El día 20 de julio de 2017 se instauraba en España el día nacional sin noche de cena. No se trató de ningún acto de protesta o reivindicativo, gestado por un colectivo feminista o usuarias que protestasen por los precios de los menús de los restaurantes a los que acudían. Tampoco fue una idea de ninguna “maruja” desesperada y antisistema, cabreada con el colectivo de cocineros. Ni siquiera respondía a un acto de reivindicación de amas de casa hartas de que sus maridos le llevasen la contraria a la hora de elegir. Nada que ver con todo lo anteriormente expuesto.
Todas aquellas damas que decidieron llevar a cabo el original acto de un modo privado y, en contra de su voluntad, pertenecían a un colectivo concreto. Y todas tenían algo en común; eran esposas o estaban ligadas sentimentalmente a hombres vinculados con la política y el mundo de las finanzas.
La fecha no fue elegida tras ningún acuerdo al que hubiesen llegado. La fecha la eligió el azar, según algunos, o la providencia Divina, según otros.
Según el estudio llevado a cabo, dichas damas, desconocían el que tal situación se estuviese produciendo de un modo tan coordinado. Y sin que entre la mayoría, existiesen vínculos amistosos, laborales o de otra índole como para que la situación respondiera a un consenso colectivo.
Un extraño suceso acaecido el día anterior en una provincia española, era el detonante para que tantas damas al unísono, coincidiesen en llevar a cabo la original jornada.
Un funcionario y financiero español, presidente del consejo de administración de una famosa Caja, condenado a cárcel por fraude, aparecía “suicidado” el 19 de julio de 2017. Dicha sentencia estaba pendiente de revisión en el Tribunal supremo.
El día D (20.07.17), quedó marcado en todas y cada una de las alcobas de aquellas respectivas damas como un día de duelo. Un día de reflexión y de recogimiento en el que dejar a un lado ese singular orgullo de la burguesía de banquera consorte.
Al fondo de cada alcoba, todas y cada una, sentadas frente a su hombre, contemplaban el brillo de sus pupilas, mientras sus manos permanecían unidas en un silencio aterrador. Una de las encuestadas contestó que, permaneció con su esposo en esta posición durante toda aquella noche mientras se interrogaban con sus miradas. También manifestó que su marido le había confesado, entre otras cosas, no sentir miedo.
En otra encuesta realizada a una de las damas, esta manifestó que durante aquella larga noche, hizo muchas preguntas a su marido. Este, según la interrogada, manifestó cabizbajo a la dama y con un hilo de voz en algún momento, estas palabras: “Si. Creo que vendrán a por mí…”
La fecha no fue elegida tras ningún acuerdo al que hubiesen llegado. La fecha la eligió el azar, según algunos, o la providencia Divina, según otros.
Según el estudio llevado a cabo, dichas damas, desconocían el que tal situación se estuviese produciendo de un modo tan coordinado. Y sin que entre la mayoría, existiesen vínculos amistosos, laborales o de otra índole como para que la situación respondiera a un consenso colectivo.
Un extraño suceso acaecido el día anterior en una provincia española, era el detonante para que tantas damas al unísono, coincidiesen en llevar a cabo la original jornada.
Un funcionario y financiero español, presidente del consejo de administración de una famosa Caja, condenado a cárcel por fraude, aparecía “suicidado” el 19 de julio de 2017. Dicha sentencia estaba pendiente de revisión en el Tribunal supremo.
El día D (20.07.17), quedó marcado en todas y cada una de las alcobas de aquellas respectivas damas como un día de duelo. Un día de reflexión y de recogimiento en el que dejar a un lado ese singular orgullo de la burguesía de banquera consorte.
Al fondo de cada alcoba, todas y cada una, sentadas frente a su hombre, contemplaban el brillo de sus pupilas, mientras sus manos permanecían unidas en un silencio aterrador. Una de las encuestadas contestó que, permaneció con su esposo en esta posición durante toda aquella noche mientras se interrogaban con sus miradas. También manifestó que su marido le había confesado, entre otras cosas, no sentir miedo.
En otra encuesta realizada a una de las damas, esta manifestó que durante aquella larga noche, hizo muchas preguntas a su marido. Este, según la interrogada, manifestó cabizbajo a la dama y con un hilo de voz en algún momento, estas palabras: “Si. Creo que vendrán a por mí…”
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