Habían transcurrido muchos años desde la última vez que habíamos acariciado aquella pieza. Su actual depositario, tras el fallecimiento de quien durante décadas fue su misterioso dueño, la acababa de desenterrar de su “escondite” poco antes de nuestra llegada a Argentina. Aún se percibía su olor a tierra cuando tomamos de nuevo entre nuestras manos el ansiado fetiche esotérico.
Paradójicamente, tras algunos años de “servicio”, el singular Bastón de Mando había vuelto al único hogar que conoció durante siglos: las entrañas de la tierra, en donde había permanecido oculto desde que sus depositarios, los indios comechingones, lo enterraron para que no cayese en manos de los devastadores conquistadores españoles. Sin embargo, según lo previsto por su actual propietario, en el año 2001 el sorprendente Bastón de Mando, supuestamente llamado a cumplir una función mesiánica en el nuevo milenio, podrá salir de Argentina -y quizás de América- para siempre.
Juan José Benítez, tras haber recorrido el planeta investigando todo tipo de hechos y objetos insólitos, escogió precisamente el Bastón de Mando como uno de sus misterios predilectos en su obra Mis enigmas favoritos (Plaza & Janés). Según explica el escritor navarro, tras analizar algunas obras clásicas como la ópera Parsifal o La Montaña del Sol, llegó a la conclusión de que existe una tradición esotérica según la cual el mítico escudero del no menos legendario sir Lancelot, y al igual que él una expedición de caballeros templarios, habrían cruzado el Atlántico mucho antes que Colón transportando hasta el Nuevo Mundo, y más concretamente a Argentum (¿Argentina?), una serie de objetos sagrados. Entre ellos se encontraba el Santo Grial, que debía ser depositado junto con otro objeto de poder: “nuestro” Bastón de Mando.
A partir de ese momento, sugiere Benítez, el Bastón de Mando, conocido también como “Piedra que Habla”, “Piedra Imán” o “Piedra de la Sabiduría”, se convertiría en una pieza tan deseada como el Grial y buscada por hombres de ciencia, aventureros, místicos e incluso expedicionarios militares.
Sobre el objeto ya habla Roger Bacon en una obra publicada en 1230. Asegura el célebre filósofo y esoterista inglés que el Libro Sagrado y la Piedra de la Sabiduría -¿el Bastón de Mando?- se encuentran escondidos en una cordillera de un lejano y silencioso territorio ubicado en el extremo meridional del Hemisferio Sur.
En 1830, un ambicioso jefe araucano -conocedor de las leyendas de las tribus que habitaban el norte y el centro de la Argentina- decidió penetrar con sus guerreros en las sierras de la Ventana, Tandil, Balcarse, Pillahuincó y San Luis, llegando incluso a la ciudad de Córdoba en busca de “la Piedra que Habla y dominará el mundo…”.
Las leyendas sobre las propiedades mesiánicas del Bastón de Mando hicieron que, entre 1920 y 1940, sucesivas expediciones inglesas, alemanas, indias, japonesas y francesas se lanzasen a la caza y captura de la Piedra de la Sabiduría. Incluso las SS de Adolf Hitler protagonizaron alguna de esas expediciones, asesorados por los astrólogos y videntes del III Reich que consideraban el Bastón de Mando como una pieza fundamental para culminar las ansias mesiánicas del Fhürer. Pero los nazis, al igual que el resto de buscadores, fracasaron.
Quien tuvo más suerte fue Orfelio Ulises, un hombre que entró en la historia esotérica de Argentina en 1934. Había permanecido ocho años en el Tíbet, en donde de los labios de los lamas y de los “maestros de Shambhala” escuchó hablar, por primera vez, de la Piedra de la Sabiduría. Años después, ya de regreso en Argentina, desenterraría el mítico Bastón de Mando del escondite en el cual había permanecido oculto durante siglos: el cerro Uritorco de Capilla del Monte (Córdoba, Argentina). Apareció junto a otros dos objetos, una piedra circular parecida a un moledor y un tercero que el descubridor quiso que quedara enterrado allí.
Por alguna razón, Orfelio Ulises consideró que el depositario de aquella singular pieza arqueológica, arrancada de las entrañas de la mítica montaña, debía ser un no menos insólito personaje: el Dr. Guillermo Alfredo Terrera. Este hombre, profesor en Derecho y Ciencias Sociales en la Universidad de Córdoba desde 1954, académico abierto y de mentalidad renacentista, terminó convirtiéndose en punto de referencia del esoterismo argentino. Versado en mil disciplinas y autor de numerosas obras fue el custodio del Bastón de Mando hasta el día de su muerte, que le llegó el 19 de noviembre de 1998.
El bastón fue encontrado partido en tres trozos de 43, 40 y 28 centímetros. Mide en total 1.11 metros de longitud y unos 15 centímetros de diámetro. Pesa algo más de 4.5 kilogramos, pese a que por su apariencia y por la sensación que causa al tenerlo entre las manos es de que posee mayor entidad.
Esculpido en basalto, el pulido de la piedra fue datado en hace más de 7.000 años, lo que desconcierta notablemente a los historiadores y arqueólogos. Sin embargo, para Guillermo Terrera no suponía ningún problema aceptar esa datación, ya que sin ningún pudor relacionaba el Bastón de Mando con el origen de los indios comechingones -aborígenes barbados y de rasgos nórdicos que poblaban la región antes de la llegada de los españoles- con las leyendas que hablan de las visitas de dioses extraterrestres en el pasado y con la ciudad subterránea de Erks, poblada supuestamente por seres de otra dimensión, que según explica en su libro Antropología metafísica, se encontraría en las entrañas del Cerro Uritorco. Además, dicho bastón era una especie de “antena” gracias a la cual, y en el transcurso de extrañas ceremonias, entraba en contacto con aquellos seres de otros mundos.
Guillermo Terrera, a quien tuvimos la fortuna de conocer hace ya algunos años, afirmaba sin temor, en contra de las teorías que ligan la llegada del Bastón de Mando con los templarios, propone otra hipótesis sobre el origen de la pieza y asegura que los antiguos comechingones fueron conducidos por “seres superiores” (¿acaso los aparentes extraterrestres que retrataron en sus pinturas rupestres?) hasta Argentum (Argentina) cruzando el estrecho de Bering con el Bastón de Mando entre sus posesiones.
Las teorías de este peculiar personaje encontraron eco entre diferentes grupos esotéricos latinoamericanos, muy influenciados -como Terrera, por cierto- por el hitlerismo esotérico y el tradicionalismo mágico que tanto influyó en el III Reich. Con su muerte, y como explican el sociólogo Emilio Zubiría y el periodista Alejandro Ravazzola, la fascinación del mundillo esotérico argentino por sus sorprendentes teorías, un peligroso cóctel en el que se mezcla nazismo, nacionalismo y hermetismo, se hizo todavía mayor. Todos los grupos de corte esotérico han querido heredar el Bastón de Mando. Pero según Ravazzola, sólo el grupo Delfos podría considerarse como continuador de la obra del controvertido ocultista cordobés. De hecho, según sus investigaciones, dicho colectivo ha realizado numerosas expediciones tanto en el Uritorco como en la Patagonia siguiendo las pistas sugeridas por Terrera en sus libros en torno a la ubicación del Santo Grial en Argentina y la presencia de templarios en aquellas tierras antes, incluso, del descubrimiento de Colón. Tan arriesgadas propuestas fueron creídas a pies juntillas por los nazis de la II Guerra Mundial, muchos de los cuales se refugiaron en Argentina importando su convencimiento a propósito de la ubicación del insólito objeto.
Este último hecho, por cierto, fue confirmado por el centro Wisssental en América Latina y el Mossad, que descubrieron la continuidad del hitlerismo esotérico -y ufológico- en Argentina, hoy representado públicamente por el diplomático chileno Miguel Serrano, conocido defensor de la teoría que sostienen que los OVNIs actuales son naves desarrolladas por los ingenieros nazis que lograron sobrevivir a la II Guerra Mundial y que podrían habitar algunas ciudades subterráneas como Erks, que se encontraría, como señalábamos, bajo el cerro Uritorco.
Delfos y su líder, el ingeniero Fernando Fluguerto Martí, es hoy un colectivo envidiado -y admirado- por los esoteristas argentinos al haber sido proclamado como heredero no de sólo los conocimientos de Terrara sino también del preciado Bastón de Mando que hoy muestran orgullosos… Pero viven engañados…
Los hijos de Guillermo Terrera viven al sur de Buenos Aires. Aún recuerdan con cierto horror las circunstancias que rodearon el entierro de su padre. Nos explicaron cómo aún estando caliente el cadáver, algunos de los asistentes al velatorio, que presidía el Bastón de Mando, se abalanzaron sobre la codiciada pieza “como locos, asegurando ser los escogidos de los seres superiores para heredarlo”, nos asegura el hijo del hermetista, también llamado Guillermo. El joven, tan alto y fornido como su padre, forcejeó con ellos para recuperar el bastón, que para esconderlo acabó enterrándolo en cierto lugar para evitar un posible robo. Así que no es de extrañar que nos asegurara, ante nuestra sorpresa, que desconocía quiénes formaban el colectivo Delfos.
¿Significaba aquello que existían dos bastones, uno en posesión del citado grupo esotérico y otro custodiado aún por la familia de Terrera? La respuesta es… ¡Sí! La historia del bastón falso resulta rocambolesca. Según nos explicó su hijo, Guillermo Terrara fabricó una réplica del “fetiche” por temor a perderlo a manos de algunos visitantes de cuyas intenciones no estaba seguro.
La pieza apócrifa no presenta las roturas de la original y su peso es considerablemente menor. Pero quien no haya sostenido con sus manos ambas piezas no podría percatarse de la diferencia… Ahora bien, ¿cómo llegó el bastón falso a manos de los miembros del grupo Delfos? Según nos comentaron los familiares de Terrera, la segunda esposa del hermetista, tras el fallecimiento de éste, se distanció de los hijos del primer matrimonio y no dudó en ceder el bastón falso al grupo esotérico. Sin embargo, la pieza original, la auténtica, junto a su base piramidal y su “memoria” de miles de años, siguen bajo la custodia de la familia de Terrera.
Pero los dueños del verdadero Bastón de Mando no saben qué hacer con él ni qué uso darle. Y por eso han decidido poner a la venta el fetiche esotérico, en espera de que quien lo adquiera sea una persona preparada para continuar la obra de su padre. También desean que sea alguien poderoso, tanto como los ex presidentes Juan Domingo Perón o Carlos Menem, este último amigo personal de Terrera. Y es que ambos quisieron adquirirlo décadas atrás, aunque fracasaron en su intento porque Terrera no quiso desprenderse del objeto mientras vivió.
Eso sí: el nuevo dueño tendrá que desembolsar varios millones de dólares, lo que ha despertado el temor de los investigadores, que sospechan que el Bastón de Mando puede salir de Argentina. Y esta posibilidad les irrita: “Se encontró aquí, y aquí estuvo desde los tiempos de los comechingones, así que adoptaremos todas las medidas legales precisas para que esa pieza regrese a donde siempre debió estar: en este lugar en el que ahora nos encontramos”, expresó con contundencia a Mundo Misterioso el investigador argentino Jorge Suárez a los pies del mítico, misterioso y desconcertante cerro Uritorco.
Juan José Benítez, tras haber recorrido el planeta investigando todo tipo de hechos y objetos insólitos, escogió precisamente el Bastón de Mando como uno de sus misterios predilectos en su obra Mis enigmas favoritos (Plaza & Janés). Según explica el escritor navarro, tras analizar algunas obras clásicas como la ópera Parsifal o La Montaña del Sol, llegó a la conclusión de que existe una tradición esotérica según la cual el mítico escudero del no menos legendario sir Lancelot, y al igual que él una expedición de caballeros templarios, habrían cruzado el Atlántico mucho antes que Colón transportando hasta el Nuevo Mundo, y más concretamente a Argentum (¿Argentina?), una serie de objetos sagrados. Entre ellos se encontraba el Santo Grial, que debía ser depositado junto con otro objeto de poder: “nuestro” Bastón de Mando.
A partir de ese momento, sugiere Benítez, el Bastón de Mando, conocido también como “Piedra que Habla”, “Piedra Imán” o “Piedra de la Sabiduría”, se convertiría en una pieza tan deseada como el Grial y buscada por hombres de ciencia, aventureros, místicos e incluso expedicionarios militares.
Sobre el objeto ya habla Roger Bacon en una obra publicada en 1230. Asegura el célebre filósofo y esoterista inglés que el Libro Sagrado y la Piedra de la Sabiduría -¿el Bastón de Mando?- se encuentran escondidos en una cordillera de un lejano y silencioso territorio ubicado en el extremo meridional del Hemisferio Sur.
En 1830, un ambicioso jefe araucano -conocedor de las leyendas de las tribus que habitaban el norte y el centro de la Argentina- decidió penetrar con sus guerreros en las sierras de la Ventana, Tandil, Balcarse, Pillahuincó y San Luis, llegando incluso a la ciudad de Córdoba en busca de “la Piedra que Habla y dominará el mundo…”.
Las leyendas sobre las propiedades mesiánicas del Bastón de Mando hicieron que, entre 1920 y 1940, sucesivas expediciones inglesas, alemanas, indias, japonesas y francesas se lanzasen a la caza y captura de la Piedra de la Sabiduría. Incluso las SS de Adolf Hitler protagonizaron alguna de esas expediciones, asesorados por los astrólogos y videntes del III Reich que consideraban el Bastón de Mando como una pieza fundamental para culminar las ansias mesiánicas del Fhürer. Pero los nazis, al igual que el resto de buscadores, fracasaron.
Quien tuvo más suerte fue Orfelio Ulises, un hombre que entró en la historia esotérica de Argentina en 1934. Había permanecido ocho años en el Tíbet, en donde de los labios de los lamas y de los “maestros de Shambhala” escuchó hablar, por primera vez, de la Piedra de la Sabiduría. Años después, ya de regreso en Argentina, desenterraría el mítico Bastón de Mando del escondite en el cual había permanecido oculto durante siglos: el cerro Uritorco de Capilla del Monte (Córdoba, Argentina). Apareció junto a otros dos objetos, una piedra circular parecida a un moledor y un tercero que el descubridor quiso que quedara enterrado allí.
El bastón fue encontrado partido en tres trozos de 43, 40 y 28 centímetros. Mide en total 1.11 metros de longitud y unos 15 centímetros de diámetro. Pesa algo más de 4.5 kilogramos, pese a que por su apariencia y por la sensación que causa al tenerlo entre las manos es de que posee mayor entidad.
Esculpido en basalto, el pulido de la piedra fue datado en hace más de 7.000 años, lo que desconcierta notablemente a los historiadores y arqueólogos. Sin embargo, para Guillermo Terrera no suponía ningún problema aceptar esa datación, ya que sin ningún pudor relacionaba el Bastón de Mando con el origen de los indios comechingones -aborígenes barbados y de rasgos nórdicos que poblaban la región antes de la llegada de los españoles- con las leyendas que hablan de las visitas de dioses extraterrestres en el pasado y con la ciudad subterránea de Erks, poblada supuestamente por seres de otra dimensión, que según explica en su libro Antropología metafísica, se encontraría en las entrañas del Cerro Uritorco. Además, dicho bastón era una especie de “antena” gracias a la cual, y en el transcurso de extrañas ceremonias, entraba en contacto con aquellos seres de otros mundos.
Guillermo Terrera, a quien tuvimos la fortuna de conocer hace ya algunos años, afirmaba sin temor, en contra de las teorías que ligan la llegada del Bastón de Mando con los templarios, propone otra hipótesis sobre el origen de la pieza y asegura que los antiguos comechingones fueron conducidos por “seres superiores” (¿acaso los aparentes extraterrestres que retrataron en sus pinturas rupestres?) hasta Argentum (Argentina) cruzando el estrecho de Bering con el Bastón de Mando entre sus posesiones.
Las teorías de este peculiar personaje encontraron eco entre diferentes grupos esotéricos latinoamericanos, muy influenciados -como Terrera, por cierto- por el hitlerismo esotérico y el tradicionalismo mágico que tanto influyó en el III Reich. Con su muerte, y como explican el sociólogo Emilio Zubiría y el periodista Alejandro Ravazzola, la fascinación del mundillo esotérico argentino por sus sorprendentes teorías, un peligroso cóctel en el que se mezcla nazismo, nacionalismo y hermetismo, se hizo todavía mayor. Todos los grupos de corte esotérico han querido heredar el Bastón de Mando. Pero según Ravazzola, sólo el grupo Delfos podría considerarse como continuador de la obra del controvertido ocultista cordobés. De hecho, según sus investigaciones, dicho colectivo ha realizado numerosas expediciones tanto en el Uritorco como en la Patagonia siguiendo las pistas sugeridas por Terrera en sus libros en torno a la ubicación del Santo Grial en Argentina y la presencia de templarios en aquellas tierras antes, incluso, del descubrimiento de Colón. Tan arriesgadas propuestas fueron creídas a pies juntillas por los nazis de la II Guerra Mundial, muchos de los cuales se refugiaron en Argentina importando su convencimiento a propósito de la ubicación del insólito objeto.
Este último hecho, por cierto, fue confirmado por el centro Wisssental en América Latina y el Mossad, que descubrieron la continuidad del hitlerismo esotérico -y ufológico- en Argentina, hoy representado públicamente por el diplomático chileno Miguel Serrano, conocido defensor de la teoría que sostienen que los OVNIs actuales son naves desarrolladas por los ingenieros nazis que lograron sobrevivir a la II Guerra Mundial y que podrían habitar algunas ciudades subterráneas como Erks, que se encontraría, como señalábamos, bajo el cerro Uritorco.
Delfos y su líder, el ingeniero Fernando Fluguerto Martí, es hoy un colectivo envidiado -y admirado- por los esoteristas argentinos al haber sido proclamado como heredero no de sólo los conocimientos de Terrara sino también del preciado Bastón de Mando que hoy muestran orgullosos… Pero viven engañados…
Los hijos de Guillermo Terrera viven al sur de Buenos Aires. Aún recuerdan con cierto horror las circunstancias que rodearon el entierro de su padre. Nos explicaron cómo aún estando caliente el cadáver, algunos de los asistentes al velatorio, que presidía el Bastón de Mando, se abalanzaron sobre la codiciada pieza “como locos, asegurando ser los escogidos de los seres superiores para heredarlo”, nos asegura el hijo del hermetista, también llamado Guillermo. El joven, tan alto y fornido como su padre, forcejeó con ellos para recuperar el bastón, que para esconderlo acabó enterrándolo en cierto lugar para evitar un posible robo. Así que no es de extrañar que nos asegurara, ante nuestra sorpresa, que desconocía quiénes formaban el colectivo Delfos.
¿Significaba aquello que existían dos bastones, uno en posesión del citado grupo esotérico y otro custodiado aún por la familia de Terrera? La respuesta es… ¡Sí! La historia del bastón falso resulta rocambolesca. Según nos explicó su hijo, Guillermo Terrara fabricó una réplica del “fetiche” por temor a perderlo a manos de algunos visitantes de cuyas intenciones no estaba seguro.
La pieza apócrifa no presenta las roturas de la original y su peso es considerablemente menor. Pero quien no haya sostenido con sus manos ambas piezas no podría percatarse de la diferencia… Ahora bien, ¿cómo llegó el bastón falso a manos de los miembros del grupo Delfos? Según nos comentaron los familiares de Terrera, la segunda esposa del hermetista, tras el fallecimiento de éste, se distanció de los hijos del primer matrimonio y no dudó en ceder el bastón falso al grupo esotérico. Sin embargo, la pieza original, la auténtica, junto a su base piramidal y su “memoria” de miles de años, siguen bajo la custodia de la familia de Terrera.
Pero los dueños del verdadero Bastón de Mando no saben qué hacer con él ni qué uso darle. Y por eso han decidido poner a la venta el fetiche esotérico, en espera de que quien lo adquiera sea una persona preparada para continuar la obra de su padre. También desean que sea alguien poderoso, tanto como los ex presidentes Juan Domingo Perón o Carlos Menem, este último amigo personal de Terrera. Y es que ambos quisieron adquirirlo décadas atrás, aunque fracasaron en su intento porque Terrera no quiso desprenderse del objeto mientras vivió.
Eso sí: el nuevo dueño tendrá que desembolsar varios millones de dólares, lo que ha despertado el temor de los investigadores, que sospechan que el Bastón de Mando puede salir de Argentina. Y esta posibilidad les irrita: “Se encontró aquí, y aquí estuvo desde los tiempos de los comechingones, así que adoptaremos todas las medidas legales precisas para que esa pieza regrese a donde siempre debió estar: en este lugar en el que ahora nos encontramos”, expresó con contundencia a Mundo Misterioso el investigador argentino Jorge Suárez a los pies del mítico, misterioso y desconcertante cerro Uritorco.
Entrevista Guillermo Alfredo Terrera
El Bastón de Mando: ¿Una reliquia intraterrestre?
Diego Arandojo – Terrera y el Bastón de Mando (Entrevista)
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