ESPAÑA ME MATA : Carta de un estéril


Tumbado sobre la camilla del quirófano con la mirada perdida en el techo, las manos sudorosas y las piernas abiertas de par en par, me extrañé al notar un leve roce de las tijeras de mi urólogo en mis testículos. Aunque fue algo casi imperceptible por el efecto de la anestesia local que me habían inyectado, para tranquilizarme pensé que con los genitales adormilados no notaba bien dónde estaba cortando el doctor. Además, quién era yo, un rumano llegado a España hace una década en busca de trabajo, para trasladarle mis recelos a un médico especialista. 

Tudor Pampana muestra la reclamación que interpuso por el error médico. A.L.

Ahora reconozco que me arrepiento de no abrir la boca en aquel instante porque, sólo un rato después de salir del quirófano, mi sospecha repentina durante la intervención se convirtió en una desagradable noticia: en vez de cortarme un trozo de piel dura que se había formado en la corona de mi pene, Alfredo Roca me había realizado una vasectomía.

Pero disculpen que no me haya presentado. Soy Tudor Pampana y les voy a contar la historia de cómo quedé estéril sin pretenderlo.

Les prometo que no lo podía creer. ¡Una vasectomía doble cuando sólo tenían que hacerme una simple circuncisión en el pene! ¡Increíble! Se percató del desaguisado Eugenia, mi pareja, cuando salí del quirófano por mi propio pie y en el hospital nos dieron un parte con la medicación que debía tomar en casa. "Tudor, aquí pone que te han hecho una vasectomía", me dijo extrañada. Déjate de bromas y vámonos, respondí. "No es broma. Lee aquí", afirmó ella mientras llevaba su dedo índice de la mano derecha a la parte del folio donde ponía 'Tratamiento y normas tras la intervención de vasectomía'. Casi me caigo de espaldas. El urólogo me había dejado estéril, ¡¡¡es-té-ril!!!



Una hora antes de enterarme de que a mis 52 años ya nunca podré tener más hijos -nunca se sabe qué le deparará a uno la vida-, yo, ataviado con un pijama abierto por el trasero, me encontraba en un quirófano del hospital San Rafael de Cádiz para practicarme una circuncisión en una especie de herida o de quemadura, similar a la fimosis, que me había salido en el pene a causa de un tumor de vejiga diagnosticado en 2010. 

Recuerdo que ese día, el 15 de octubre, estaba tranquilo porque sabía que se trataba de una sencilla intervención y porque el cáncer me había llevado ya seis veces a quirófano, sin olvidar la operación para ponerme una válvula en el corazón.

Una operación que duró 25 minutos

Allí, recostado sobre aquella camilla, para poder intervenirme me pincharon anestesia varias veces en mis genitales, aunque no sé decirles cuántas con exactitud porque poco a poco 'eso' iba perdiendo sensibilidad. Estuve despierto durante toda la operación, que duró cerca de 25 minutos, un tiempo que ahora, ¡claro, un mes después de aquello!, encuentro excesivo para algo tan simple.

Aunque tenía una especie de cortinilla de papel sobre el pecho, pude ver que mi médico, el urólogo Alfredo Roca, estaba usando unas pequeñas tijeras metalizadas. Y aunque no sentí ningún tipo de dolor ni malestar, noté levemente al menos dos cortes en la zona baja de mis testículos. Eso me intranquilizó, para qué les voy a mentir, pero seguí callado porque confiaba en él -un portero de discoteca retirado no podía dudar de un doctor- y también porque después de abandonar Bucarest hace diez años para instalarme aquí, en Conil (Cádiz), aún no he conseguido hablar bien el castellano.

Terminada la intervención, mi pareja, Eugenia, de 43 años, con la que llevo media vida y tengo una hija de 24 trabajando en Rumanía, me esperaba a la puerta del quirófano para volver a casa. Pero cuando nos entregaron el informe de la intervención con los cuidados a seguir y la medicación a tomar, vimos que el urólogo había cometido el error de vasectomizarme.

Eugenia y yo, irritados, acudimos hasta el quirófano para reprocharle su falta de profesionalidad. Primero nos respondió con altanería y dijo que su asistente no le había comunicado el tipo de operación, que tampoco había mirado el informe donde se indicaba la intervención y que pensó que se trataba de una vasectomía porque era lo que había hecho esa mañana a todos sus pacientes anteriores. Luego nos echó la culpa a mi pareja y a mí. Nos dijo que nosotros debíamos haberle informado antes de operar. ¿Hablaba en serio ese señor? Eso me dolió mucho. Sentí que por ser extranjero trataba de reírse de mí. En ningún momento se disculpó.

Una reclamación

Con el enfado decidí poner una reclamación ante el hospital, que es privado y al que la sanidad pública andaluza me derivó para aliviar su sobrecarga de pacientes. Pasados los días, el abogado José Luis Ortiz presentó en mi nombre ante el juzgado de Instrucción número 2 de Cádiz una denuncia penal contra el urólogo. El periodista que me visitó en Conil ha contactado en dos ocasiones con la clínica que el doctor tiene en El Puerto de Santa María para conocer su versión, pero en ambas ha rechazado pronunciarse.

Termino ya. Hace un par de semanas, en el hospital público de Puerto Real, volví a entrar en quirófano para circuncidar esa fimosis que aún seguía ahí. La intervención duró apenas diez minutos y ya comienza a remitir esa quemazón que me subía por la entrepierna desde que me dejaron estéril. Pese a que la dirección del hospital San Rafael, a través del letrado de su seguro, ya me ha hecho tres ofertas como contraprestación al daño causado (primero, 4.500 euros; luego, 6.000, y este jueves, 10.000), voy a esperar a que la Justicia decida. Soy optimista. Mi abogado asegura que en España ha habido dos casos anteriores ganados por pacientes vasectomizados por error a los que se indemnizó con 45.0000 y 60.000 euros.

Mientras, seguiré viviendo de mi pensión de 340 euros al mes y de lo que gane mi mujer como cocinera durante los meses de verano porque ahora, con una hernia de disco, se encuentra de baja. Y aunque sé que nunca más tendré hijos naturales -un golpe psicológico para todo hombre- al menos me río con las bromas que Raluca me hace desde Bucarest: "Papi, no te preocupes, te hago abuelo cuando quieras".




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