Sigue siendo llamativo el consenso y el “sí” de ciertas iniciativas parlamentarias, tanto si previamente, han pasado por un proceso de “plagio”, reinvención, oportunismo o, todo junto, en donde las proposiciones de Ley, en este caso, versan sobre políticas relacionadas con la sanidad.
Aunque resulte chocante, debemos entender que, este tipo de asuntos llevados al hemiciclo, no tienen como objetivo sanear dicho sistema, ni siquiera velar por la sanidad de sus ciudadanos allí representados, por muy legítima que sea la proposición y se base en "nuevos" y maquiavélicos derechos otorgados al paciente como los que hacen referencia a la "muerte digna”. Un término que se ha "mezclado" y relacionado con la "eutanasia" en el mismo hemiciclo en el que se sortea la lotería de morir "pronto y bien", al compás de la música procedente de la orquesta "eugenesia". Y, que desaparece de la terminología empleada por sus señorías para la ocasión.
Un término que hace referencia al final del proceso de supuesta sanación que ve interrumpido el mismo por causas de cualquier índole, entre las que se encuentra la de la iatrogenia oculta y latente como telón de fondo, en donde la sangre del paciente, carece de valor porque priman las iniciativas políticas en materia de salud, ligadas al oscuro consenso existente entre los traficantes de enfermedades (Mafia Médica) y las administraciones involucradas en dar cobertura al “capricho” que se esconde en el maletín.
El consenso por tanto, no encuentra su base y su razón de ser en las exigencias del paciente, dado que sus pretensiones deben ser y son, hasta ahora, la de ser atendido en todos los aspectos relacionados con su bienestar físico que, a su vez, deriva en consecuencias positivas o negativas que además afectan a su situación económica.
Sus pretensiones se encuentran siendo gritadas a los cuatro vientos en forma de “Mareas Blancas” como se ha denominado a un movimiento que no sólo agrupa a pacientes y que enseña por calles y Avenidas las miserias de la sanidad y los silencios de sus responsables que no asisten porque se encuentran en eventos deportivos o de otro tipo.
Morir será el paso en el que el muerto “dignamente”, se verá obligado, a participar por última vez, por imperativo legal, en su ultimo trámite como contribuyente, dado que su muerte no es gratis en ningún sentido. Y su coste incluye el económico. Un aspecto de su “dignidad” poco reflejado en estas políticas, porque incluso, en este último adiós, contribuye a un sistema corrupto, oscuro e incierto que prefiere que dentro de su ataúd suene aún a metálico para satisfacción de sus “amos” que pasarán a tener una pesada carga menos para sus arcas.
Eugenésicamente correcto o como hacer el trabajo sucio a la Mafia Médica bajo el manto de la política terrorista-sanitaria basada en el control demográfico del Malthusianismo.
EL ÚLTIMO CASO DE EUTANASIA EN ESPAÑA SE “CELEBRA” EN EL TEATRO.
El 3 de abril de 2019 era detenido en su domicilio el último hombre acusado de practicar un suicidio asistido a su esposa aquejada de E.L.A. (Esclerosis Lateral Amiotrófica). Justo unos días antes, el 21 de marzo del mismo año, se estrenaba en Madrid la Obra de teatro titulada: “Celebraré mi muerte” protagonizada por Marcos Ariel Hourmann, el médico que practicó la eutanasia en 2005 a otra paciente, a petición de los hijos de esta y que finalmente, evadió la prisión. En el primer caso, el acusado quedó en libertad provisional sin que el fiscal pidiera ninguna medida cautelar. Curiosamente, su caso podía ser derivado a un juzgado de violencia de género.
Marcos Ariel Hourman representa ese lado oscuro de la “mafia médica” ligada a las élites que promueven la cronificación de la enfermedad y el estancamiento en el avance de la sanación, mercantilizando la salud y engrosando la cuenta de la mafia que opera en torno a la farmaindustria.
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