LA ZONA NEGRA: El "abuelo"



Gregorio Mayoral Sendino fue el verdugo titular de la Audiencia de Burgos entre los años 1892 a 1928. Por su larga carrera, sus colegas le denominaban "el abuelo".


Nació en una familia humilde que pronto se trasladó a Burgos. Fue pastor, zapatero, peón de albañil y soldado. 

Quedando a cargo de su madre, le ofrecieron el trabajo de verdugo, plaza que ganó por los méritos de haber servido en la milicia. Las 1.750 pesetas anuales con que le anunciaron la oferta pudieron más que la escalofriante ocupación a que atendía la proposición de marras, y a pesar de los llantos de la madre, que no quería un hijo en esas lides, la plaza fue suya por delante de otros dos candidatos

Asistió a Lorenzo Huertas y fue formado por él mismo como verdugo mientras éste ejercía en Valladolid

Tras ganar la plaza, tardó dos años en ser requerido para ejecutar su primera sentencia, cosa que hizo con el cabo Domingo Bezares que había dado muerte de un sablazo a un joven recluta al que después había lanzado al Ebro.

Durante ese tiempo, Gregorio se familiarizó con el garrote a quien él llamaba la guitarra, con la ayuda del verdugo de Valladolid Lorenzo Huertas, verdugo de la Audiencia de Valladolid que cuando llegó a la ciudad traía a sus espaldas ya 89 ejecuciones. 

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Asesinato de Cánovas del Castillo

Un 15 de octubre de 1885 al escritor Pio Baroja, se le quedo grabada en su memoria la ejecución a un condenado, que visitó por la tarde, después de haber pasado por delante de su ventana camino de su ejecución. Dicho verdugo protagonizo algunos versos del escritor.


La primera ejecución de Gregorio Mayoral en solitario (una mujer) se describe como un desastre. Ello le lleva a perfeccionar el garrote y con el paso de los años, fue introduciendo modificaciones en el mismo, llevando el suyo propio toda vez que se hartó de manejar aparatos que estaban en condiciones lamentables.

Su diseño, según sus propias palabras, no hace ni un pellizco, ni un rasguño, ni nada; es casi instantáneo, tres cuartos de vuelta y en dos segundos....

Esto, junto a su habilidad y precisión, fue resaltado por sus coetáneos. Mantuvo, sin embargo, su innovación en secreto, por miedo que no fuese ajustada a derecho. Llegó a realizar al menos una ejecución triple en la cárcel Modelo de Barcelona en 1922. 

Si en el desarrollo de la siniestra profesión de verdugo pudiera darse un momento de gloria, esta se produjo el 20 de agosto de 1897. 


Ese día, este funcionario con fama de fino estilista de la cosa había sido reclamado para ejecutar a garrote vil a un reo muy especial: el anarquista italiano Michele Angiolillo, quien días antes había asesinado al presidente del Gobierno, Antonio Cánovas del Castillo. Eran las once de la mañana. 

Gregorio Mayoral -bajito, regordete, de rostro cetrino y expresión tranquila- subió los doce peldaños del cadalso improvisado en el patio de la cárcel de Vergara, donde le esperaba un pálido condenado. Dispuso los hierros de la mortal argolla e hizo su trabajo. 

Cuando lo concluyó, cubrió el rostro del ejecutado con un paño negro y se marchó igual de silencioso y sereno por donde había llegado.
En cuarenta años como verdugo, ejecutó a sesenta personas. 

Casimiro Municio se convirtió en verdugo de la Audiencia de Madrid en torno a 1915. Era un hombre alto y seco a quien no se le daba demasiado bien eso de matar gente y que acostumbraba a beber en abundancia antes de las ejecuciones para sobrellevar el trámite. Fue este verdugo el que se encargo de reunir a José María Sánchez Navarrete, Francisco Piqueras y Honorio Sánchez Molina, atracadores del expreso de Andalucía, con la muerte. 

Junto a Casimiro Municio llevó a cabo la triple ejecución de los condenados por el crimen del Expreso de Andalucía: Sánchez Navarrete, Piqueras y Sánchez Molina

Fue entrevistado por José Samperio que publicó dicha entrevista años después de la muerte del verdugo.


Un corto rememora al verdugo del magnicida de Cánovas del Castillo
Gregorio Mayoral, ejecutando al anarquista italiano, Angiolillo, autor del asesinato del Presidente del Gobierno, Cánovas del Castillo.


En la literatura se producen dos anacronismos. El primero debido a Pío Baroja que llega a asegurar que Mayoral se estrena con la ejecución de Juan Díaz de Garayo el Sacamantecas, si bien éste último fue ajusticiado en 1881 cuando el futuro verdugo sólo cuenta 18 años. 

Francisco Umbral lo menciona en una de sus novelas aunque habla de un indulto a un condenado que Ramón Serrano Suñer ordena ejecutar sin conocer el indulto que concede Franco, haciendo que el verdugo literario actúe años después de la muerte de la persona real.

Gregorio Mayoral es también mencionado en la obra de Camilo José Cela
Aunque nunca le incomodaron los fantasmas de las sesenta personas a las que envió con pulso firme al otro mundo, vivió angustiado sus últimos días en una casa pobre y oscura del arrabal burgalés al cuidado de su nieta Paquita (ya era viudo por aquel entonces) toda vez que su hija y madre de la pequeña se había fugado con un soldado.





Cada tipo de ejecución llevaba aparejada una escenificación distinta, diferenciándose cada una principalmente por el modo de conducir al condenado hasta el garrote: los condenados a garrote noble iban en caballo ensillado, los de garrote ordinario iban en mula o caballo y los de garrote vil en burro, sentados mirando hacia la grupa, o arrastrados.

Aquellas manos gruesas y fuertes que tantos cuellos atornillaron mimaron con delicadeza y cariño a aquella pequeña: la lavaron, la vistieron, la dieron de comer, la acompañaron a la escuela.

Gregorio Mayoral Sendino nació en Cavia, Burgos en 1863. Murió en la misma localidad el 23 de octubre de 1928 con 65 años y la conciencia en paz. 


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