Eran jóvenes y estaban sobradamente preparados para dar el salto al espacio. Habían conseguido abrirse paso entre 17.304 aspirantes españoles y, después de superar exámenes físicos, de habilidades sociales e intelectuales y de diseñar ellos mismos un traje artesanal de astronauta, ya estaban entre los 20 últimos candidatos a integrar la tripulación de un vuelo suborbital. AXE Apollo y el astronauta Buzz Aldrin patrocinaban la espectacular campaña mundial. Los dos ganadores en las pruebas de Ibiza, celebradas el 22 de junio de 2013, pasarían a la fase final del concurso AXE Space Jump en Orlando, donde se elegiría al primer astronauta español no profesional que viajaría a más de 100 kilómetros de la superficie de la Tierra.
La travesía espacial nunca llegó a realizarse, pero aquel día de junio en la isla más popular de Baleares sí que volaron concursantes, y no precisamente en las mejores condiciones. La agencia a la que AXE encargó la organización del evento (hoy Grupo Team) parecía tener prisa por alcanzar la Luna. La prueba de 'blob jump', un salto que aprovecha la fuerza de la caída de los denominados 'jumpers' desde una plataforma hasta una colchoneta en cuyo extremo se encuentra preparado el concursante -o 'blobber'- para salir catapultado al aire, se les fue de las manos. Era el salto que les daría el pasaporte al espacio; se premiarían tanto la técnica como el traje de astronauta que trajeran. Habían firmado una declaración de consentimiento y sobre el papel la marca les daba todas las garantías de seguridad. Pero algo falló.
"Yo soy muy deportista y estoy acostumbrada a hacer pruebas de altura, pero caer desde 12,5 metros a 57 km/h a oscuras a las 11 de la noche, sin visibilidad y de cara, es demasiado", explica Yaiza Schmöhe Ollero, que da "gracias a Dios de estar viva". Esta doctora en Física Teórica y Cosmología no ha podido volver a dar clases de Física y Química en el instituto de Madrid donde las impartía porque, después de dos años y medio, sigue viendo doble y padece fuertes dolores de espalda, cuello y rodilla. Ha interpuesto una querella contra Unilever Spain (propietaria de AXE) y dos personas de la organización por un delito de lesiones por imprudencia, demanda que fue admitida por el Juzgado Número 4 de Ibiza.
Desde el incidente, dice, no ha tenido noticia alguna ni de la multinacional ni de los encargados de la organización del evento para responder por las condiciones de seguridad del concurso. "No se puede jugar con la vida de la gente y lavarte las manos como si no fuera contigo", critica Yaiza, que está dispuesta a continuar la batalla "contra Goliath", harta de la "indiferencia" y la desatención que atribuye a los responsables del fatídico concurso.
Aparte de seguir la batalla en los tribunales, prepara un documental para dar a conocer lo ocurrido en el Puerto de Ibiza hace dos años con todos los documentos que atesora desde entonces. Porque no solo ella sufrió heridas; Yaiza se encontró en urgencias con otros tres concursantes que tenían desde fracturas de vértebras hasta rotura de ligamentos de rodilla como consecuencia de los estratosféricos saltos. Todas las víctimas fueron por su cuenta al hospital y se costearon los gastos, porque no sabían nada sobre su seguro.
Fuentes de Unilever aseguran que la agencia subcontratada para organizar el evento estuvo tratando de llegar a un acuerdo con Yaiza que no llegó a cristalizar. "Hemos estado detrás de este tema, preocupándonos por ella", agregan desde la firma británico-neerlandesa, que no confía en el futuro de la querella. Aseguran que todos los participantes del concurso firmaron un documento en el que confirmaban conocer las pruebas. El Confidencial ha tratado de ponerse en contacto con la agencia del evento, pero no ha sido posible.
De acuerdo con el testimonio de otra participante de la prueba que ha pedido permanecer en el anonimato, la querella de Yaiza no es la única reclamación contra el concurso. Hay otra denuncia por el robo de una mochila en la que ella y el concursante al que acompañaba guardaban los billetes de vuelta a su ciudad para el día siguiente y que desapareció durante el evento. "Nos fuimos a la comisaría a las 12:30 de la noche. Todavía estamos esperando a que respondan por el robo, pero han eliminado todas las formas de contacto con la organización, los correos, etc.; incluso han desaparecido los vídeos oficiales de la prueba, y eso que hicieron 'streaming", explica.
Precisamente en el texto de la querella de Yaiza se hace mención a la erradicación de este material de internet, de manera que solo ha podido sustentar su postura en un vídeo anónimo en YouTube y otro del diario 'La Vanguardia' con el que tratan de demostrar, según una prueba pericial aportada, que la altura de los saltos que iban narrando los presentadores -que en teoría no superaban los 10 metros- era inferior a la real. Yaiza, por ejemplo, llegó a alcanzar en este concurso los 12,6 metros de altura, cuando el récord mundial es de 22.
"No hubo ensayos ni ningún tipo de seguridad", dice la otra participante. El día anterior a la prueba, ninguno de los concursantes pudo ensayar los saltos, sino que los hicieron otros integrantes de la organización, además desde una plataforma a menor altura. Otra diferencia con el día de la prueba es que las personas que se lanzaban a la colchoneta para propulsar al 'blobber' iban de dos en dos, y el 22 de junio de tres en tres, lo que multiplicaba la fuerza del salto. Además, no se trataba de expertos en 'blob jump', sino de "gorilas de seguridad de discotecas", agrega la acompañante. Todos estos parámetros, explica, empeoraron las condiciones del salto.
Los más de 17.000 españoles que se inscribieron en el concurso tuvieron superar pruebas intelectuales, psicológicas, sociales y físicas, hasta que solo quedaron 20 finalistas, entre ellos Yaiza. Más.
Ya lo denunció en su día la meteoróloga Mònica Usart, que también participó en el concurso de AXE Space Jump, en declaraciones a 'La Vanguardia'. "En el salto se nos dijo cómo nos teníamos que colocar en la colchoneta, pero en ningún momento recibimos la suficiente formación sobre cómo debíamos caer al agua", dijo entonces la mujer, que sufrió varias contusiones y una contractura en la clavícula.
Los concursantes además se quejan de que nunca revisaron los trajes de astronauta que ellos mismos habían confeccionado. De hecho, uno de ellos tuvo que darse unos puntos de sutura en la nariz porque durante el salto se rompió la visera del casco de moto que llevaba. "Se les fue de las manos", sentencia Yaiza, quien ahora se alegra de haberse quitado el casco de acero.
Siete jóvenes de la UPM (Universidad Politécnica de Madrid) habían superado diversas pruebas de todo tipo hasta encontrarse entre los seleccionados para el siguiente reto: el AXE SPACE JUMP, que se celebró en Ibiza. Allí, con los trajes de astronauta diseñados por ellos mismos, los 20 candidatos a astronauta tendrían que hacer un salto de 10 metros sobre el mar (salto de Blob Jump). El AXE SPACE JUMP sería el gran evento del que saldrían los dos finalistas que pasaran a la última fase antes del viaje espacial. En la imagen se recoge una captura de invitación al evento, alojada en la WEBBlog de la Universidad.
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