En España se ha dado en utilizar la nomenclatura dichosa, tras un intenso e interminable Vía Crucis de calamidades, achacadas con o sin motivo al Partido con el que José María Aznar se “estrenó” en la legislatura 1996-2004, y continuada por ¡se me ha olvidado el nombre!, y ¡tengo que “buscarlo en Google”!... Mariano ¡
Foto. Ignacio Trillo.
Ser Pepero (del Partido Popular), -para las mentes que anden un poco perdidas-, en España, implica poseer un look, pedigrí o “chip” prodigioso y personal que primero, te haga sentirte una persona elitista o de otra “casta”, (otra nomenclatura dichosa), con la que pasear y presumir en “petit comité” de “progre”, señorito o simpatizante del Régimen. Esto último, sin mucho “bombo”, por temor a represalias, porque no olvidemos, pese a quien pese, que son los hijos o nietos de aquel Régimen los más frecuentes en las filas de dicha Congregación política, (lo de Congregación es por la parte eclesiástica), o lo que es lo mismo; el virus que lleva inoculado dentro.
El silencio de los Corderos que acompaña a ese otro sector de la población que milita por asociación de ideas, confusión o desilusión en dicha Congregación, ha continuado durante décadas adormecido en las silenciosas mentes de aquellos que han llevado su fe oculta, pero que, en algunos casos, ha “explotado” en una gran Traca de fuego de colores cuando menos lo esperaban, rompiendo Carnets de afiliados o destrozando la Tele y dando gritos en el Salón, mientras el Bloque entero dormía.
Entre los gritos se oía como el Señor del "Quinto"decía, hecho una furia:
” ¡Me habéis decepcionado, partida de hijos de Puta”!. Y seguidamente: ¿por qué?, ¿por qué?, ¿por qué?.
El Bloque entero se levantó de la cama, niños incluidos. Eso, sin contar a los que llamaron al 112 a las cuatro de la mañana, mientras un vecino furioso, arrojaba el teléfono móvil por la ventana, pues se encontraba escuchando la Cadena Ser y oyó el último “brote” verde de corrupción “PePero”.
Entre los gritos, se oían frases como: “¡Estos cabrones de la Ser, (Cadena Ser), no saben lo que inventar tampoco!”…
Entre gritos y aspavientos, la esposa del bullicioso vecino, permanecía en la cama abrazada a una estampita del Niño Jesús y preparada para darse un “chute” de Tila nada más terminara la sesión de noche temática “PePera”.
Por si fuera poco, sintió como sus braguitas se habían humedecido, pero no por lo que una mente perversa pudiera imaginar, sino por una leve pérdida de orina.
“Lo sabía”, pensó la esposa aturdida. “Sabía que esto pasaría. Y toda la vida creyendo en ellos; votándole a ellos; asistiendo a los Mítines. Y nosotros sin declarar el IVA de la Ferretería”, se decía en voz baja y temblorosa, Carmela. Pero, al fin y al cabo, pensó con orgullo: “ no es ni comparable con lo que se habrá llevado el Bárcenas ese….”
Pero su marido no estaba furioso por esa nimiedad “de mierda” de IVA. No. Su marido era un hombre desesperado y violentado por las noticias. Y lo que era peor aún; pobre de solemnidad. Lo había sido toda la vida.
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