Mientras el mundo científico se congratula de los avances y la eficiencia de la medicina genética en la curación de enfermedades, el banco de inversión Goldman Sachs ha puesto el foco en la cuenta de resultados de las compañías de biotecnología y su conclusión es, cuanto menos, preocupante.
Según un informe de este banco de inversión publicado por CNBC, invertir en terapias genéticas capaces de curar para siempre una enfermedad es un mal negocio a largo plazo. “El potencial de ofrecer ‘remedios únicos’ es uno de los aspectos más atractivos de la terapia génica, la terapia celular genéticamente modificada y la edición de genes. Sin embargo, estos tratamientos ofrecen una perspectiva muy diferente con respecto a los ingresos recurrentes frente a las terapias crónicas”, ha razonado el analista Salveen Richter en una nota enviada a clientes la semana pasada.
Salveen Richter
En su informe, Goldman Sachs analiza el ejemplo de los tratamientos de Gilead Sciences para la hepatitis C. En el ámbito científico la eficiencia es indudable ya que ha logrado tasas de curación del 90%, en el financiero no tanto. Mientras que en 2015, los ingresos por el tratamiento de hepatitis C de esta compañía alcanzaron un máximo de 12.500 millones de dólares. Los analistas de Goldman Sachs estiman que los tratamientos no superarán los 4.000 millones de dólares en 2017, lo que sería un descenso del 68%.
La razón es fácil el medicamento ha fagocitado a los potenciales clientes. “En el caso de enfermedades infecciosas como la hepatitis C, curar a los pacientes existentes también disminuye el número de portadores capaces de transmitir el virus a nuevos pacientes, por lo que el grupo de potenciales clientes futuros también disminuye”, apunta el análisis de Richter.
Centrarse en enfermedades masivas
Para evitar el problema de la sostenibilidad financiera en general, el informe sugiere una estrategia que puede ser fuente de conflicto. Recomienda a las compañías biotecnológica que centren sus investigaciones en la obtención de medicamentos enfocados a tratar las enfermedades más masivas y crónicas. Entre las que cita están la hemofilia de la que según las estimaciones de Goldman podría afectar a entre 9.000 y 10.000 personas en todo el mundo y cuya incidencia crece a un ritmo anual de entre el 6% y el 7%.
También apunta como rentables financieramente medicamentos destinados a tratar al atrofia muscular, espinal, o incluso cegueras hereditarias.
Innovar más
Así mismo, sugiere acelerar los procesos de innovación y que las empresas sean y amplíen constantemente su cartera de tratamientos. Esto puede “compensar la trayectoria decreciente de ingresos de los activos anteriores”.
Por último, sugiere que, a medida que dichas curas lleguen a buen término, podrían abrir más oportunidades de inversión en tratamientos para “enfermedades del envejecimiento”.
La polémica está servida. ¿Al servició de quién está la ciencia de los pacientes o de la cuenta de resultados?
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