Un grupo de juristas ha presentado este domingo una queja ante el Defensor del Pueblo solicitándo que recurra ante el Tribunal Constitucional el decreto del estado de alarma promulgado por el Gobierno de Pedro Sánchez debido a la pandemia del coronavirus.
Los expertos consideran que asistimos a "la más grave suspensión de derechos constitucionales de la historia de nuestra democracia con motivo de la declaración del estado de alarma en todo el país".
En concreto, los firmantes -catedráticos de Derecho Constitucional, profesores universitarios, ex jueces y abogados- solicitan al Defensor del Pueblo, Francisco Fernández Marugán, que formalice la interposición inmediata de recurso de inconstitucionalidad y de amparo ante el tribunal de garantías frente a la normativa desarrollada por el Ejecutivo desde que se declarase el estado de alarma el pasado 14 de marzo.
La extensa queja formulada, a la que ha tenido acceso EL MUNDO, se sustenta en "una grave preocupación por el estado de deterioro que sufre el sistema de libertades" de los españoles ante la "suspensión generalizada, universal, y permanente de los derechos fundamentales consagrados en nuestra Constitución", que no encuentra cobertura "jurídico-constitucional en el estado de alarma".
Los firmantes del documento son Carlos Flores Juberías, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Valencia; Carlos Ruiz Miguel, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Santiago de Compostela; Carlos Vaquero López, ex juez, profesor universitario y abogado; Santiago Carretero Sánchez, profesor universitario y abogado; Miguel Ángel Salom, graduado social y abogado; y los letrados Rafael Abati y Sergio Nuño Díez de la Lastra.
LA SITUACIÓN TIENE "ENCAJE" EN EL ESTADO DE EXCEPCIÓN
Estos juristas denuncian que el decreto del estado de alarma "ha supuesto una grave suspensión general del derecho fundamental a la libre circulación consagrado en el artículo 19 de nuestra Carta Magna al contener una prohibición global en cuanto a situaciones, personas y lugares, lo que desborda la previsión normativa contenida en la Ley para el supuesto del estado de alarma. Por lo que con la suspensión del derecho a la libre circulación nos encontramos en una situación práctica recogida para el supuesto de estado de excepción".
Los expertos sostienen que si bien el legislador dedicó la definición de epidemia y crisis sanitaria al estado de alarma, la puesta en marcha de los mecanismos legales y jurídicos por el Ejecutivo actual "exceden de gran manera" las disposiciones y limitaciones contenidas para ese supuesto, teniendo un mejor encaje interpretativo en el estado de excepción por la suspensión de derechos fundamentales.
"Esta extralimitación constitucional de la norma prevista para el estado de alarma, cuando de facto se está aplicando un estado de excepción pero sin ser aprobado, convierte la suspensión (que no limitación) del derecho fundamental a la libertad de circulación de todos los ciudadanos en nula de pleno derecho", señala este grupo de juristas.
"Un real decreto que hurta la competencia al Congreso de los Diputados para autorizar previamente la declaración del estado de excepción para suspender derechos fundamentales, supone una vulneración flagrante del marco constitucional y de nuestro Estado de Derecho", prosiguen.
MEDIDAS "INCONSTITUCIONALES"
"El artículo 9.3 de la Constitución expresamente prohíbe la arbitrariedad de los poderes públicos, los cuales se encuentran sujetos a las mismas normas y leyes que nos rigen al conjunto del Estado", advierten.
A partir de este razonamiento, los expertos en Derecho explican que al ser la situación lo "suficientemente grave como para haber acordado el estado de excepción con todas las garantías que la norma reconoce" y, por el contrario, al no haberse hecho las medidas adoptadas en el Real Decreto 463/2020 de 14 de marzo y la normativa posterior aprobada en ese escenario, tanto el real decreto ley como varias de las órdenes ministeriales dictadas son "inconstitucionales y por ende, nulas de pleno derecho".
Por tanto, argumentan, "no puede escapar de la necesidad de plantear ante el Tribunal Constitucional, como máximo tribunal de garantías, el control jurisdiccional de la normativa que aprueba el estado de alarma".
Asimismo, denuncian que el estado de alarma en vigor ha afectado a la suspensión de los derechos de reunión y manifestación, a la paralización del normal funcionamiento del Congreso de los Diputados y del sistema de control político sobre el Ejecutivo, a la suspensión del derecho de libertad religiosa, así como a la suspensión del ejercicio del derecho de la libertad de empresa.
Por último, en la queja sostienen que si finalmente el decreto del estado de alarma y demás normativa posterior aprobada resultan ser "declarados anticonstitucionales o contrarios al ordenamiento jurídico", lo mismo ocurre con las sanciones derivadas del incumplimiento de las órdenes de la autoridad competente en el estado de alarma, que necesariamente se contaminan y se convierten también en inconstitucionales y por ende, en nulos "sin que puedan surtir ninguna clase de efectos las denuncias efectuadas por los agentes de la autoridad" durante el confinamiento.
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La Dra. Natalia Prego Cancelo se manifiesta en contra de la obligación de llevar mascarilla, en todos los espacios públicos. Por ser perjudicial para los enfermos cardíacos, los enfermos de asma, los que sufren enfermedad pulmonar obstructiva crónica EPOC, los ancianos, los enfermos mentales. La doctora pone de manifiesto el absurdo de tener que llevar mascarilla un niño jugando en la playa, un joven paseando en bicicleta por el monte, el río, un parque, un lago. Asimismo señala que tanto la OMS, como el centro de prevención de enfermedades Europea, desaconsejan el Uso de mascarillas generalizado de la población y que a pesar de ello en España se obligue a llevar mascarilla en todos los espacios públicos. Por falta de evidencia cientificia.
«Los covidianos. ¡Va por ustedes!»
En marzo de 2020 surgió sin esperarlo, quiero decir, sin esperarlo, por la inmensa mayoría de la gente, un nuevo síndrome, una enfermedad singular que por la clínica y por los síntomas dejaba claro que no había sido antes vista. Produjo una rápida mortandad y en poco tiempo, un pico de fallecimientos que alarmó a todos, máxime cuando los medios de comunicación comenzaron en tromba a dedicar casi el cien por cien de su programación a hablar de ella. Se bautizó como Covid 19 y se atribuyó su causa a un virus antes desconocido que vino a llamarse Sars cov 2. Que según parece, se escapó de su jaulita por arte de biri-birloque.
Hasta ahí todo el mundo está al día de estos acontecimientos, y el que no se haya enterado o es un indio de la amazonia profunda que no ve la tele o es un esquimal que además ha hecho promesa de ermitaño.
Pero he aquí que a consecuencia de este advenimiento, ha surgido, especialmente en el mundo occidental una nueva “religión” y con ella un ejército innumerable de fervientes feligreses. Se trata de los covidianos.
El covidiano es verdaderamente un hombre de fe. Cree en un virus que no ha sido aislado ni purificado, y cree, por la fe. No llega a una conclusión, parte de una convicción.
No cree, ni cabe pensarlo, que ese síndrome pueda ser causado por cualquier otra causa, o por la suma de varias, eso sería herejía.
Por supuesto prohibir las autopsias y la investigación es cosa loable, no vaya a ser que alguien ponga en peligro el dogma.
El covidiano, cree todo lo que le dicen sus líderes religiosos, aunque haya quedado demostrado que mienten, no por nada, sino, por las continuas contradicciones en las que incurren, una cosa y la contraria varias veces en cortísimos espacios de tiempo, pero no importa, la fe es y debe ser ciega.
El covidiano confía en la prueba PCR, aunque el prospecto diga que no es específica, que no sirve para diagnostico, aunque su inventor lo haya dicho y están sus declaraciones y aunque algunos tribunales de otros países asistidos de informes periciales serios lo hayan demostrado. No importa, el dogma no se discute, se cree y punto. Y la PCR que erre, es el argumento para paralizar un país y el hundimiento de la economía y la parálisis de la sanidad.
El covidiano es cívico, lleva mascarilla y se la pone a sus niños, incluso a los más chiquitines aun sabiendo que para ellos no es obligatoria y que les perjudica enormemente. No obstante, es estricto y es cumplidor.
El covidiano, se convierte en el guarda de la prisión, y en el chivato del campo de concentración cuando llama al 112 para decir que ha visto un movimiento raro en casa de sus vecinos, que le ha parecido ver, que ha dejado entrar a una pareja de amigos que no son del edificio.
El covidiano es obediente, conduce con mascarilla aunque vaya solo en el coche, y llama la atención en misa o en el super al prójimo, si se la baja por debajo de la nariz porque el prójimo, está agobiado y necesita respirar.
El covidiano, no le dirige la palabra a los negacionistas, a sus familiares, a sus compañeros de trabajo, incluso de médico covidano a médico negacionista.
El covidiano es creyente por encima de todo, cree y no hay más que hablar. Si el prospecto de la vacuna dice que es de prueba o experimental, no importa, el cree, si las empresas farmacéuticas no se responsabilizan de los efectos secundarios, ni el gobierno ni nadie, no importa, el tiene fe ciega en sus líderes religiosos.
Si le dicen que no protege de contagio, le da igual, si le dicen que no exime de contagiar después de suministrada, es igual, la espera, la desea, la anhela. Y por supuesto, obligatoria para todos. Lo importante es el “interés colectivo” la dignidad individual es algo secundario.
El covidiano cree que la gripe estacional después de más de mil años de existencia ha desaparecido totalmente, debido a las precauciones y a la responsabilidad de la gente en sus relaciones sociales. Y en cambio cree que los contagios por Covid 19 han aumentado por la causa contraria, es decir por la falta de responsabilidad de la gente y sus relaciones sociales. Jamás pensará en esta evidente contradicción, ni llegará a la conclusión de que lo cierto es que se están recalificando las gripes hacia el Covid 19, para aumentar las cifras, pensar eso sería herejía.
Si las cifras anuales de fallecimientos por todas las causas son idénticas o similares a la media de todos los años anteriores, se queda perplejo, pero no lo quiere ver, ni quiere enterarse, se tapa los oídos, sería como traicionar su nueva fe. Lo niega, lo justifica, lo ignora, lo tergiversa, y repite una y otra vez la oración, el rezo diario que ha aprendido en la televisión, hay pandemia, hay pandemia, hay pandemia y no hay más que hablar, lo dice la televisión, las imágenes, los colapsos de los hospitales, no cabe dudar, ni pensar ni analizar. ¡Hay pandemia!
Entre los covidianos hay gente de todas las clases sociales, pobres y ricos, jóvenes y ancianos, gente sin estudios y universitarios, de letras y de ciencias.
El covidiano ha quedado noqueado, sometido por la muerte a la esclavitud, o mejor dicho y como diría San Pablo, por el miedo a la muerte, algo, que por otra parte, es consustancial con nuestra existencia. Pero ahora se ha bloqueado, su razón ha quedado colapsada.
Los covidianos son creyentes impecables, hay muchos entre mis afectos, entre mis familiares y amigos, son gente seria y educada, y son inteligentes sin lugar a dudas, pero por caridad cristiana y por disculparlos, yo diría que son, inteligentes asintomáticos.
Delante del juzgado de Los Cristianos, Tenerife. (arriba). Un chico hablando por teléfono separado de la gente con la mascarilla un poco bajada. 06.11.20. Fuente.
Después del 9 de mayo de 2021. Tu nueva "normalidad". Regulaciones autonómicas ilegales e inconstitucionales. Proposición de Ley de medidas para la gestión de la pandemia COVID-19-. Gobierno Vasco, España. 26 MAR 2021. https://youtu.be/WOhptdYM1FA
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