La OMS y Unicef recuerdan que hay que proteger la lactancia de la interferencia comercial y que la covid-19 no debería ser una excusa para la promoción engañosa de los sucedáneos de leche.
Menos de la mitad de las madres de recién nacidos amamanta a sus hijos hasta los seis meses. Para decirlo más precisamente: hoy, en el mundo, solo el 41% de los menores de seis meses reciben lactancia materna exclusiva. Frente a esta exigua cifra, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha instado a los países miembros a comprometerse con el humilde objetivo de aumentar dicho porcentaje al menos hasta el 50%, para 2025. Sin embargo, la voluntad por mejorar la nutrición de la mayoría de los lactantes sigue colisionando con la falta de escrúpulos en la promoción y comercialización de sucedáneos de la leche materna, algo que ha agravado la crisis de la covid-19. Porque cada pequeña rendija que deje abierta el sistema sanitario es utilizada por los fabricantes de los alimentos de sustitución para insertar mensajes de pretendida seguridad y bienestar, a pesar de que la OMS y Unicef recomiendan que los bebés se alimenten exclusivamente con leche materna en los primeros seis meses de vida y que se continúe con la lactancia materna —complementada con otros alimentos nutritivos e inocuos— hasta los dos años o más.
La última alerta se dejó oír la semana pasada con la aparición del informe de situación sobre la aplicación del Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna, adoptado por Naciones Unidas en 1981 para proteger la lactancia de la interferencia comercial. El informe de situación de 2020, promovido por la OMS, Unicef y la Red Internacional de Grupos pro Alimentación Infantil (Ibfan - International Baby Food Action Network) analiza la adopción de medidas jurídicas de salvaguarda por parte de los diferentes Estados frente a las prácticas de la industria. Estas resultan perjudiciales para la salud de los lactantes y de sus madres, toda vez que la lactancia materna proporciona anticuerpos que protegen a los bebés contra numerosas enfermedades y contribuye a la salud de las propias madres. El informe concluye que, si bien muchos países han adoptado el Código, muy pocos cuentan con medidas jurídicas que lo reflejen plenamente y, lo que es peor: el marketing intrahospitalario sigue campando a sus anchas en buena parte del mundo.
“La comercialización agresiva de sucedáneos de la leche materna, especialmente a través de profesionales sanitarios en quienes las madres y los padres confían para obtener consejos relativos a la nutrición y la salud, constituye un importante obstáculo para mejorar la salud neonatal e infantil en todo el mundo. Los sistemas de atención sanitaria deben actuar para fomentar la confianza de madres y padres en la leche materna sin influencia de la industria”, sostuvo Francesco Branca, Director del Departamento de Nutrición e Inocuidad de los Alimentos de la OMS, en el lanzamiento del informe.
Los sucedáneos de la leche abarcan, entre otras, a las llamadas leche maternizada (para bebés de entre cero y seis meses) y la de continuación. Se trata, en realidad, de productos alimenticios que contienen extractos de proteínas de leche de vaca mezclados con dextrinomaltosa, jarabe de maíz, vitaminas y otros componentes para su conservación y digestibilidad. Es decir que las fórmulas no se limitan a leche de vaca con agregados de vitaminas, y de ningún modo pueden equipararse a la leche enzimática, que pasa de un ser humano a otro y que no se obtiene industrialmente.
Donaciones hospitalarias y posicionamiento de marca
El Código regulador de 1981 pretende eliminar cualquier tipo de promoción de los sucedáneos de la leche materna, lo que incluye los regalos a los médicos, y establece un etiquetado en el que no deben figurar mensajes ni imágenes que idealicen los preparados para lactantes. Sin embargo, en esta revisión de su cumplimiento, que contempla el periodo 2018-2020, se constata que las restricciones legales de la mayoría de los países resultan claramente insuficientes para frenar la embestida de la industria.
De los 194 países analizados en el informe de revisión, alrededor de 40 han endurecido su reglamentación relativa al marketing de sucedáneos de la leche materna en los últimos dos años, aunque menos de 80 países prohíben su promoción en centros sanitarios; solo en una cincuentena existen disposiciones para no admitir la distribución de productos gratuitos en el marco del sistema sanitario. Además, menos de 20 países han prohibido que los fabricantes patrocinen reuniones de asociaciones científicas y apenas cinco impiden que la industria se implique en la donación de equipos.
Hay en total 136 países que cuentan con algún tipo de medida legal relativa al Código. Entre los que mejor cumplen con sus recomendaciones se encuentran Brasil, varios países africanos (Sudáfrica, Zimbabue, Ghana, Nigeria y Gambia) y algunos asiáticos (como Líbano, Filipinas, Kuwait y Emiratos Árabes), pero ningún país europeo (ya que en Europa solo se aplican “moderadamente” algunas medidas). En tanto, entre los que no se adhieren a restricción alguna de marketing de sustitutos de leche se encuentran Estados Unidos, Japón, Israel, Australia, Canadá, Nueva Zelanda, Argentina o Marruecos.
La paradoja consiste en que, mientras muchos hospitales públicos del mundo —incluidos latinoamericanos y españoles— forman parte de la red Iham (Iniciativa para la humanización de la asistencia al nacimiento y la lactancia, lanzada por OMS y Unicef), son estos mismos centros los que reciben sin interrupción visitas comerciales de los fabricantes de sucedáneos de leche materna e incluso aceptan aportaciones dinerarias a sus servicios de pediatría, garantizando que ciertas marcas estén presentes en los primeros días de vida de los bebés, o para pagar viajes a congresos.
En la práctica, la interferencia comercial continúa, sin control alguno, mientras las sociedades de neonatología y los bancos de leche adheridos a la Red global de bancos de leche humana divulgan los beneficios de la lactancia y advierten de que no amamantar incrementa la incidencia de enfermedades en las madres (diversos tipos de cáncer y diabetes) y la mortalidad infantil: la probabilidad de que los lactantes no alimentados exclusivamente por medio de la lactancia materna mueran es 14 veces mayor. La leche materna mejora la capacidad intelectual del bebé, además de reducir la obesidad infantil, el riesgo de padecer diabetes de tipo II y leucemia.
"La alimentación artificial es cara y conlleva riesgos de dolencias adicionales y la muerte, sobre todo cuando los niveles de las enfermedades infecciosas son altos y el acceso al agua potable es deficiente. La alimentación con fórmula plantea numerosos problemas prácticos para las madres en los países en desarrollo, incluyendo asegurar que la fórmula se mezcle con agua limpia, que la dilución sea correcta, que se puedan adquirir cantidades suficientes de fórmula y que los utensilios para la alimentación, especialmente si se utilizan botellas, puedan limpiarse adecuadamente", apunta además Unicef, en relación con los peligros añadidos que representa la promoción de los sucedáneos de leche materna entre los más pobres, aunque los expertos señalen que la penetración de este tipo de productos es mayor entre clases medias y especialmente en Europa.
La ventana que abre el coronavirus
Esta revisión del Código se da a conocer durante la pandemia de covid-19, es decir, justo en un momento en que las medidas de contención del marketing de los sucedáneos de leche materna pueden sufrir un revés debido al miedo que provoca el contagio y al menor apoyo que reciben las familias por parte de unos servicios hospitalarios sobrecargados. Dicho de manera explícita: esta emergencia sanitaria ha abierto otra fisura por la que se cuelan fabricantes de preparados industriales alrededor del mundo, para emprender acciones de caridad o campañas con consejos para madres y lactantes sobre la epidemia (incluidas las promociones atemorizantes del tipo “en tiempos inciertos, protege a tu bebé del coronavirus”). De ahí que OMS y Unicef insistan en que los beneficios de la lactancia materna “superan con creces los posibles riesgos asociados al virus” y subrayen que “no resulta más seguro alimentar a los lactantes con sucedáneos”.
Tanto los organismos internacionales de salud, como los bancos de leche y los propios pediatras recuerdan que las investigaciones disponibles hasta la fecha desmienten que las madres enfermas de covid-19 puedan transmitir el coronavirus simplemente por amamantar. Según estudios publicados en la revista The Lancet no se han hallado evidencias de ninguna transmisión vertical: en las pruebas practicadas hasta ahora en mujeres contagiadas por el coronavirus se tomaron muestras de líquido amniótico, sangre del cordón umbilical, se practicaron hisopados de garganta de los bebés y se tomaron muestras de leche para ser analizadas para el SARS-CoV-2, y todas las muestras analizadas dieron negativo para el virus. Por lo cual, lo aconsejable es continuar con la lactancia materna, atendiendo al uso de mascarillas y demás medidas generales de higiene y prevención.
CONTRA LA SEPARACIÓN DE BEBÉS Y MADRES POR LA COVID-19
A. I.
Si bien la lactancia sigue prescribiéndose incluso a mujeres enfermas o con test positivo de covid-19, algunos hospitales carecen de espacios apropiados para alojarlas y permitirles amamantar con mascarilla, tal como recomiendan las sociedades pediátricas. De hecho, en ciertos hospitales se está separando a las madres portadoras de este coronavirus de sus bebés recién nacidos y, en algunos casos, sin siquiera ofrecerles un kit sacaleches. “Mientras tanto, la industria de alimentos para lactantes está aprovechándose del miedo a la infección, promoviendo y distribuyendo preparados gratuitos para lactantes y proporcionando consejos que inducen a error, a la vez que atribuye un carácter humanitario a las donaciones y se presenta como interlocutor fiable”, alertaba Patti Rundall, del Consejo Mundial de la Ibfan, con motivo del reciente lanzamiento del informe sobre la implantación del Código internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna.
Por su parte, Víctor Aguayo, jefe de Nutrición de Unicef, añadía: “Debemos intensificar los esfuerzos, más que nunca, para garantizar que todas las madres y familias, en todas partes, reciban de un profesional sanitario capacitado la orientación y el apoyo que necesitan para alimentar a sus criaturas con leche materna desde el mismo momento del nacimiento”.
Más:
Bill Gates pone sus ojos (y su dinero) en la leche materna artificial
Interferencia en la política de salud pública: ejemplos de cómo la industria de alimentos para bebés usa las tácticas de la industria del tabaco
Interferencia en la política de salud pública: ejemplos de cómo la industria de alimentos para bebés usa las tácticas de la industria del tabaco
La mafia criminal globalista eugenésica, infiltrada en todas las capas de tu sistema, intenta por todos los medios proporcionar beneficios a todos sus cómplices, incluido el de la farMAFIA, colaborando así, en la profileración y creación de enfermedades mortales, o no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
DEJA TU COMENTARIO