La zona de los NOMBRES: Marcos Ana


Fernando Macarro Castillo, más conocido como Marcos Ana (seudónimo formado con los nombres de sus padres), es un poeta español nacido en la pedanía de San Vicente, del municipio de Alconada (Salamanca), el 20 de enero de 1920, aunque vivió su infancia en Ventosa del Río Almar (Salamanca). Su intensa biografía le ha hecho convertirse en uno de los símbolos de la cultura antifascista.


Hijo de campesinos, pasó la infancia en su localidad natal hasta que se trasladó con su familia a Alcalá de Henares en 1929. Su formación fue pobre y debió destinar buena parte de su tiempo a trabajar en cualquier tarea que aportase ingresos familiares.

Aunque marchó al frente al estallar la guerra civil en 1936, afiliándose a las Juventudes Socialistas Unificadas, cuando se reorganizó el ejército hubo de abandonar el campo de batalla por ser menor de edad.

No pudo incorporarse definitivamente hasta 1938; participó en distintas acciones durante la batalla de Madrid, al tiempo que trabajó como comisario político del Partido Comunista.

Antes del cerco total a la capital de España, consiguió escapar en dirección a Levante junto a varios miembros de distintas unidades republicanas.

Fue acogido por dos veces (en Albacete y Elda), pero el avance de las tropas sublevadas le obligó a retirarse hasta Alicante donde se refugió en el puerto hasta el último día de la guerra junto a varios miles de soldados y refugiados en espera de que algún buque los rescatase.

No pudiendo alcanzar barco alguno por el bloqueo naval, se rindió a la unidades italianas (la División Littorio) que cercaban el puerto el 31 de marzo y fue preso y confinado en un campo de concentración de Albatera.

Pocos días después escapó y, usando los contactos que ya conocía, realizó el trayecto de vuelta a Madrid, donde fue nuevamente detenido a la semana de llegar. Torturado y malherido por las palizas, fue condenado a muerte.

En las cárceles se le conocerá por mantener alto el espíritu entre los detenidos mientras esperaba la ejecución de la sentencia.

Estuvo preso junto a Miguel Hernández, al que llegó a conocer antes de su muerte, y terminó en el penal de Burgos, donde permaneció desde 1946 hasta 1961.

Destacó entre sus compañeros al hacerse responsable de pasquines que circulaban por la prisión en los que se alentaba a resistir a los presos, por lo que fue condenado por segunda vez a muerte en 1941 en Consejo de Guerra (tras la segunda condena falleció su madre, encontrada en una zanja cerca del Penal de Burgos) así como por formar grupos organizados e incluso un diario clandestino llamado Juventud.

Las hierbas del patio las cogíamos, las metíamos en agua a hervir y nos las comíamos como podíamos. Muchas mañanas te encontrabas con que, no sólo faltaban los compañeros que habían fusilado, sino que también muchos aparecían muertos a tu lado, de hambre o de frío.

Su carácter combativo le llevó a ser objeto de dura represión durante su tiempo en prisión, con frecuentes palizas y reiterados periodos de incomunicación.

Su afición a la lectura se inició con antiguos libros que circulaban por el penal de obras autorizadas de clásicos españoles: Quevedo, Lope de Vega, Calderón...

Pudo tener acceso a El Quijote a pesar de no estar permitida su lectura y, más tarde, a las obras prohibidas de Rafael Alberti, el propio Miguel Hernández o Federico García Lorca1950. gracias a una tupida red de libros clandestinos que se estableció en la prisión cuando se relajaron las medidas contra los presos a partir de

A mediados de esa década fue cuando comenzó a escribir sus primeros poemas bajo el seudónimo de Marcos Ana que, escondidos, consiguieron salir al exterior y conocerse por muchos opositores al régimen.

Su poesía desgarradora animaba a combatir la dictadura con la palabra y hacía un llamamiento a la liberación de los presos políticos. Su obra llegó hasta muchos intelectuales españoles exiliados y la organización Amnistía Internacional, que presionaron para su liberación, lo que ocurrió el 17 de noviembre de 1961.

Debió marchar a Francia, donde el Partido Comunista de España, del que era miembro, le invitó a establecer un servicio en París destinado al apoyo de los presos políticos españoles con la ayuda de personalidades del mundo de la cultura francesa: el Centro de Información y Solidaridad con España presidido por Pablo Picasso. Desde ese puesto recorrió Europa y Sudamérica, donde tuvo gran influencia entre los jóvenes durante las dictaduras de Argentina y Chile.

Regresó a España con la amnistía de 1976. En el periodo democrático ha continuado muy activo dentro del Partido Comunista del que ha sido candidato al Congreso de los Diputados y en el que ha ocupado distintas responsabilidades, como la de solidaridad internacional.

En 2009 el director Pedro Almodóvar adquirió los derechos de su biografía con el objeto de rodar una película sobre la vida del poeta.

En septiembre de ese mismo año, en el marco del homenaje que se le tributó en la Fiesta del PCE celebrada en Córdoba, se presentó El árbol talado que retoña: homenaje a Marcos Ana, antología de jóvenes poetas (destacan Rafael Espejo, Juan Carlos Abril o Fernando Macías) prologada por el narrador y articulista Isaac Rosa.

Acaba de ser homenajeado con el premio Abogados de atocha 2010



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MI VIDA

“Mi vida,

os la puedo contar en dos palabras:

Un patio.

Y un trocito de cielo

por donde a veces pasan

una nube perdida

y algún pájaro huyendo de sus alas”.



Al pintor Miguel Vázquez

Al que sorprendí una noche llorando en la cárcel de Burgos.

IMAGINARIA

Oídme amigos. He visto

con los ojos soñolientos

algo que quiero contaros.

Es la madrugada. Un preso

enfrente de mí despierta.

Se incorpora sobre un codo.

Lía un cigarro. Se sienta.

Mientras fuma tiene ausente

la mirada, como dormida la frente

(Sueña el viento en la ventana)

Tira el cigarro. Se inclina.

Saca un pedazo de pan,

se lo come lentamente

y después… rompe a llorar.

(Quizás no tenga importancia…

Yo os lo cuento)

Ya sabéis que a mi las losas

me han gastado hasta los huesos

del corazón,

pero ver llorar a un hombre

es algo, siempre, tremendo.

Y este preso no es un árbol

que se ha roto. Sigue ileso.

Pero de pronto ha venido

todo lo “suyo” a su encuentro

en esta noche tranquila…

Con su dolor en mi pecho

le miro. No puede verme.

Sus ojos están muy lejos.

Sus ojos cerca, llorando

tan suave, tan hondamente

que apenas si mueve el aire

y el silencio.

Un “alerta” le estremece.

(Por el patio

se oye cruzar el relevo)



PEQUEÑA CARA AL MUNDO


Los dientes de una ballesta

me tienen clavado el vuelo.

Tengo el alma desgarrada

de tirar, pero no puedo

arrancarme estos cerrojos

que me atraviesan el pecho.

Siete mil doscientas veces

la luna cruzó mi cielo

y otras tantas, la dorada

libertad cruzó mi sueño.

El Sol me hace crecer flores,

¿para qué, si estéril veo

que entre los muros mi sangre

se me deshoja en silencio?

No sabéis lo que es un hombre,

sangrando y roto, en un cepo.

Si lo supieseis vendrías

en las olas y en el viento,

desde todos los confines,

con el corazón deshecho,

enarbolando los puños

para salvar lo que es vuestro.

Si llegáis ya tarde un día

y encontráis frío mi cuerpo;

de nieve, a mis camaradas

entre sus cadenas muertos…

recoged nuestras banderas,

nuestro dolor, nuestro sueño,

los nombres que en las paredes

con dulce amor grabaremos.

Y si no nos cerráis los ojos

¡dejadnos los muros dentro!

que se pudran con el polvo

de nuestra carne y no puedan

ser nuevas tumbas de presos.

No sabéis lo que es un hombre

sangrando y roto, en un cepo.

Si lo supierais vendríais,

en las olas y en el viento,

desde todos los confines,

para salvar lo que es vuestro.

Si llegáis ya tarde un día

y encontráis frío mi cuerpo

buscad en las soledades

del muro mi testamento:

al mundo le dejo todo,

lo que tengo y lo que siento,

lo que he sido entre los míos,

lo que soy, lo que sostengo:

una bandera sin llanto,

un amor, algunos versos…

y en las piedras lacerantes

de este patio gris, desierto,

mi grito, como una estatua

terrible y roja, en el centro.


MI CORAZON ES PATIO


A María Teresa León

La tierra no es redonda:

es un patio cuadrado

donde los hombres giran

bajo un cielo de estaño.

Soñé que el mundo era

un redondo espectáculo

envuelto por el cielo,

con ciudades y campos

en paz, con trigo y besos,

con ríos, montes y anchos

mares donde navegan

corazones y barcos.

Pero el mundo es un patio

(Un patio donde giran

los hombres sin espacio)

A veces, cuando subo

a mi ventana, palpo

con mis ojos la vida

de luz que voy soñando.

y entonces, digo: “El mundo

es algo más que el patio

y estas losas terribles

donde me voy gastando”.

Y oigo colinas libres,

voces entre los álamos,

la charla azul del río

que ciñe mi cadalso.

“Es la vida”, me dicen

los aromas, el canto

rojo de los jilgueros,

la música en el vaso

blanco y azul del día,

la risa de un muchacho…

Pero soñar es despierto

(mi reja es el costado

de un sueño

que da al campo)

Amanezco, y ya todo

-fuera del sueño- es patio:

un patio donde giran

los hombres sin espacio.

¡Hace ya tantos siglos

que nací emparedado,

que me olvidé del mundo,

de cómo canta el árbol,

de la pasión que enciende

el amor en los labios,

de si hay puertas sin llaves

y otras manos sin clavos!

Yo ya creo que todo

-fuera del sueño- es patio.

(Un patio bajo un cielo

de fosa, desgarrado,

que acuchillan y acotan

muros y pararrayos).

Ya ni el sueño me lleva

hacia mis libres años.

Ya todo, todo, todo,

-hasta en el sueño- es patio.

Un patio donde gira

mi corazón, clavado;

mi corazón, desnudo;

mi corazón, clamando;

mi corazón, que tiene

la forma gris de un patio.

(Un patio donde giran

los hombres sin descanso)


MI CASA Y MI CORAZÓN


(sueño de libertad)

Si salgo un día a la vida

mi casa no tendrá llaves:

siempre abierta, como el mar,

el sol y el aire.

Que entren la noche y el día,

y la lluvia azul, la tarde,

el rojo pan de la aurora;

La luna, mi dulce amante.

Que la amistad no detenga

sus pasos en mis umbrales,

ni la golondrina el vuelo,

ni el amor sus labios. Nadie.

Mi casa y mi corazón

nunca cerrados: que pasen

los pájarosros, los amigos,

el sol y el aire.


AUTOBIOGRAFÍA


Mi pecado es terrible;

quise llenar de estrellas

el corazón del hombre.

Por eso aquí entre rejas,

en diecinueve inviernos

perdí mis primaveras.

Preso desde mi infancia

ya muerte mi condena,

mis ojos van secando

su luz contra las piedras.

Mas no hay sombra de arcángel

vengador en mis venas:

España es sólo el grito

de mi dolor que sueña.

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