LA ZONA DEL MISTERIO : La inyección del Sapo

El kambó es un veneno raspado de la espalda de una rana de la Amazonia (Phyllomedusa Bicolor) e inoculado bajo la piel, buscando una limpieza astral y, según algunos, corporal. La práctica es cada vez más común, no sólo para quien va detrás de los misterios de la selva, pero también en las ciudades. En Brasil, en las ciudades de Brasilia, Río, San Pablo hay una distribución frecuente.


Tuve el cuidado de conversar con personas que ya lo probaron. Me dijeron que la experiencia fue buena. Pero el cuerpo reacciona. Hinchazón, náuseas, mareo. Los vómitos son inevitables. Pero, luego, viene una sensación de bienestar. Unos dijeron que animarían a repetir; otros se hicieron practicantes. Sin embargo, cuando les preguntaba sobre las cuestiones legales y ambientales y sobre posibles riesgos a la salud, nadie se extendió mucho en las respuestas.

Pensé en someterme a la experiencia, periodísticamente. Pero mi pánico por agujas no me dejó intentarlo. En realidad, tengo miedo hasta de cortarme las uñas (En la última vez en que doné sangre, fue tanta vergüenza que la enfermera me aconsejó a no pisar de nuevo el lugar). Tampoco alguien se puso al frente para ser personaje de mi investigación. En Brasilia, supe de un autodeclarado indio que es de Mato Grosso y se aplica por 100 reales. En San Pablo una persona lo hizo por 50 reales (en Brasilia, hasta en el veneno de sapo entra la especulación).

En internet hay de todo registrado. Es solo investigar la palabra “kambó” en Google. Aparecen videos de gente defendiendo su uso, chamanes raspando la rana, jóvenes aplicándose el veneno. Es curioso, pero la prensa brasileña menosprecia el asunto. No rastree ningún reportaje bien hecho en la prensa brasileña. En internet, sólo encontré una noticia de New York Times y un video de Reuters – ambos publicados algunos años atrás.


El periodista Altino Machado esporádicamente publica alguna cosa en el blog que mantiene desde Río Branco, en el estado de Acre. Y ha dejado en internet mucho material. Son las mejores informaciones que encontré. Ejemplo de esto es el artículo de Leonardo Calderon, profesor de la Universidad Federal de Acre (UFAC) sobre el tema: Buena Suerte al Usar el Kambó.


Legalidad

En 2006, una etnia de Acre, los indios Katukina, en cuya sociedad la práctica es incentivada, entraron en contacto con el Ministerio de Medio Ambiente de Brasil reclamando la repartición de beneficios por el uso difundido de la vacuna del sapo, en base al protocolo de Cartagena.

Por lo que investigué, el Ministerio montó un grupo de trabajo pero no logró avanzar mucho. Eso fue en la época de la ministra Marina Silva. Me aventuré burocracia adentro para ver qué tenía de legal o ilegal la práctica del kambó. Busqué en varios órganos. La única norma que trata directamente la cuestión es la Resolución – RE 8/2004, de la Agencia Nacional (brasileña) de Vigilancia Sanitaria (Anvisa), que dentro del “principio de precaución”, prohibió la publicidad y venta de la vacuna, como producto medicinal. La norma mandó también retirar la web www.kambo.com.br. Pero la web está online.

Hasta hoy Anvisa no investigó las sustancias que componen el veneno. Ese sería el primer paso para la normalización (o no) de la práctica. Desde entonces, los otros órganos harían la gestión que les compete. 

En la Secretaría Nacional de Políticas sobre Drogas (Senad), hablé con Wladimir de Andrade Spenpliuk, director de asuntos internacionales y proyectos estratégicos. El tipo sabe del asunto, pero dice que el veneno sólo sería de interés de Anvisa si se detectara algún principio psicoactivo. Wladimir incluso me dio pistas sobre una noticia sobre una persona que murió después de haberse inoculado la vacuna.


Ley ambiental

La legislación ambiental tampoco especifica nada en defensa de la rana o de su veneno. Pero hay normas generales. Según la Ley de Crímenes Ambientales, capturar animal silvestre es crimen. Amarrar a la rana y frotar su espalda también puede ser interpretado (de forma arbitraria por el fiscal) como malos tratos (Art. 32).

El problema es que algunos defensores alegan que se trata de práctica de extractivismo (¿animal?), como se hace con los productos de la selva. Argumento dudoso, pero cuyo debate debería existir. Si quien captura la rana es indígena, dentro de sus propias tierras, ahí las leyes lo sustentan. Esa sería la forma más legalmente adecuada para la práctica. Otra norma ambiental que trata de fauna es la Instrucción Normativa 169/08 del Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables (IBAMA), que norma el manejo de fauna silvestre para la investigación, comercialización y crianza. 

Biopiratería

Las normas sobre biopiratería estipulan que, para extraer el veneno de rana para objetivos científicos, es necesario obtener una Guía de Transferencia de Material Genético entregado por el Departamento de Patrimonio Genético del Ministerio de Medio Ambiente (DPG/MMA) mediante un análisis de intenciones.

En realidad, Brasil aún carece de una ley que trate el tema. Lo que tiene hoy es la Medida Provisoria MP 2.186, que reglamenta algunos ítems de la Convención sobre Diversidad Biológica, pero no tipifica la explotación de los recursos como crimen, ni penaliza infractores. En 2006, en la Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI) de la biopiratería, la práctica de la vacuna del sapo fue mencionada de paso, sin importancia. 

En Campo, el fiscal sufre. Es complicado separar bioprospección del uso directo, extractivista, in natura. Según Roberta Grafe, analista ambiental del IBAMA en Acre, con doctorado en Gestión Ambiental, en Campo, los vacíos de la ley son un problema ineludible. “Si nadie necesita de autorización para transportar copaiba o vender artesanía, ¿por qué la necesitaría para portar un palo con kambó?”, cuestiona.


Roberta es especialista en el asunto. Ella tiene un doctorado en Gestión Ambiental. Dice que la cuestión que incomodó a los katukina fue la ganancia fácil que el comercio del kambó generaba a terceros y no para ellos. Ella cree que es difícil que los katukina tengan éxito en su reivindicación por la repartición de beneficios. “El kambó es el tipo de conocimiento tradicional de dominio público. Varias etnias de Acre y Amazonas lo usan. Están los kulina, los huni kuin, entre otros”, explica. “Pero ya pasó la hora de abrir este debate”, afirma.

Además de Roberta, escuché también a un jefe de fiscalización ambiental amigo mío, destinado en algún punto de la Amazonia oriental. Practicante de la vacuna del sapo, optó por no identificarse. Entusiasta, está convencido que tarde o temprano todos se convencerán del valor medicinal de la práctica. Abnegado, evita importunar a quienes lo practican. “Hasta porque no tenemos condiciones de combatir ni los crímenes tipificados, imagínese con los que no lo son”, se defiende.

Condescendiente, dijo que la forma de usar la vacuna del sapo “sin toparse con algún impedimento legal” es pidiendo a un indio para hacerlo durante un ritual en sus tierras y de preferencia sin incluir un pago. 

Hospitalario, avisó que en la próxima vez que yo lo visite hará cuestión de presentarme al sapo y su veneno. Agradecí su invitación y respondí que... lo voy a pensar.

Quien tenga mucho interés en la legislación sobre fauna, recomiendo que se lance sobre el montón de 38 normas, disponibles en la web del Ibama (¡Y después dicen que la selva es enredada!)






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