Somos vulnerables porque tenemos “arte”. Somos arte. Practicamos el arte. Vivimos (a duras penas) del arte. “Morimos” por el arte. Nos asesinan, censuran, boicotean por culpa del arte. Y, hasta nos secuestran el arte. Todo ello, eso sí, con muy poca “clase” y muy poco “arte”.
Quienes han llevado a la práctica, a lo largo de la historia, todas esas sucias artimañas con las que “comprarnos” para manipular nuestro arte y nuestra ideología, nuestras vidas y nuestro futuro. Y, de paso, convertirnos en esclavos de un oscuro poder mediático y político, se han visto de lleno, en muchas ocasiones, frente al espejo que les ha mostrado en toda su desnudez. Un espejo cuyo marco lo compone el tiempo y cuya luna está impregnada de diminutas e imperceptibles estrellas que forman ese gran firmamento llamado historia.
Somos vulnerables como tú, pero, no más vulnerables que tú. Tú eres el espectador que asiste a nuestra subida y a nuestra bajada. Pero hay algo que desconoces de todo ese trayecto. Y es, precisamente, el momento en el que esa vulnerabilidad de la que te hablo hace acto de presencia en el recorrido y de la que tú nunca te percataste. Porque existe un hilo conductor entre tu mundo y ese otro mundo que te conecta con el mío. Un hilo invisible que emite una luz que nada tiene que ver con nuestro “arte”.
Si se enciende esa luz, debes estar atento/a y discernir de qué foco proviene. Mi esfuerzo es tal que si esa luz se apagase por causas ajenas a mi voluntad, tú debas saberlo. Nunca dejarte engañar por aquellos que te cuenten que mi “arte” era sucio, inadecuado, incorrecto, amoral y de dudosa ideología.
Debes saber discernir cual es la luz que me ha dado fama y orgullo. Si ha sido tu luz o ha sido la de aquellos que me han querido mantener como la mejor “atracción” cultural y políticamente correcta, adaptándose al guion establecido del sistema basado en un ocio sin contenido de mera distracción.
Desconfía de esos. Esos, no quieren mi arte para culturizarte. Quieren mi arte para crucificarte, adormecerte, distraerte de aquello que les perjudica, pretendiendo que seas un borrego más, a costa de que yo sea tu payaso.
No creas en esos que pretenden convertirme en tu payaso. No creas en aquellos que te cuenten que un día fui un artista de “mala vida” o un cómplice de los tratos sucios de cerdos con corbata que decían ser altos ejecutivos, políticos, banqueros, etc.
Tú y solo tú me has seguido en cada renglón de esta torcida estrofa que componía mi vida basada en el arte. Y, tú mejor que nadie, sabes qué es lo cierto y qué no.
Si me vendí, fue por ti. Pero nunca me malvendí como te hicieron creer. Me vendí con ese “arte” del que te hablo. Sin fisuras, sin prejuicios. Me vendí sin mancharme y contigo de la mano. Porque reíste y lloraste conmigo. Y te transporté a lugares a los que nunca hubieras llegado si no hubieses confiado en mí.
Somos vulnerables en plural, porque somos un mundo aparte. Somos vulnerables porque nos hallamos ante un escaparate en el que pueden caer piedras o lágrimas, sonrisas y besos. O, lo que es peor, nuestra sangre inútilmente derramada a causa de la intolerancia de los que nos consideraron o nos consideran un mal maestro para ti.
Pero no te dejes embaucar. No seas vulnerable. Tú decides a qué maestro seguir. Tú decides cuanto debemos perdurar en el tiempo junto con nuestro arte. Tú decides en qué lugar de esa memoria debe permanecer…
Tu artista preferido.
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