La zona Histórica : El descubridor de la vacuna del cólera que no fue reconocido en su momento.

El doctor Jaime Ferrán inoculó en 1885 a miles de personas en Valencia y tuvo que esperar más de 20 años para ser reconocido mundialmente.

La temida epidemia a que tanto dique se quiso poner y que en la actualidad encuentra tantas facilidades para hacer sus víctimas, se extiende como mancha de aceite por todo el suelo español. Ella está dando lugar a rasgos de sublime valor en unos pueblos, de ridículo miedo en otros, de estoicismo admirable en algunos individuos, y de ignominioso egoísmo por parte de algunos más. La epidemia atrae la consideración de todos los pensamientos: no es posible ocuparse de otro asunto, y la fatal struggle for life —la lucha por la vida—nos preocupa y arrebata toda nuestra actividad y nuestras fuerzas.

Con estas palabras comenzaba su crónica del cólera la revista El Criterio Médico en su número de julio de 1885.


El criterio médico, julio de 1885

No era la primera vez que el cólera, la epidemia típica del siglo XIX, golpeaba en España y en Europa. Lo había hecho por primera vez en 1834 en medio del odio desatado por la primera guerra carlista y en aquella ocasión dio lugar, junto a la muerte de miles de personas, a la matanza en un solo día de decenas de frailes acusados de haber envenenado el agua de las fuentes públicas de Madrid. Un relato pormenorizado de este hecho puede leerse en el número de 19 de julio de 1834 del periódico liberal La Revista Española.

En 1885 no había una guerra civil y no hubo que lamentar otras desgracias más que las que produjo la epidemia de cólera. Pero lo que hizo especial este brote para la medicina española y mundial es que fue la primera vez que se administró la primera vacuna moderna para una enfermedad humana de origen bacteriano. Tras el descubrimiento del bacilo causante del cólera por el alemán Robert Koch, la vacuna anticolérica fue preparada y administrada en la provincia de Valencia a miles de personas por Jaime Ferrán, microbiólogo catalán seguidor de las ideas del investigador alemán y del francés Louis Pasteur.

Esta vacunación masiva suscitó una gran polémica, nacional e internacional, motivada por los prejuicios hacia la nueva ciencia de la microbiología y por las dudas de otros médicos sobre la efectividad real de la vacuna, dudas que albergaba también un joven Ramón y Cajal, años después Premio Nobel de medicina. Además, Ferrán también fue acusado de querer sacar provecho económico de su descubrimiento, algo a lo que él replicaba que tenía muchos gastos, no recibía dinero del Gobierno y tenía que dar de comer a su familia.

El Gobierno español, que encargó diversos informes a comisiones técnicas, no impidió pero tampoco ayudó ni dio facilidades a Ferrán, pese a que él había experimentado la vacuna en sí mismo, en familiares y amigos y también había inoculado a médicos de la Facultad de Medicina de Valencia que le apoyaban. Aunque había otros médicos que no sólo negaban los beneficios de la vacuna, sino que sostenían que el líquido inoculado no producía el cólera atenuado sino una septicemia que podía conducir a un mayor número de contagios.

Ferrán había comenzado a vacunar en algunas localidades valencianas y en Valencia capital, pero la inoculación a gran escala comenzó en Alcira. En su edición del 10 de mayo de 1885, el diario La República informaba de que Ferrán había llevado ya a cabo en Alcira 8.298 inoculaciones. El periódico señalaba la particularidad notable de que en el barrio de Barracas, que es el más pobre y miserable y donde más inoculaciones se han hecho, no han vuelto a aparecer más invasiones sospechosas desde el día que el doctor Ferrán y el doctor Jimeno vacunaron cerca de doscientas personas, en su mayoría mujeres y niños que, como es sabido, son los que más contingente dan a la enfermedad.


Nuevo mundo, 3 de marzo de 1922


Toda la prensa de España, y también europea, estaba pendiente de lo que pasaba en Alcira y Valencia. Así, un suelto del diario La Época del 16 de mayo recogía los telegramas que llegaban de la provincia: El doctor Ferrán ha salido hoy para Algemesí, accediendo a las repetidas instancias del vecindario. En Valencia comenzaron ayer de nuevo las inoculaciones, pasando de 200 las personas vacunadas. El doctor Ferrán ha remitido a Alcira más líquido para proseguir las inoculaciones. El hecho es de tanta importancia, que Europa entera tiene fijos los ojos en él, y la ciencia no debe escasear los estudios para persuadirse de las probabilidades que haya de haber encontrado el antídoto contra el cólera.

Lógicamente, el asunto había entrado ya en el debate político. En una sesión en el Congreso de los Diputados de la que se hizo eco el periódico El Día el 18 de mayo, el diputado de la oposición Emilio Castelar, que había sido presidente de la I República y era uno de los mejores oradores de su tiempo, preguntó al Gobierno sobre lo que estaba haciendo al respecto.

Castelar inició su discurso diciendo que tanto el alemán Koch como el francés Pasteur estaban siendo subvencionados en sus investigaciones microbiológicas por sus respectivos Gobiernos. Y tras indicar que los habitantes de Alcira habían acudido al doctor Ferrán con fe verdaderamente religiosa, Castelar señalaba:

Yo envidio la suerte del señor ministro de la Gobernación, que teniendo recursos en los presupuestos, no tiene más que abrirlos y lanzarlos sobre el doctor Ferrán para que prosiga sus investigaciones a fin de que pueda llegar a encontrar un remedio que nos libre de tan terrible enfermedad.

Romero Robledo, que era el ministro de Gobernación, contestó con evasivas diciendo que se nombraría una comisión para estudiar la vacuna:

…Desde el puesto que yo ocupo hay que proceder con mucha cautela y discreción. Desde luego declaro que el doctor Ferrán es digno de aplauso y de protección, y con esto creo que quedará satisfecho el Sr. Castelar… Yo, como el Sr. Castelar, soy profano en medicina; pero la ciencia ha planteado el siguiente problema: «¿Es el microbio causa de la enfermedad, o efecto de la enfermedad?». Mientras este problema no se resuelva, no hay medios de conocer la verdad del descubrimiento del doctor Ferrán.

Una de las cosas que perjudicó a Ferrán restándole credibilidad era que la vacuna no comenzaba a inmunizar hasta pasados cinco días, y había gente infectada que después de ser inoculada moría antes de cumplirse ese plazo. Como también había opiniones médicas de peso contrarias, el Ministerio de la Gobernación acabó prohibiendo que nadie salvo él pudiera administrar la vacuna. Ferrán, a quien ayudaba un buen grupo de colaboradores, terminó renunciando ante la imposibilidad de hacer él solo todo el trabajo.

Dos meses después del citado debate parlamentario, cuando la epidemia del cólera había llegado ya a Madrid, el ministro dimitió a causa del descontento generalizado, entre otras cosas, por su gestión de la epidemia con estrictos cordones sanitarios y las protestas de los comerciantes por el cierre de sus negocios, protestas disueltas con cargas policiales.

El doctor Gimeno, que fue uno de los primeros en ayudar a Ferrán a vacunar y que llegó a ser él mismo varias veces ministro muchos años después, escribió en sus Memorias una visita que hizo en 1885 a Romero Robledo en el Ministerio para intentar convencerle y la frivolidad con que éste se tomó el asunto.

Mi visita fue inútil. “¿Sabe usted -acabó por decirme con desparpajo- que si la vacuna resulta verdad será un buen negocio?”. Yo enrojecí y contesté secamente: “Lo será mejor para la Humanidad, señor ministro, y eso es lo que importa”.

También la prensa extranjera se ocupaba de los experimentos de Ferrán, quien envió en julio un telegrama al periódico francés Le Figaro para defenderse de la acusación de mantener en secreto su procedimiento, alegando que la Academia de Ciencias de París lo conocía desde el mes de abril, y con relación a sus honorarios por las inoculaciones se defendía diciendo que había vacunado gratis a 20.000 personas.

La epidemia fue remitiendo al final del verano de 1885 y Ferrán volvió a Barcelona, donde fue nombrado director del Laboratorio Microbiológico Municipal y donde prosiguió durante años su trabajo en la profilaxis de otras enfermedades como la tuberculosis, la fiebre tifoidea, la difteria o la rabia.

La Esfera el 21 de noviembre de 1914

La Esfera, 8 de junio de 1929


Fueron bacteriólogos europeos los primeros en seguir de cerca sus investigaciones y el reconocimiento oficial le llegó más de 20 años después de su descubrimiento, y antes que de España de la Academia de Ciencias de París, que le concedió en 1907 el prestigioso premio Bréant como descubridor del remedio contra el cólera. El informe del premio iba encabezado por la firma del director del Instituto Pasteur. Su fama fue en aumento y con la aplicación masiva de su vacuna durante la I Guerra Mundial quedó convertido en una figura científica de reconocimiento universal.

Ferrán no dejó de trabajar hasta el fin de sus días. En un reportaje que hizo la revista gráfica La Esfera el 21 de noviembre de 1914 se le ve inmunizando a una joven contra la rabia, y poco antes de su muerte, el 8 de junio de 1929, aparecía en la misma revista cogido del brazo del rey Alfonso XIII en la visita a un sanatorio para tuberculosos. En la revista Nuevo Mundo del 22 de agosto de 1919 se le ve aplicando la vacunación antituberculosa al capitán de la Guardia Civil de Alcira, que aparece rodeado de niños y de miembros del Cuerpo. En la misma revista, tres años después, el 3 de marzo de 1922, y bajo el título una ‘Gloria de la Ciencia Española’ se le ve vacunando a niños con un texto que da cuenta de una reunión en el Hotel Ritz de Madrid de homenaje a su persona en la que tomó la palabra el conde de Romanones, que había sido presidente del Gobierno y que dijo: ¡Pensar que España tiene un hombre de la categoría científica de Ferrán y que nos lo han de descubrir los extranjeros! ¡Más batallas ha ganado nuestro compatriota en la guerra mundial con su vacuna anticolérica que el más afortunado general!

Dos días después de su muerte, la revista Crónica publicó en su número 2, de 24 de noviembre de 1929, un reportaje acompañado de una foto de Ferrán anciano en su laboratorio con el título: El doctor Ferrán, genial descubridor de la vacuna anticolérica.


Crónica, 24 de noviembre de 1929


El homenaje no podía ser más elocuente:

No podía escapar nuestro glorioso compatriota —en trance de muerte llega la hora de los verdaderos elogios— a la ley fatal que va inevitablemente unida a la vida de todo investigador. Ferrán, como Pasteur en Francia, Koch en Alemania, Jenner en Inglaterra y nuestro inolvidable Peral en otros campos de la actividad humana, hubieron de sufrir, en el curso de su existencia, la terrible odisea de amarguras, envidias, calumnias, injurias, toda suerte de vejámenes, que luego, cuando el genio apagó para siempre la llama de su vida, se convierten en alabanzas y en elogios.



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Más:

LA ZONA HISTÓRICA : La eugenesia y los nazis (la conexión de California)

Hitler y sus secuaces victimizaron a todo un continente y exterminaron a millones en su búsqueda de la llamada Raza Superior.

Pero el concepto de una raza nórdica maestra blanca, rubia y de ojos azules no se originó con Hitler. La idea fue creada en los Estados Unidos y cultivada en California, décadas antes de que Hitler llegara al poder. Los eugenistas de California desempeñaron un papel importante, aunque poco conocido, en la campaña de limpieza étnica del movimiento eugenésico estadounidense.


Revista de principios del siglo XX con un artículo titulado "Debemos reproducir o esterilizar a los defectuosos", escrito por Albert Edward Wiggam, un exitoso autor que encantaba a su público con sus presentaciones en las que describía la eugenesia como un plan de Dios.


La eugenesia fue la pseudociencia destinada a "mejorar" la raza humana. En su forma racista extrema, esto significaba eliminar a todos los seres humanos considerados "no aptos", preservando solo a aquellos que se ajustaban a un estereotipo nórdico. Los elementos de la filosofía fueron consagrados como política nacional por las leyes de segregación y esterilización forzada, así como las restricciones al matrimonio, promulgadas en 27 estados. En 1909, California se convirtió en el tercer estado en adoptar dichas leyes. En última instancia, los practicantes de la eugenesia esterilizaron coercitivamente a unos 60.000 estadounidenses, prohibieron el matrimonio de miles, segregaron por la fuerza a miles en "colonias" y persiguieron a un número incalculable de formas que apenas estamos aprendiendo. Antes de la Segunda Guerra Mundial, casi la mitad de las esterilizaciones forzadas se hacían en California, e incluso después de la guerra, el estado representaba un tercio de todas esas cirugías.

California fue considerada un epicentro del movimiento eugenésico estadounidense. Durante las primeras décadas del siglo XX, los eugenistas de California incluyeron científicos raciales potentes pero poco conocidos, como el especialista en enfermedades venéreas del ejército, el Dr. Paul Popenoe, el magnate de los cítricos Paul Gosney, el banquero de Sacramento Charles Goethe, así como miembros de la Junta de Caridades del estado de California y Correccionales y la Junta de Regentes de la Universidad de California. 

La eugenesia habría sido una charla de salón tan extraña si no hubiera sido por la amplia financiación de filantropías corporativas, específicamente la Institución Carnegie, la Fundación Rockefeller y la fortuna ferroviaria Harriman. Todos estaban aliados con algunos de los científicos más respetados de Estados Unidos de universidades tan prestigiosas como Stanford, Yale, Harvard y Princeton. Estos académicos defendieron la teoría racial y la ciencia racial, y luego falsificaron y tergiversaron datos para servir a los objetivos racistas de la eugenesia.

El presidente de Stanford, David Starr Jordan, originó la noción de "raza y sangre" en su epístola racial de 1902 "Sangre de una nación", en la que el erudito universitario declaró que las cualidades y condiciones humanas, como el talento y la pobreza, se transmitían a través de la sangre.

En 1904, la Institución Carnegie estableció un complejo de laboratorios en Cold Spring Harbor en Long Island que almacenó millones de fichas sobre estadounidenses comunes, mientras los investigadores planeaban cuidadosamente la eliminación de familias, linajes y pueblos completos. Desde Cold Spring Harbor, los defensores de la eugenesia se agitaron en las legislaturas de Estados Unidos, así como en las agencias y asociaciones de servicios sociales de la nación.

La fortuna del ferrocarril Harriman pagó a organizaciones benéficas locales, como la Oficina de Industrias e Inmigración de Nueva York, para buscar inmigrantes judíos, italianos y de otro tipo en Nueva York y otras ciudades abarrotadas y someterlos a deportación, confinamiento o esterilización forzada.

La Fundación Rockefeller ayudó a fundar el programa de eugenesia alemán e incluso financió el programa en el que trabajó Josef Mengele antes de ir a Auschwitz.

Gran parte de la guía espiritual y la agitación política del movimiento eugenésico estadounidense provino de las sociedades eugenésicas casi autónomas de California, como la Human Betterment Foundation de Pasadena y la rama de California de la American Eugenics Society, que coordinó gran parte de su actividad con la Eugenics Research Society en Isla Grande. Estas organizaciones, que funcionaban como parte de una red muy unida, publicaban boletines eugenésicos racistas y revistas pseudocientíficas, como Eugenical News y Eugenics, y propagandizado para los nazis.

La eugenesia nació como una curiosidad científica en la época victoriana. En 1863, Sir Francis Galton, un primo de Charles Darwin, teorizó que si las personas talentosas se casaran solo con otras personas talentosas, el resultado sería una descendencia considerablemente mejor. A principios del siglo pasado, las ideas de Galton se importaron a los Estados Unidos al igual que se redescubrieron los principios de la herencia de Gregor Mendel. Los defensores de la eugenesia estadounidense creían con fervor religioso que los mismos conceptos mendelianos que determinaban el color y el tamaño de los guisantes, el maíz y el ganado también regían el carácter social e intelectual del hombre.

En un Estados Unidos demográficamente tambaleándose por la agitación de la inmigración y desgarrado por el caos posterior a la Reconstrucción, el conflicto racial estaba en todas partes a principios del siglo XX. Elitistas, utópicos y los llamados progresistas fusionaron sus miedos raciales latentes y su sesgo de clase con su deseo de hacer un mundo mejor. Reinventaron la eugenesia de Galton en una ideología represiva y racista. La intención: Poblar la Tierra con mucho más de su propio tipo socioeconómico y biológico, y menos o ninguno de los demás.

La especie superior que buscaba el movimiento eugenésico no estaba poblada simplemente por personas altas, fuertes y talentosas. Los eugenistas anhelaban tipos nórdicos rubios y de ojos azules. Este grupo solo, creían, era apto para heredar la Tierra. En el proceso, el movimiento pretendía sustraer a los negros emancipados, los trabajadores asiáticos inmigrantes, los indios, los hispanos, los europeos del Este, los judíos, los montañeses de pelo oscuro, los pobres, los enfermos y cualquiera clasificado fuera de las líneas genéticas aburguesadas trazadas por los especialistas en raza estadounidenses.

¿Cómo? Identificando los llamados árboles genealógicos defectuosos y sometiéndolos a programas de segregación y esterilización de por vida para matar sus líneas de sangre. El gran plan era literalmente borrar la capacidad reproductiva de aquellos considerados débiles e inferiores, los llamados no aptos. Los eugenistas esperaban neutralizar la viabilidad del 10 por ciento de la población de un golpe, hasta que no quedara nadie excepto ellos.

Se exploraron dieciocho soluciones en un "Informe preliminar del Comité de la Sección Eugenésica de la Asociación Estadounidense de Criadores para estudiar e informar sobre los mejores medios prácticos para cortar el germoplasma defectuoso en la población humana " de 1911 respaldado por Carnegie. El punto No. 8 fue la eutanasia.

El método de eugenicidio más comúnmente sugerido en los Estados Unidos fue una "cámara letal" o cámaras de gas públicas operadas localmente. En 1918, Popenoe, el especialista en enfermedades venéreas del ejército durante la Primera Guerra Mundial, coescribió el libro de texto ampliamente utilizado, "Eugenesia aplicada", que argumentaba: "Desde un punto de vista histórico, el primer método que se presenta es la ejecución... Su valor para mantener el nivel de la raza no debe subestimarse". "Eugenesia aplicada" también dedicó un capítulo a la "Selección letal", que operaba "a través de la destrucción del individuo por alguna característica adversa del medio ambiente, como el frío excesivo, o bacterias, o por deficiencia corporal".


Los criadores eugenésicos creían que la sociedad estadounidense no estaba lista para implementar una solución letal organizada. Pero muchas instituciones mentales y médicos practicaron la letalidad médica improvisada y la eutanasia pasiva por su cuenta. Una institución en Lincoln, Illinois, alimentaba a sus pacientes con leche de vacas tuberculosas creyendo que un individuo eugenicamente fuerte sería inmune. En Lincoln se produjeron tasas de mortalidad anuales del treinta al cuarenta por ciento. Algunos médicos practicaban el eugenicidio pasivo con un recién nacido a la vez. Otros médicos de instituciones psiquiátricas cometieron negligencia letal.

No obstante, con el eugenicidio marginado, la principal solución para los eugenistas fue la rápida expansión de la segregación y la esterilización forzadas, así como más restricciones al matrimonio. California lideró la nación, realizando casi todos los procedimientos de esterilización con poco o ningún debido proceso. En sus primeros 25 años de legislación sobre eugenesia, California esterilizó a 9.782 personas, en su mayoría mujeres. Muchas fueron clasificadas como "chicas malas", diagnosticadas como "apasionadas", "sobresexuales" o "sexualmente descarriadas". En el Hogar Estatal de Sonoma, algunas mujeres fueron esterilizadas debido a lo que se consideró un clítoris o labios vaginales anormalmente grandes.

Solo en 1933 se realizaron al menos 1.278 esterilizaciones coercitivas, 700 de mujeres. Las dos fábricas de esterilización líderes del estado en 1933 fueron Sonoma State Home con 388 operaciones y Patton State Hospital con 363 operaciones. Otros centros de esterilización incluyeron los hospitales estatales de Agnews, Mendocino, Napa, Norwalk, Stockton y Pacific Colony.


El hospital del Centro de Desarrollo de Sonoma es donde se llevó a cabo la mayoría de las esterilizaciones forzadas en California.


Incluso la Corte Suprema de los Estados Unidos aprobó aspectos de la eugenesia. En su infame decisión de 1927, el juez de la Corte Suprema Oliver Wendell Holmes escribió: "Es mejor para todo el mundo si, en lugar de esperar a ejecutar a los hijos degenerados por delitos, o dejar que se mueran de hambre por su imbecilidad, la sociedad puede impedir que aquellos que son manifiestamente incapaces de continuar con su especie... Tres generaciones de imbéciles son suficientes". Esta decisión abrió las compuertas para que miles fueran esterilizados coercitivamente o perseguidos como infrahumanos. Años más tarde, los nazis en los juicios de Nuremberg citaron las palabras de Holmes en su propia defensa.

Solo después de que la eugenesia se arraigó en los Estados Unidos, la campaña se trasplantó a Alemania, en gran medida gracias a los esfuerzos de los eugenistas de California, quienes publicaron folletos que idealizaban la esterilización y los distribuyeron entre funcionarios y científicos alemanes.


Algunos de los participantes en el concurso de la familia más apta en Kansas en los años 20. En esta feria, ganarían un trofeo del gobernador.


Hitler estudió las leyes de la eugenesia estadounidense. Trató de legitimar su antisemitismo medicalizándolo y envolviéndolo en la fachada pseudocientífica más aceptable de la eugenesia. Hitler pudo reclutar más seguidores entre los alemanes razonables al afirmar que la ciencia estaba de su lado. El odio racial de Hitler surgió de su propia mente, pero los lineamientos intelectuales de la eugenesia que Hitler adoptó en 1924 se hicieron en Estados Unidos.

Durante los años 20, los científicos eugenistas de la Carnegie Institution cultivaron profundas relaciones personales y profesionales con los eugenistas fascistas de Alemania. En "Mein Kampf", publicado en 1924, Hitler citó la ideología eugenésica estadounidense y mostró abiertamente un conocimiento profundo de la eugenesia estadounidense. "Hoy hay un estado", escribió Hitler, "en el que se notan al menos débiles comienzos hacia una mejor concepción (de la inmigración). Por supuesto, no es nuestra República alemana modelo, sino los Estados Unidos". 

Hitler les dijo con orgullo a sus camaradas cuán de cerca siguió el progreso del movimiento eugenésico estadounidense. "He estudiado con gran interés", le dijo a un colega nazi, "las leyes de varios estados estadounidenses relativas a la prevención de la reproducción de personas cuya progenie, con toda probabilidad, no tendría ningún valor o sería perjudicial para la población racial".

Hitler incluso escribió una carta de fan al líder de la eugenesia estadounidense Madison Grant, llamando a su libro de eugenesia basada en la raza, "El paso de la gran carrera", su "biblia".

Ahora, el término estadounidense "nórdico" se intercambió libremente con "germánico" o "ario". La ciencia racial, la pureza racial y el dominio racial se convirtieron en la fuerza impulsora detrás del nazismo de Hitler. La eugenesia nazi finalmente dictaría quién sería perseguido en una Europa dominada por el Reich, cómo viviría la gente y cómo moriría. Los médicos nazis se convertirían en los generales invisibles en la guerra de Hitler contra los judíos y otros europeos considerados inferiores. Los médicos crearían la ciencia, diseñarían las fórmulas eugenésicas y seleccionarían a mano a las víctimas para la esterilización, la eutanasia y el exterminio masivo.

Durante los primeros años del Reich, los eugenistas de todo Estados Unidos dieron la bienvenida a los planes de Hitler como el cumplimiento lógico de sus propias décadas de investigación y esfuerzo. Los eugenistas de California volvieron a publicar la propaganda nazi para el consumo estadounidense. También organizaron exhibiciones científicas nazis, como una exhibición de agosto de 1934 en el Museo del Condado de Los Ángeles, para la reunión anual de la Asociación Estadounidense de Salud Pública.




En 1934, cuando las esterilizaciones en Alemania se aceleraban más allá de las 5.000 por mes, el líder de la eugenesia de California, CM Goethe, al regresar de Alemania, alardeó con entusiasmo ante un colega: "Le interesará saber que su trabajo ha desempeñado un papel importante en la formación de las opiniones". del grupo de intelectuales que están detrás de Hitler en este programa que hace época. En todas partes sentí que sus opiniones han sido tremendamente estimuladas por el pensamiento estadounidense... Quiero que, mi querido amigo, lleve este pensamiento con usted por el resto de tu vida, que realmente has puesto en acción a un gran gobierno de 60 millones de personas".

Ese mismo año, 10 años después de que Virginia aprobara su ley de esterilización, Joseph DeJarnette, superintendente del Western State Hospital de Virginia, observó en el Richmond Times-Dispatch: "Los alemanes nos están ganando en nuestro propio juego".

Más que simplemente proporcionar la hoja de ruta científica, Estados Unidos financió las instituciones eugenésicas de Alemania.

En 1926, Rockefeller había donado unos 410.000 dólares (casi 4 millones de dólares actuales) a cientos de investigadores alemanes. En mayo de 1926, Rockefeller otorgó $ 250,000 para la creación del Instituto Kaiser Wilhelm de Psiquiatría. Entre los principales psiquiatras del Instituto Psiquiátrico Alemán se encontraba Ernst Rüdin, quien se convirtió en director y eventualmente arquitecto de la represión médica sistemática de Hitler.


Ernst Rudin


Otro en el complejo de instituciones de eugenesia del Instituto Kaiser Wilhelm fue el Instituto para la Investigación del Cerebro. Desde 1915 funcionaba en una sola habitación. Todo cambió cuando llegó el dinero de Rockefeller en 1929. Una subvención de 317.000 dólares permitió al instituto construir un edificio importante y ocupar un lugar central en la biología racial alemana. El instituto recibió subvenciones adicionales de la Fundación Rockefeller durante los próximos años. Al frente del instituto, una vez más, estaba el secuaz médico de Hitler, Ernst Rüdin. La organización de Rüdin se convirtió en un director principal y destinatario de la experimentación e investigación asesinas realizadas sobre judíos, gitanos y otros.

A partir de 1940, miles de alemanes sacados de hogares de ancianos, instituciones mentales y otras instalaciones de custodia fueron gaseados sistemáticamente. Finalmente, entre 50.000 y 100.000 fueron asesinados.

Leon Whitney, secretario ejecutivo de la Sociedad Estadounidense de Eugenesia, declaró sobre el nazismo: "Mientras estábamos dando vueltas ... los alemanes estaban llamando a las cosas por su nombre".

Un destinatario especial de la financiación de Rockefeller fue el Instituto Kaiser Wilhelm de Antropología, Herencia Humana y Eugenesia en Berlín. Por décadas,

Los eugenistas estadounidenses habían anhelado gemelos para avanzar en su investigación sobre la herencia.

El Instituto estaba ahora preparado para emprender tales investigaciones a un nivel sin precedentes. El 13 de mayo de 1932, la Fundación Rockefeller de Nueva York envió un radiograma a su oficina de París: REUNIÓN DE JUNIO COMITÉ EJECUTIVO NUEVE MIL DÓLARES DURANTE UN PERÍODO DE TRES AÑOS AL INSTITUTO KWG DE ANTROPOLOGÍA PARA LA INVESTIGACIÓN SOBRE GEMELOS Y EFECTOS SOBRE GENERACIONES POSTERIORES DE SUSTANCIAS TÓXICAS PARA EL PLASMA GERMINAL.

En el momento de la investidura de Rockefeller, Otmar Freiherr von Verschuer, un héroe en los círculos eugenésicos estadounidenses, funcionaba como director del Instituto de Antropología, Herencia Humana y Eugenesia. La financiación de Rockefeller de ese instituto continuó tanto directamente como a través de otros conductos de investigación durante el mandato inicial de Verschuer. En 1935, Verschuer dejó el instituto para formar una instalación de eugenesia rival en Frankfurt que fue muy anunciada en la prensa de eugenesia estadounidense. La investigación sobre gemelos en el Tercer Reich explotó, respaldada por decretos gubernamentales. Verschuer escribió en Der Erbarzt, una revista médica de eugenesia que él editaba, que la guerra de Alemania produciría una "solución total al problema judío".

Verschuer tuvo un asistente durante mucho tiempo. Su nombre era Josef Mengele.

El 30 de mayo de 1943, Mengele llegó a Auschwitz. Verschuer notificó a la Sociedad Alemana de Investigación: "Mi asistente, el Dr. Josef Mengele (MD, Ph.D.) se unió a mí en esta rama de investigación. Actualmente está empleado como Hauptsturmführer (capitán) y médico del campo de concentración de Auschwitz. Antropológico Las pruebas de los más diversos grupos raciales en este campo de concentración se están llevando a cabo con el permiso del SS Reichsführer (Himmler)".




Mengele comenzó a buscar gemelos en los vagones de llegada. Cuando los encontró, realizó experimentos bestiales, redactó escrupulosamente los informes y envió el papeleo al instituto de Verschuer para su evaluación. A menudo, también se enviaban cadáveres, ojos y otras partes del cuerpo a los institutos eugenésicos de Berlín.

Los ejecutivos de Rockefeller nunca supieron de Mengele. Con pocas excepciones, la fundación había interrumpido todos los estudios de eugenesia en la Europa ocupada por los nazis antes de que estallara la guerra en 1939. Pero para entonces la suerte estaba echada. Los hombres talentosos que Rockefeller y Carnegie financiaron, las grandes instituciones que ayudaron a fundar y la ciencia que ayudaron a crear adquirieron un impulso científico propio.

Después de la guerra, la eugenesia fue declarada un crimen contra la humanidad, un acto de genocidio. Los alemanes fueron juzgados y citaron los estatutos de California en su defensa, pero fue en vano. Fueron declarados culpables.

Sin embargo, el jefe de Mengele, Verschuer, escapó de la persecución. Verschuer restableció sus conexiones con los eugenistas de California que habían pasado a la clandestinidad y rebautizaron su cruzada como "genética humana". Un intercambio típico fue el 25 de julio de 1946, cuando Popenoe le escribió a Verschuer: "De hecho, fue un placer volver a saber de usted. He estado muy preocupado por mis colegas en Alemania... Supongo que la esterilización se ha suspendido en Alemania". Popenoe ofreció cositas sobre varias luminarias de la eugenesia estadounidense y luego envió varias publicaciones sobre eugenesia. En un paquete separado, Popenoe envió cacao, café y otras golosinas.

Verschuer respondió: "Su muy amistosa carta del 25 de julio me dio mucho placer y tiene mi más sincero agradecimiento por ella. La carta construye otro puente entre su trabajo científico y el mío; espero que este puente nunca más se derrumbe. sino más bien hacer posible un valioso enriquecimiento y estimulación mutuos".

Pronto, Verschuer volvió a convertirse en un científico respetado en Alemania y en todo el mundo. En 1949, se convirtió en miembro correspondiente de la recién formada Sociedad Estadounidense de Genética Humana, organizada por eugenistas y genetistas estadounidenses.

En el otoño de 1950, la Universidad de Münster le ofreció a Verschuer un puesto en su nuevo Instituto de Genética Humana, donde más tarde se convirtió en decano. A principios y mediados de la década de 1950, Verschuer se convirtió en miembro honorario de numerosas sociedades prestigiosas, incluida la Sociedad Italiana de Genética, la Sociedad Antropológica de Viena y la Sociedad Japonesa de Genética Humana.

Las raíces genocidas de la genética humana en la eugenesia fueron ignoradas por una generación victoriosa que se negó a vincularse con los crímenes del nazismo y por generaciones posteriores que nunca supieron la verdad de los años previos a la guerra. Ahora, los gobernadores de cinco estados, incluido California, han emitido disculpas públicas a sus ciudadanos, pasados ​​y presentes, por la esterilización y otros abusos generados por el movimiento eugenésico.

La genética humana se convirtió en un esfuerzo ilustrado a finales del siglo XX. Científicos dedicados y trabajadores finalmente descifraron el código humano a través del Proyecto Genoma Humano. Ahora, cada individuo puede ser identificado biológicamente y clasificado por rasgo y ascendencia. Sin embargo, incluso ahora, algunas voces líderes en el mundo genético están pidiendo una limpieza de los no deseados entre nosotros, e incluso una especie humana maestra.

Existe una cautela comprensible sobre las formas más ordinarias de abuso, por ejemplo, negar un seguro o un empleo en base a pruebas genéticas. El 14 de octubre, la primera legislación antidiscriminación genética de los Estados Unidos fue aprobada por el Senado por voto unánime. Sin embargo, debido a que la investigación genética es global, ninguna ley de una sola nación puede detener las amenazas.




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Más:
el movimiento eugenésico estadounidense (pdf)
Nuevo Orden Mundial. La Eugenesia del ayer, el Globalismo del hoy, el Transhumanismo del mañana.











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