Según publicaban en Current Biology, un grupo de investigadores húngaros, los perros escuchan las voces de una forma muy humana. El trabajo de estos científicos, poniendo a los canes dentro de escáneres cerebrales, pretendía ver cómo reaccionan ante las voces humanas: sorprendentemente, los cerebros de los perros respondían exactamente igual que nosotros al escucharlas. Los investigadores expusieron a los perros y a humanos a los mismos estímulos auditivos —después de adiestrarles para que se mantuvieran inmóviles en el escáner, quizá el mayor reto del experimento—, para ver cómo reaccionaban sus cerebros.
En los animales se activó la misma región cerebral que en los humanos al oír voces de personas (no palabras concretas) entre una ristra de sonidos de todo tipo; para los investigadores ya fue una sorpresa solamente el hecho de que esta misma región se manifieste en los perros. “Es la primera vez que la encontramos en un no-primate”, explicaba Attila Andics, que firmaba este estudio.
Ahí podría estar la clave por la que los perros son capaces de sintonizar con los distintos estados de ánimo de sus dueños, según este equipo. La idea que trasciende de estos resultados es que, del mismo modo que somos capaces de notar cómo se encuentra un amigo tan solo escuchando su voz, los perros tendrían desarrollada esta misma capacidad para entender a los humanos.
Del mismo modo, los elefantes asiáticos son capaces de empatizar con los sentimientos de sus semejantes. Un estudio, el primero en investigar las respuestas a la angustia en elefantes asiáticos, muestra que estos animales tienen la habilidad de ponerse en el lugar de un semejante cuando le ven en apuros y hasta se ofrecen a proporcionarles consuelo cuando ven que lo están pasando mal.
Un equipo de investigadores, que reconocen que su trabajo es de por sí difícil porque deben esperar a las oportunidades que surjan de forma espontánea, estudiaron a elefantes en Sri Lanka para comprobar como se comportaban cuando veían a sus congéneres estresarse al ver pasar un perro, una serpiente o ante la presencia de otro elefante hostil. Según explicaba en Science el investigador Shermin de Silva, los animales se comportaron como cuando vemos una película de miedo: “Si el actor se asusta, nuestro corazón se acelera y buscamos la mano de los demás, una reacción conocida como ‘contagio emocional”.
Por ejemplo, en un caso filmado en vídeo, una hembra se asustó al oír a otro elefante barritar y corrió a buscar consuelo en otra elefanta mayor. Esta última elevó la cola y movió las orejas hacia adelante, como su compañera asustada, pero sólo tras verla hacerlo a ella. Luego, realizó pequeños chillidos conocidos como voces para calmar a la manada y frotó su tronco con el de la elefanta asustada, para finalmente colocarlo frente a su boca, en un gesto que los investigadores interpretan como un abrazo elefantino.
El último caso, en un experimento realizado en EEUU, el caso de ponerse en lugar de otro no pudo ser más literal, cuando un equipo de investigadores logró que un mono controlara con su cerebro los movimientos de otro primate que estaba sedado. El logro, según publicó Materia, se realizó gracias a implantes en el cerebro y la médula espinal y puede abrir nuevas vías en la investigación para tratar a personas que están paralizadas por lesiones en la médula espinal u otras dolencias.
El hallazgo más peculiar es el que realizaban unos investigadores australianos: una nueva especie de marsupial en la que los machos no llegan a cumplir el año de vida por culpa de su desenfreno sexual. La pasión con que afrontan la cópula con las hembras, en maratonianas sesiones de apareamiento que duran entre 12 y 14 horas, acaba con ellos.
En el ámbito de la biomedicina, el hallazgo más relevante procede de un centro de investigación español, el CNIO, donde han arrojado luz sobre la incompatibilidad entre cáncer y enfermedades del cerebro. Un grupo de investigadores españoles han dado con un centenar de genes que podrían explicar por qué los pacientes de alzhéimer, párkinson y esquizofrenia sufren menos tumores, un avance que podría acercar nuevos tratamientos contra estas patologías.
Science publicó un trabajo de la Universidad de Texas que explicaba como habían logrado producir músculos artificiales a partir de fibras sintéticas como el hilo de coser y pescar, que son más potentes que los de los humanos y que podrían aplicarse en el desarrollo de prótesis artificiales, robots humanoides y exoesqueletos, según sus creadores.
Por otro lado, un equipo de paleontólogos españoles del CENIEH publicó un artículo en PLoS ONE que ofrece nuevos interrogantes sobre el importante yacimiento georgiano de Dmanisi. El equipo de José María Bermúdez de Castro realizó un estudio de morfología comparada de las cuatro mandíbulas encontradas en Dmanisi que sugiere que se corresponde con dos especies distintas y no una sola como defendían sus descubridores.
Más:
No hay comentarios:
Publicar un comentario
DEJA TU COMENTARIO