LA ZONA OPINA : "Holocausto sanitario".

Nuestros cánones mentales, escrupulosamente sistematizados, nos impedirían hacer ciertas comparaciones. El debate ético que nos plantea una muerte digna, a través de la eutanasia, una vez que dicha práctica ha entrado a formar parte del debate político, hacen cada vez más necesario cuestionar sus planteamientos de cara a la sociedad, para descubrir qué se oculta detrás de un modelo de muerte “a la carta” con intereses creados. 


Quienes abogan por impulsar leyes encaminadas a pisar el “acelerador” de la muerte por decreto, según el estado (o la edad) en que se encuentre el paciente, pero -no respetan su modo de vivir, ni de sanar como enfermo-, ignoran, consciente o inconscientemente, que están siendo cómplices de aquellos que juegan con dos varas de medir para crear debate y confusión, mientras se rasgan las vestiduras cuando los detractores de la muerte asistida les señalan con el dedo acusador. En esto, los detractores, sí son definidos como conservadores… de “otra” vida que, en este caso, es obsoleta para su gobierno, al igual que su sistema sanitario. Muchos de estos detractores lo que reclaman es un modo de sanar más digno.

Quienes abogan por estas leyes eugenésicas, evitan por todos los medios, ser objeto de comparaciones, para ellos “inadecuadas e improcedentes”, cuando en realidad, proceden de prácticas llevadas a cabo, a lo largo de la historia con el consentimiento y la complicidad de la más infame y criminal mano de la medicina, al servicio de la investigación, adosada con tintes de tortura, en donde, el “carnicero” es, a la vez, ejecutor y responsable de velar por la salud. Tanto los ejecutores como sus promotores han salido ilesos e inmaculados, protegidos y “repatriados”, perdonados por la historia.

No quieren ser comparados con los “carniceros” de esa oscura historia y sus tabúes. Pero, quieren mantenerla en la memoria, a pesar de no reconocer que muchos de aquellos experimentos, han servido de mucho, al futuro desarrollo de una medicina obsoleta para algunos. Quieren pasar a la historia como tu héroe y ángel de la guarda, cuando en realidad, solo están al servicio de una élite que comercializa con el remedio que decide si vives, mueres o levitas. Quieren desvincularse de ese estigma que los marca con el número del verdugo y comercializa con tu último o penúltimo aliento. Quieren evitar ser reconocidos como peones de esa élite de asesinos de guante blanco que rigen el rumbo de tus políticos.

Según el Comité Selecto de Ética Médica de la Cámara de los Lores, la definición precisa de eutanasia es "una intervención deliberada emprendida con la intención expresa de poner fin a una vida, para aliviar el sufrimiento intratable". Según la definición, nos encontramos con la verdadera raíz del porqué la eutanasia ha entrado a formar parte del debate en los sistemas sanitarios, promovida por Sociedades médicas como la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI). El "sufrimiento intratable" no es tratable porque no es "rentable" y, la consigna es eliminar todo rastro de aquello que "posea" lo que no queremos solucionar. Sin embargo, la Asociación Médica Mundial “se opone firmemente a la eutanasia y al suicidio con ayuda médica” y rechaza la eutanasia y el llamado suicidio médicamente asistido apelando a "su fuerte compromiso con los principios de la ética médica". La asociación reitera que "ningún médico debe ser obligado a participar" ni a "derivar un paciente" por eutanasia.


Como recompensa, estas leyes, serán llevadas a acuerdos de gobierno, las expondrán en las más altas instancias europeas, si es necesario, a fin de provocar el sentimiento humanitario del votante, orientado a obtener su colaboración en el crimen. Porque el crimen llevará el sello de la oficialidad y tú no serás considerado culpable, solo eres “amable”.

Para ser aún más considerado, tendrán el detalle de prometerte salud bucodental en su cartera de servicios de sanidad pública, de este modo, podrás pensar en ir ahorrando sin temor a desembolsar en tu clínica dental lo presupuestado para tus vacaciones.

Si de humildad política se trata, entonces, sería más sensato no prometer demasiado mientras pretendemos alcanzar el podio político de la presidencia. Ningún político sensato y bien asesorado, debe llevar a su campaña este tipo de propuestas diseñadas para el “progre”, porque el voto lo obtendrá solo del "progre". Si lo que pretende es, tras ser elegido, alcanzar el acuerdo, entonces, tú no cuentas, está sirviendo al poder de esa élite que quiere pastores que controlen la “mortalidad” del rebaño. A fin de cuentas, no debemos olvidar que, incluso el sumo “pastor” que les guía, también es mortal. Todo un detalle.

Poniendo los pies en el suelo, nos encontramos con España. Los ejemplos, nos hacen ver con más claridad el panorama político-sanitario recogido en un acuerdo alcanzado y firmado el 30 de diciembre de 2019 con el que quizás, -alguien haya pensado-,  serviría de motivo de brindis durante las campanadas de fin de año.





En dicho acuerdo, alcanzado por y para la posteridad, en el que un gobierno de coalición se puede ver hecho realidad, se encuentran muchas propuestas enumeradas más arriba, como las referentes a la atención bucodental o la eutanasia. PSOE y Unidas Podemos firman tal acuerdo de la mano de Pedro Sánchez Pérez-Castejón y Pablo Iglesias Turrión

De otro lado, nos encontramos con filántropos ilustres de última hora como Amancio Ortega, número 1 de entre los más ricos de España y sexto del mundo, en la trastienda del mortuorio. Sus donaciones en especie para “frenar” enfermedades derivadas del cáncer que nadie ha frenado desde hace décadas, nos traen un pequeño “aliento” para evitar uno último y más traumático. Sus costosas máquinas de radioterapia donadas a la sanidad pública española, también ignoran que existen otras expresamente diseñadas para despedirnos de este mundo “progre”. La máquina de suicidios Sarco, creada por Philip Nitschke, un activista australiano impulsor de la eutanasia, tendrá que esperar a que en España, alguien tenga la brillante idea de que lo mejor es una cápsula concertada con la que sanar no sea una palabra, sino algo que formó parte de una lengua muerta.








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