LA ZONA G8 : La Corrupción ( un bien de Interés Cultural )


España fortalece sus tradiciones. A su vanguardia, el Partido Popular libra denodada batalla para que los toros sean declarados bien de interés cultural, patrimonio protegido por la UNESCO y anticonstitucional su prohibición.


En consecuencia, ampara la fiesta en algunas de las comunidades que gobierna. Y no está solo, políticos de otros partidos y sectores de la cultura lo secundan.

En tales circunstancias, tal vez tenga sentido esta modesta proposición: 

¿y si nos planteamos consagrar la corrupción como "bien de interés cultural"? 

¿No les parece a ustedes lamentable que españoles de bien sean detenidos y hasta encausados basándose tan solo en indicios y pruebas? 

  
Piénsenlo, declarar la corrupción bien de interés cultural, también de interés turístico y hasta patrimonio nacional a proteger, no tendría sino ventajas. 

Se pueden esgrimir sólidos argumentos que fundamenten la propuesta.

La tradición, en primer lugar. 

Desde El Lazarillo de Tormes en el siglo XVI, sabemos que la corrupción es una de nuestras más arraigadas costumbres. 

Nobles y villanos, reyes y presidentes, han saqueado las arcas públicas y privadas durante centurias. 


España puede acreditar una gran tradición en esta práctica, y es sabido que nuestro país tiene un amor por sus tradiciones sin parangón. La corrupción es, pues, "un signo identitario del pueblo español".

Nacidos para la gloria. 

Los corruptos, como los toros de lidia y como los toreros, gozan de una vida singular, muy superior a la de sus congéneres. 

Reciben un trato exquisito. Y, a diferencia de los astados que mueren ensangrentados y de los diestros que pueden salir malparados, nuestros corruptos a gran escala suelen salir casi indemnes de las cogidas. 

Para ello existen expertos y caros abogados prestos al quite, el reglamento con sus lagunas y humana aplicación, la cuadrilla en apoyo solidario, la afición que les admira. 

De hecho, muchos españoles llevan un corrupto dentro, tanto o más que un torero.

Valores estéticos. 

La corrupción española también es una mezcla de danza, arte y virilidad. A lomos de coches de lujo y embutidos en trabillas italianas, oro y gualda perpetuos, presuntos corruptos bailan ante nuestros ojos, marcando sus soberanos genitales. 
 Sus capoteos mediáticos nos embelesan, nos turban.

La trascendencia. 

Contemplar la corrupción sirve para descargar colectivamente sentimientos positivos y negativos que relajan el espíritu. Y en esa lucha, casi religiosa, entre el bien y el mal, vemos -irritados algunos, complacientes otros- el triunfo del mal y aprendemos la realidad de la vida.

Así que, una vez declarada la corrupción de interés cultural, turístico y patriótico, habría que aplicarse en su explotación económica. 

 

Convertir España en un gran parque temático y registrar la franquicia para exportarla a tantos países que nos siguen los pasos daría trabajo a incontables guías que llevarían a los turistas a contemplar los ladrillos del litoral que han edificado millonarias fortunas particulares, el cemento que embellece el interior, los campos de golf allí donde de natural no hay agua, los vertederos de basuras y escombros por doquier, un castillo con subvenciones fantasma, la noria de los eventos con comisiones dudosas, la montaña rusa del blanqueo de dinero negro o las administraciones de lotería donde se compran boletos premiados para eludir impuestos. 

"El Lazrillo de Tormes" de Diego Hurtado de Mendoza (1367-1404)

Además de las infraestructuras necesarias -que reactivarían el sector de la construcción-, se crearía una industria del souvenir: talonarios, sobres bajo mano, material de espionaje, camisetas, jarras y llaveros con la efigie de las estrellas de la corrupción.

Apuntemos también la posibilidad de levantar escuelas y universidades de corrupción con todas sus materias específicas (cohecho, prevaricación, soborno, tráfico de influencias, fraude fiscal, oratoria demagógica). 

Y academias o seminarios para quienes solo desean aprender los mecanismos de la "economía sumergida", como cobrar facturas sin IVA y otras menudencias que detraen para el bien común casi el 25% de los ingresos del Estado.

Si consiguiéramos que hasta fuera protegida como patrimonio de la humanidad por la UNESCO, la corrupción española homologaría a los grandes malversadores y especuladores mundiales. 

Agradecidos, dejarían de atacarnos.
Así que supongo que estarán de acuerdo en que se impone subvencionar -más aún- a los artistas de nuestra corrupción, no dejar que la fiesta muera. 

Sin apoyos, estos bravos ejemplares desaparecerían. España sería otra: honesta, responsable, culta. Irreconocible, en una palabra.

Cierto es que casi todos los organismos internacionales han constatado la correlación entre corrupción y deterioro de la democracia, y han llamado a atajar lo que, dicen, no puede contemplarse en ningún caso como comportamientos individuales desviados, sino como putrefacción del ordenamiento social. 

A gran o pequeña escala, afirman esos organismos, se roba el dinero de todos. Incluso aquí hay enemigos de tradición tan acrisolada. 

"La corrupción es incompatible con la democracia, hiere gravemente a los propios fundamentos del sistema", afirma Carlos Jiménez Villarejo, nuestro primer fiscal anticorrupción.

Pero ¿a quién le importan todas estas jeremiadas?

En Las ciudades invisibles, Ítalo Calvino habla de un "infierno de los vivos" y sus dos formas de afrontarlo. 

Una, "volverse parte de él hasta el punto de dejar de verlo"; la otra, "buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacer que dure, y dejarle espacio". 

En esas está España: ¿parque temático u honestidad? No me discutirán que hay razones poderosas para optar por lo primero.

La zona de Padres: VIOLENCIA DE GÉNERO IGUALDAD Y EDUCACIÓN






La violencia de género constituye un fenómeno social que es consecuencia de la discriminación y el desequilibrio de poder entre hombres y mujeres, se inscribe en un marco sociojurídico y cultural y se sustenta en unos valores y creencias que la hacen posible. 


Se trata de un tipo de violencia que hunde sus raíces en la desigualdad y en unas pautas de conducta que es preciso modificar en el seno de las familias, de la escuela y del mundo laboral.
 
En la joven democracia española se han dado pasos muy importantes en materia de igualdad. 

Se ha producido la equiparación legal de derechos entre hombres y mujeres tanto en la vida pública como en la privada y la afirmación de las mujeres como ciudadanas de pleno derecho ha avanzado paralela a su creciente participación en la vida laboral, política, académica o cultural. 

Sin embargo subsisten la violencia de género, la discriminación salarial o, incluso, el menor reconocimiento y prestigio de la acción colectiva de las mujeres como manifestaciones del arraigo que la desigualdad mantiene en nuestra sociedad.
 
La educación es fundamental para fomentar una auténtica igualdad a través de la coeducación, de la incorporación de la educación en igualdad en los materiales curriculares y de la eliminación de los estereotipos de género.

 Desde el sistema educativo es posible también trabajar en la prevención de la violencia a través de la detección precoz y la práctica en la solución pacífica de conflictos. 

Desde el Consejo Escolar del Estado compartimos el contenido del Plan Nacional de Sensibilización y Prevención de la violencia de género que asigna a la educación un papel clave en el avance en el derecho de la ciudadanía. 

Todo ello para evitar que el sistema educativo sea reproductor de papeles sociales diferentes para las niñas y los niños.
 
La situación de la educación ha dependido en cada momento histórico de las expectativas que las sociedades tengan en relación con las personas y, respecto a las mujeres, esas expectativas sociales no han sido siempre las mismas pues, durante siglos, la educación de las niñas ha estado relegada a un segundo plano. 

Sin embargo, en las últimas décadas se han producido avances muy importantes en materia de igualdad en el ámbito educativo entre los que destaca, en primer lugar, la presencia mayoritaria de las mujeres en todos los niveles educativos.

Casi la totalidad de las mujeres entre 16 y 30 años han cursado estudios obligatorios o de mayor nivel, accediendo en mayor porcentaje que los varones a estudios superiores. 

Por otra parte sus resultados académicos son mejores que los de los varones. 

Se ha producido, por tanto, un cambio trascendental respecto a las generaciones mayores de cincuenta años, de las que prácticamente dos tercios no habían completado ninguna etapa educativa.
 
Sin embargo, a pesar de estos éxitos, la tasa de desempleo femenina es mayor que la masculina.

Pero los datos enseñan también que las jóvenes están convencidas de que la formación es imprescindible para logar un empleo pues las mujeres más formadas tienen unas expectativas de trabajo muy superiores a aquellas cuyo nivel de formación no sobrepasa la primera etapa de la educación secundaria. 

Y todos debemos ser conscientes del carácter multiplicador que la formación de las mujeres tiene para el conjunto de la sociedad como demuestran los datos de la OCDE en los Informes PISA.
 
Hacer efectiva la igualdad en todos los órdenes y erradicar la violencia de género requiere la puesta en marcha de políticas institucionales. 

En este sentido, la Ley Orgánica de Educación ha incorporado los principios de la Ley Orgánica de Medidas de Prevención contra la Violencia de Género en su articulado y en su desarrollo (exposición de motivos, fines y principios, objetivos por niveles de enseñanza, contenidos educativos y en la formación del profesorado). 

Esta Ley, además, incluye aspectos y actuaciones que garantizan el avance en la igualdad. 

Los Consejos escolares de cada centro educativo nombran una figura encargada de velar por la igualdad efectiva entre hombres y mujeres, se contempla la escolarización inmediata de los menores afectados por una situación de violencia de género, se encomienda a los servicios de inspección educativa que velen por la aplicación y el cumplimiento de los valores y principios recogidos en la Ley y se prevén medidas para detectar precozmente y atender los problemas de violencia en el ámbito escolar.
 
Por otra parte, es muy importante que se modifique el patrón cultural que justifica que las expectativas de hombres y mujeres han de ser diferentes y que en nuestra sociedad se han traducido en desigualdad. 

En este sentido el papel de la nueva asignatura Educación para la ciudadanía y los derechos humanos que la ley establece como obligatoria en un curso del tercer ciclo de la educación primaria y en dos cursos de la Educación Secundaria Obligatoria, incluye entre sus contenidos la igualdad de hombres y mujeres en la familia y en el mundo laboral y social, las causas de la discriminación de las mujeres, la historia de la conquista de derechos y aspectos relativos a la prevención de la violencia de género.
 
Son muchos los avances conseguidos y confío en que el desarrollo de la LOE favorezca aún más la igualdad, pero tenemos que hacer más. 

El Informe del Observatorio Estatal de la Convivencia desvela que aunque la convivencia en la escuela es siempre mejor que la del entorno en el que se ubica, existen algunas prácticas violentas que no por minoritarias se deben pasar por alto. 

Hay, además, un componente de género en esa violencia minoritaria que nos obliga a diseñar programas de prevención para alumnos y alumnas.
 
Debemos proponernos además responder a los interrogantes que suscitan las nuevas realidades sociales en las relaciones familiares y de género. 


Así el fenómeno del abandono escolar que es muy superior en los varones
¿responde a una nueva tendencia cultural o se trata de una estrategia familiar que favorece la incorporación temprana de los jóvenes al trabajo en un momento en que el sistema económico permitía a los chicos con escasa cualificación obtener un puesto de trabajo en determinados sectores? 

¿Es más rentable para las familias invertir tiempo y dinero en la formación de las chicas para asegurarles una profesión? 

¿Genera crispación y violencia el choque de la mentalidad masculina dominante con la mejor formación y ocupación de las mujeres?
 
Creo que para mejorar la convivencia y favorecer la igualdad y la cohesión social hay que educar en valores pero, también, es necesario mejorar las expectativas de la juventud (aumentar las tasas de graduados, reducir el absentismo escolar y el abandono escolar prematuro, muy preocupante entre los varones, que supone un riesgo de exclusión social y ponen en peligro la cohesión social).
 
Los retos que el sistema educativo debe afrontar en los próximos años son, en primer lugar, convencer a todos los jóvenes (chicos y chicas) de que educarse y formarse merece la pena. 

Otro gran reto consiste en convertir a los centros escolares en escuelas de ciudadanía y de igualdad. 

El sistema educativo debe evitar las discriminaciones explícitas y ocultas, se debe valorar y reforzar la autonomía personal para que todos, chicos y chicas sean capaces de afrontar las responsabilidades familiares y el cuidado de las personas, porque si bien en general las chicas han incorporado el mensaje de que deben prepararse para escoger una buena opción profesional, los chicos, por el contrario, no están incorporando con la misma intensidad el cuidado de sí mismos y de su entorno próximo así como las cuestiones domésticas como una responsabilidad individual. 

Esta diferente actitud conduce en la actualidad a una doble jornada de trabajo para las mujeres pero también a una menor adaptación de los jóvenes a la nueva realidad social, emocional y afectiva que se está configurando.
 
Por eso es tan importante que los modelos femeninos y masculinos que se ofrecen en la escuela sean referentes de igualdad para formar mentes abiertas que transformen las formas de convivencia y, junto a la escuela, toda la sociedad debe implicarse en la construcción de nuevos modelos y en la búsqueda de soluciones compartidas.


Carmen Maestro Martín
Presidenta del Consejo Escolar del Estado




 
 

La zona de la Tele: LA TELEVISIÓN Y LA REALIDAD

  

"México es un país con una clase modesta muy maltratada, que nunca dejará de ser maltratada. La televisión tiene la obligación de brindarle diversión a esta gente para hacerles olvidar su triste realidad y difícil futuro."

Emilio Azcarraga, millonario director de Televisa (Compañía de medios mexicanos)

LA ZONA DEL ARTE : Juan Breva



Es el nombre artístico de Antonio Ortega Escalona, y sobrenombre heredado de su abuelo, vendedor de brevas y otros frutos. 
Vélez-Málaga (Málaga), 1844-Málaga, 1918. Cantaor. 


De niño, como sus antecesores, pregonaba por las calles vendiendo frutos, con la siguiente copla:

«¡Brevas de los montes / de Vélez-Málaga / son las más dulces. / Las doy pa probarlas!», según su biógrafo Miguel Berjillos, quien asegura así mismo que destacó desde muy joven cantando verdiales y bandolás, en las fiestas y reuniones de su pueblo. 

Se libró de hacer el servicio militar en el sorteo, por lo que no participó en la larga guerra de Marruecos; iniciando su dedicación profesional al cante, en el Café del Sevillano, sito en la calle Siete Revueltas de Málaga, con un sueldo de veinte pesetas diarias, que superaba en el doble al normal de un cantaor por aquellos años. 

Solía acompañarse él mismo con su guitarra y su éxito aumentaba noche tras noche, ante un público entre el que abundaban la gente de su pueblo natal, dado que el café servía de estación de diligencias.

De Málaga se desplazó a otros puntos de su provincia, entre ellos Álora, Coín y Ronda, e igualmente ciudades y localidades de Cádiz y Córdoba

Sus actuaciones se sucedían como primera figura en los cafés cantantes malagueños de El 'I'urco, España, Chinitas, etc,. 

El año 1883 realizó una gira por Andalucía, Extremadura y gran parte de Levante. 

Seguidamente llegó a Madrid, actuando en los cafés cantantes de El Imparcial y La Bolsa y cantando para el rey Alfonso XII, en el Palacio Real, favoreciéndole el monarca con su amistad. 

Continuó sus giras por toda España. En 1906, después de recorrer en varias ocasiones el país entero, vuelve a Málaga, avecinándose en el barrio de Capuchinos y frecuentando la denominada Taberna de Plácido y la tienda de bebidas que, en su pueblo de Vélez, regentaba su hermana Dolores; locales donde solía cantar en reuniones íntimas. 

Durante una visita a la capital malagueña del rey Alfonso XIII, Juan Breva canta en su presencia y tiene ocasión de hablar con él, comunicándole que le ha sido anulada una pensión vitalicia que le había concedido su padre, siendo su petición atendida por el joven rey.

Vive una temporada en Almería, donde se establece como comerciante, instalando una freiduría, para volver de nuevo a Málaga, refugiándose en la Caleta, tras la muerte de su esposa. 

Su última actuación en público, estando ya muy mermado de visión, tuvo lugar en el teatro de Vélez-Málaga, el año 1918, cuando contaba setenta y cuatro años. 

Posteriormente se retiró a su casa de la calle malagueña de Canasteros, donde vivía con su hijo, hasta su muerte. 

Para sufragar los gastos de su entierro, se realizó una colecta y se vendió el alfiler de corbata de oro que le quedaba de los varios que le regaló el rey Alfonso XII. 

Fue enterrado en el cementerio de San Miguel de Málaga, con la inscripción siguiente en la lápida: «Juan Breva, célebre cantaor de malagueñas. 

Falleció el 8 de junio de 1918. Recuerdo de su hijo y admiradores». 

Asistieron a su entierro entre otros amigos y compañeros su paisano Fidelio García Pareja, Joselito el de la Venta, los cantaores El Perote, Juan Padilla, Antonio Vargas, Tomás Morilla, El Jerezano, Niño de las Moras y los tocaores Carlos Sánchez y El Caldero.

Dado que desde 1929, nadie se ocupó de su sepultura, sus restos desaparecieron el 15 de mayo de 1933, al no haber sido pagados los derechos correspondientes. 


Al decir de Miguel Berjillos, «seguramente hubiesen perdurado hasta nuestros días de no existir diferencia entre el nombre de la lápida y el de su inscripción mortuoria», ya que en la lápida constaba el de Juan Breva y en el registro el de Antonio Ortega Escalona.'I'uvieron que pasar muchos años, para que su memoria fuera reivindicada, principalmente a través del poema que le dedicara Federico García Lorca, tan descriptivo de su persona como exaltativo de su arte: 

«Juan Breva tenía / cuerpo de gigante / y voz de niña. / Nada como su trino. / Era la misma / pena cantando / detrás de una sonrisa. / Evoca los limonares / de Málaga dormida, / y hay en su llanto dejos / de sal marina. / Como Homero, cantó / ciego. 

Su voz tenía / algo de mar sin luz / y naranja exprimida».


La creación de una peña flamenca en Málaga con su nombre y la dedicación de una calle en la barriada de Ciudad Jardín, así como denominar con él, partir de 1976, el festival flamenco anual de Vélez-Málaga, constituyeron los primeros homenajes a su personalidad artística en la etapa de revalorización del flamenco, destacando entre ellos la Exposición de Pintura Pro Monumento a Juan Breva, organizada por la Peña Flamenca de Vélez-Málaga, en 1969, con cuadros de Juan Acosta Díaz, Bárbara Babañuska, Juan Berraquero, Miguel Berjillos, José Bonilla, Pepe Bornoy, Francisco Clavero, Eugenio Chicano, Agustín Domínguez, Juan Fernández, Beli García, Fernando Gil, Evaristo Guerra, Francisco Hernández, Antonio Hidalgo, Hurtado, Joaquín Lobato, Claudio López, Cipriano Maldonado, Paco Merenno, José Reina Delgado, José Reina Miguel, Manuel Ruiz, Antonio Valdés, Antonio Vélez, Pío Verdú y Rodrigo Vivar.
 El monumento a su vida y cante, costeado por suscripción popular y original de Jaime Pimentel, que lo representa sentado en una silla de anea y tocando su guitarra, está instalado en una plazuela castiza de Vélez-Málaga, y fue inaugurado el 30 de mayo de 1970; celebrándose con tal motivo un solemne acto en el que intervinieron José Méndez Hoyos, presidente de la Peña Flamenca de Vélez-Málaga; José Luque Navajas, presidente de la Peña Flamenca Juan Breva; Antonio García Rodríguez Acosta, director general del Instituto Español de Emigración, y el poeta Federico Muelas.

Autor de sus propias copias y creador de un estilo de malagueñas, algunas de las cuales impresionó en discos, así como otros estilos, el arte de Juan Breva ha sido glosado por cronistas, escritores, flamencólogos y poetas ampliamente, como corresponde a su personalidad flamenca que indudablemente creó una escuela de cante, mereciendo opiniones como las siguientes: G. Núñez de Prado

«Nadie, absolutamente nadie,, sin exclusión de estilos, géneros ni personalidades, ha gozado de más popularidad, ni sumado más simpatías, ni recibido más homenajes, ni escuchado más simpatías, ni obtenido más éxitos que este artista; nadie tampoco ha aprovechado menos el fruto material de esos éxitos, ni ha sido más generoso, ni más enamorado del arte, ni más desgraciado en el descenso de su vida, ni ha podido burlarse con más justicia que él de las veleidades de la fortuna y la inseguridad de los triunfos artísticos. 

No hay desde los Pirineos al Estrecho de Gibraltar, comarca donde se ignore que existe, mejor dicho que existió, puesto que ya ha muerto para el arte escribe en 1904-, un cantaor de malagueñas que se llamó Juan Breva, que llenó a España con los gritos de su corazón, corazón inmenso de un artista gigante, que subyugó a todos los públicos con las inimitables melodías de su alma, que ensordeció todas las regiones con el eco de sus victorias... 

 
Fue siempre tan personal, tan suyo, que no satisfecho con la creación de su estilo, cantó generalmente en ese estilo coplas cuyas letras componía él mismo, como si le repugnara vestir a su sentimiento con el ropaje de otros, engalanar sus alegrías con adornos prestados, amortajar sus misiones con sudarios que no le pertenecieran...

Hoy se puede ver transitar por las pintorescas barriadas de la capital malagueña a un anciano de aspecto venerable y humilde, que viste con excesiva modestia, que vive pobremente, que llora hace años la pérdida de la vista con unos ojos sin pupila y sin luz, que inclina la cabeza como si le agobiara el peso de un mundo, de un mundo de recuerdos, de ilusiones rotas, de glorias esfumadas y deshechas en la oscuridad de la noche del pasado... 

Cantando en Sevilla en el Café de Silverio, ese otro gigante del cante jondo, quizá el primero de todos en el primero de los géneros, la siguiriya gitana, que fue el que cultivó con preferencia. 

El Breva lograba conmover hasta el gran cantaor argentino, labor verdaderamente difícil, y éste apreciaba en todo su valor el indiscutible mérito del artista de Málaga, con tanta sinceridad, que el primer puesto del tablado de Franconetti, lo tuvo siempre que quiso a su disposición El Breva. 

Este es el mejor elogio, tratándose como se trata del primer juez en el arte».

Silverio franconetti

Fernando el de Triana: «Rey del cante clásico malagueño, y como tal, fue el único cantaor que mereció el alto honor de cantar en el propio Palacio Real de Madrid y en presencia de SS. MM. don Alfonso XII y doña María Cristina; pues aunque otros cantaores también les cantaron a los reyes, siempre lo hicieron en el palacio cual o en palacio tal, que no es lo mismo; y para dar una idea de la clase de artista que sería Juan Breva, hasta decir que en el año 1884 cantaba en Madrid en tres espectáculos, o sea: en el Teatro Príncipe Alfonso, en el Café de Barquillo y el Café Imparcial. 

Ganaba en cada uno de los dos primeros locales cinco duros; en el Imparcial esa cantidad más casa para su familia, con la nota curiosa en los contratos que había que pagarle en oro... 

Después, pasó lo que tenía que pasar, pues los dineros del sacristán, cantando se vienen, cantando se van... Era el más puro malagueñero conocido hasta hoy ... ». 

«He oído a Juan Breva, el cantaor de más renombre, el que acompañó en sus juergas al rey alegre don Alfonso XII. 


Juan Breva aulla o se queja, lobo o pájaro de amor, dejando entrever todo el pasado de estas regiones asoleadas, toda la morería, toda la inmensa tristeza que hay en la tierra andaluza; tristeza del suelo fatigado de las llamas solares, tristeza de las melancólicas hembras de grandes ojos, tristeza especial de los mismos cantos ... ». 

Ricardo Molina
«El cante de Juan Breva se caracteriza por su sentimiento, su dulzura nostálgica, su poderosa musicalidad. 

Es triste y bello como una elegía. El sentimiento está literaria y musicalmente expresado con dignidad, sin concesiones al sentimentalismo ramplón que poco después había de invadir Andalucía». 

Sebastián Souvirón
«Hay una modalidad de lo jondo donde El Breva tuvo jerarquía, irrebasable; el cante por verdiales. Todavía esto es una pura incógnita, según parece. 

Todavía, dentro de ese mito que fue Juan Breva, está danzando el mito de ese reino suyo en el que nadie, nadie, le igualó. Y ese reino es el cante por verdiales, cante genuino sin precedentes folklóricos, sin relaciones de ninguna clase. 

Aquí fue rey natural Juan Breva y nadie se lo discute. 

Este es tino de los signos de su mito, de su portento, de su latente y colosal vivencia. Juan Breva hizo de la malagueña algo personal, porque su estilo fue eso, personalidad y ternura. 


Pero de la malagueña por verdiales hizo algo más. Y ese algo más fue elevar a reino aquel mundo lírico y sugerente que se derramaba cantando por las montañas de Verdiales. 

Y después él se coronó con el monarcado de aquella forma, de aquel estilo, Juan Breva, hoy, es el mito de lo auténtico, de lo sugerente, de lo genial.

Porque a la grandeza de su voz unía aquella rara facultad de acompañarse a sí mismo con la guitarra». 

José Luque Navajas
«Hubo un hombre con una gran voz cuyo nombre era Juan. Este Juan predicó por verdiales y bandolás. 
Fue a Madrid a dar testimonio de su arte. No era él la luz, murió casi ciego. Como otro Juan, tuvo un histórico encuentro con un rey. Más en su caso no perdió él la cabeza, sino el rey, hechizado por su arte. 

Inscrito Antonio Ortega Escalona, su vocación fue más de Juan que de Antonio. El pueblo, una vez, acertó llamándole Juan. 

Juan Breva recreó las bandolás de Vélez-Málaga, su tierra, simplemente con cantarlas él. Sin proponérselo, sólo dándose cuenta, hizo de ellas un cante nuevo, el más difícil de todos. 

A partir de entonces dejaron de llamarse bandolás para ser conocidas por cante de Juan Breva.

Ni siquiera se las llama bandolás de Juan Breva. Tal fue la personalidad del genial veleño. A veces he oído decir: malagueñas de Juan Breva. Error; no es de buen aficionado llamar malagueñas al cante de Juan Breva. 

La malagueña, en su sentido flamenco estricto, es un cante lento, triste, de gran flexibilidad en su estructura metódica, así como en el acompañamiento de guitarra, que es libérrimo. No puede bailarse. 

En cambio en los cantes de Juan Breva los tercios son duros y se cantan con viveza, sujetos a medida. 

La guitarra toca aquí con un compás ternario y a un aire o movimiento ligero, casi de verdiales (copás, abandolao); y, aunque no suele hacerse, se puede bailar sin necesidad de introducir modificación alguna. 

Partiendo pues la diferencia entre malagueña y bandolá, que en buena técnica debe mantenerse, no ofrece dudas que los cantes de Juan Breva no son malagueñas. 

Analizando un poco, veremos que representan un eslabón intermedio en la cadena evolutiva que, arrancando de nuestros fandangos, termina en la malagueña tal como hoy la conocemos. 


Juan Breva utilizó en su cante, junto a dos tipos de bandolás que le sirvieron de base, unos verdiales de Vélez que él cantó ya abandolaos y que por su pujanza y bravura hacían las veces de coda brillantísima. 

De entre las muchas letras que empleó citemos, a guisa de ejemplo, las siguientes: 

(Bandolá corta): «Ni el canario más sonoro, / ni la fuente más risueña, / ni la tórtola en la breña / cantarán como yo lloro / gotas de sangre por ella». 

(Bandolá larga): «Tienes tan malas entrañas / que gozas en mi agonía, / pero el día llegará / que llorando noche y día / me has de venir a buscar». 

(Verdial de Vélez): «En la Cala hay una fiesta / mi mare me va a llevar / y como iré tan compuesta / me sacarán a bailar / con mi par de castañetas». 

Conocemos por tradición que este último cante lo aprendió Juan Breva de su madre. 

Refería él que cuando la oía de pequeño yendo con ella en el burro en medio de la paz del campo, se sobrecogía. Quizás por esta razón sentimental lo cantara sin adaptarle la letra a su sexo masculino. 

 
Todo lo demás que haya que decir del cante de Juan Breva está ya dicho en las bandolás, de las que es el estilo más acabado y bello, cualidades que cobraban su mayor grado en la garganta de su creador, que daba a su cante un arte y una grandeza estremecedores. 

Siempre se mantuvo Juan Breva fiel a su especialidad. 

Con gran intuición sabía que no le hacía falta más. Nunca intentó cantar ni crear malagueñas; y bien que pudo haberlo hecho, pues cuando la malagueña afloró (comienzos de la segunda mitad del siglo diecinueve) tenía nuestro artista diez años escasos. 

Mas la malagueña seguía otro camino, semejante a su bandolá sí, pero con otro principio y otro fin; caminos paralelos y que, por lo mismo, no se han de encontrar». 

José Blas Vega:
«En honor a la verdad, el primer artífice que logra llevar el cante al teatro de una forma popular y consecuente, es Juan Breva. Su voz cantarina, brillante, de ruiseñor, y el acierto de sus célebres malagueñas, le hicieron romper los limites de los cafés cantantes. Su fama y su arte pasan triunfantes a los escenarios teatrales. Es el primer cantaor que consigue una distinción y reconocimiento fuera de los medios habituales».

Nada menos que « ... la empresa del Teatro Real le ha hecho ventajosas proposiciones al aplaudido "tenor" Juan Breva», decía el Madrid Cómico del 28 de diciembre de 1880.

Sus actuaciones se pusieron tan de moda que constantemente era contratado para animar los entreactos teatrales. 

«En el Teatro de la Zarzuela, pocas horas antes de oírse la voz autorizada de Juan Breva, cuyas lucubraciones, escuchan todos los días miles de honrados madrileños; sonaba ayer la palabra elocuente y majestuosa del Sr. Romero Ortiz, y sonaba como la voz que clama en el desierto», escribía Clarín en un artículo fechado en 1881.


«En su biografía puede leerse el detallado programa del concierto extraordinario, que acompañado por el guitarrista Niño de Lucena, dio en el Teatro Principal de Lucena el 4 de enero de 1883, todo un acontecimiento de gran personaje, aunque haga lamentarse a Alejandro Sawa, que la cantante más celebrada sea la Parrala... y el artista más admirado Juan Breva. 

La realidad de esta popularidad en la España flamenca del último cuarto de siglo, era algo palpable».