La zona del Misterio: Ocultismo en la Casa Blanca

¿Sabía usted que durante el tenso período de Guerra Fría las decisiones más cruciales fueron tomadas en virtud de las indicaciones de una astróloga; que presidentes como Abraham Lincoln fueron aficionados al espiritismo o que Jimmy Carter presenció la aparición de un OVNI? Quienes todavía alberguen dudas de que realmente «la astrología nos gobierna», tal vez cambien de opinión después de leer el siguiente artículo…

por : Antonio Luis Moyano
Donald Thomas Regan, asesor y principal hombre de confianza del presidente Ronald Reagan, confiesa en sus memorias que se llevó una gran sorpresa cuando empleados de la Casa Blanca le informaron de que la agenda presidencial se regía por un calendario astrológico elaborado por una amiga de Nancy, la esposa del Reagan. Recibió, según el propio interesado, la siguiente recomendación: «Sígale la corriente; por lo menos esta astróloga no es tan excéntrica como la anterior».

Aunque Ronald Reagan, el carismático presidente con un pasado hollywoodiense, nunca admitió tales rumores, lo cierto es que existen suficientes evidencias de su afición a la astrología, incluidos varios informes de la Biblioteca del Presidente. En su momento, algunas informaciones periodísticas aludieron a que la inusual hora elegida por Reagan para iniciar su ceremonia de investidura como gobernador de California –las 00: 10– en el año 1967 fue sugerida por el astrólogo Carroll Righter. También generaron grandes polémicas las declaraciones de la famosa y excéntrica «bruja» Sybil Leek, según las cuales ella y otros tres astrólogos indicaron la fecha más propicia para el comienzo del primer mandato presidencial del antiguo actor. En este sentido, Joyce Jillson, astróloga del periódico Daily News, comentó en una entrevista que asesores de Reagan le pagaron nada menos que 1.200 dólares por realizar las cartas astrales de ocho candidatos a la vicepresidencia.

Espiritista antes que presidente
De todos modos, parece claro que el interés de Reagan por la astrología se remonta a fechas muy anteriores a sus aspiraciones políticas. Antes de su conversión a los postulados más conservadores del Partido Republicano, cuando todavía votaba a los candidatos demócratas, el futuro presidente mantuvo cierta amistad con Carroll Righter, conocido astrólogo de la jet hollywoodiense. Esta relación se menciona incluso en el libro autobiográfico de Reagan, titulado ¿Dónde está el resto de mí?. Además, según diversos testimonios, como el de Henry Gris, ex director de la agencia de noticias UPI en Hollywood, o Edward Helin, discípulo del astrólogo, Reagan solía pedir asesoramiento a Righter sobre crisis matrimoniales o personales o cuál era la fecha más conveniente para someterse a una operación quirúrgica. Incluso parece que el astrólogo les sugirió a Reagan y a Nancy que contrajeran matrimonio el día 4 de marzo de 1952. Desde entonces, la astrología acompañaría a los Reagan en su trayectoria política, hasta la llegada a la Casa Blanca, hecho que habría sido vaticinado en una sesión mediúmnica…
En 1974, el cantante Pat Boone, el reverendo George Otis y un grupo de amigos visitaron al matrimonio Reagan en Sacramento. Al finalizar la velada, dispusieron tomarse de las manos formando un círculo para invocar una plegaria. En pleno «ritual», Otis se creyó poseído por el Espíritu Santo y entró en una especie de trance mediúmnico. Dirigiéndose al futuro presidente, de su boca brotaron las siguientes palabras: «Hijo mío, si caminas rectamente siguiendo mis pasos, residirás en el 1.600 de la avenida de Pennsylvania». El vaticinio se cumplió al llegar a la Casa Blanca.

Brujas al poder
En 1973 Nancy Reagan conocería por mediación del famoso showman televisivo Merv Griffin a Joan Quigley, una atractiva y aristocrática dama, hija de un acaudalado abogado. La mujer, además de una celebridad en el mundo de la astrología, era conocida por sus apariciones en la prensa rosa, pues solía codearse con famosos personajes de la alta sociedad. Su afición por la interpretación de los astros surgió cuando con 15 años acompañó a su madre a la consulta de una octogenaria bruja escocesa de San Francisco llamada Jerome J. Pearson. Ésta iniciaría a la adolescente en el ocultismo y las artes adivinatorias. En 1947, después de graduarse en Historia del Arte en la elitista Universidad de Vassar, y contrariando los deseos de su padre, Quigley decidió dedicarse profesionalmente a la astrología.

Años después de que Reagan abandonara la presidencia, Quigley confesó que habitualmente se encargaba de elaborar un minucioso informe astrológico sugiriendo los días en los que el mandatario republicano debía de abstenerse de hacer declaraciones sobre política exterior. Por su parte, Donald T. Regan, principal asesor del presidente, escribió en su libro Para que conste (1988): «A pesar de que nunca llegué a conocer a dicha vidente, ya que la señora Reagan me pasaba por teléfono los pronósticos que recibía, se convirtió en un factor tan importante de mi trabajo y de los asuntos de mayor importancia de la nación, que llegué a tener un calendario de colores sobre mi escritorio, con fechas en verde para los días buenos, en rojo para los malos y en amarillo para los dudosos, a fin de recordar cuándo era propicio que el presidente de Estados Unidos se trasladara de un lugar a otro, hablara en público o comenzara negociaciones con alguna potencia extranjera».

El auténtico «poder de los astros»
El 30 de marzo de 1981 un perturbado disparó contra Reagan, hiriéndolo de cierta consideración. A partir de entonces, Nancy, su esposa, comenzaría a solicitar de manera más continuada y obsesiva el asesoramiento de la astróloga. Y es que desde el punto de vista astrológico, el atentado se insertaba dentro del llamado «ciclo maldito»: la nefasta conjunción planetaria Júpiter-Saturno, la cual tiene lugar cada veinte años y que en los últimos 140 años siempre ha coincidido con desgracias para los inquilinos de la Casa Blanca. En esta conjunción falleció de neumonía William H. Harrison sólo un mes después de acceder a la presidencia en 1840. Y hasta el trágico final de John F. Kennedy, ninguno de los presidentes elegidos cada veinte años había logrado terminar su mandato, ya fuera como consecuencia de alguna enfermedad –Harding y Roosevelt– o víctima de un atentado –Lincoln, Garfield y McKinley–.

En las memorias de Nancy Reagan leemos: «Aunque nunca estuve completamente segura de que los consejos astrológicos de Joan sirvieran para proteger a Ronnie, lo cierto es que nada parecido a lo ocurrido el 30 de Marzo volvió a suceder». El caso es que a partir de esa fecha, la astróloga se convertiría en una asesora muy cercana del presidente Reagan.

El asesor presidencial Donald T. Regan declaró que, en virtud del calendario astrológico elaborado por Quigley, se retrasaron ruedas de prensa cruciales durante el secuestro de ciudadanos norteamericanos en Irán; se alteraron los itinerarios del presidente y, probablemente, el «poder de los astros» influyera en la destitución de cargos tan importantes como el director de la CIA.

La propia Joan Quigley cuenta en su autobiografía que sus consejos astrológicos habrían llegado a influir en asuntos tan cruciales como las relaciones entre Reagan y Mihail Gorbachov en plena Guerra Fría. En una entrevista con la astróloga publicada en exclusiva en el número 1 de AÑO/CERO, ésta nos confesaba: «Le dije a Nancy que la química entre Gorbachov y el presidente era potencialmente muy buena si Ronnie descartaba su idea de que Rusia era el imperio del mal y acudía a las conversaciones de Ginebra con una actitud conciliadora».

La vidente de Nixon
El 2006 Timothy Nafcali, profesor de la Universidad de Virginia, experto en terrorismo e investigador oficial de la Comisión del 11-S, realizó un sorprendente descubrimiento en los Archivos Nacionales: una serie de grabaciones de las conversaciones que en el Despacho Oval mantuvieron el entonces presidente Richard Nixon y la famosa vidente Jeane Dixon. Así, en uno de los encuentros que tuvo lugar el 19 de septiembre de 1972 –poco después de que un comando palestino asesinara a varios atletas israelíes en las olimpiadas de Munich– la vidente alertó a Nixon de posibles ataques terroristas en Estados Unidos, sobre todo contra la comunidad judía. Éste, ni corto ni perezoso, hizo llamar a su principal asesor, el todopoderoso Henry Kissinger, para contarle lo que le había dicho su vidente de confianza y además le ordenó crear un comité gubernamental contraterrorista que debía estar comandado por los directores del FBI y la CIA. En las grabaciones se puede escuchar cómo Nixon, presa de una gran excitación, le dice a Kissinger: «Puede ocurrir que los terroristas maten a alguien, por lo que debemos tener un plan. Imagínate que secuestran, por ejemplo, a Isaac Rabin –futuro presidente israelí y entonces embajador en EE UU– y que ellos nos piden a cambio de su liberación que soltemos a todos los negros que están encarcelados en los Estados Unidos. ¿Qué demonios haríamos entonces? Debemos tener preparados planes de contingencia por si sucede algo así». Dixon, la paragnosta, pensaba que dos personalidades estaban en verdadero peligro de muerte: Katharine Graham, la dueña del periódico The Washington Post, cuyo padre era judío, y el showman televisivo Alan King.

En posteriores encuentros, el presidente trató con la vidente cuestiones tan candentes como los acuerdos EE UU-URSS sobre armamento nuclear o el canal de Panamá. Jeane Dixon incluso advirtió al presidente que tuviera cuidado con Paul Nitze, el negociador estadounidense en las conversaciones con los soviéticos, pues podría ser un agente de la KGB. Además, en pleno escándalo Watergate, que terminaría obligando a Nixon a dejar la Casa Blanca, éste también consultó en varias ocasiones a Dixon.

En otro de los encuentros entre ambos, la vidente le contó a Nixon que de camino a la Casa Blanca se topó con una manifestación de pacifistas, a los que intentó convencer de su error. Les dijo quién era ella y cómo la primera vez que se encontró con Nixon, en 1949, ya le profetizó que tenía el respaldo de Dios, por lo que en un futuro se convertiría en presidente de los Estados Unidos. «Vi claramente el camino que tenías trazado –afirma Dixon, dirigiéndose al presidente–, porque Dios tenía un plan para tí, para que llegaras a la presidencia». A continuación, la vidente dice que les gritó a los manifestantes: «El Señor intercede por Nixon para hacerlo grande, él dirige a la nación hacia Cristo, el príncipe del Universo».

Espíritus y arquetipos
Simon F. Case, coronel y mano derecha del presidente Lincoln, escribió en su libro Proclama de la Emancipación que el presidente era habitual de las sesiones espiritistas y, en una de ellas, recibió un mensaje trasmitido por un «ser sobrenatural» que lo convenció de la necesidad de abolir la esclavitud. Este hecho tuvo lugar una tarde de 1861. Case participaba junto a Lincoln en una velada espiritista en la que el papel de médium le correspondía a una adolescente. Con los ojos vendados, la joven armonizó melodiosos acordes musicales frente a un piano y poco después entró en trance y se aproximó hasta el presidente para transmitirle el siguiente mensaje: «Usted ha sido llamado a la posición que ahora ocupa para una gran tarea. El mundo está bajo una esclavitud universal; y debe dejársele libre físicamente, para que puede alcanzar espiritualmente su estado». Después de escuchar este mensaje, Lincoln se empeñó en decretar la proclama que, a partir de 1863, permitiría la emancipación de más de cuatro millones de esclavos afroamericanos. Más recientemente, Hillary Clinton ha manifestado que durante los años que vivió en la Casa Blanca pudo percibir la presencia de espíritus en diversas estancias del edificio presidencial. Tampoco ha ocultado su cercanía y amistad con la psicóloga Jan Houston (foto superior), directora de la Fundación para la Investigación del Espíritu y autora de quince libros de psicología y crecimiento interior. En los mentideros de Washington se dice que la ahora senadora y candidata favorita para representar al Partido Demócrata en las próximas elecciones presidenciales, no hace nada sin consultar antes a su popular «gurú».

Fascinados por los ovnis
Varios presidentes de EE UU han expresado en público su interés por el fenómeno de los no identificados, e incluso algunos de ellos llegaron a reconocer que habían sido testigos de OVNIs. En 1974 el entonces gobernador de California Ronald Reagan observó una extraña luz blanca a escasa distancia de la avioneta en la que volaba. El futuro presidente relató su experiencia al diario The Wall Street Journal y años después se referiría en varias ocasiones ante la prensa a la posibilidad de las visitas extraterrestres. Bull Paynter, el piloto de la avioneta, declaró: «El OVNI pasó de una velocidad normal de crucero a otra vertiginosa instantáneamente». Gerald Ford, que ocupó la presidencia entre 1974 y 1977, hizo posible la creación de una comisión en el senado para investigar el enigma OVNI. El político se empezó a interesar por el tema a raíz de una oleada de «luces voladoras» que tuvo lugar en el estado de Michigan en 1966. También Jimmy Carter, presidente entre los años 1977-1981, observó un extraño disco luminoso en 1969 junto a una docena de testigos. Su testimonio aparece recogido en un cuestionario elaborado por el NICAP (Comisión Nacional para la Investigación de Fenómenos Aéreos), entonces la organización civil más importante en la investigación ufológica.

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