Parece que los programas para vigilar nuestras vidas hasta el más recóndito rincón, no se limitarán a la vigilancia de nuestras telecomunicaciones, al monitoreo constante de nuestra actividad en las redes, ni a la omnipresencia de las escrutadoras cámaras de vigilancia en las calles.
En algunos países ya se están empezando a crear elaborados programas para conseguir que los niños vigilen y denuncien a sus propios padres y familias.
Un ejemplo de ello lo tenemos en un polémico programa de vigilancia escolar que se está iniciando en Escocia.
Los escolares de Escocia serán sometidos a pruebas psicológicas ‘encubiertas’ como parte de un nuevo programa de vigilancia impulsado por el gobierno Escocés del SNP.
Mediante este programa, cada joven y niño de Escocia será interrogado sutilmente en la escuela sobre su vida privada y su hogar y se le pedirá que complete una serie de cuestionarios intrusivos, con el presunto objetivo de asegurar el bienestar de los niños y de saber si sus padres los tratan adecuadamente.
Entre otras cosas, estos cuestionarios les preguntarán a los niños si sus padres les “hacen sentir especiales” o si consideran que viven en un hogar “acogedor”, entre muchos otros detalles personales destinados a vigilar a los padres a través de los ojos de sus propios hijos.
Pero quizás lo más inquietante no serán las preguntas en sí ni los exámenes regulares a los que serán sometidos los niños en la escuela, sino que las respuestas de éstos serán almacenadas en una gigantesca base de datos del gobierno, que elaborará PERFILES de alumnos y de familias; y luego esos datos serán analizados para seleccionar a determinados alumnos que posteriormente serán sometidos a una investigación bajo el programa Named Persons, que asigna como tutores o vigilantes estatales a funcionarios concretos (maestros o visitadores médicos), que “aconsejarán” a los niños y a sus familias sobre cómo deben afrontar “sus problemas”.
Los alumnos escoceses deberán ir haciendo frente a estas pruebas intrusivas regularmente a lo largo de toda su carrera escolar, desde que entren en la escuela hasta los 18 años o más allá si repiten cursos.
Se alentará a los niños más pequeños a que divulguen información en las clases acerca de sus familias y de su vida en el hogar, mediante juegos con tarjetas y canciones para que se familiaricen con la definición de bienestar estipulada por el gobierno escocés.
Los niños más mayores se enfrentarán a toda una amplia serie de preguntas, en áreas que irán desde la vida familiar hasta la salud sexual, y se les pedirá que evalúen sus experiencias en todos estos campos en una escala de cero a diez.
Una de las pruebas a las que se someterá a los niños, una herramienta llamada “lo que pienso“, está diseñada para desentrañar los detalles más íntimos de las familias de los alumnos a través de preguntas directas, incluso en las guarderías.
Los maestros de todo el país están siendo entrenados sobre cómo transferir correctamente las respuestas de los niños a la gigantesca base de datos, mediante ejemplos de posibles testimonios hipotéticos de los niños sobre sus vidas.
Por ejemplo, uno de los ejercicios de entrenamiento, incluye a un hijo varón, llamado genéricamente “J” que explica en clase que “no echa de menos a su madre cuando pasa la noche con su abuela”.
Otro ejercicio describe a un niño que cuenta que “se hizo un corte en el labio jugando solo en el parque” y que cuando volvió a casa llorando, su padre le grita, diciéndole que es “un niño grande y que no debe llorar como un bebé”.
Otro ejemplo de entrenamiento, hace referencia a un niño que cuenta que “siente miedo en su habitación” y que a veces su madre le permite mantener la luz encendida, aunque a veces lo castiga apagándola“si no se porta bien”.
Estos son ejemplos con los que se entrena a los maestros para que aprendan a describir los testimonios de los alumnos de forma adecuada cuando lo suban a la gran base de datos.
En el Concejo de Angus, a los alumnos se les pregunta, mediante tarjetas, cosas como: “¿Quién limpia tu casa? ¿Es acogedora? ¿Quién hace el té? ¿Cómo está tu habitación?”
Estas tarjetas también se han elaborado para los padres, animándoles a“comportarse de una manera que constituya un buen ejemplo para su hijo” y “participando en actividades de la comunidad”.
Las tarjetas fueron desarrollados por el Concejo de Angus y están siendo utilizadas por otras autoridades locales escocesas.
Pero en Escocia, este programa tremendamente intrusivo ya ha levantado un fuerte rechazo, sobretodo cuando a los niños más mayores se les pregunta si beben, fuman o cometen crímenes y sobre si se sienten cercanos emocionalmente a sus padres.
Algunos expertos denuncian los peligros de estos tests de vigilancia y los activistas denuncian que los equipos destinados a entrenar a los maestros para que elaboren estas pruebas, ya están aconsejando a los docentes que oculten a los padres la verdadera naturaleza de la elaboración de perfiles.
Simon Calvert, director de la campaña en contra del programa Named Persons, afirma que las últimas revelaciones sobre lo que pretenden hacer le resultan ‘espeluznantes’.
“Los padres van a tener que pedirle a las escuelas y a las autoridades locales que dejen de espiar a sus hijos”.
“Psicológicamente la manipulación de los jóvenes para extraer de ellos información confidencial es algo fundamentalmente equivocado; pero almacenar además toda esta información en una base de datos gigante es asombrosamente temerario”.
“Es algo orwelliano, inmoral y tiene que ser detenido inmediatamente”
Como decíamos antes, los datos recopilados por los maestros durante las pruebas de control regulares, son subidos a una base de datos estatal y analizados en el programa Named Persons, que juzga el bienestar de cada joven contrastando los datos obtenidos con una lista de comprobación del gobierno, que incluye indicadores tales como si el alumno necesita ir al dentista, si se porta mal en clase o si no se presenta voluntario a realizar determinadas actividades.
Angela Constanza, Secretaria del Gabinete de Educación y Aprendizaje Permanente desde 2014 (SNP) Partido Nacional Escocés, miembro del Parlamento escocés de Almond Valley (anteriormente Livingston ) desde 2007.
Una investigación que involucra a trabajadores de los servicios sociales podría hacer un seguimiento de un joven si este no se muestra “en general optimista”, si “no muestra actitudes positivas hacia la sexualidad de los demás” o “si se lesiona jugando algún deporte”.
Cada una de las 32 autoridades locales de Escocia ya está recibiendo el software necesario para realizar un seguimiento adecuado de los alumnos, su rendimiento y su comportamiento, en un sistema llamado SEEMiS, con información compartida con el Gobierno escocés y el NHS (Servicio Nacional de Salud del Reino Unido).
Los críticos dicen que este esquema de elaboración de perfiles va incluso más allá del controvertido sistema ‘ContactPoint’ de Inglaterra que fue desmantelado en 2010 tras una catarata de advertencias y denuncias que afirmaban que era ilegal e inseguro.
Ahora se teme que la centralización de los perfiles, datos y archivos de un millón de niños escoceses, incluyendo su nombre, dirección, aficiones e incluso fotografías, así como el trayecto que realizan cuando van a la escuela, les puede exponer al riesgo de ser secuestrados.
El Dr. Stuart Waiton, profesor de sociología en la Universidad de Aberta y en Dundee, Escocia, afirma que: “Un problema importante con los profesionales de la campaña Named Persons, es que no parecen creer que la familia como institución privada sea importante para la sociedad. Su mirada deformada de la realidad les hace percibir la confianza, la lealtad y la privacidad en el seno de las familias, como un conjunto de secretos que se ocultan a puerta cerrada y que deben ser desvelados”.
“Una vez que estos programas consideren a todos los niños como vulnerables y a cada familia como algo potencialmente tóxico, el resultado será que estos profesionales de la vigilancia, cada vez verán menos problemas en interferir en la vida privada de los niños, sus padres y las familias”
Bajo el esquema Named Persons, cada niño tendrá un tutor del estado asignado al nacer, para supervisar su bienestar hasta la edad de 18 años.
Todas las familias recibirán 11 visitas obligatorias para inspeccionar las habilidades de los padres antes de que un niño comience a asistir a la escuela.
Los trabajadores de Named Persons, tendrán derecho a exigir información y compartirla con la policía y los trabajadores sociales, sin el conocimiento o consentimiento de los padres.
Maggie Mellon, vicepresidenta de la Asociación Británica de Trabajadores Sociales y ex directora de la organización benéfica Children 1st, afirma que los indicadores de bienestar que se utilizarán en esta herramienta, claramente están siendo utilizados como un método para examinar a los padres. Según Mellon, con las pruebas de vigilancia a los niños, en realidad no se intenta medir la felicidad o la creatividad del niño, sino vigilar a las familias.
De hecho, este esquema de vigilancia trata a los maestros y cuidadores como profesionales y expertos neutrales incapaces de equivocarse, mientras insinúa que los hogares familiares son entornos peligrosos que deben ser monitoreados y vigilados “por el bienestar de los niños”.
Pero Mellon denuncia que la realidad, muchas veces es la opuesta.
Según Mellon, muchas veces los niños llegan a sus casas hablando de cómo sus maestros o cuidadores en las escuelas, les han gritado o castigado por hacer cualquier cosa.
Pero los padres no se dedican a anotar los nombres de esos maestros que han castigado a sus hijos y a subirlos a una base de datos nacional para que otros padres puedan controlarles como si fueran unos criminales.
Además, este programa de vigilancia hacia el bienestar de los alumnos, no tiene en cuenta la posibilidad de una opinión sesgada por parte de los maestros hacia sus alumnos o sus familias.
El programa no tiene en cuenta que los maestros pueden tener prejuicios acerca de sus alumnos y sus padres, por el simple hecho de que sean pobres, negros, madres o padres solteros, parejas gays o cualquier posible prejuicio que altere la percepción del maestro y le impulse a perjudicar a dichas familias consciente o inconscientemente.
Lo más grave es que esta herramienta de vigilancia, si nadie la detiene, va a empezar a ser utilizada y la información será interpretada como evidencia de un posible abuso o negligencia de las familias hacia sus hijos, lo que puede acarrear la destrucción de dichas familias con un simple click de ratón y la aplicación del correspondiente protocolo.
Como vemos, estamos ante una maniobra que de proliferar y extenderse a otros países, tendrá graves consecuencias a la hora de moldear la sociedad del futuro.
Por un lado, permitiría la aplicación de un demoledor sistema de vigilancia social que serviría para debilitar el estamento familiar y reforzar así el poder centralizado del Estado y de una autoridad externa difusa decidiendo todos los detalles relativos a la vida de los individuos; todo ello aplicado por un estado tecnocrático en el que “los expertos” ejercerán de auténticos padres de los niños y mediante el cual, los auténticos padres biológicos ejercerán únicamente de depositarios de los niños, casi como si fuera un préstamo que les hace el Estado.
Pero lo más grave es que con ello se cultivará la mente de toda una generación de niños, que serán programados desde bien pequeños para revelar todos los detalles de sus vidas y de la intimidad de sus hogares.
Niños que serán instruidos para convertirse en delatores de sus seres queridos, como si exponer los detalles de su propia vida y de sus propios padres a un extraño, fuera la cosa más normal del mundo.
Y como siempre, los pretextos utilizados para implementar estos monstruosos programas de control social parecen encomiables.
No dicen que el objetivo es garantizar el sano desarrollo de los niños y su bienestar, como si todos los padres fueran unos criminales en potencia y las familias un pozo de perversión y malos tratos.
Si no hacemos nada ahora, en el futuro vamos a lamentar enormemente no haber detenido el nacimiento de esta insportable dictadura tecnocrática, mucho más sutil y por lo tanto, mucho más efectiva y terrible que la que nos exponía George Orwell en 1984.
Y es que a veces hasta parece que Orwell pecó de ingenuo y se quedó corto…
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