LA ZONA REAL : Mi padre, tu padre y el sr. y la sra. Smith.

El diario británico 'The Telegraph' ha publicado que el empresario catalán Josep Cusí pagó la mitad del viaje de luna de miel a los actuales Reyes Felipe VI y Letizia Ortiz. La otra parte la pagó Juan Carlos I. Hace unos meses 'El Cierre Digital' consiguió un scoop que fue pasado por alto por el resto de medios de comunicación. En una entrevista concedida a nuestro periódico, Albert Solà, supuesto hijo del Rey Emérito, aseguró que la hija del empresario le dijo que éste, es hermano del Emérito.

Juan Carlos I y Josep Cusí.

Mucho se ha hablado durante años de la luna de miel de los Reyes Felipe y Letizia. Nunca se ha sabido de manera oficial dónde viajaron los actuales monarcas y cuánto y cómo se financió ese viaje. España acaba de padecer el mayor atentado de su historia el 11 de marzo de 2004 y el momento parecía no ser el mejor para una frivolidad como una luna de miel exótica. Sin embargo, la hubo. Ha sido el diario británico The Telegraph quien ha dado respuesta a algunas de estas preguntas y ha puesto en la picota a uno de los mejores amigos de Juan Carlos I: El empresario Josep Cusí.

Según el conocido diario inglés, Cusí pagó 269.000 de los 467.500 dólares que costó la luna de miel secreta de Felipe VI y su esposa. Es decir, más de la mitad del viaje que los llevó a Camboya, las islas Fiji, Samoa, California y México en mayo de 2004, sin ser captados por la prensa. Para pasar desapercibidos utilizaron el seudónimo de señor y señora Smith, en homenaje a la película que ese mismo año se había estrenado en los cines de todo el mundo y que unió a Angelia Jolie y Brad Pitt.

Cusí y Juan Carlos I son amigos desde los años de juventud del Rey Emérito, cuando era Juanito y estaba a la sombra de Franco. La pasión por el mar los ha unido y Cusí ha llegado a ser el armador y tripulante del Bribón II, uno de los barcos de Juan Carlos I. Cusí lo ha acompañado en cacerías y viajes privados y en situaciones más complicadas como los ingresos y operaciones a las que Juan Carlos I se ha sometido durante años en la Clínica Planas de Barcelona.


Juan Carlos I, en 1982 junto a José Cusí, armador de los veleros Bribón que el Rey ha patroneado. Manuel Hernández de León EFE

Con respecto a esta relación marítima de Cusí y el Emérito, The Telegraph asegura que “en 2015, el Sr. Cusí y otros asociados presentaron a Juan Carlos un yate clásico, llevado de Finlandia y llamado Bribón XVI, que permite el monarca navegar mientras está sentado, ya que su movimiento se vio afectado por una serie de cirugías de reemplazo de cadera después de la caída que sufrió durante un viaje de caza de elefantes en Botswana en 2012”. El rotativo también pone el énfasis en el carácter discreto de Cusí y recuerda que “una de las pocas veces que su nombre apareció en la prensa fue cuando supuestamente golpeó a un periodista español en un club náutico en Italia en 1984 porque había informado de que el yate Bribón IV había sido vendido por 275.000 dólares”.



Josep Cusí nacido en Barcelona en 1934 siempre ha tenido una relación muy estrecha con Juan Carlos I. En octubre de 2019, Albert Solà hombre que asegura ser hijo del Rey Juan Carlos, contó en exclusiva para Elcierredigital.com que la relación de Cusí con el exmonarca sería mucho más estrecha, ya que la hija de Cusí le había confesado que el empresario y el Emérito realmente son hermanos. La entrevista con Solá fue a raíz de la publicación de su libro de memorias El monarca de la Bisbal. Ésta fue la charla que tuvo con el periódico:

-¿Cómo ha cambiado tu vida tras el libro?

Mi vida, en general, no ha cambiado nada. Sigo haciendo lo mismo.  Pero el libro me ha ayudado personalmente mucho. Y, además, me ha demostrado que lo que he dicho en él no ha sido rebatido por nadie. No quería hacerlo al principio, como ya comenté, pero me alegro de haberlo publicado, me ha servido para demostrar la verdad de toda la información y datos que tenía. No tengo, lo digo siempre, intención de hacer daño a nadie, ni de tocar nada ni a nadie. La verdad no se puede rebatir.  Es cierto que a partir del libro sí han surgido otros movimientos alrededor como una visita que tuve. 



-¿Qué pasó en esa visita?

Un día normal, sobre las siete de la tarde, yo estaba trabajando en el bar, y un par de señores muy bien vestidos, con ropa informal, se acercaron a mí y me dijeron que venían a verme. Yo les dije que tenía mucho trabajo y seguí con lo mío. Pero mi jefe que lo había oído, me animó a ir a ver qué querían. Me acerqué y les saludé. Me dijo entonces uno de ellos que era el yerno de Josep Cusí. Yo, en ese momento me quedé igual, no caí. Pero él me aclaró que su suegro fue el armador del Bribón que "durante 40 años hizo las regatas con tu padre, el Rey Emérito".  Me preguntó si podíamos hacer una foto. Le dio entonces el móvil a su compañero quien nos hizo un par de fotos. Después fue a hacer otra fotografía a la portada de mi libro, que tengo enmarcada en el bar.

-¿Tiene usted esas fotos?

No. Yo tenía mucho trabajo y todo fue muy rápido. Al parecer envió las fotos a su esposa. De hecho, a continuación, realiza una llamada y me comenta que es su esposa y me dice que si puede hablar conmigo. Ella me saluda al teléfono y me pregunta si me puede llamar primo hermano. Le contesto afirmativamente y me asegura: “Mi padre y tu padre son hermanos, no reconocidos legalmente, pero sí reconocidos a la sombra. Don Juan los iba introduciendo y mostrando poco a poco como tales”.  Eso me sorprendió mucho y me hizo qué pensar. Si los había enviado alguien o no....

-¿Ha habido más visitas de este tipo?

He tenido muchas visitas, pero tan directas como esta, no, nunca. Me llamó mucho la atención. 

-¿Qué hizo entonces?

En cuanto pude, busqué imágenes de él porque no lo tenía presente, y me quedé realmente impresionado. Me quedé marcado al ver las fotos.

-¿Por qué cree que vinieron?

Pues pienso que puede haber sido por varias razones. Quizá por curiosidad de las personas, o simplemente iniciativa del yerno de Cusí, porque el amigo con el que vino vive cerca de aquí, en un pueblo de Girona. Yo sigo sorprendido, no sé la razón por la que vinieron. Quizá empiezan a reconocerme, aunque no oficialmente, porque la Justicia no lo ha hecho.

-¿Cree que realmente son quienes decían ser?

En 2001 se cerró mi historia. Se confirmó entonces lo que ya dije, que era el hijo de don Juan Carlos. Aún hoy sigo confirmando día a día que tengo algo detrás. Esa especie de “mano protectora” que siempre he sentido. Yo, por ello, nunca haré daño a mi padre, nunca.

-¿Por qué hace esta confesión ahora?

Lo hago porque creo que es el momento. He esperado mucho. Y lo he pensado mucho. Mi conciencia me dicta decir la verdad. Creo que es ya el momento. No considero que haga mal a nadie. Puede ser malinterpretado, sí, pero lo bonito es que, a la edad que tienen, pueda conocerse ya por todos. Josep Cusí me parece que es una buena persona, sólo con ver sus fotos, me parece buena persona. No pretendo hacer daño, de verdad, pienso sólo que sería bonito que pudieran ya disfrutar en libertad. Lo hago con la mejor intención. Si se molestan, lo sentiré mucho. Pero no lo hago con ese deseo. Lo aseguro.  


-¿Por qué escogerle a usted para contárselo?

No lo sé. Lo que sí he hecho es sopesar mucho la decisión de hacerlo público. Fue todo muy rápido, ni me dijeron nombres ni me dieron números de teléfonos. La persona que vino serían de mi edad, aproximadamente, y de mi estatura.  Yo obro de buena fe. Ellos no se escondieron en ningún momento, se mostraron abiertamente en público y me hablaron en el bar, no estaban preocupados por ser discretos.  Yo no moví un dedo. Ellos me vinieron a buscar.

- ¿Hablaron de volver a verse o de hablar en alguna ocasión?

Me comentaron que les haría ilusión volver a verme en persona. No sé ni en qué circunstancias ni dónde sería.  Yo iría sin ningún problema a otro encuentro.  Para mí, en los cuarenta años que llevó luchando por este reconocimiento, esta visita ha supuesto una gran ilusión, es la mejor noticia que he recibido. Lo que la Justicia no me reconoce, al menos alguien cercano a la familia da un paso adelante.  A partir de la publicación del libro, este encuentro es lo mejor que me ha pasado.

-¿Cuál es su intención, Albert?  


No pretendo hacer daño a nada ni nadie, ya lo he dicho siempre. Me sale del corazón y lo he sopesado mucho, lo he pensado mucho. Este señor me parece muy buena persona. No quiero hacer daño a nadie. Insisto, quiero que puedan vivir abiertamente. No tengo ningún interés en nada, y el rey Felipe VI tiene mi total apoyo siempre hasta el final de mis días. Ya lo digo siempre. No quiero nada. Yo toco solo la parte humana. Yo solo tengo agradecimiento y ningún rencor hacia el Rey Emérito, quien digo que es mi padre.







LA POSDATA



LA ZONA PÚBLICA : Mutilaciones con motosierras y asesinatos: los atroces castigos de las bandas en las minas de oro venezolanas.

Human Rights Watch (HRW) ha denunciado en un nuevo informe los delitos que se cometen en las minas ilegales de oro, al sur de Venezuela, que son controladas por bandas criminales, y en las que grupos armados (sindicatos) mantienen un control férreo del territorio donde se encuentran las mayores reservas de recursos minerales del país sudamericano.

La mina de oro «Ocho muertos» en Las Claritas, en 2016 - @ Clavel A. Rangel

La presencia de estos sujetos ha sido denunciada por los pobladores que han sido acosados y han sido víctimas de violaciones de derechos humanos. En el documento, HRW explica que a las minas de oro llegan las personas de bajos recursos a trabajar debido a la acuciante crisis económica y estando ahí «se han convertido en víctimas de delitos macabros cometidos por grupos armados que controlan (las) minas ilegales», expresó José Miguel Vivanco, director para las Américas de HRW.

«Los distintos sindicatos que controlan las minas ejercen un estricto control sobre las poblaciones que viven y trabajan allí, imponen condiciones de trabajo abusivas y someten a tratos brutales a quienes se acusa de robos y otros delitos. En los peores casos, han desmembrado y matado frente a otros trabajadores a quienes presuntamente no habían cumplido con sus reglas», reza el documento. Varios residentes dijeron conocer casos en que miembros de sindicatos habían desmembrado con motosierras, hachas o machetes a quienes transgredieron las reglas.

De la misma manera que denuncian, también lanzan una importante advertencia: «Es crucial que las refinerías y quienes compran oro se aseguren de que el oro venezolano que forma parte de sus cadenas de suministro no esté manchado con la sangre de víctimas venezolanas».

La explotación de recursos también ha repercutido en el medioambiente así como la salud de las personas que trabajan en Arco Minero del Orinoco, que contempla una zona de 114.000 kilómetros cuadrados, el 12,2% del territorio venezolano. Y la explotación de recursos como la bauxita, oro, coltán, hierro, cobre, diamantes y coalín, ha puesto en riesgo a la población también conformada por más de 54.000 indígenas, y la deforestación y el uso de mercurio en la actividad minera.

Desde sus inicios, el proyecto ha estado en gran parte controlado por Rusia y China, países que han invertido y participado activamente en la explotación de oro y diamantes.

Testimonios desgarradores

El informe recoge declaraciones de personas que han sido víctimas de los abusos y la explotación. Durante 2018 y 2019, HRW entrevistó a 21 personas que trabajaron en minas o en localidades mineras del estado Bolívar. Otras 15 entre periodistas, indígenas y expertos dieron sus testimonios entre octubre y noviembre pasado. Todos los entrevistados coinciden con que no sólo hay un control por grupos armados, sino que grupo paramilitar colombiano ELN ha tomado parte del territorio minero y han tenido presencia activa.

El régimen de Nicolás Maduro ha sido otro de los participantes de la zona, según las denuncias de diputados. De acuerdo con información de parlamentarios, como Américo De Grazia, Nicolás Maduro Guerra, hijo del presidente chavista, lidera uno de las minas. Y aunque los testigos aseguran que el Gobierno chavista es consciente de la situación, Human Rights Watch no encontró «información pública sobre investigaciones que se hayan realizado para determinar la responsabilidad penal de funcionarios gubernamentales o miembros de las fuerzas de seguridad venezolanas implicados en estos abusos». Mucho menos recibieron respuesta del régimen cuando solicitaron información al respecto.

La explotación del Arco Minera comenzó en 2016 por un decreto presidencial, sin embargo, el organismo tampoco encontró algún registro de la Asamblea Nacional venezolana, la institución pública que tuvo que aprobar la decisión como lo exige la Constitución. «Según información recibida por la Oficina de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU y los testimonios recabados por Human Rights Watch, el gobierno no llevó a cabo previamente estudios adecuados de impacto ambiental ni consultas a poblaciones indígenas que vivían allí, como también lo exige la Constitución».

Por si fuera poco, Maduro dijo en octubre que le cedería la gestión de una mina de oro a cada uno de los gobernadores de los estados que pertenecieran al partido oficialista como premio de lealtad.

Entre los desgarradores relatos se encuentra el de Ligia Castro (seudónimo), de 35 años, quien trabajó en minas en El Algarrobo y La Cucharilla en 2018. Durante el día trabajaba en un restaurante y de noche en las minas. Castro contó que, en 2018, fue acusada una joven en una de las minas de «robar» un par de pantalones a otra mujer.

«La joven insistió que no había robado nada. Castro contó que miembros del sindicato le cortaron las manos a la mujer con un machete, mientras le gritaban: ‘¡Di que no lo vas a hacer más!’. Cuando la mujer repitió que no había robado los pantalones, los miembros del sindicato dispararon al aire mientras exclamaban: ‘¡Acá no se puede robar!’. Castro contó que miembros del sindicato aplicaron vendas a la mujer y se la llevaron en un lanchón. Le indicaron que dijera haber tenido un accidente porque sabían dónde encontrar a su familia».

Entre los entrevistados se encuentra un niño de 16 años con fractura de columna provocada por el golpe de un tronco mientras usaba una manguera de alta presión sin ningún tipo de protección. Otro de 17 años, contó haber visto a miembros del sindicato amputar dedo por dedo de las manos de un minero acusado de haber robado oro, antes de amputarle lo que quedaba de ambas manos. Dijo que lo hicieron frente a otros mineros para que «todos pudieran ver». Estos son algunos de las atrocidades que se cometen en la zona minera de Venezuela, en la que también las personas son mutiladas con motosierras o forman parte de la larga lista de personas masacradas cruelmente.



Repunte de la malaria

La malaria ha tenido un repunte en los últimos años al sur del país. Entre 2010 y 2018, aumentaron los casos en un 797%. El año 2015 fue comparado con 2016, por un incremento preocupante de 136.402 a 240.613 casos. Mientras que en 2018 se registraron 404.924 casos.

Y debido a la migración interna de habitantes de Bolívar y del estado Amazonas, se ha propagado en otras regiones del país la enfermedad que había sido erradicada a mediados del siglo pasado.









LA ZONA G8 : Más sobre guerra genética: laboratorios secretos del Pentágono en Georgia.


Como hemos mostrado en otras investigaciones, Estados Unidos tiene además de su desproporcionado arsenal militar, una serie de laboratorios desperdigados por el mundo: Se pueden contar al menos 25 de estos centros clandestinos repartidos en zonas geoestratégicas como la Amazonía y las naciones fronterizas con la Federación rusa. En efecto, y a propósito de otra de las pesquisas realizadas por este observador, el gobierno de los Estados Unidos está promoviendo investigaciones genéticas con el fin de desarrollar un arma biológica capaz de atacar genotipos específicos como, por ejemplo, los rasgos de las etnias eslavas. El objetivo de los centros de investigación es crear virus, toxinas y bacterias que atacarían eventualmente a poblaciones puntuales. No debe escatimarse que una buena parte de esos laboratorios se encuentran en ex repúblicas soviéticas como Georgia, Ucrania y Kazajistán.

Justamente, el presente artículo busca mostrar de manera detallada los hallazgos obtenidos en uno de esos centros de investigación más peligrosos financiados por el Pentágono en el corazón de Eurasia. Dicho laboratorio, conocido como Richard Lugar, ubicado en Tiblisi, la capital de Georgia (tierra natal del líder soviético Joseph Stalin), funciona aparentemente como un centro de desarrollo en detención y neutralización de virus. El presupuesto de este "Programa biológico participativo" es de 2.100 millones de dólares y está financiado por la Agencia para la Reducción de Amenazas (DTRA, por sus siglas en inglés). El nombre oficial del proyecto es Programa de Participación Biológica Cooperativa y se estableció luego de un acuerdo diplomático entre los gobiernos de Georgia y Estados Unidos que data de 2002.


El Laboratorio Central de Referencia de Salud Pública en Tbilisi, Georgia, se inauguró el 18 de marzo de 2011 y fue construido por la Agencia de Reducción de Amenazas de Defensa de los Estados Unidos, una parte del Departamento de Defensa de los Estados Unidos.



Lo anterior no es un dato menor pues, amparado en el acuerdo entre los gobiernos, la Casa Blanca ha desarrollado de manera secreta investigaciones de orden biológico y genético que serán detalladas más adelante. Por ahora baste con decir que, la fachada del laboratorio es un “centro de salud pública”, ubicado a tan sólo 17 kilómetros de la base aérea de “Vaziani”, es decir un punto geoestratégico de la capital georgiana. En una descomunal y muy bien documentada investigación, la periodista búlgara Dilyana Gaytandzhieva logró determinar que, en el tercer nivel de los laboratorios, sólo tienen acceso los ciudadanos estadounidenses que hayan obtenido permiso con información clasificada. Estos funcionarios tienen carácter diplomático en virtud del mencionado acuerdo intergubernamental sobre cooperación en la esfera de Defensa del 2002. En otros términos, empleados de la embajada de los Estados Unidos pueden realizar investigaciones sin rendir ningún tipo de cuentas al gobierno local.

La más reciente polémica, de acuerdo con las pesquisas de Gaytandzhieva, tienen que ver con experimentos con humanos que se estarían llevando a cabo en el laboratorio. Al respecto, el ex ministro de Seguridad del Estado georgiano, Igor Giorgadze, pidió al presidente Donald Trump que investigue los informes del centro Lugar pues de acuerdo con su testimonio hubo 24 personas que murieron en diciembre de 2015 durante un tratamiento contra la hepatitis C. Además, entre abril y agosto de 2016, según el ex ministro, perdieron la vida otras 30 personas y las causas de su deceso se catalogaron como "desconocidas". Se cree que las razones verdaderas de la muerte de estos ciudadanos georgianos tienen que ver con los experimentos desarrollados en el laboratorio, por lo que todavía no se ha levantado una investigación formal.


Sin embargo, según pudo establecer la periodista búlgara, el centro de investigación (que fue inaugurado en 2011), transporta sangre humana y agentes patógenos congelados como carga diplomática para un programa militar secreto apoyado por el Pentágono. La investigación logró determinar que el gobierno norteamericano ha gastado más de 161 millones de dólares de los contribuyentes en cuestiones relacionadas con enfermedades mortales e insectos picadores que serían enviados a países limítrofes a través de drones. Además de lo anterior, los vecinos del barrio Alexeevka, donde se encuentra el laboratorio, se quejan de que los químicos peligrosos se queman en secreto en las madrugadas y los desechos son vertidos en un río cercano por medio de tuberías que conectan con el laboratorio. Según los testimonios: “hay humo negro, rojo y verde en la noche, o especialmente temprano en la madrugada, alrededor de las 3 o 4 am. Incluso las gallinas han muerto […] ese olor viene de allí. Huele a huevos podridos y a heno en descomposición. El olor se propaga en diferentes direcciones por el curso del viento”.

De acuerdo con el completo análisis de Dilyana Gaytandzhieva, la actividad secreta que allí se lleva a cabo cuenta con la complicidad de los militares georgianos y diplomáticos norteamericanos. Los vecinos del Lugar Center, todavía recuerdan un trágico episodio que involucró a cuatro ciudadanos filipinos que trabajaban en el laboratorio. Dos de los extranjeros murieron a causa de una supuesta intoxicación por gas en su apartamento, cerca del laboratorio, y los otros dos tuvieron afectaciones graves de salud. Por esa razón, creen los vecinos del lugar, que los desechos y la investigación en general resulta sumamente peligrosa. Y de hecho lo es.

En efecto, Estados Unidos está desarrollando un arma bioquímica lo suficientemente poderosa para disuadir al gobierno ruso liderado por el presidente Vladimir Putin y, de esa manera, posicionarse estratégicamente en el centro de Asia. Por ello, las agencias de seguridad norteamericanas con el aval de la Casa Blanca, están trabajando en el control de la población mundial. Uno de los indicios al respecto es el caso de Joshua Bast, subdirector de la Unidad de Investigación Médica del Ejército de los Estados Unidos- Georgia (USAMRU-G, por sus siglas en inglés). Este científico militar, según lo pudo establecer la periodista Gaytandzhieva, conduce un carro diplomático y goza de inmunidad, sin pertenecer al cuerpo de funcionarios de la Embajada de ese país. 

¿Qué hay detrás de esto? 

La realidad es que Bast dirige una unidad especial secreta conocida como Walter Reed que opera dentro del laboratorio Lugar. Al ser confrontado por la periodista en razón a su categoría de agente diplomático, el científico negó categóricamente que trabajara en el laboratorio, cuando la evidencia dice todo lo contrario. Lo más preocupante del caso, es que Joshua Best es entomólogo, es decir, se dedica a la investigación con insectos. Uno más uno es dos.

Otra de las graves denuncias en este caso es el papel de los contratistas privados. De hecho, la Agencia para la Reducción de Amenazas (DTRA) entregó a compañías privadas los recursos para las investigaciones sobre armas biológicas. Lo complejo del asunto es que este tipo de empresas no tienen ninguna clase de control por parte del Congreso. Actualmente, hay tres de estos grupos trabajando en Georgia: CH2M Hill, Battele y Metabiota, quienes también laboran con otras agencias estatales como la CIA.

La primera de esas empresas ganó un contrato por 342 millones de dólares para trabajar en biolaboratorios en Georgia, Uganda, Tanzania, Irak, Afganistán y el sudeste asiático. Por su parte, el Battele Institute realiza pruebas con productos extremadamente tóxicos y sustancias patógenas, sus contratos ascienden a más de 2.000 millones de dólares. Finalmente, Metabiota recibió 18,4 millones de dólares por parte de la DTRA por servicios de consultoría científica y técnica en Ucrania y Georgia. En el sitio web de la empresa se ofrecen servicios consultivos sobre: “amenazas biológicas en todo el mundo, detección de patógenos, respuesta epidémica y ensayos clínicos”. Esta compañía también trabajó con el gobierno estadounidense en la epidemia del Ébola en África Occidental con un presupuesto que superó los 3 millones de dólares. Esta circunstancia demuestra que el sector privado está muy interesado en desestabilizar y controlar a las poblaciones en Eurasia, una de las zonas con mayor relevancia en cuestiones geopolíticas. Si las transnacionales están involucradas en Georgia es porque puede haber un negocio redondo que implique la devastación de recursos y pueblos enteros.

Uno de los mecanismos que desarrollan en los laboratorios es la guerra entomológica, esto es, la utilización de insectos para transmitir enfermedades. Aquí el mapa geopolítico adquiere una gran relevancia pues Georgia comparte frontera con Rusia, principal rival de los Estados Unidos. Si a esta circunstancia se suma el desarrollo de bacterias y virus en los laboratorios de Ucrania y Kazajistán, entonces podría afirmarse que el Pentágono está pretendiendo “cercar” a su enemigo político. Por esa razón, Moscú ha expresado repetidamente su preocupación por la posible utilización de armas biológicas a través de la propagación de insectos.


Tales temores no son infundados, considerando una reciente patente estadounidense para un Sistema de Esparcimiento Aérea de Mosquitos Tóxicos, otorgada por la Oficina de Patentes y Marcas de los Estados Unidos en 2014. La invención incluye un dron que puede liberar mosquitos infectados, algo que la investigación de la periodista, Dilyana Gaytandzhieva, ha intentado probar, pues existen documentos que muestran proyectos del Pentágono que involucran a los insectos como posibles vectores de enfermedades en Georgia. 



En efecto, en 2014, el Centro Lugar fue equipado con una instalación para insectos y lanzó su proyecto sobre moscas de arena en Georgia y otras zonas del Cáucaso. Por si fuera poco, y de manera coincidente (?), la empresa Georgia Tech creó hace pocos días un diminuto robot de dos milímetros que se mueve aprovechando la vibración de actuadores piezoeléctricos, fuentes de ultrasonido o incluso pequeños altavoces. Estos “insectos del futuro” podrían utilizarse para transmitir las enfermedades creadas en los laboratorios. Por ese motivo, el devenir de la humanidad está en peligro si los contratistas privados siguen teniendo inmunidad diplomática para crear armas mortales. Es hora de ejercer control ciudadano y de pedirle al primer poder del mundo, una explicación satisfactoria.





TEXTO ORIGINAL








En junio de 2013, Edward Snowden, en el momento en que un empleado de Booz Allen contrató proyectos de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), reveló públicamente detalles de los programas clasificados de vigilancia masiva y recopilación de datos de los Estados Unidos en todo el mundo.

El ex empleador de Snowden, Booz Allen Hamilton, ha recibido  cinco lucrativos contratos  de la Agencia de Reducción de Amenazas de Defensa (DTRA) desde 2010 hasta 2022, por un total de al menos $ 358 millones para  servicios de apoyo de inteligencia  y agentes de armas químicas. Según el sitio web de la compañía, ha desarrollado una  plataforma basada  en la web para la Agencia de Reducción de Amenazas de Defensa (DTRA) y la comunidad de inteligencia de los Estados Unidos. El sistema actualmente contiene más de 9 terabytes de datos de inteligencia y crece en aproximadamente 1.5 millones de registros cada semana.



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