María I de Escocia, llamada María Estuardo, nació en el Palacio de Linlithgow, (Escocia), el 8 de diciembre de 1542. Murió en el Castillo de Fotheringhay, Northamptonshire (Inglaterra), el 8 de febrero de 1587.
Fue reina de Escocia desde el 14 de diciembre de 1542 hasta 24 de julio de 1567. También denominada popularmente como María, reina de los escoceses, quizás sea la más conocida de los monarcas escoceses por su tempestuosa vida y trágica muerte.
Retrato de María de Escocia durante su cautiverio en Inglaterra en 1578.
Nació en el palacio de Linlithgow en Escocia, el 8 de diciembre de 1542, siendo la menor de los 3 hijos -pero única superviviente- del rey Jacobo V de Escocia y de María de Guisa.
Durante el reinado de Roberto II, la corona escocesa había sido destinada a ser heredada en línea directa por los hijos de Roberto, todos varones. Estos fueron convocados a un acto parlamentario, porque la legitimidad de la descendencia de Roberto en su primer matrimonio era cuestionable. Por lo que las hijas, así como las líneas descendientes de éstas, podrían heredar solamente después de la extinción de las líneas masculinas. Ante la sospecha de una línea ilegítima masculina y la extinción hacía años de todas las líneas masculinas legítimas, la sucesión escocesa se complicaba. Además, el único primo vivo que le quedaba al rey, el duque de Albany, había muerto en 1536. Si él no hubiera fallecido antes que Jacobo V, María no habría heredado necesariamente. En esta clase de situación de semi-Ley Sálica, María ascendió el trono en un momento complicado, debido al problema sucesorio.
Jacobo V de Escocia murió prematuramente el 14 de diciembre de 1542, a la edad de treinta años, probablemente de cólera, aunque sus contemporáneos creyeron que su muerte fue causada por la pena y la humillación de que los escoceses hubiesen sido derrotados por el ejército inglés en la batalla de Solway Moss.
En el palacio de Falkland, en Fife, el agonizante monarca, ansioso del nacimiento de un heredero que estabilizara la sucesión al trono escocés, al saber del nacimiento de su hija, exclamó: "¡el diablo me lleve! ¡comenzó con una mujer, terminará con una mujer!". Esto era una alusión a que la familia Estuardo había obtenido el trono escocés gracias a Marjorie (hija de Roberto I Bruce).
Jacobo creyó en verdad que el nacimiento de María marcaba el final del reinado de los Estuardo sobre Escocia. Pero, irónicamente, mediante el hijo de María, la familia Estuardo llegó al cenit de su poder al unirse el reino de Escocia y el reino de Inglaterra, gracias a su hijo Jacobo VI de Escocia y I de Inglaterra.
En el palacio de Falkland, en Fife, el agonizante monarca, ansioso del nacimiento de un heredero que estabilizara la sucesión al trono escocés, al saber del nacimiento de su hija, exclamó: "¡el diablo me lleve! ¡comenzó con una mujer, terminará con una mujer!". Esto era una alusión a que la familia Estuardo había obtenido el trono escocés gracias a Marjorie (hija de Roberto I Bruce).
Jacobo creyó en verdad que el nacimiento de María marcaba el final del reinado de los Estuardo sobre Escocia. Pero, irónicamente, mediante el hijo de María, la familia Estuardo llegó al cenit de su poder al unirse el reino de Escocia y el reino de Inglaterra, gracias a su hijo Jacobo VI de Escocia y I de Inglaterra.
La pequeña María, de apenas seis días de edad, fue proclamada reina de Escocia, con James Hamilton, II conde de Arran como el siguiente en la línea sucesoria y regente del reino durante la minoría de edad de la reina.
Esa situación duró hasta 1554, cuando la madre de María, María de Guisa, se hace con el poder, continuando como regente hasta su propia muerte en 1560. Seis meses después de su nacimiento, en julio de 1543, los tratados de Greenwich prometieron a María en matrimonio con Eduardo, hijo del rey Enrique VIII de Inglaterra, decidiéndose que la boda se llevaría a cabo en 1552, y que sus herederos ocuparían los tronos de Escocia y de Inglaterra.
Este tratado de buenas intenciones se quiebra dos meses más tarde: María de Guisa se retracta y se opone terminamente a este matrimonio; la regente y María se esconden en el castillo de Stirling, donde se hacen las preparaciones para la coronación de la pequeña.
Esa situación duró hasta 1554, cuando la madre de María, María de Guisa, se hace con el poder, continuando como regente hasta su propia muerte en 1560. Seis meses después de su nacimiento, en julio de 1543, los tratados de Greenwich prometieron a María en matrimonio con Eduardo, hijo del rey Enrique VIII de Inglaterra, decidiéndose que la boda se llevaría a cabo en 1552, y que sus herederos ocuparían los tronos de Escocia y de Inglaterra.
Este tratado de buenas intenciones se quiebra dos meses más tarde: María de Guisa se retracta y se opone terminamente a este matrimonio; la regente y María se esconden en el castillo de Stirling, donde se hacen las preparaciones para la coronación de la pequeña.
Coronaron a María como reina de Escocia en la capilla real del castillo de Stirling el 9 de septiembre de 1543. Debido a la edad de la reina, tenía apenas 9 meses, y del tipo de ceremonia, única en su género, la coronación fue el tema del momento en las cortes de Europa.
Tras la muerte de Jacobo V, se coronó a María I con tan sólo 3 años, quedando su madre María de Guisa como regente. (Retrato de los monarcas escoceses, padres de María I).
En el día de la coronación vistieron a la pequeña con pesados trajes reales en miniatura. Una capa carmesí de terciopelo fue sujetada alrededor de su cuello minúsculo con un pequeño gancho forrado de armiño, y junto a las joyas cosidas al satén, con las mangas que colgaban largas, se envolvió a la niña, que podía incorporarse pero no caminar. Fue llevada por Lord Livingston en solemne procesión a la capilla real. Y dentro de la capilla, Lord Livingston dejó a María delante del altar y la colocó suavemente en el trono fijado encima. Entonces él hizo una pausa, sosteniéndola para evitar que ella se cayera rodando del trono.
Rápidamente, el cardenal David Beaton le hizo el Juramento de la Coronación, siendo Lord Livingston el que contestó por ella. Inmediatamente después el cardenal desató sus pesados ropajes y comenzó a ungirla con el óleo santo por detrás, del pecho, y las palmas de sus manos.
Entonces a la niña le llegó una pequeña brisa fría, y comenzó a gritar. Mateo Estuardo, IV conde de Lennox (padre del que sería el segundo esposo de María, Lord Darnley) le colocó el cetro real en sus pequeñas manos, y la bebé sorprendió a todos agarrándolo fuertemente. Entonces la espada del Estado fue presentada por el conde de Argyll, y el cardenal realizó la ceremonia de ceñir la espada tres veces sobre al pequeño cuerpo.
Entonces a la niña le llegó una pequeña brisa fría, y comenzó a gritar. Mateo Estuardo, IV conde de Lennox (padre del que sería el segundo esposo de María, Lord Darnley) le colocó el cetro real en sus pequeñas manos, y la bebé sorprendió a todos agarrándolo fuertemente. Entonces la espada del Estado fue presentada por el conde de Argyll, y el cardenal realizó la ceremonia de ceñir la espada tres veces sobre al pequeño cuerpo.
María Estuardo pasó su juventud en la corte francesa, para escapar del acoso inglés.
Entonces, el conde de Arran llevó la corona. Sosteniéndola suavemente, el cardenal Beaton la bajó sobre la cabeza de la niña, mientras se la reclinaba sobre un anillo hecho de terciopelo. El cardenal estabilizó la corona en su cabecita y Lord Livingston sostuvo su cuerpo recto mientras que los condes de Lennox y de Arran besaron su mejilla, seguido por el resto de los prelados y los pares que se arrodillaron ante ella y, poniendo sus manos en su corona, le juraron lealtad.
Los tratados de Greenwich fueron pronto dejados de lado después de la coronación de María. El compromiso no les sentó bien a los escoceses, especialmente porque el rey Enrique VIII intentó cambiar el acuerdo establecido, de modo que él pudiera tener bajo su custodia a María muchos años antes de que la boda ocurriera. Asimismo, el rey inglés deseaba que Escocia rompiera su alianza tradicional con Francia. Temiendo una sublevación popular, el parlamento escocés rompe el tratado con Inglaterra a finales de año.
La reacción de Enrique VIII fue crítica y comenzó lo que llamaría "cortejar a la inglesa" que era nada menos que imponer la unión de su hijo con María a la fuerza. La estrategia consistió en una serie de incursiones militares en territorio escocés que duraron hasta junio de 1551, costando la excesiva suma de medio millón de libras y muchas vidas. En mayo de 1544, el conde inglés de Hertford (luego nombrado duque de Somerset por Eduardo VI) arribó a Escocia con un ejército decidido a capturar Edimburgo y secuestrar a la niña-reina, pero María de Guisa la ocultó en los compartimientos secretos del castillo de Stirling. Los franceses, de acuerdo a la Alianza de Auld, vinieron en ayuda de los escoceses.
Tras la ruptura de los tratados de Greenwich, Enrique VIII quiso cumplir por la fuerza el compromiso nupcial de su hijo Eduardo con María de Escocia para unión de las dos coronas (Retrato del rey inglés por Hans Holbein el Joven).
El 10 de septiembre de 1547, conocido como "Sábado Negro", los escoceses sufrieron una amarga derrota en la batalla de Pinkie Cleugh. María de Guisa, temerosa por la seguridad de su hija, la había enviado temporalmente al priorato de Inchmahome, dando cuenta de ello al embajador francés Monsieur d'Oysel.
El nuevo rey francés, Enrique II, ahora proponía unir Francia y Escocia casando a la pequeña reina con su hijo, el Delfín Francisco. Esto parecía ser para María de Guisa la única solución ante todos sus apuros. En febrero de 1548, oyendo que los ingleses estaban cerca, María traslada a su hija al castillo de Dumbarton.
Los ingleses dejan tras de sí un rastro de la devastación una vez más y capturan la estratégica ciudad de Haddington. Para junio, la muy esperada ayuda francesa había llegado. El 7 de julio, el tratado nupcial francés fue firmado en un convento cerca de Haddington. María sería enviada a Francia, donde el rey Enrique II había ofrecido protegerla y educarla.
El 7 de agosto de 1548, la flota francesa enviada por Enrique II volvió de regreso a Francia desde Dumbarton llevando a la pequeña reina de Escocia -de 5 años de edad- consigo. María de Guisa y María I no volverían a verse jamás.
El nuevo rey francés, Enrique II, ahora proponía unir Francia y Escocia casando a la pequeña reina con su hijo, el Delfín Francisco. Esto parecía ser para María de Guisa la única solución ante todos sus apuros. En febrero de 1548, oyendo que los ingleses estaban cerca, María traslada a su hija al castillo de Dumbarton.
Los ingleses dejan tras de sí un rastro de la devastación una vez más y capturan la estratégica ciudad de Haddington. Para junio, la muy esperada ayuda francesa había llegado. El 7 de julio, el tratado nupcial francés fue firmado en un convento cerca de Haddington. María sería enviada a Francia, donde el rey Enrique II había ofrecido protegerla y educarla.
El 7 de agosto de 1548, la flota francesa enviada por Enrique II volvió de regreso a Francia desde Dumbarton llevando a la pequeña reina de Escocia -de 5 años de edad- consigo. María de Guisa y María I no volverían a verse jamás.
María coronada reina de Francia junto al rey Francisco II.
Vivaz, bonita, y lista (según cuentan sus contemporáneos), María tuvo una juventud prometedora. Coronada ya reina de Escocia y con su acuerdo matrimonial ya pactado por su madre, llegó a Francia en 1548, a la corta edad de cinco años, para vivir durante los diez años siguientes en la corte francesa. Su propia pequeña corte que la acompañó desde Escocia consistía en dos lores, dos medios-hermanos, y las "cuatro Marías," cuatro pequeñas muchachas de su propia edad, todas llamadas María e hijas de las familias más nobles de Escocia: Beaton, Seaton, Fleming, y Livingston.
Mientras, en la corte francesa, la joven reina era la favorita. Ella recibió la mejor educación disponible, y al término de su juventud, dominaba los idiomas: francés, latín, griego, español e italiano, además de su escocés nativo. También aprendió a tocar dos instrumentos, prosa, equitación, cetrería y costura.
El 24 de abril de 1558, María se casó con el Delfín Francisco en la catedral de Notre Dame en París y, a la muerte de Enrique II el 10 de julio de 1559, se convirtió en reina de Francia al acceder su marido al trono como Francisco II de Francia.
Bajo las leyes ordinarias de sucesión, María era también la siguiente en la línea al trono inglés después de su prima,1 2 la reina Isabel I de Inglaterra, la cual no tenía hijos. Sin embargo, según la iglesia católica, Isabel era bastarda, lo que convertía a María en la legítima heredera del trono inglés. Sin embargo, de acuerdo al Acta de Sucesión Pro-Protestante que estuvo vigente en Inglaterra, la voluntad de Enrique VIII excluía explícitamente a los Estuardo de la sucesión al trono inglés. Los apuros de María aumentaron aún más con el levantamiento hugonote en Francia, llamado el tumulto de Amboise (6–17 de marzo de 1560), haciendo imposible para los franceses apoyar a María en el reino de Escocia y en sus pretensiones en Inglaterra.
Bajo las leyes ordinarias de sucesión, María era también la siguiente en la línea al trono inglés después de su prima,1 2 la reina Isabel I de Inglaterra, la cual no tenía hijos. Sin embargo, según la iglesia católica, Isabel era bastarda, lo que convertía a María en la legítima heredera del trono inglés. Sin embargo, de acuerdo al Acta de Sucesión Pro-Protestante que estuvo vigente en Inglaterra, la voluntad de Enrique VIII excluía explícitamente a los Estuardo de la sucesión al trono inglés. Los apuros de María aumentaron aún más con el levantamiento hugonote en Francia, llamado el tumulto de Amboise (6–17 de marzo de 1560), haciendo imposible para los franceses apoyar a María en el reino de Escocia y en sus pretensiones en Inglaterra.
María Estuardo viuda vuelve a Escocia para hacerse cargo del trono.
Su madre María de Guisa muere el 10 de junio de 1560, y su esposo Francisco II falleció el 5 de diciembre del mismo año, convirtiéndose la suegra de María, Catalina de Médicis, en la regente del reino por la minoridad de su segundo hijo y ahora nuevo rey Carlos IX.
Bajo los términos del Tratado de Edimburgo, firmado por los representantes de María el 6 de julio de 1560, tras la muerte de María de Guisa, Francia emprendió la retirada de sus tropas de Escocia y reconoció el derecho de Isabel I de gobernar Inglaterra. La joven reina María, de 18 años de edad y aún en Francia, rehúsa ratificar con su firma el tratado.
Bajo los términos del Tratado de Edimburgo, firmado por los representantes de María el 6 de julio de 1560, tras la muerte de María de Guisa, Francia emprendió la retirada de sus tropas de Escocia y reconoció el derecho de Isabel I de gobernar Inglaterra. La joven reina María, de 18 años de edad y aún en Francia, rehúsa ratificar con su firma el tratado.
La joven reina viuda volvió a Escocia poco después, llegando al puerto de Leith el 19 de agosto de 1561. Seguía siendo una muchacha de apenas 18 años, y, a pesar de sus talentos, su educación no le había dado el juicio suficiente para hacer frente a la situación política peligrosa y compleja de la Escocia de aquel tiempo.
Las relaciones entre María I de Escocia y su prima,3 Isabel I de Inglaterra fueron muy tirantes, el control de ambos reinos estaba en juego.
La religión había dividido al pueblo, y el hermano ilegítimo de María, Jacobo Estuardo, I conde de Moray, era el líder de la facción protestante. María -católica devota- estuvo apoyada por los católicos ingleses y mirada con suspicacia por Isabel I de Inglaterra, prima de su padre y monarca del país protestante vecino. El reformador protestante Juan Knox predicó contra María, condenándola por asistir a misa, por bailar, vestir elaboradamente, y muchas otras cosas, tanto verdaderas como imaginarias.
Para decepción del partido católico, María no accedió con firmeza a tomar la causa católica. Toleró el orden protestante establecido, y mantuvo a su medio-hermano, el conde de Moray, como su principal consejero. En esto, la reina tuvo que reconocer su carencia de mando militar eficaz delante de los lores protestantes. Incluso accedió por consejo de Jacobo de Moray a la ejecución del principal noble católico de Escocia, Lord Huntly, en 1562.
En 1561, María trata de cerrar la brecha existente entre ella y la reina Isabel I, invitándola a visitar Escocia. Isabel rehusó y las malas relaciones continuaron entre ellas. La reina entonces envió a Guillermo Maitland de Lethington como embajador a la corte inglesa para comprobar las posibilidades de María como potencial heredera al trono inglés.
La respuesta de la reina Isabel fue fulminante, según algunos, la siguiente: "en cuanto a tomar mi corona, por mi tiempo pienso que ella no lo logrará". Sin embargo, María, en una carta a su tío materno Francisco, duque de Guisa, informa de otras cosas que Maitland le dijo, incluyendo la declaración supuesta de Isabel, respondiendo que "para mi parte no sé alguien mejor, ni al que yo preferiría en lugar de a ella". Entre otras cosas, Isabel estaba atenta al papel que el Parlamento tendría que jugar en la materia.
La respuesta de la reina Isabel fue fulminante, según algunos, la siguiente: "en cuanto a tomar mi corona, por mi tiempo pienso que ella no lo logrará". Sin embargo, María, en una carta a su tío materno Francisco, duque de Guisa, informa de otras cosas que Maitland le dijo, incluyendo la declaración supuesta de Isabel, respondiendo que "para mi parte no sé alguien mejor, ni al que yo preferiría en lugar de a ella". Entre otras cosas, Isabel estaba atenta al papel que el Parlamento tendría que jugar en la materia.
Retrato de María Estuardo y su segundo marido, Lord Darnley.
En diciembre de 1561, se llevaron a cabo negociaciones para que ambas reinas se pudieran conocer, esta vez en Inglaterra, pero Isabel cambió su idea. La reunión había sido fijada para realizarse en York "u otra ciudad" en agosto o septiembre. En julio, Isabel envió a sir Henry Sidney para decirle que se cancelaba la reunión, debido a la guerra con Francia.
En 1563, Isabel idea otra tentativa para neutralizar a María sugiriéndole que se casara con Robert Dudley, I conde de Leicester (cuñado de Sidney), en quien Isabel confiaba y que, pensó, podría controlar. Dudley era protestante, por lo que éste podría solucionar un problema doble para Isabel: la causa protestante y el control de María. Isabel I envió al embajador a decir a María que, si ella accedía a casarse con alguien (hasta ahora innombrado) que Isabel eligiera, ésta "procedería a nombrarla junto con su marido los designaría siguientes en la línea sucesoria y herederos". Esta oferta fue rechazada.
En 1563, Isabel idea otra tentativa para neutralizar a María sugiriéndole que se casara con Robert Dudley, I conde de Leicester (cuñado de Sidney), en quien Isabel confiaba y que, pensó, podría controlar. Dudley era protestante, por lo que éste podría solucionar un problema doble para Isabel: la causa protestante y el control de María. Isabel I envió al embajador a decir a María que, si ella accedía a casarse con alguien (hasta ahora innombrado) que Isabel eligiera, ésta "procedería a nombrarla junto con su marido los designaría siguientes en la línea sucesoria y herederos". Esta oferta fue rechazada.
El 29 de julio de 1565, en el palacio de Holyrood, María se casó inesperadamente con Enrique Estuardo, duque de Albany, conocido como Lord Darnley, descendiente como ella del rey Enrique VII de Inglaterra y primo hermano suyo.
Esta unión, con uno de los principales líderes católicos, precipitó que el medio-hermano de María, el conde de Moray, organizara con otros lores protestantes la rebelión abierta. María se refugia en el castillo de Stirling el 26 de agosto de 1565 para enfrentarlos, volviendo a Edimburgo para reunir tropas el mes siguiente.
Moray y los nobles rebeldes son derrotados y tienen que marchar al exilio, siendo la acción militar decisiva que dio a la reina la victoria conocida como la Incursión de Chaseabout. El matrimonio también enfureció a Isabel, pues sentía que ella debería haber dado su consentimiento para la unión, pues Darnley era un noble inglés. Isabel se sentía amenazada por la unión debido a que con la sangre real escocesa e inglesa de Darnley, cualquier hijo de María y Darnley tendría un sólido derecho a los tronos de Escocia e Inglaterra (como efectivamente pasó años más tarde).
Esta unión, con uno de los principales líderes católicos, precipitó que el medio-hermano de María, el conde de Moray, organizara con otros lores protestantes la rebelión abierta. María se refugia en el castillo de Stirling el 26 de agosto de 1565 para enfrentarlos, volviendo a Edimburgo para reunir tropas el mes siguiente.
Moray y los nobles rebeldes son derrotados y tienen que marchar al exilio, siendo la acción militar decisiva que dio a la reina la victoria conocida como la Incursión de Chaseabout. El matrimonio también enfureció a Isabel, pues sentía que ella debería haber dado su consentimiento para la unión, pues Darnley era un noble inglés. Isabel se sentía amenazada por la unión debido a que con la sangre real escocesa e inglesa de Darnley, cualquier hijo de María y Darnley tendría un sólido derecho a los tronos de Escocia e Inglaterra (como efectivamente pasó años más tarde).
Poco tiempo después, María quedó embarazada, pero Darnley pronto se convirtió en un obstáculo para la reina, exigiendo con energía que se le diera el título de "rey". También estaba celoso de la amistad que había entre la reina y su secretario privado, David Rizzio, y, en marzo de 1566, Darnley participa en una conspiración secreta con los nobles que se habían rebelado contra María en la incursión de Chaseabout.
Retrato de María I con su hijo Jacobo, futuro rey de Inglaterra y Escocia.
El 9 de marzo un grupo de lores, acompañado por Darnley, asesinaron a Rizzio mientras estaba conversando con la reina en el palacio de Holyrood. Esta acción fue el motivo definitivo para la ruptura de su matrimonio. Darnley pronto cambió de lado otra vez y traicionó a los lores rebeldes. Pero en otra ocasión, atacó a María para conseguir que abortara a su aún no nacido hijo.
El 19 de junio de 1566, en el castillo de Edimburgo, la reina dio a luz un hijo, Jacobo. Entonces, se pone en marcha un plan para eliminar a Darnley, que se encontraba enfermo (posiblemente sufriendo de sífilis). Él se recuperaba en Kirk o' Field, una casa en Edimburgo, en donde María lo visitaba con frecuencia, de modo que se pensara que una reconciliación estaba llevándose a cabo. El 10 de febrero de 1567, la casa donde se alojaba explota, y Darnley fue encontrado muerto en el jardín; aunque parecía haber sido estrangulado. Este acontecimiento, que pudo haber sido la salvación de María, sólo acabó dañando aún más su reputación.
Jacobo Hepburn, IV conde de Bothwell, un aventurero que se convirtió en su tercer marido, fue generalmente considerado como el culpable del asesinato, y fue juzgado en una parodia de corte y absuelto. María procuró recuperar la ayuda entre sus Lords mientras que Bothwell consiguió que algunos de ellos firmaran el llamado pacto de la taberna de Ainslie, en el cual acordaron apoyar sus aspiraciones de casarse con María.
Jacobo Hepburn, IV conde de Bothwell, un aventurero que se convirtió en su tercer marido, fue generalmente considerado como el culpable del asesinato, y fue juzgado en una parodia de corte y absuelto. María procuró recuperar la ayuda entre sus Lords mientras que Bothwell consiguió que algunos de ellos firmaran el llamado pacto de la taberna de Ainslie, en el cual acordaron apoyar sus aspiraciones de casarse con María.
El 24 de abril, María visitó a su hijo en Stirling por última vez. En su camino de regreso a Edimburgo fue raptada, ya sea voluntariamente o no, por Bothwell y sus hombres, y llevada al castillo de Dunbar donde ella pudo haber sido violada por él. El 6 de mayo volvieron a Edimburgo y el día 15 de mayo, en el palacio de Holyrood, se casaron en una ceremonia protestante.
La nobleza se volvió contra María y Bothwell y levantó un ejército contra ellos. Los recién casados se enfrentaron a los lores en Carberry Hill el 15 de junio, pero al final no hubo batalla porque María acordó acatar sus órdenes con la condición de que le dejaran ir a Bothwell.
Los nobles rompieron su promesa y la llevaron a Edimburgo, encarcelándola en el castillo de Loch Leven, situado en una isla en el centro de Loch Leven. Entre el 18 y el 24 de julio de 1567, María sufrió un aborto de gemelos en ese castillo. Finalmente, el 24 de julio, la forzaron a abdicar del trono escocés en favor de su hijo Jacobo, de apenas un año de edad.
Los nobles rompieron su promesa y la llevaron a Edimburgo, encarcelándola en el castillo de Loch Leven, situado en una isla en el centro de Loch Leven. Entre el 18 y el 24 de julio de 1567, María sufrió un aborto de gemelos en ese castillo. Finalmente, el 24 de julio, la forzaron a abdicar del trono escocés en favor de su hijo Jacobo, de apenas un año de edad.
El 2 de mayo de 1568, disfrazada de lavandera, logra escapar de Loch Leven y logra levantar un ejército pequeño para poder, de esa manera, recuperar el trono. Después de la derrota de su ejército en la batalla de Langside, el 13 de mayo, huyó a Inglaterra y tres días más tarde, fue capturada por los oficiales de Isabel en Carlisle el 19 de mayo. Durante su encarcelamiento, ella hizo famosa la frase "En ma Fin gît mon Commencement" ("En mi final está mi comienzo".) bordada en su ropa formal.
Breviario de María I, que le acompañó en su cautiverio y llevó a su propia ejecución.
Después de dudar sobre la cuestión de la participación o conocimiento de María en la conspiración para asesinar a Lord Darnley, Isabel ordena una investigación que finalmente conduce a un juicio. Fue realizado en York entre octubre de 1568 y enero de 1569. La investigación tuvo un marcado carácter político porque Isabel no deseaba condenar a su prima por asesinato.
María rechazaba reconocer la potestad de ninguna corte extranjera de intentar acusarla por ser una reina ungida, y en última instancia el hombre a cargo del procesamiento, Jacobo Estuardo, conde de Moray, gobernaba Escocia como regente del hijo de María. El principal motivo del procesamiento era mantenerla fuera de Escocia y a sus partidarios bajo control.
María rechazaba reconocer la potestad de ninguna corte extranjera de intentar acusarla por ser una reina ungida, y en última instancia el hombre a cargo del procesamiento, Jacobo Estuardo, conde de Moray, gobernaba Escocia como regente del hijo de María. El principal motivo del procesamiento era mantenerla fuera de Escocia y a sus partidarios bajo control.
Las cartas del cofre
El caso se complicó por "las cartas del cofre", que eran en realidad ocho cartas presumiblemente de María a Bothwell, hecho dado a conocer por Jacobo Douglas IV conde de Morton, el cual las habría encontrado en Edimburgo en un cofre de plata que tenía grabado la letra F (posiblemente la inicial de su primer marido, Francisco II de Francia), junto con otros documentos, incluyendo el certificado de matrimonio de María y Bothwell. No permitieron a María ver estas pruebas o hablar en su propia defensa en el tribunal. Ella rechazó ofrecer una defensa escrita a menos que Isabel garantizara un veredicto de no culpable, algo que la reina inglesa no haría.
Aunque las cartas del cofre fueron aceptadas por la investigación como genuinas después de que un estudio de la escritura de las mismas y la información contenida en éstas, hubieran sido tomadas en cuenta por el tribunal como prueba de la culpabilidad en el caso de ser auténticas, pero la investigación alcanzó la conclusión de que no se podía verificar su origen, siendo desde el comienzo esto lo que se habría podido predecir como la única conclusión que complacería a Isabel.
Este esbozo de la ejecución de la reina María I de Escocia fue dibujado para acompañar la memoria oficial del proceso compuesta por Robert Beale como miembro del Consejo Real Privado.
La autenticidad de las cartas del cofre ha sido la fuente de mucha controversia entre los historiadores. Las originales se perdieron en 1584, y las copias disponibles en varias colecciones no forman un juego completo. María argumentó que su escritura no era difícil de imitar, y con frecuencia se ha sugerido que las cartas serían completas falsificaciones, y que fueron insertadas antes de la investigación para incriminarla, o que las misivas fueron escritas por Bothwell o por alguna otra persona. Los posteriores estudios sobre el estilo de la escritura de las cartas han concluido que no fueron hechas por María.
Es imposible ahora probar el caso de cualquier manera. Sin ellos, no habría habido proceso en contra de María, y mirando los hechos desde el punto de vista actual, es difícil decir que alguno de los principales partidos implicados tuviese la comprobación de la veracidad de las cartas como una prioridad. Isabel consideraba seriamente los derechos de María al trono inglés, y por ello la mantuvo prisionera durante los siguientes dieciocho años, principalmente en el castillo de Sheffield y Sheffield Manor bajo la custodia de Jorge Talbot, VI conde de Shrewsbury y de su esposa, Bess de Hardwick.
La hija de Bess de un matrimonio anterior, Isabel Cavendish se casó con Carlos Estuardo (hermano de Lord Darnley), naciendo de esta unión una hija, Arabella Estuardo, la cual también sería víctima de la reina inglesa por su proximidad al trono y posibles aspiraciones a ocuparlo. En cuanto a Bothwell, fue encarcelado en Dinamarca, se volvió loco, y murió preso en 1578. En 1580 la custodia de María fue transferida a Sir Amias Paulet, permaneciendo bajo su cuidado para el resto de su vida.
La hija de Bess de un matrimonio anterior, Isabel Cavendish se casó con Carlos Estuardo (hermano de Lord Darnley), naciendo de esta unión una hija, Arabella Estuardo, la cual también sería víctima de la reina inglesa por su proximidad al trono y posibles aspiraciones a ocuparlo. En cuanto a Bothwell, fue encarcelado en Dinamarca, se volvió loco, y murió preso en 1578. En 1580 la custodia de María fue transferida a Sir Amias Paulet, permaneciendo bajo su cuidado para el resto de su vida.
Sin embargo, en 1570, Isabel fue persuadida por los representantes de Carlos IX de Francia al prometer ayudar a María a recuperar su trono. Como condición previa, ella exigió la ratificación del Tratado de Edimburgo, algo que a María sin embargo no le convenía. William Cecil, I barón de Burghley, continuó las negociaciones con María en el favor de Isabel. Las dos reinas nunca llegaron a conocerse.
La conspiración de Ridolfi dio otra vez motivos de sospecha a Isabel. En 1572, el Parlamento, a órdenes de la reina, introdujo una ley que eliminaba a María de la sucesión al trono inglés. Isabel, de manera inesperada, rechazó darle el consentimiento real. Lo único que hizo para tratar de frenar a la cautiva reina fue en 1584, cuando promulgó un documento, el llamado Pacto de la Asociación dirigido a evitar que cualquier supuesto sucesor se beneficiara con su posible asesinato. No implicaba a nadie legalmente, pero fue firmado por miles de nobles, incluyendo a la misma María.
La ejecución de María se convirtió en un tema que Isabel no podía seguir alargando más. Ella estuvo implicada en varias conspiraciones para asesinar a Isabel, sublevar el norte católico de Inglaterra, y apoderarse del trono, posiblemente con ayuda francesa o española. Algunos de los partidarios de María creen que estos complots fueron inventados para perjudicarla.
María fue declarada culpable por traición por una corte de cerca de 40 nobles, incluyendo católicos, después de estar implicada en la supuesta conspiración de Babington, donde ella habría dado su autorización para asesinar a Isabel. La decapitaron en el castillo de Fotheringhay el 8 de febrero de 1587. María eligió usar un vestido rojo, declarándose una mártir católica. Tenía 45 años de edad.
María fue sepultada inicialmente en la catedral de Peterborough, pero en 1612 sus restos fueron exhumados por orden de su hijo, el rey Jacobo I de Inglaterra, quien la entierra en la abadía de Westminster, en un monumento funerario tallado en mármol, obra del escultor real Cornelius Cure. Permanece allí, a solamente 9 m. del sepulcro de su prima Isabel.
Efigie de María Estuardo en el monumento funerario de Westmister.
En el árbol inferior se encuentran el árbol de ancestros que termina en María Estuardo, hija de Jacobo V y María de Guisa.
Aunque las llamadas "Cartas del Cofre" fueron aceptadas como genuinas y de mano de la reina, después de un estudio grafológico y de la información contenida, para probar su culpabilidad si eran auténticas, la investigación concluyó sin poder demostrar que fueran escritas por María Estuardo. Desde el comienzo, se sabía que ésta era la única conclusión que aceptaría Isabel. Comentaba James MacKay que uno de los "juicios" de la historia terminó sin encontrar la culpa, con los acusadores de vuelta a Escocia y la acusada detenida en "custodia preventiva".
De cualquier modo, es imposible ahora probar el caso. Sin las cartas del cofre, María no hubiera sido procesada en un juicio. Analizado retrospectivamente, se hace difícil constatar cuáles de los partidos principales implicados estaban interesados principalmente en que se aclarara la verdad. Sin embargo, es de notar que Lady Antonia Fraser y James MacKay, historiadores que han escrito biografías serias y bien documentadas de María, llegan a la misma conclusión. Se examinaron minuciosamente las transcripciones isabelinas de las cartas, sin confiar en las copias (7 impresas y una última).
Se ha establecido que las cartas no están bien acopladas. También llama la atención el hecho de que la versión francesa de una de las cartas contiene un lenguaje incorrecto del idioma y la gramática. María era una mujer educada que podía leer, escribir, y hablar un francés fluido y correcto. La construcción de una de las cartas tiene equivocaciones que una mujer de su educación y refinamiento no cometería.
Se ha establecido que las cartas no están bien acopladas. También llama la atención el hecho de que la versión francesa de una de las cartas contiene un lenguaje incorrecto del idioma y la gramática. María era una mujer educada que podía leer, escribir, y hablar un francés fluido y correcto. La construcción de una de las cartas tiene equivocaciones que una mujer de su educación y refinamiento no cometería.
Otro hallazgo de estos historiadores es que las cartas del cofre no aparecieron hasta la conferencia de York. Habían forzado a María abdicar en 1567 y estuvo en cautiverio por casi todo un año en Escocia.
No se ha encontrado ninguna referencia a que las cartas se utilizaran como evidencia contra María durante este período. Habría convenido que estas cartas se hicieran públicas para lograr su encarcelamiento y abdicación forzada. Los originales desaparecieron después de la conferencia de York, aumentando así la sospecha de que fueron falsificadas. Existe una reproducción de la tumba de la reina de María Estuardo en exposición en el Museo de Escocia. Aunque María no ha sido canonizada por la Iglesia Católica, muchos la consideran una mártir, y se conservan reliquias de ella. Su libro del oraciones se ha conservado en Francia.
No se ha encontrado ninguna referencia a que las cartas se utilizaran como evidencia contra María durante este período. Habría convenido que estas cartas se hicieran públicas para lograr su encarcelamiento y abdicación forzada. Los originales desaparecieron después de la conferencia de York, aumentando así la sospecha de que fueron falsificadas. Existe una reproducción de la tumba de la reina de María Estuardo en exposición en el Museo de Escocia. Aunque María no ha sido canonizada por la Iglesia Católica, muchos la consideran una mártir, y se conservan reliquias de ella. Su libro del oraciones se ha conservado en Francia.
Su apologista publicó, en un diario inglés, un soneto atribuido a María, escrito con su propia mano en este libro. La obra "María", de una actriz alemana celebrada, la señora Hendel-Schutz, despertó admiración por sus actitudes.
La obra de Friedrich Schiller fue acogida con grandes aplausos en varias ciudades alemanas, y en ella se afirmaba que una cruz usada por la actriz era igual a la que perteneció a la reina desafortunada. De las reliquias en esta descripción, nunca se ha podido probar su autenticidad. Si alguna posee la credibilidad de haber pertenecido a la reina, es el velo con el cual se cubrió la cabeza en el andamio, después que el verdugo la hubiera herido en el hombro con un golpe en falso (si fue por error o confusión, resulta incierto).
Este velo fue posesión de Sir J.C. Hippisley, quien afirmó que fue heredada de la casa de Estuardo en la familia de su madre. En 1818 y por encargo suyo, el artista Matteo Diottavi, de Roma, hizo un grabado, del cual dio copias a sus amigos. Sin embargo, la rapidez con la que los verdugos quemaron su ropa y el bloque de la decapitación, hacen imposible verificar su atenticidad.
La obra de Friedrich Schiller fue acogida con grandes aplausos en varias ciudades alemanas, y en ella se afirmaba que una cruz usada por la actriz era igual a la que perteneció a la reina desafortunada. De las reliquias en esta descripción, nunca se ha podido probar su autenticidad. Si alguna posee la credibilidad de haber pertenecido a la reina, es el velo con el cual se cubrió la cabeza en el andamio, después que el verdugo la hubiera herido en el hombro con un golpe en falso (si fue por error o confusión, resulta incierto).
Este velo fue posesión de Sir J.C. Hippisley, quien afirmó que fue heredada de la casa de Estuardo en la familia de su madre. En 1818 y por encargo suyo, el artista Matteo Diottavi, de Roma, hizo un grabado, del cual dio copias a sus amigos. Sin embargo, la rapidez con la que los verdugos quemaron su ropa y el bloque de la decapitación, hacen imposible verificar su atenticidad.
El velo está bordado con lentejuelas de oro por la misma mano de la reina, en hileras regulares que se entrecruzan y forman cuadrados pequeños, rematado en un borde de hilo de oro, al cual le fue bordado posteriormente una segunda fila, donde aparecen las siguientes palabras en letras de oro:
"velo Serenissim?ari?Scoti?t Galli?egin?artyris, fuit del condemnata del iniustissimam del mortem del anuncio del ab Heretica del dum del induebatur del quo. Sal MDLXXXVI De Anno. un conservatum del diu de Anglicana del matrona del nobilissima et en tándem, ergo Deo, consecratum de los donationis de Societati Jesu."
El breviario personal de Maria, que llevó con ella al andamio, se conserva en la Biblioteca Nacional de San Petersburgo, en Rusia. En la placa hay una inscripción, con un certificado doble de su autenticidad, donde se indica que el velo, un tesoro de la familia de la casa expulsada de Estuardo, estaba en posesión de una antigua rama de esa familia, y que Henrio Benedict Estuardo, cardenal de York, lo conservó por muchos años en su capilla privada, entre las reliquias más preciosas, y que a su muerte la legó a Sir Juan Hippisley, junto con un Plutarco valioso, un códice con las letras pintadas, y una moneda de oro grabada en Escocia durante el reinado de María.
"velo Serenissim?ari?Scoti?t Galli?egin?artyris, fuit del condemnata del iniustissimam del mortem del anuncio del ab Heretica del dum del induebatur del quo. Sal MDLXXXVI De Anno. un conservatum del diu de Anglicana del matrona del nobilissima et en tándem, ergo Deo, consecratum de los donationis de Societati Jesu."
El breviario personal de Maria, que llevó con ella al andamio, se conserva en la Biblioteca Nacional de San Petersburgo, en Rusia. En la placa hay una inscripción, con un certificado doble de su autenticidad, donde se indica que el velo, un tesoro de la familia de la casa expulsada de Estuardo, estaba en posesión de una antigua rama de esa familia, y que Henrio Benedict Estuardo, cardenal de York, lo conservó por muchos años en su capilla privada, entre las reliquias más preciosas, y que a su muerte la legó a Sir Juan Hippisley, junto con un Plutarco valioso, un códice con las letras pintadas, y una moneda de oro grabada en Escocia durante el reinado de María.
La placa fue consagrada por el papa Pío VII en su palacio del Quirinal, el 29 de abril de 1818. Hippisley, durante una estancia anterior en Roma, había sido íntimo amigo del cardenal de York, y logró obtenerlo para él, cuando emigró a Venecia en 1798 con otros cardenales, así como una pensión de 4.000 libras por parte del rey Jorge IV del Reino Unido, entonces Príncipe de Gales. Pero la pensión del cardenal fugitivo fue incautada a la fuerza por las autoridades de la Revolución francesa.
Ancestros de María I de Escocia.
El cardenal intentó recuperar este legado que él consideraba tan valioso. Según una nota sobre la placa, el velo tiene ochenta y nueve pulgadas inglesas de largo y cuarenta y tres de ancho, de modo que parece haber sido una clase de mantón o bufanda y no un velo.
En sus memorias, el escritor Melville relata que Schiller habla de un pañuelo que pertenece a la reina, del que se deshizo antes de su muerte, y que Schiller se inspira en esta anécdota para escribir las palabras bien conocidas de la escena de despedida, dirigidas a Hannah Kennedy. ¡"Acepte este pañuelo! con mi propia mano hice el bordado en mis horas de tristeza y he entretejido con mi escaldar: "Con este lazo entre tú y mis ojos".
En sus memorias, el escritor Melville relata que Schiller habla de un pañuelo que pertenece a la reina, del que se deshizo antes de su muerte, y que Schiller se inspira en esta anécdota para escribir las palabras bien conocidas de la escena de despedida, dirigidas a Hannah Kennedy. ¡"Acepte este pañuelo! con mi propia mano hice el bordado en mis horas de tristeza y he entretejido con mi escaldar: "Con este lazo entre tú y mis ojos".
Su vida forma la base para el poema épico Corona trágica de Lope de Vega (1628), el drama Maria Stuart de Friedrich Schiller (1800) y de la biografía Maria Stuart de Stefan Zweig (1935). Luis Coloma publicó su biografía novelada La reina mártir en 1907. En 1987 se publicó la biografía Marie Stuart de Michel Duchein y en 2003 la biografía "Elizabeth & Mary, cousins, rivals, queens" de Jane Dunn.
Basándose en el texto de Schiller surgió la ópera Maria Stuarda de Gaetano Donizetti (1835). Además, María Estuardo es protagonista en las óperas Maria Stuarda, regina di Scozia de Pietro Casella (1811), otra del mismo nombre, obra de Carlo Coccia (1827) y en Mary Queen of Scots de Thea Musgrave (1977).
La banda alemana de heavy metal Grave Digger también homenajeó a la reina en su balada "Ballad of Mary (Queen of Scots)" perteneciente a su álbum de 1996 "Tunes of War", en el que se habla de otros personajes históricos escoceses como Robert the Bruce o William Wallace.
El compositor británico Mike Olfield hace referencia a la reina en la canción To France , interpretada por la cantánte Maggie Reilly , en el l.p "Crises", editado en 1984.
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