LA ZONA PÚBLICA : La verdad sobre la industria musical.

Detrás de las Compañías Discográficas y de los negocios del ambiente artístico existe una élite de personas super-ricas, que se hacen llamar los Illuminati, o “Viento Conquistador de Moriah” (“Moriah Conquering Wind”), que utilizan la industria para distraer y cambiar nuestras mentes con el propósito de cumplir sus crímenes contra la humanidad.



Las grandes discográficas están controladas por la misma élite de personas que dirige sus negocios a través del ocultismo, y que son los jefes de las sociedades secretas, como los masones y la OTO.

Para inscribirse como músico para las grandes compañías discográficas, tienes que estar dispuesto a trabajar para su Agenda, la que implica obtener finalmente un control total sobre la población mundial. Esto no quiere decir que todos los artistas que se inscriben son conscientes de la Agenda, pero están atados a las reglas y regulaciones estrictas de la industria. La Industria de la Música y Hollywood son sólo dos ejemplos de las industrias que controlan.



Los artistas famosos, que reciben la mayor promoción, son a menudo víctimas de control mental que han sido divididos en múltiples personalidades y son controlados por un programador o un manipulador (que muy a menudo es el director). 

Esto es para mantener al artista “en línea”, por lo que ellos siguen siempre el curso pre-establecido para ellos. Si el artista trata de alejarse de la “causa”, será amenazado, “reprogramado”, se le impedirá hacer nuevas grabaciones (será despedido o alejado de los medios), e inclusive podrá ser asesinado. 

La industria artística del arte tiene una de las estadísticas de mortalidad más altas de todas las profesiones. ¿Por qué? ¿Crees que es sólo porque los artistas piensan que usar drogas es “cool”? Piensa de nuevo…

Muchos artistas están involucrados en el ocultismo y son miembros de sociedades secretas como las mencionadas anteriormente, o de la Iglesia de Satán. Ellos practican el Ocultismo y la Magia Negra (como Marilyn Manson, Ozzy Osbourne, Led Zeppelin, por nombrar algunos), y lo que queremos es revelar lo que está por detrás del “glamour” de las bandas. Su tarea es la de desmoralizar a nuestros jóvenes, para crear una sociedad en la que nadie sea capaz de pensar por sí mismo (al contrario de lo que la cultura pop está tratando de enseñarnos acerca de la música rock “rebelde”). 

La industria del arte crea “íconos” con mensajes degradantes y satánicos, que se supone son un reemplazo para el “invisible” Dios. Los músicos también a menudo actúan de forma degradante (observe el ya clásico ejemplo de Miley Cyrus), y en “alta” o “baja” por las drogas, por lo que sus fans comienzan a actuar de la misma manera. El propósito es crear apatía y decaimiento.

Un buen número de grabaciones contienen mensajes subliminales invertidos en su música, como muchos temas de Led Zeppelin, Michael Jackson, The Eagles, y más… Aquí hay un sitio web que contiene más información sobre Grabaciones Invertidas. No hay duda existen estos mensajes invertidos, pero la pregunta es, ¿quién los puso allí? ¿Las compañías discográficas? ¿Los músicos? ¿Demonios? A la larga, no importa tanto. Están ahí, y sí afecta nuestra mente subconsciente, y no son algo positivo…

¿Todo esto parece una locura? ¿Suena increíble? Sí, puede parecer. Sin embargo, esperamos que puedas cambiar de opinión después de haber leído los artículos de esta página web, y los testimonios de las personas que están o estuvieron trabajando en la industria de la música. Mi verdadera ambición es ayudar a poner fin a lo que está sucediendo en esta industria, para detener el control de la mente vicioso que crea títeres ricos pero sin poder, cuyo propósito es inducir a error, degradar y matar. Con suerte, el lector va a ver la verdad y difundir estas palabras para revelar y posiblemente salvar a los que han “vendido su alma al rock and roll (y al control mental)”.

El primer éxito del rock and roll fue una canción llamada “Rock around the clock” (El Rock del RELOJ). Parece curioso que la canción que pusiera en marcha una revolución en las costumbres como ésa tuviera por nombre el Tiempo. Como si fueran a poner en marcha otro Tiempo, otra era. Vean en este curioso vídeo a quién iba dirigida esta música. Un producto para niños o mejor, para “teenagers”, palabra que fue inventada en aquella época por los sociólogos de la élite y que significa “Adolescente” (“que adolece” ¿de juicio?). Hasta entonces, los niños dejaban de serlo cuando se convertían en adultos. A partir de entonces, la adolescencia se fue ampliando hasta… los 30 (y más).

Cuando uno analiza la letra del “Rock around the clock” se da cuenta de que hay en ella una graduación típica de los conjuros: 1-2-3-4-5… También es significativo que los escritores de la letra fueran dos judíos como Max Freedman y James Edward Myers, que la hubieran escrito dos años antes de que la cantara Bill Halley (y los Cometas), quien la convertiría en un fenómeno de nuestro tiempo.




Lo que poca gente sabe es que la versión de Haley fue publicada a mediados de 1954 y que sólo tres meses después entraría en el guión de la película “Semilla de maldad”, una de las tres películas que iniciarían el cine de “adolescentes malos”, junto con “Salvaje” (Marlon Brandon) y “Rebelde sin causa” (James Dean). La versión oficial nos quiere hacer creer que la eligieron porque le gustaba al hijo de Glenn Ford, de 10 años de edad, pero parece claro que fue un lanzamiento premeditado, un proyecto diseñado para manipular a la población pues la película arranca con esa canción precisamente. 


Significativo también que la siguiente canción famosa de Haley fuera “See you later, aligator” (“Hasta luego, cocodrilo”), absurda canción de naturaleza reptiliana en la que el cantante cuenta cómo le ha dejado su chica (¿A quién se le ocurriría cantar que su chica le llamó “caimán” y se fue con un cocodrilo?).


Max Freedman


James Edward Myers

Ya John Coleman mencionó el gran invento del instituto Tavistock que fueron los Beatles, dejando bien en claro que el rock fue un fenómeno programado con una precisión matemática. Pero tenemos muchos datos más muy interesantes, como para que comprendan que no siempre el talento es lo que cuenta… también la procedencia.

Por ejemplo, Jim Morrison era hijo del Almirante George Stephen Morrison de la armada norteamericana, ¡que estuvo al mando del incidente de la bahía de Tonking (autoatentado) que daría comienzo a la guerra de Vietnam!



John Phillips (líder de Mamas and the Papas) era vástago del capitán de los marines Claude Andrew Phillips, que se crió en instalaciones militares y era descendiente del fundador de los Estados Unidos, John Adams y que varios de sus hermanos trabajaron en inteligencia militar.

El padre de Frank Zappa era un experto en guerra biológica y su mujer, Gail Sloatman, provenía de una familia ligada a la inteligencia militar y en el campo de las bombas nucleares.

Stephen Stills (Crosby, Stills and Nash) también era hijo de un militar y se crió en instalaciones militares, al igual que su colega David Crosby, hijo del Mayor de la sección de inteligencia, Delafield Crosby, proveniente de una familia de jueces, masones de alto grado y militares. 

Al igual que Jackson Browne y Gram Parsons (Flying Burrito Brothers), también hijos de militares. Al igual que el gran Jimi Hendrix y la maravillosa Joni Mitchel, que llevaron una vida ambulante, siguiendo a sus respectivos padres en sus destinos. Fueron muchos de ellos quienes comenzaron la cultura de la psicodelia y la droga… ¿Cómo? Muy fácil: tenían acceso directo a ella.




Pero si nos adentramos en la oscura figura del mánager, la persona que mueve realmente los hilos de los artistas, la cosa se pone más seria todavía.

El mánager de Elvis Presley fue el oficial de inteligencia, Coronel Parker. Sin duda, este hombre fue el que movió a su antojo al adorable paleto de Memphis al que moldearían a su antojo (Bill Haley era muy feo) hasta que, inevitablemente, se le fue la olla. 

El mánager de los Beatles fue el judío Brian Epstein. El de Jimi Hendrix, el agente confeso de inteligencia, Michael Jeffrey, quien admitió -y esto es importante- al ingeniero de sonido, Alan Douglas, que estuvo involucrado en la muerte de Hendrix, el cual le reclamaba grandes cantidades de dinero que le había hurtado de lo obtenido en sus conciertos.

Mi opinión personal a la luz de lo investigado sobre el programa MK Ultra es que muchos de esas estrellas del rock, hijos de militares, habían sufrido abusos sexuales, estaban programados y dirigidos por “control remoto”.

Rafapal agrega: “Los Beatles eran incapaces de leer música cuando grabaron sus primeros discos y fueron el agente George Martin, su productor, un gran músico de conservatorio, y Brian Samuel Epstein (otro judío), conocido principalmente por su rol de manager del grupo, quienes guiaron su carrera e introdujeron los mensajes subliminales queridos por la élite… hasta que Lennon se cansó del juego (más tarde, le mandarían un “regalo” MK Ultra). 

Los Beatles fueron escogidos cuando apenas eran unos adolescentes que tocaban en puticlubs de Hamburgo: un fenómeno programado de lo que hoy llamaríamos “Operación Triunfo”, como más tarde Menudo (Ricky Martin) o los Jackson Five (Michael Jackson) o las Spice Girls o… tantos y tantos. Sólo como ejemplo, las niñas histéricas que corrían detrás de los Beatles al comienzo de su éxito en aeropuertos y a la puerta de hoteles… eran público pagado”.

Ahora bien, esta observación es sumamente clara pero no deja de ser superficial, digamos que se trata de un simple análisis de “lo que está a la vista”. Pero se trata sólo de la punta del iceberg y, como siempre, la parte sumergida es de proporciones muy superiores a lo que podemos ver a simple vista.

Los Beatles, que con su apariencia inocente inauguraron la música rock y electrónica moderna, eran más que un mero grupo de rock a principios de la década de 1960. Pero su eclosión no supuso el advenimiento de una rebelión espontánea de los jóvenes contra el viejo sistema social. Si los ponemos en su justo contexto histórico, nos damos cuenta de que formaron parte de un enorme experimento de masas diseñado por el gobierno inglés para condicionar culturalmente a la sociedad contemporánea, y fue supervisado por la CIA, por el MI6 británico y por el Instituto Tavistock, “que utilizaron drogas psicodélicas y psicotrópicas extraordinariamente poderosas que alteraban el estado mental”, además de la información más novedosa que se desprendía de estudios de la conducta humana en relación con la radio y la televisión. 

En otras palabras, “los Beatles fueron traídos a Estados Unidos como parte de un experimento social que sometería a grandes grupos de población a un lavado de cerebro del que no serían ni siquiera conscientes”. Este es el fenómeno mundial que más adelante se conocería como ‘beatlemanía’.

Con la excepción de unos pocos hombres taimados y brillantes ocultos en los principales think tanks e instituciones de investigación interrelacionadas con el Tavistock, pocos entendían cómo la llegada de los Beatles a Estados Unidos conllevaría un cambio total de paradigma y provocaría un desastre cultural para toda una generación de estadounidenses. 

Desde sus orígenes humildes en la década de 1920, tras la Primera Guerra Mundial, el Instituto Tavistock, dirigido por John Rawlings Rees, evolucionó hasta convertirse en una institución de guerra psicológica de la familia real británica y en la división psiquiátrica de la Inteligencia británica durante la Segunda Guerra Mundial. En la década de 1930, el Tavistock desarrolló una relación simbiótica con el Instituto Frankfurt de Investigación Social, fundado por la Sociedad Fabiana


John Rawlings Rees

La colaboración entre ambas instituciones punteras dio como resultado una investigación en la cual se analizaba la cultura en la década de 1930 desde un punto de vista neofreudiano. Conforme la Segunda Guerra Mundial se acercaba, la Escuela de Frankfurt, trasladada ahora a Nueva York y puesta así fuera de peligro, coordinó el primer análisis del impacto de un medio de comunicación de masas (la radio) en la cultura. El proyecto se lideró desde Princetown y se conoció como “Proyecto de investigación de la radio”.

Durante el proyecto, tanto el Tavistock como la Escuela de Frankfurt prestaron especial atención a las técnicas de propaganda nazi, que luego incorporaron a su investigación sobre la conducta humana que, una década después, lanzaría una “importante e irreversible revolución cultural en Estados Unidos” en la estela de la invasión de los Beatles a ese país. El nombre con el que se conoció esa invasión fue “Conspiración Acuario”.

“Los Beatles —escribe el doctor John Coleman— fueron un complot cuidadosamente diseñado por un grupo de conspiradores, que no pudieron ser identificados, para introducir un elemento muy destructivo y disgregador en un gran grupo de población con el objetivo de hacer que cambiase contra su voluntad. Nuevas palabras y frases —preparadas por el Tavistock— fueron introducidas en la sociedad a través de los Beatles. Se generalizó el uso de palabras clave relacionadas con el rock como “guay” y “música pop”, que se convirtieron en un vocabulario camuflado en código, que implicaba la aceptación de las drogas y que llegaba y acompañaba a los Beatles allí a donde iban para ser “descubiertos” por “adolescentes”, creando un enorme segmento de población joven disgregado de la masa social y persuadido a través del condicionamiento y la ingeniería social de que los Beatles eran de verdad su grupo favorito. Todas las palabras clave diseñadas en el contexto de la música rock fueron creadas con el objetivo de controlar las mentes de ese nuevo grupo objetivo: la juventud de Estados Unidos”.




Ingeniería mental de Tavistock


Los Beatles no fueron los primeros músicos que crearon el fenómeno de multitudes histéricas y chillonas. Frank Sinatra en el campo de la música y Adolf Hitler en el de la política fueron los pioneros en ese sentido. Crearon en sus seguidores exactamente ese tipo de histeria de masas, pero los Beatles lo lograron durante más tiempo y más intensamente que nadie. “Cuando el fenómeno conocido como rock and roll se destacó sobre la Tierra en la década de 1950, sólo unos pocos se dieron cuenta de que llegaría a dominar completamente la vida estadounidense durante el resto del siglo”.

El hombre encargado de que a los estadounidenses “les gustaran” los Beatles fue Walter Lippmann. Los Beatles, el grupo más parodiado y versionado de la historia de la música, fueron puestos ante el público norteamericano para que fueran descubiertos. Los adolescentes, que ignoraban lo que en realidad estaba pasando, fueron sometidos a un aluvión incesante de propaganda de “la música de los Beatles”, hasta que acabaron convencidos de que les gustaba cómo sonaba y la adoptaron como propia junto con todo lo que la acompañaba. 

Al crear la ilusión de numerosas y “verificables” fuentes de información, los profesionales del lavado de cerebro engañan a la gente para que crea que lo que está contemplando es información objetiva y equilibrada, previniendo, así, que se genere la sensación de que no hay ningún control externo. Teniendo en cuenta que el Bilderberg controla prácticamente todos los medios de comunicación importantes del mundo, les resulta relativamente fácil conseguirlo.


Walter Lippmann

El grupo de Liverpool cumplió con las expectativas y “con un poco de ayuda de sus amigos”, es decir, de las sustancias ilegales que llamamos drogas, crearon toda una nueva clase de jóvenes norteamericanos moldeados precisamente según la voluntad del Instituto Tavistock”, afirma Coleman. Lyndon LaRouche, que escribe para la importante revista de investigación EIR, está de acuerdo con esta afirmación: “Los Beatles y los Animals, los Rolling Stones y los maníacos homicidas del punkrock que les siguieron fueron, por supuesto, un producto espontáneo de la juventud alienada como lo fue la cultura del ácido que les acompañaba”. Como el propio John Lennon ha dicho, un día estaban tocando versiones de canciones de otros grupos en bares mugrientos, en garitos de striptease y en clubes del Reino Unido y Europa, y al siguiente les presentaban a la reina de Inglaterra y a los jefes de gobierno de todos los países a los que iban.



El hombre responsable del éxito sin precedentes de los Beatles fue Theodor Adorno, sociólogo, musicólogo y compositor alemán, uno de los principales filósofos de la Escuela de Frankfurt de Investigación Social. Su arma secreta era un sistema de música atonal con una escala de doce tonos que parecía despertar sensaciones en el cerebro comunes a muchos humanos y que funcionaba especialmente en determinados grupos de edad. La escala de doce tonos o música atonal es un método de composición musical creado a finales de la década de 1910 por el compositor austriaco y agente secreto de la Inteligencia británica Arnold Schönberg.

Describe a la música que no se adapta al sistema de jerarquías tonales, característico de la música europea de los siglos XVII y XIX, que trataba algunas notas como más importantes que otras en lugar de tratar cada uno de los doce semitonos de la escala cromática por igual. Al desarrollar esa idea musical, la idea de Schönberg era que actuara como alternativa a la armonía tonal como fuerza motora básica de la música. 


Theodor Adorno


Arnold Schönberg

La escala atonal de doce semitonos consistía en sonidos graves y repetitivos que Theodor Adorno tomó de la música del culto a Dionisio y a los que aportó un sabor “moderno”. 

Dionisio, el dios de la fertilidad, el vino, el crecimiento y la predominancia estática, encarnaba el extremo absoluto en el sentido en que trataba de inflamar las pasiones prohibidas del deseo humano, que es la liberación a través del éxtasis contra la cultura racional en la que la responsabilidad y el control consciente se convierten en algo secundario con respecto a los placeres sensoriales básicos. El aulos, un instrumento de dos juncos con un sonido similar al de un gran oboe, se asocia tradicionalmente al culto de Dionisio. 

El sonido de este instrumento imitaba intencionalmente los gemidos humanos. Los tambores también eran una parte importante de la música de Dionisio. Si se la compara con Egipto, donde las celebraciones en honor a Osiris eran mucho más polirrítmicas, en Grecia no había mucha cultura sobre la percusión. Pero el tímpano, que generaba un sonido grave y vibrante a partir de la piel de animal, siempre se sacaba para Dionisio, al igual que las castañuelas gigantes conocidas como krotala. Mucha de esta música, además de conmovedora, era muy excitante y enérgica. De hecho, a veces se la usaba para acompañar orgías salvajes y alcoholizadas.

De esta manera cerramos nuevamente el círculo que nos trae nuevamente al ocultismo. Tanto los Rolling Stones, como su amigo Kenneth Anger (autor de la película “Lucifer rising” y colaborador de Anthony Lavey), la novia de casi todos los Rolling (la sacerdotisa Anita Pallenberg), John Phillips, de The Mamas & The Papas, el director de cine Roman Polanski, todos fueron cercanos a la satánica Iglesia del Proceso, cuyo líder era un tal Charles Manson, agente MK Ultra, posteriormente inspirador de la matanza ocurrida en la casa de Roman Polanski en 1969 y que se produjo en el curso de una ceremonia satánica.

Polanski ya había rodado la película claramente satánica “La semilla del diablo” que nos retrotrae a la película “Semilla de maldad” que dio comienzo al rock and roll. Oldham, Philips, Anger y unos cuantos más, participaron en la introducción del LSD entre la juventud yanqui, como una prolongación de los estudios de Timothy Leary patrocinados por la CIA (más tarde, cuando Leary se hacía peligroso, le encarcelarían y se quedarían con sus importantísimos informes sobre el cerebro y las visiones místicas).

La lista de los roqueros (o participantes en esta cultura) condenados por pederastia es larguísima e incluye a Gary Glitter, Pete Townshed (The Who), Bill Wyman (Rolling) o el propio Roman Polanski.











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