más increíbles circulan a velocidad de vértigo por Internet. Otra teoría de la conspiración que tuvo gran eco fue que el virus del “sida” lo dejaron escapar de unos laboratorios secretos y, en otra vuelta de tuerca, que fue diseñado para matar homosexuales. 

Los atentados terroristas del 11 de septiembre también fueron puestos en jaque por buena parte de la comunidad internauta. Lo mismo ocurrió con la muerte accidental de Lady Di, que fue considerada hasta hace bien poco como un complot de la Corona británica. 

La idea de que los japoneses atacaron a traición Pearl Harbor también fue rechazada por muchos escépticos. En su opinión, fue una jugada sucia del presidente Roosevelt, que permitió el ataque para justificar la declaración de guerra al Imperio japonés

En España, Franco urdió otra teoría sobre la conspiración “judeomasónica”, a la que culpó de todos los males que padecía el país. Pocos días después de producirse el atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York, los diarios estadounidenses afirmaron que Bin Laden había sido el primero en atacar Estados Unidos en su propio territorio, lo que no es cierto. El primero que lo hizo fue Pancho Villa, que en 1916 cruzó el Río Grande y tomó durante unos días la ciudad de Columbus (Texas).




El 10 de enero de 2016, el Diario El País, en su sección de Cultura, se hacía eco de una publicación aparecida en 2015, obra del filósofo Karl Hepfer titulada: Conspiración: Una crítica filosófica de la sinrazón. En esta, se esgrime un estudio que analizaba el porqué de las "Teorías conspirativas" de las que habrían sido objeto numerosos acontecimientos políticos, a lo largo de la historia pasada y presente, conformando así una "manipulación de la realidad". Curiosamente, el artículo era calificado de oportunista por el hecho de hacerse eco de este tipo de "trato" dado a hechos políticos acaecidos en las últimas décadas mostrando un claro interés en apoyar la versión que apunta a que, este tipo de Teorías, distorsionan la realidad. Aún así, era innegable el que, ciertos Medios de Comunicación son, precisamente, las "armas" con las que las élites pretenden ocultar esas versiones "originales" de los hechos, presentándolos ante la historia con los argumentos más propicios para reemplazar a la verdadera causa por la que estos suceden y se llevan a cabo. Ningún Gobierno u Organismo paralelo a este, podría reconocer públicamente y, obviamente, un crimen, complot o conspiración política, mediante la que pudiera especular y llevar a cabo una acción ilícita. En el caso de que esto se diera, estos necesitarían del mejor portavoz para salvaguardar el buen desarrollo de sus aspiraciones. Es aquí, cuando los Medios de Comunicación afines y financiados por estos mismos entes, entran en acción.    













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