LA ZONA PÚBLICA : Ministerio de la verdad II.

Llegados a este punto disparatado, debería de ser propuesto que se penalizase la posesión de la verdad. Que cualquiera que diga la verdad, sea encarcelado. De ese modo, podríamos disfrutar de titulares, en las cabeceras de prensa del régimen, similares a este:

“Detenidos dos súbditos españoles por haberse encontrado que estaban en posesión ilegal de la verdad”

La noticia podría continuar de esta forma:

Los acusados, que insistían en señalar los hechos, indicaban cosas como que “al presidente del gobierno nunca lo han elegido los españoles” añadiendo con osadía que “no hay representación cuando no existe la libre elección de representantes; a los diputados no los eligen los votantes”. Ambos detenidos se encuentran a disposición de la justicia acusados de haber tratado de decir la verdad, ofendiendo de este modo a las personas que, pacíficamente, quieren opinar. La sentencia determinará además si existe un grave atentado contra la forma de Estado y de gobierno y si eso se demuestra, serán ejecutados inmediatamente por haber tratado de destruir el bien común y la justicia social.

El consenso político partidocrático, el miedo a vulnerar lo que es normalizado por el Estado como políticamente correcto y la apatía aquiescente de la sociedad civil española, incapaz de observar el régimen totalitario en el que vive, resulta en una serie de efectos cuya causa no son unas determinadas medidas de gobierno, sino el de la absoluta ausencia de libertad política. 

El carácter ilegítimo de cualquier régimen omnipotente cuyo poder no esté controlado, hace evidente la imperiosa necesidad de destruirlo para abrir un período de Libertad Constituyente, donde se pueda decir la verdad públicamente, y el libre pensamiento no esté cercenado por el yugo al que lo somete la fuerza coactiva del Estado.

Reformistas y reaccionarios acuden a los efectos, al desempleo, la inmigración o la corrupción, sin ver que únicamente se podrán encontrar soluciones a los problemas si previamente se ataja la causa que los produce. La democracia formal o política, inexistente en España, no es la solución a problemas concretos de la vida pública, es el sistema que permite que dichas soluciones puedan ser halladas libremente, con garantía en la libertad de cada uno de los ciudadanos.

La libertad no es un concepto del que se pueda ocupar un Ministerio del Interior, no consiste en la seguridad del ciudadano para deambular sin temor a ser agredido, como pretendía Montesquieu, sino la causa fundadora y fundante de derechos y acciones de gobierno.

Y ahora, corran… corran todos a votar!








LA ZONA ECOLÓGICA : Por qué no funciona la política contra el cambio climático (y por qué nunca cambiará).

cuánto tiempo hace falta para declarar una política fracasada? En diciembre de 1997, hace ya más de dos décadas, se firmó el Protocolo de Kioto. Y no hay más que echar un vistazo a las webs de ecologistas, gobiernos y organismos internacionales para comprobar que ni siquiera sus promotores están contentos con los resultados. Ni en términos de emisiones ni por la evolución de las temperaturas. El catastrofismo climático es más vehemente que nunca.


Sin embargo, nadie se plantea un cambio real. Aunque reconocen que, a pesar de su coste, de la presión ejercida, de los miles de campañas, de las manifestaciones y los mensajes, no se han logrado los objetivos. Éste podría ser un buen punto de partida para intentar algo diferente. Pero no. Las recetas que se implantaron hace más de 20 años (grandes cumbres por el clima en las que se acuerdan objetivos de reducción de emisiones y cuotas para cada país) siguen siendo las mismas que en aquel momento.

De hecho, los mensajes se radicalizan. Unos hablan de la raza humana como de una plaga que se hubiera posado sobre el planeta. Otros exigen que acabemos con nuestro modo de vida: por ejemplo, dejando de comer carne, una de las razones que están detrás del aumento de la esperanza de vida y la mejora de nuestra salud en los últimos 150 años. Y la mayoría nos alertan sobre un planeta irrespirable, en el que no podremos vivir en apenas unas décadas.

Pero aquí no vamos a hablar de clima, porque para eso ya están los expertos (por ejemplo, aquí Luis I. Gómez, aplicando la sensatez que le caracteriza), sino de economía. Porque en este tema hay dos debates que se mezclan: el climático (si la temperatura ha subido mucho o no en el último siglo, si es peligroso, si es culpa del ser humano, si se mantendrá la tendencia en el futuro, hasta dónde subirán esas temperaturas…) y el económico. Pero uno y otro son totalmente diferentes. Ése es el primer error de aquellos que se declaran muy preocupados por el calentamiento global: pensar que lo único que necesitan es convencer a todo el mundo de que el planeta se calienta y de que esto es peligroso. Eso ya lo han conseguido. Buena parte de la población les ha comprado el razonamiento. Y, sin embargo, siguen igual de lejos, si no más, de lograr sus objetivos declarados (reducir las emisiones).

En este artículo partiremos del presupuesto más verde posible: hay que cumplir sí o sí con los compromisos de Kioto y París; todos los países deben hacerlo; y, si no lo conseguimos, las consecuencias para el planeta serán catastróficas. El problema es que, incluso si asumimos esa postura, quedan demasiadas preguntas sin respuesta:


1. ¿Cómo puede ser que todavía haya escépticos?

La cuestión climática es compleja. La gran mayoría de la población no tiene la preparación ni los conocimientos para adentrarse por su cuenta en este tema. Lo normal es que crean lo que les dicen los expertos y los organismos. Y sin embargo, aunque la versión oficial sobre el cambio climático y el calentamiento global es mayoritaria, sigue habiendo un buen número de escépticos que no terminan de creerse las cifras. ¿Por qué? Pues porque los oficialistas se lo están ganando a pulso.

En primer lugar, haciendo predicciones muy concretas que luego no se cumplen. A mediados de los 70 hablaban de una nueva edad de hielo. Luego del ozono. Más tarde de la desertificación (en los años ochenta había libros de texto en los que se decía que la mayor parte de España sería como Almería en 25-30 años… en un momento en el que crecía la masa forestal de nuestro país). Parece que la estrategia es cuanto más catastrofismo, mejor; lo que sea para concienciar al ciudadano medio (al que se considera medio idiota – medio irresponsable).

Y por supuesto, no podemos obviar la sensación de que estamos ante un dogma incontrovertible (en todo, en lo que hace referencia al clima y a cualquier cuestión relacionada). Así, cualquier científico, político o periodista que haga el más mínimo matiz, a la hoguera. Es lo contrario del método científico (que debería estar guiado por la búsqueda de la verdad y la puesta en cuestión del saber establecido), pero es lo que predomina. Se premia con muy buenos sueldos, puestos, subvenciones y ayudas a cualquiera que publique un paper, no importa lo que diga, que confirme los peores datos. A cambio, se amenaza con la expulsión de la ciencia respetable no ya al que niegue el calentamiento, sino al que intente introducir cualquier apunte que chirríe con el relato dominante. Así, los incentivos son perversos. Y es lógico que en un entorno como éste, sean muchos los que dudan de la versión oficial.

Porque además, tienes que comulgar con todo. Con lo que dicen del pasado (aquí se podrían cuestionar algunos datos, pero debería haber un cierto acuerdo) y con lo que pronostican para el futuro (mucho más susceptible a la crítica); con lo que tiene que ver con el clima, pero también con las propuestas energéticas, económicas o sociales. O compras todo el paquete, o estás fuera, eres un "negacionista".

2. Por qué no funcionan acuerdos como Kioto o París

Porque es imposible que lo hagan. Por lo mismo por lo que todos cuidamos más el jardín de nuestra casa que el parque que hay enfrente. Porque los incentivos son horribles y porque no tienen en cuenta cómo es el ser humano (desde el votante medio a los políticos que firman, pomposamente, los acuerdos).

Para que estos pactos salgan bien, lo primero que tiene que ocurrir es que todos cumplan y desde el principio. Pero reducir las emisiones a pelo, como plantean los documentos, es doloroso, puede costar crecimiento y respaldo electoral (o popular, en el caso de dictaduras). El votante puede ser sensible a la retórica verde, pero si pierde su empleo porque la fábrica en la que trabaja tiene costes energéticos más elevados, no será tan fácil explicarle lo del cambio climático. Por eso es tan complicado aprobar medidas de este tipo, te las creas o no. Sólo si todos lo hacen a la vez, hay una mínima posibilidad de éxito.

El problema es que esto es imposible. Incluso aunque estés convencido de que la Tierra está en peligro. Todos los países, regiones, sectores económicos o empresas tienen un incentivo a mentir y no tomar medidas al respecto. Es parecido al clásico dilema de la sobreexplotación de los bienes comunales:

Hay unos pastos en un pueblo
Cada ganadero lleva allí sus vacas
Todos saben que para mantener los pastos hay que limitar su consumo
Pero todos piensan: "Si sólo yo me excedo, no pasa nada. Un poco más no va a acabar con los pastos"
Y todos piensan: "Si los demás piensan como yo y consumen un poco más de lo que les toca, me quedaré sin nada. Seré el único tonto que cumplirá con el acuerdo. Pues me aprovecho todo lo que pueda porque los demás también lo harán"
Y al final todos acaban explotando el pasto al máximo

Es la tragedia de los comunes. Y no hay un común más evidente que el planeta Tierra. Por eso, incluso aunque todos sus habitantes se concienciasen del supuesto problema (y está muy lejos el día que eso ocurra) es muy complicado que modifiquen sus actuales patrones de consumo, transporte o energía basándose en un beneficio futuro incierto, poco tangible y en el que su contribución concreta es marginal (que yo encienda o no el aire acondicionado esta tarde no tendrá ningún impacto en el clima del futuro).

Elinor Ostrom

Elinor Ostrom, una de las economistas más interesantes del siglo XX, ya explicó que los comunes no tenían que estar condenados. De hecho, analizó cómo, en muchas ocasiones, la propiedad comunal es mejor, más eficiente y productiva. Eso sí, con unos requisitos: reglas claras sobre un entorno bien definido y acotado; un organismo que haga cumplir esas normas y que sea respetado por los actores implicados; una sanción inmediata, proporcional y efectiva… Es casi imposible encontrar algo más alejado a esta propuesta que los acuerdos medioambientales impulsados por los Gobiernos.

3. ¿Qué ocurriría si se cumplieran estos acuerdos?

Tampoco nadie parece pensar en esto. A corto plazo, las propuestas de reducción de emisiones se traducirían, sobre todo en los países más pobres, en un menor crecimiento económico. Y ese menor crecimiento podría llevar a tensiones entre países, al surgimiento de opciones políticas extremistas, al rechazo de los acuerdos medioambientales… Es decir: el efecto de segunda vuelta podría ser empeorar las cosas (en el sentido de rechazar por completo cualquier medida de eficiencia energética).

De nuevo, el problema está en ver la realidad desde una perspectiva estática y no dinámica. Pensar que se puede organizar la sociedad de arriba a abajo desde un despacho sin que los afectados por tus decisiones hagan nada al respecto.

4. Y entonces qué hacemos, ¿nada?

Pues lo primero es recordar que no hacer nada no es tan malo. La tecnología cambia y lo hace a mejor constantemente. Los primeros interesados en encontrar una fuente de energía limpia y renovable son los malvados capitalistas: imagínense una fábrica que no necesite carbón o petróleo para funcionar porque lo hace con energías 100% renovables (y gratuitas). Sería una mina de oro para su propietario.

Por eso, la mejor solución no son los famosos límites, los campañas de concienciación o los impuestos a la contaminación (que, estos sí, tienen una lógica económica, pero deberían ser globales para tener un impacto real y ser eficaces). Si alguien quiere reducir las emisiones, lo que tiene que hacer es inventar una energía limpia y barata. A partir de ahí, ya no harán falta ni protocolos ni acuerdos… todo el mundo se pondrá a usarla de un día para otro. De hecho, desde hace décadas las familias y empresas están usando la energía de forma más eficiente y limpia. No porque les obliguen, sino porque les conviene.

En este sentido, si alguien quiere hacer algo, lo lógico es que invierta en investigación. Esto no es nuestro: Bjon Lomborg apuesta por la innovación desde hace años, pero casi nadie le escucha en los gobiernos occidentales. Eso sí, con mucho cuidado y sacando a los políticos de la ecuación. Ya sabemos hacia donde puede derivar un gran programa público de desarrollo: malgasto, corrupción, poco control, objetivos poco claros…

Y si alguien quiere hacer algo desde el sector público: ¿qué tal formar un comité de expertos muy prestigiosos a los que se da un presupuesto destinado a I+D y se les deja las manos libres para que decidan como gastarlo? Eso sí, prestigiosos de verdad (que no tengan ni la más mínima relación con los partidos) y con las manos libres para tomar decisiones con resultados sólo a medio-largo plazo. Sería mucho más barato y eficiente que las decenas de agencias que ahora merodean por los presupuestos del sector.

5. Y si no, ¿el desastre?

El último error del catastrofismo reside en ignorar la capacidad de adaptación e inventiva del ser humano. Llevamos miles de años ajustándonos al entorno que nos rodea. Por qué no íbamos a hacerlo a un planeta uno, dos o cuatro grados más caluroso. Porque, además, esa tecnología nueva no tendría por qué centrarse sólo en encontrar nuevas fuentes de energía, más baratas y eficientes (que también), sino en predecir el clima con más fiabilidad y plazos más largos (lo que atenuaría sus peores efectos), en adaptarse a los cambios, en modificarlo (sí, ya hay proyectos de investigación para contrarrestar los efectos de los combustibles fósiles) o en incidir sobre el terreno (desde las plantaciones masivas de árboles a la recuperación de espacios naturales). Algunas de estas propuestas nos parecerán ciencia ficción. Pero no lo son. No mucho más de lo que le habrían parecido ciencia-ficción a nuestros abuelos muchos de los inventos que hoy disfrutamos.

De hecho, esta idea del progreso que no podemos anticipar nos lleva a otra cuestión que casi nunca se tiene en cuenta: nuestros nietos serán mucho más ricos que nosotros y tendrán muchas más herramientas tecnológicas a su disposición. O lo que es lo mismo: puestos a que alguien sufra un coste, tiene más sentido que lo soporten quienes serán más prósperos y más avanzados. Eso no quiere decir que tengamos manos libres para hacer lo que queramos (me parece muy bonita esa idea de dejar un legado a los que nos suceden), pero sí sirve para poner las cosas en perspectiva. En 2050 (por no hablar de 2100) nuestros sucesores tendrán una capacidad para adaptarse a los problemas que nosotros no podemos ni imaginar.

6. ¿La única solución llegará de los gobiernos o de la ONU?

No. Asunto tabú: soluciones de mercado al cambio climático. Y no sólo al cambio climático, sino a otros retos medioambientales. Por ejemplo, la deforestación de la selva amazónica que sigue un ciclo de protestas, alarmismo, campañas de concienciación… y ninguna solución real.

Como ya saben algunas organizaciones ecologistas en los países ricos, la mejor manera de conservar un bosque es hacerlo privado. Y aquí hay muchas posibilidades: desde vendérselo-arrendárselo a esas organizaciones ecologistas (si quieren acabar con la tala indiscriminada, su mejor opción es comprar selva) a compañías madereras con condiciones (por ejemplo: límite a la explotación de cada parcela y obligación de reforestación). Y algo parecido podría hacer con muchos otros recursos y problemas.

7. ¿Por qué seguimos equivocándonos igual que hace 20 años?

Aquí soy yo el que tiene que hacer examen de conciencia: porque está clarísimo y muchas veces no queremos verlo. Las mismas razones explicadas a lo largo del artículo son las que hacen casi inevitable que la realidad sea la que es. Porque hemos hablado mucho de incentivos y por eso no debemos olvidar los que mueven a los que están involucrados en este juego.

Para los políticos, organizaciones ecologistas, científicos catastrofistas… hay pocos negocios más rentables que éste. En términos de dinero y de influencia. Proponer medidas alternativas más eficaces puede ser bueno para el planeta, pero no lo será para ellos. Montar una cumbre mundial del clima cada año puede ser un absurdo desde el punto de vista del crecimiento de las emisiones, pero tiene todo el sentido del mundo para los trabajadores de la ONU, los funcionarios de los ministerios de Medio Ambiente y los grupos de trabajo de las universidades. Por eso es tan difícil que cambien. Esto sí que es una industria… y de las buenas, con el cliente cautivo y los ingresos asegurados.


















Más:





Año 2019, Alan Jones, comentarista político australiano, deja en evidencia a los charlatanes del Timocamb1o Climát1co con una simple pregunta...



LA ZONA CEREBRO : Neuralink.

"No será de repente, pero Neuralink tendrá este cordón neuronal y comenzará a tomar el control de los cerebros de las personas", comentó Elon Musk hace unas horas. Después de muchos años sin apenas información sobre Neuralink, finalmente han hecho públicos algunos de sus avances, y parecen de ciencia ficción. La compañía, respaldada por Elon Musk, busca conseguir implantar "hilos" en el cerebro humano que permitan comunicar áreas concretas del mismo con el exterior. La intención es restaurar la capacidad de hablar, escuchar o moverse a personas que han perdido dichas capacidades.


Hilos que transmitan la información directa del cerebro al ordenador, por USB-C

Neuralink ha sido durante muchos años la "compañía secreta" de Elon Musk que pretendía desarrollar interfaces cerebro-máquina. Algo que a priori ya promete mucho y tras la presentación de las últimas horas no parece haber bajado el listón. Su idea es coser hilos a lo largo y ancho de la superficie del cerebro de este modo podrán comunicarse desde el exterior de forma directa con el cerebro. Una especie de implantes, sensores y electrodos a tamaño microscópico.

¿Coser hilos? Literalmente sí, de hecho tienen una "máquina de coser" que ya lo está haciendo, como no, en animales. Según han explicado, hasta ahora las pruebas que han realizado provienen de ratones en laboratorios con hasta 1.500 electrodos. Creen que se puede extrapolar también a humanos, aunque aún no se ha realizado ninguna prueba que lo demuestre. La máquina es capaz de implantar seis hilos (192 electrodos) por minuto. Todo ello sin tocar los vasos sanguíneos.

La "máquina de coser" de Neuralink.

Los hilos que Neuralink busca implantar en el cerebro son minúsculos en cuanto a diámetro se refiere, entre 4 µm y 6 µm según explican. Para poner este tamaño en contexto, el pelo del ser humano tiene un diámetro que varía entre los 15 µm y los 100 µm aproximadamente. Estos hilos son flexibles y según indican, tienen menos probabilidades de dañar al cerebro que los materiales que se utilizan actualmente. La palabra "flexibles" es la clave, a diferencia de los implantes tradicionales, estos hilos se pueden desplazar, del mismo modo que lo hace el cerebro dentro del cráneo.

Una serie de hilos de Neuralink implantados en un tejido similar al cráneo.

Por otro lado, también pueden transmitir mucha más información al ser una gran cantidad de hilos y uno unos pocos electrodos o sensores como se utiliza ahora. Según comentan pueden conseguir "hasta 3,072 electrodos por conjunto distribuidos en 96 subprocesos".

Toda la información recopilada por los hilos es transmitida a un aparato que está situado junto a la cabeza, presumiblemente encima del oído. Este aparato recopila toda la información que posteriormente se envía a un ordenador o cualquier otro dispositivo externo que se encargue de leer los datos, tomar acciones o lo que se crea conveniente. De momento lo hace por un simple USB-C, pero desarrollarán también un método inalámbrico.

El sensor actual utilizado por Neuralink.

Un puente entre humanos e inteligencia artificial

"Somos un cerebro en una cubeta, y esa cubeta es nuestro cráneo", explicó Elon Musk. El objetivo es poder leer los picos neuronales del cerebro para conseguir una "fusión con la inteligencia artificial", no es la primera vez que lo dice. Cree que es imposible evitar que la inteligencia artificial supere a a la inteligencia humana, por lo que espera que tengamos al menos "una simbiosis con la inteligencia artificial". ¿Por qué no obtener la información del cerebro simplemente hablando? Porque ningún método es tan rápido y transmite tanta información como los hilos conectados al cerebro, es una cuestión de "ancho de banda" según han explicado.

Efectivamente ya existen tecnologías que permiten añadir implantes en el cerebro y leer la actividad cerebral del ser humano y otros animales. Sin embargo, para ello ninguna tecnología actual se ajusta a los objetivos de Neuralink de leer directamente los picos neuronales de forma mínimamente invasiva.

Pruebas a finales de 2019, primeros implantes en 2020

Neuralink espera conseguir las primeras pruebas con humanos en el último trimestre de este año. Creen que su método con hilos tan finos y apenas fricción humana es capaz de implantar todos los hilos de forma mucho menos dañina para el tejido craneal que otros métodos. Los primeros experimentos se realizarán con neurocientíficos en la Universidad de Stanford y Elon Musk dijo que esperan "tener esto en un paciente humano para fines del próximo año".

La "máquina de coser", la "aguja" y el "hilo" de Neuralink.


No va a ser sencillo, durante la propia presentación advirtieron que la razón principal para mostrar los avances en investigación que tienen no es otra que el reclutamiento. Max Hodak, presidente de Neuralink, comentó que él no estaba seguro, hasta que Elon Musk le convenció de por qué esta tecnología era una buena idea.

Aún queda mucho, a pesar de las promesas de que se realizarán pruebas en humanos y el primer paciente para 2020. Tal y como ellos mismos han reconocido, aún necesitan las aprobaciones de las autoridades estadounidenses para poder realizar pruebas con humanos. Y si todo va según lo previsto y efectivamente se puede extrapolar la tecnología al cerebro humano, entonces quizás sí tengamos los avances que prometen.












Más:


LA ZONA PÚBLICA : Desmontando a Óscar Camps.

Es 7 de abril de 2016 por la noche y en el Teatre Nacional de Catalunya no cabe un alfiler. Se celebra una gala que culmina cuando Óscar Camps sube al escenario. Ovación cerrada. El activista pro-derechos humanos se acaba de convertir en ‘Catalán del año’. En la estrella del evento con el que El Periódico reconoce anualmente a los catalanes más admirados. 



Camps recibe la estatuilla de manos de Carles Puigdemont, mientras las felicitaciones desbordan las redes. En su discurso, Camps asegura que le hubiese encantado no ganar nunca ese premio. Porque a Óscar Camps lo nombran catalán del año en reconocimiento a su labor humanitaria: salvando inmigrantes a la deriva por el Mediterráneo.


No imaginaba que, poco después, los trabajadores de su empresa de socorrismo iban a declararse en huelga indefinida para denunciar los constantes incumplimientos de las condiciones laborales. Que lo llevarían a juicio y que perdería. Que se vería en el ojo del huracán porque, en su vida pública, salva a náufragos que intentan alcanzar las costas europeas. Pero en su faceta de empresario oprime a sus trabajadores en esas mismas costas.

La lista de quejas es larga. Jornadas maratonianas de trabajo, descensos paulatinos de salario para poder ofertar más barato que las otras empresas y adjudicarse así los concursos para gestionar el socorrismo de muchas playas españolas, instrumental obsoleto o inexistente, horas extras que exceden por mucho las fijadas en el convenio y represalias contra los trabajadores que pretenden organizarse sindicalmente. Voraz o explotador son los calificativos que le dedican sindicatos y personas que han trabajado para él.

Es el lado oscuro del icono humanitario de nuestros días. De un joven que aspiraba a ser dibujante de cómics, que encontró en el socorrismo su modus vivendi, que creó un imperio en ese sector y que ha acabado siendo famoso por rescatar a personas del mar, pero criticado (y condenado) por sus malas prácticas con sus trabajadores.


Del cómic al agua

Óscar Camps Gausachs (Barcelona, 1963), es tal vez la figura del momento. El protagonista de este verano. Su labor de salvamento a bordo del barco Open Arms, rescatando inmigrantes por el Mediterráneo, ha convertido a este catalán de 56 años en el nuevo icono humanitario mundial. A su barco se han subido personajes ilustres como Marc Gasol o, más recientemente, Richard Gere. Gracias a su intervención, cientos de inmigrantes que pretendían llegar a Europa a bordo de frágiles pateras han podido vivir para contarlo. Su proyecto quijotesco le ha puesto en el objetivo de los medios de todo el mundo, en el pedestal de las organizaciones humanitarias, y en el punto de mira de políticos ultraderechistas como Matteo Salvini.

Pero antes de llegar a tal grado de popularidad, Óscar Camps ha pasado por otras fases mucho menos conocidas. Camps destacaba en su juventud en sus facetas de dibujante y de nadador. El sueño de ganarse la vida con los cómics lo abandonó pronto y el de la competición deportiva nunca le acabó de llenar. Lo que sí que fue siempre fue emprendedor. Con 25 años ya creó su primera empresa, una agencia de alquiler de coches en Castelldefels. Cuenta La Vanguardia que en 1993 se separó de su primera esposa, dejó el rent a car y se puso a trabajar en la que sería su otra gran vocación: ayudar a la gente.




Óscar Camps junto a Ada Colau

Encontró trabajo en las ambulancias de Badalona y fue consolidando su voluntariado en Cruz Roja, realizando trabajos en grandes eventos de Cataluña como rallys o conciertos. Pero encontró su futuro en el mar, ese que empezó a amar desde pequeño cuando lo llevaba su abuelo. Hasta la entrada de este siglo, no estaba regulada la presencia de socorristas en Cataluña. Hasta entonces, Óscar cumplió puntualmente con su labor como voluntario las playas catalanas.



Pero en 1999 cambiaron las cosas. La Generalitat sacó el primer decreto de piscinas que regulaba la presencia de socorrista. Ahí decidió que se acabó el voluntariado y empezaba el negocio: decidió fundar Proactiva Serveis Aquàtics S.L., la empresa con la que se acabaría haciendo con el control del servicio de socorrismo de gran parte de la costa catalana, Baleares, Canarias y la costa levantina.

Condiciones precarias

Desde que se fundó, la empresa de socorrismo ha ido creciendo a un ritmo vertiginoso. Demasiado tal vez: “Se ha ido quedando con casi todas las adjudicaciones del servicio de gestión de socorrismo en las playas catalanas a base de reducir el precio de los servicios hasta tal punto que las empresas pequeñas no puedan competir”, denuncian desde el sindicato portuario de Barcelona CGT, que fueron los primeros en denunciar públicamente, en 2018, las prácticas fuera de la legalidad de Óscar Camps con su empresa.  

¿Cómo conseguía Camps estas adjudicaciones ofertando unos precios tan bajos y que le siga saliendo rentable: “Pues lo de siempre: reduce los salarios de sus trabajadores y reduce el tamaño de sus plantillas, haciendo que algunos trabajadores hagan jornadas de 10 horas diarias sin descanso, en días libres y durante todo el verano, a pleno sol”, señala este sindicato. 

También apunta el sindicato a “fraude en la contratación, haciendo que una relación fijo-discontinua pase a ser temporal por obra y servicio, abaratando los costes de despido”, así como “mala calidad de los materiales de salvamento, sin tener en cuenta la salud e integridad de los bañistas y trabajadores”.



No va a los juicios

Cuentan desde el sindicato, desde donde aseguran haber recogido numerosas comunicaciones con extrabajadores hartos por las paupérrimas condiciones laborales, que “cuando se presenta a los concurso dice que tiene, por ejemplo, una ambulancia para esa playa. Luego resulta que no es cierto y que, cuando hace falta, la tiene que traer de otra playa, dejando una sin cubrir”.

Por último, denuncian que en la empresa hay “persecución sindical a todos los que quieren organizarse para combatir las condiciones impuestas. El año pasado, 5 trabajadores de la playa de El Campello fueron despedidos al montar una sección sindical de CGT”. Poco después, la justicia le dio la razón a los sindicalistas y un varapalo a Óscar, al que condenó por vulneración de los derechos fundamentales.

Proactiva despidió al representante del sindicato CGT en las playas de Barcelona. Despido nulo e indemnización por daños morales fue lo que falló el alto tribunal catalán. “Ni siquiera se presenta a los juicios, porque tiene tan claro que lo que está haciendo es ilícito, que no comparece para ahorrarse los gastos de abogados”, cuentan fuentes del sindicato que ha denunciado las prácticas abusivas del activista del Open Arms.



Camps sigue mandando

Camps se quita del medio en 2015. Al menos en apariencia. Asegura que ese año se apartó de la empresa, justo cuando empezó a dedicarse a la labor humanitaria. Sin embargo, los trabajadores que denuncian sus malas condiciones laborales, niegan este extremo y aseguran que sigue teniendo todo el poder en la toma de decisiones de la empresa, aunque ahora no salga en la foto. "Óscar Camps sigue al frente del brazo comercial de Proactiva. Firma los despidos, las renovaciones de contratos y tiene un canal de radio, llamado Delta Oscar. Cuando se pone en línea, todo el mundo tiene que callar y escuchar", explicaban fuentes de Proactiva a EL ESPAÑOL por medio de Crónica Global.

Balcón del ayuntamiento de Barcelona, durante una representación en donde se observa a su alcaldesa Ada Colau junto a una pancarta de Open Arms.

Precisamente fue en 2015 cuando Camps perdió su primera batalla judicial contra sus empleados: el Tribunal Superior de Justicia de Baleares le condenó por despidos improcedentes a cinco de sus socorristas que trabajaban en playas de Ibiza. Ahí fue donde Camps se quitó del foco de esta empresa y consagró su imagen exclusivamente al barco humanitario. Es la que le ha llevado a convertirse en el último icono humanitario moderno. Mientras, la empresa de socorristas seguía litigando con trabajadores descontentos.

No entienden que, a pesar de las huelgas, de las condenas judiciales y de malas experiencias laborales como las que tuvieron en Baleares con su empresa de socorrismo (que acabó retirándose de las costas antes incluso de que venciese el contrato), se le sigan adjudicando contratos en la costa barcelonesa. Su presunta amistad con la alcaldesa Ada Colau ha sido un factor repetido hasta la saciedad en el entorno marítimo de Barcelona. La alcaldesa le adjudicó en 2016, una vez más, la gestión del socorrismo de las playas de Barcelona. 

Una sombra demasiado alargada.

Los afectados inciden en que "esto no tiene nada que ver con lo que está haciendo con el barco. Somos gente de mar y somos los primeros en aplaudir esta iniciativa. Yo, incluso, me apunté para ir en el Open Arms aunque no me llamaron", cuenta uno de los perjudicados por Proactiva. Lamentan también desde el sindicato que la información publicada "haya sido utilizada por la extrema derecha para sus propios fines". Pero, cuentan, "lo de Óscar Camps con sus empleados debe saberse. Estamos hablando de derechos laborales. De dignidad". 




Como parte de la Agenda Europea de Migración, la Comisión propuso un reglamento el 9 de septiembre de 2015 para establecer una lista común de la UE de países de origen seguros, que inicialmente comprende Albania, Bosnia y Herzegovina, la ex República Yugoslava de Macedonia, Kosovo, Montenegro, Serbia y Turquía. El objetivo es acelerar las solicitudes de asilo de ciudadanos de estos países, que se consideran 'seguras' en cumplimiento total de los criterios establecidos en la Directiva de Procedimientos de Asilo 2013/32 / UE y el principio de no devolución. Actualmente, las listas se definen a nivel nacional y no se coordinan, lo que puede conducir a diferentes tasas de reconocimiento de solicitudes de asilo similares y, por lo tanto, crear incentivos para movimientos secundarios y compras de asilo.














































UN EJÉRCITO "EN LA SOMBRA" PARA OPEN ARMS.


El perfil alojado en una conocida red social de la empresa Pro-activa Servicios Acuáticos, dedicada al socorrismo, no redirige a ningún sitio web que la identifique con la empresa en sí misma. Sin embargo, un dato curioso aparece, a la hora de que la página oficial de la empresa nos redirija a esa misma red social. El dato curioso es que, en este caso, el usuario es redirigido al perfil de Open Arms. El claro objetivo de la primera empresa, dedicada al socorrismo, no es otro que actuar de plataforma de la segunda, a la vez que recluta a cientos de “socorristas”. Un ejército que pasará a formar parte del de “rescatadores” sin ánimo de lucro de Open Armas.

 
























Más:
LA LISTA COMÚN A LA UE DE PAÍSES DE ORIGEN SEGUROS 
La Audiencia Nacional investiga la denuncia de Vox contra el Open Arms
Las monarquías del Golfo se niegan a acoger refugiados sirios
El alcalde de Algeciras califica de insensatez y capricho la decisión del Gobierno sobre el Open Arms
El Gobierno abre un centro de inmigrantes en Málaga a la espera de inaugurar otro en el puerto
Tvboy y san Òscar Camps
Óscar Camps: «Yo trabajé para él y todo lo que recuerdo es malo»
Los socorristas de Barcelona se manifiestan en las playas contra las nuevas sillas de vigilancia impuestas por la AMB
Vuelven los encierros de migrantes en Barcelona para reivindicar sus derechos: «Estamos peor que en 2001»
Silencio del Gobierno sobre los guardias civiles heridos en Ceuta: ni un solo mensaje de apoyo Vie 27·7·2018
Una asociación de la Guardia Civil acusa a Marlaska tras el salto masivo en Ceuta
Los "silencios" de la Valla.
Investigan posibles delitos de desórdenes, atentado o daños en el último salto a Ceuta, con cuatro guardias de baja
Guardias civiles heridos VALLA CEUTA NOTICIAS
Un total de 155 migrantes entran en Ceuta cruzando su doble valla en la primera incursión en grupo en un año
Así quedó el puesto fronterizo de la Guardia Civil en Ceuta 
MENAS
Colau agota el dinero de solidaridad tras financiar 'a dedo' a Open Arms
El capitán del Open Arms paga más de 4.000€ al mes por dos hipotecas y el alquiler de un chalé de lujo
La inmigración de reemplazo: cuando la ONU y la Unión Europea organizan la desaparición de un pueblo 12/01/2017
Migración de reemplazo: el plan de la ONU para promover la inmigración masiva en Europa y EE. UU. 12/11/18
Inmigración: no es una solución a problemas de declive y envejecimiento de la población John R. Bermingham
La pandemia crea un atasco de migrantes en Canarias: "Estamos un poco al límite"