¿Había fantasmas? ¿Qué documentos guardaba el Ministerio de Defensa en aquella caja fuerte? ¿Por qué ese día la presión del agua fue tan baja? ¿Por qué hubo un escape de gas esa noche, mientras los bomberos luchaban contra el fuego? ¿Por qué... 10 años después, el incendio del Windsor sigue plagado de incógnitas? Sus misterios alimentan la imaginación madrileña, han dado lugar a canciones y libros, y el carpetazo que se dio a la investigación apenas transcurrido un año desde el gran fuego sólo avivó el enigma.
Este jueves se cumplirán 10 años del incendio que destruyó el rascacielos en pleno corazón financiero de la ciudad. Los servicios de emergencia lucharon contrarreloj no para salvar el edificio, sino para evitar una catástrofe que podía haber causado muertes o incendios mayores en los otros edificios del complejo de Azca.
A muchos les cuesta creer que una colilla mal apagada pudiera terminar con un rascacielos de 30 plantas y, sin embargo, no se planteó nada más al final de la investigación que una causa meramente accidental.
Supuestamente, una empleada de Deloitte, técnico de riesgos laborales, había fumado esa noche, un sábado que las oficinas estaban casi vacías, apagó mal la colilla y se marchó de su despacho en la planta 21. Al llegar los vigilantes, el despacho ya ardía.
Supuestamente, una empleada de Deloitte, técnico de riesgos laborales, había fumado esa noche, un sábado que las oficinas estaban casi vacías, apagó mal la colilla y se marchó de su despacho en la planta 21. Al llegar los vigilantes, el despacho ya ardía.
¿HABÍA FANTASMAS EN EL EDIFICIO?
Había pasado apenas una semana desde el incendio (que fue el 12 de febrero de 2005) cuando varias televisiones empezaron a emitir la grabación de una videoaficionada. En ella se veía a dos personas a través de unas ventanas, con una extraña luz de color blanco, con pinta de llevar trajes NBRQ, más o menos en la planta 16 del edificio. El fuego había comenzado en la planta 21 a las 23.08 horas, y rápidamente se extendió por toda esa planta, para después pasar a las plantas superiores y, finalmente, descender hacia los pisos inferiores.
Los fantasmas, como se los llamó aquellos días, se quedaron en eso, en seres etéreos. El informe pericial de la Policía Científica dice, sin meterse más allá, que por parte de «la sección de Tecnología de la Imagen de la Comisaría General de Policía Científica se procedió a analizar diferentes grabaciones de vídeo tomadas durante el desarrollo del incendio, en concreto unas en las que se ven varias figuras humanas, lográndose determinar que dichas imágenes no son falsas». Es decir, el vídeo era auténtico, pero no se dejaba claro si allí había gente o no.
Para alimentar un poco más este misterio, los Bomberos del Ayuntamiento de Madrid elaboraron su propio informe, en el que se aseguraba que aquellas siluetas podrían ser producto de un reflejo. Además, en su día desde el Ayuntamiento de Madrid se aseguró que no eran bomberos.
LOS INFORMES 'SECRETOS' DE DEFENSA
En la mayoría de las plantas del Windsor estaban las oficinas de la consultora Deloitte, pero en la cuarta planta tenía su sede otra compañía llamada Comparex España. Desde esta empresa se pidió autorización al Juzgado de Instrucción número 28 (que se encargó de la investigación) para recoger una caja fuerte ignífuga que había quedado en sus destruidas oficinas.
El propio juzgado, en el auto que autorizaba esa recogida, explicaba que se quería recuperar esa caja fuerte que contenía «documentos del Ministerio de Defensa calificados de documentos reservados». Sin embargo, tanto el Ministerio de Defensa como Comparex negaron rápidamente que se tratara de documentación clasificada. La empresa explicó que eran contratos, y Defensa alegó que esa empresa tenía una certificación de seguridad para su trabajo «que comporta ciertas condiciones de seguridad» para contratos con la OTAN, Defensa o la Unión Europea.
UN BUTRÓN HECHO DESDE DENTRO
El 22 de febrero, cuando la Policía Científica ya estaba realizando la inspección de los restos del edificio, se halló un butrón en la zona de los garajes que comunicaban con el interior del Windsor. La pared era de pladur y había sido realizado desde dentro hacia el garaje. El agujero era pequeño, por el que «difícilmente pasa una persona delgada», dicen los agentes en su informe. Según su hipótesis, el butrón podría haber sido hecho «para comprobar a dónde daba dicha pared desde el interior de la oficina». Se buscaron huellas dactilares en una porción de la pared recogida allí, pero no se encontró ninguna. Ese mismo día se encontró un cierre metálico, también cerca del garaje, que estaba abierto y tenía el candado reventado. Sin embargo, mientras que los bomberos explicaron que habían sido ellos quienes rompieron el cierre, nunca se supo quién realizó el butrón, ni por qué.
EL FUEGO QUE SE AVIVÓ DE PRONTO
El fuego parecía controlado cuando ya había entrado la madrugada. Pero a cierta hora, una inmensa llama explotó por la fachada oeste del edificio, cuando el fuego había afectado principalmente a las fachadas norte y este. José Luis Gómez, que entonces era jefe operativo de Seguridad del Ministerio de Fomento (cuya sede estaba enfrente de Windsor, en Nuevos Ministerios) recuerda cómo lo vivió: «Nos extrañó mucho cómo se reavivó el fuego en aquel momento, fue como si algo lo hubiera alimentado, aunque claro, no sabemos por qué ocurrió eso». Los informes policiales no detectaron acelerantes del fuego, ni varios focos, ni nada que hiciera pensar que podía tratarse de un incendio provocado. Esa noche, además, los bomberos advirtieron de que podría haber un escape de gas, porque no pudieron cerrar varios conductos de los que pasaban por la zona, y aconsejaron a muchas personas extremar la precaución.
Un documento quemado procedente del edificio incendiado, recogido en la calle. (Foto: EFE)
LOS FALLOS DE LA PRESIÓN DEL AGUA
La presión del agua fue otro de los puntos raros del suceso. Los bomberos tuvieron grandes problemas con la presión, porque precisamente esa noche era tan baja que no llegaba bien a sus mangueras. De hecho, tuvieron que buscar otra zona de abastecimiento para poder sofocar las llamas. Pero es que además el Windsor tuvo justo muy mala suerte cuando se quemó: llevaban meses cambiando su sistema de extinción de incendios para adaptarlo a la normativa.
PERITOS CONTRA BOMBEROS
Se estaba construyendo una segunda escalera de emergencia, pero el mayor problema estaba dentro, porque no había aspersores que se encendieran automáticamente al saltar la alarma de humos. Los peritos de la aseguradora Allianz, sin embargo, culparon de falta de diligencia a los bomberos, en un extenso informe aportado al juzgado. En él expresaban que los sistemas antiincendios habían sido revisados un mes antes y que funcionaban bien, pero que no se actuó como se debió porque no se inyectó suficiente presión en la columna seca, entre otros muchos motivos.
ADIÓS AL EXPEDIENTE DE FG VALORES
En aquel incendio también se perdió una valiosa documentación. Justo un día antes del incendio, la Fiscalía Anticorrupción había pedido a Deloitte los informes sobre una auditoría de 1994 a FG Valores, del presidente del BBVA, Francisco González. Se trataba de una auditoría que en su día había realizado la empresa Arthur Andersen, con la que Deloitte se fusionó después.
Anticorrupción estaba investigando la venta de FG Valores a Merrill Lynch, y había reclamado a Deloitte esos documentos.
Anticorrupción estaba investigando la venta de FG Valores a Merrill Lynch, y había reclamado a Deloitte esos documentos.
Francisco González Rodríguez, ex presidente del banco Argentaria entre 1996 y 1998 y del BBVA desde 2000 hasta 2018. Fundador en 1987 de la sociedad de valores FG Inversiones Bursátiles.
Sin embargo, el propio presidente de Deloitte explicó en un foro días después del incendio que aquellos documentos estaban en la planta 23, por lo que fueron destruidos por las llamas. Además, no existía copia en ningún otro sitio de ese expediente, mientras que de casi todos los documentos que había en el Windsor sí había un duplicado en otro edificio. Otro misterio para la lista.
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