La zona Histórica: BAELO CLAUDIA


Baelo se situaba en lo que hoy conocemos como ensenada de Bolonia, en la provincia de Cádiz, cerca de la Punta de Tarifa. 

Desde sus orígenes púnicos la actividad comercial principal, por no decir exclusiva, estuvo relacionada con la pesca y los procesos de salazón y comercialización del pescado, ya que Baelo, circundada por las sierras de la Plata y de San Bartolomé, estaba encerrada entre montañas y solo era accesible por mar.

Estrabón

En época romana Baelo llegó a ser un centro económico de primer orden en la zona, alcanzando el rango administrativo de municipio en época de Claudio (siglo I d.C.). 

Eran los tiempos en que Mauritania había quedado englobada en el Imperio y convenía fortalecer administrativamente las ciudades hispanas situadas en su proximidad.

Por el geógrafo griego Estrabón sabemos que Baelo jugaba un papel de primer orden dentro de la red de comunicaciones con Mauritania: 

"Viene a continuación Menlaria -nos dice en su Geografía-, con industria de salazón y tras ella la ciudad y el río de Belón (Baelo). 

Marco Aurelio

Habitualmente se embarca aquí para pasar a Tingis (Tánger), de la Maurousía (Mauritania), y tiene también mercados y salazones".

En el siglo II d.C. Baelo acusó los efectos de las invasiones moras que se produjeron en tiempos de Marco Aurelio

Esas primeras invasiones africanas obligaron a reforzar de forma precipitada las murallas de las ciudades andaluzas. 

El proceso seguirá luego, en el siglo III, con la llegada de los primeros pueblos germanos (francos y alemanes), que entran ahora en Hispania por el Norte.

A pesar de lo anterior, Baelo continuó siendo, hasta el siglo V, un núcleo comercial importante. En un momento que no se ha podido determinar, un terremoto destruyó la ciudad y todos sus monumentos. 

Baelo pasó a ser uno de tantos despoblados y su memoria histórica, al estar situada en una zona aislada y entre montañas, se perdió. 

Será ya en nuestro siglo cuando los arqueólogos, guiados por las referencias de los autores de la antigüedad, descubran nuevamente sus olvidados vestigios. 

Diferentes misiones arqueológicas francesas, a lo largo de muchas campañas de excavación y estudio, han ido aflorando los restos de la antigua ciudad. 

Las costas del Estrecho de Gibraltar son una zona de pesca privilegiada, en la medida en que sus aguas son paso obligado para los atunes cuando desde el Atlántico acuden al Mediterráneo a desovar. 

Con la llegada de Roma, Baelo llegó a ser una ciudad dedicada específicamente a la pesca y a la industrialización y comercialización del pescado, alcanzando en el siglo II a.C. una relevancia especial entre las ciudades del Mediterráneo Occidental.

Dentro de los derivados del pescado y además de las propias salazones, en la Antigüedad tuvo un prestigio especial un producto que se denominaba "garum", especie de salsa obtenida de ciertas partes poco estimadas del pescado: fauces, intestinos, sangre, etc. 

Se utilizaban murenas, atunes o esturiones y se añadían, también, peces pequeños enteros. Todo ello se dejaba en salmuera y se exponía al Sol durante dos o tres meses. 

El resultado del proceso era la obtención de una salsa que se utilizaba para condimentar otros alimentos y que los médicos recomendaban por sus especiales propiedades estimulantes.

 
En el siglo II a.C. Baelo ya se había convertido en una ciudad de importancia, que jugaba un papel destacado dentro de las ciudades del Mediterráneo Occidental. 

En tiempos del cambio de Era (Augusto) se han detectado vestigios de una cierta monumentalización, sin embargo, será bajo el reinado de Claudio (años 41 - 54 d.C.) cuando se levanten los edificios más representativos de la ciudad, que se articulan en torno al foro, su gran plaza pública. 

El motivo, se relaciona con el ascenso de Baelo al rango administrativo de municipio.

El foro de Baelo era el centro público de la ciudad y se situaba, como es habitual en las ciudades romanas, en el lugar en donde se cruzaban perpendicularmente las dos principales vías o calles: el Cardo Máximo (que llevaba dirección Norte-Sur) y el Decumano Máximo (Este-Oeste). 

Habitualmente, las puertas del recinto amurallado de la ciudad se encontraban en los extremos de esas dos calles principales. 

En el caso de Baelo solamente el Decumano sigue esa norma urbanística de terminar en las puertas de la ciudad, que estaban flanqueadas por torreones laterales. 

Se han conservado en el suelo los rebajes para goznes y pestillos en el umbral, que todavía hoy se pueden contemplar..

El foro de Baelo, que ocupa una superficie de 30 x 33 metros, es uno de los que mejor se conservan de la antigua Hispania romana. 

El suelo esta pavimentado con losas de piedra y sus laterales estaban porticados. 

Siguiendo el modelo canónico de foro existe un sector religioso (templos) y una basílica ocupando una situación extrema. 

En las zonas de los lados se han descubierto, en una parte, varios edificios públicos (entre ellos, otro templo, consagrado al culto imperial) y en la otra, varias tabernas (tiendas), establecimientos comerciales que también es usual encontrar en el foro de una ciudad clásica.

En Baelo se han excavado cinco templos, todos situados en el foro. Tres están destinados al culto a la Triada Capitolina; otro, a la diosa egipcia Isis, y el quinto, estaba consagrado al culto imperial. 

Los templos de la Triada Capitolina, excavados por Pierre Paris, están situados en una zona privilegiada de la ciudad, en la terraza más alta del foro, en la zona Norte del mismo. 

Cada uno de ellos se sitúa sobre un podium o basamento, lo que hace que resalte su posición de dominio. Evidentemente, se trataba de buscar un efecto visual que permitiera que los navíos que se acercaban a la ciudad vieran este conjunto monumental desde lejos. 

Aquí recibían culto los dioses oficiales del panteón romano, la Triada Capitolina: Júpiter, padre de los dioses, asimilado al Zeus griego; Juno, esposa del anterior y diosa protectora de las mujeres, y Minerva, la Atenea griega, protectora de las actividades intelectuales.

Los tres templos tienen una estructura similar: son de tipo tetrástilo y pseudoperíptero

Cuentan con cuatro columnas exentas en el frente, dos laterales en el pórtico y pilastras empotradas en los muros laterales del santuario (cella). 

El destinado a Júpiter ocupa la parte central del conjunto, situándose el de Juno a su izquierda y el de Minerva a su derecha.

En las inmediaciones del conjunto capitolino, al Este, existía otro templo, aflorado por P. Sillieres, que estuvo consagrado a la diosa egipcia Isis, en principio ajena a la religión oficial romana pero cuyo culto gozó de una sólida implantación en diferentes zonas del Imperio, entre ellas Hispania. 

 Claudio Emperador

Es conocido que Roma acogía de forma favorable a los dioses de los pueblos que conquistaba, existiendo casos en que el culto de ciertos dioses originarios de países sometidos: Isis, Cibeles, Mitra, etc., se fue difundiendo gracias, sobre todo, a la acción de mercaderes y marinos que habían visitado esos países o a los propios miembros del ejército, que realizaban frecuentes desplazamientos militares y tenían así oportunidad de iniciarse, en sus estancias en las regiones orientales del Imperio, en los cultos de estas religiones de tipo mistérico.

Se ha descubierto, además, un quinto templo en Baelo. Estaba situado en la zona Oeste del foro, al lado de la curia o senado local y se piensa que hubo de estar dedicado al culto al emperador.

Todo el conjunto monumental que hemos comentado se levantó en el siglo I d.C., momento en que el culto imperial estaba sólidamente implantado, por lo que es previsible que en Baelo, tan beneficiada por las atenciones de Claudio, existiese un templo consagrado a ese emperador y que, además, se ubicase en la zona más importante de la ciudad: el foro.

La basílica era el lugar en el que se administraba justicia en las antiguas ciudades romanas. 

Habitualmente estaban emplazadas en el foro, como sucede en Baelo, en donde su planta se ha reconocido en la zona Sur de la gran plaza enlosada, enfrente de los templos consagrados a los cultos capitolinos.

Por la dimensión de esta basílica se piensa que Baelo debió ser un núcleo jurídico de cierta importancia, que probablemente tuvo jurisdicción sobre una parte del Norte de África. 

En otro caso no se entenderían las grandes proporciones de su basílica, si se tiene en cuenta que la población estable de la ciudad debía estar en torno a los mil habitantes, salvo en los meses de intensa actividad pesquera, en que acudía una ingente mano de obra especializada en esa actividad.

El interior de la basílica es una gran sala con veinte columnas que sostienen un piso en forma de galería. Las columnas inferiores son de orden jónico, en tanto que las del piso superior son compuestas. 

Se han identificado los vestigios de tres puertas que comunicaban el edificio con el foro y otra más que permitía el acceso desde el Decumano Máximo.

En la basílica de Baelo, en los trabajos de 1981, se encontró una colosal estatua del emperador Trajano, de más de 2,5 metros de altura, que actualmente se expone en el Museo de Cádiz

Trajano

Este césar, oriundo de Hispania (Italica) dio al Imperio jornadas de máxima gloria con sus grandes victorias militares sobre otros pueblos. Con Trajano el Imperio llegó a su máxima extensión. 

Como homenaje, la ciudad de Baelo le erigió esa estatua que colocó en un lugar privilegiado de su basílica.

En el lado Oeste del Foro, detrás de una galería porticada, se han excavado las plantas de otros edificios típicos de una ciudad romana. 

Son el santuario o templo consagrado al culto imperial, al que ya antes nos referimos; la curia, lugar donde se celebraban las reuniones del senado local, y, finalmente, una sala en la que posiblemente se realizaban las asambleas o reuniones municipales.

 Vespasiano

También se han identificado en Baelo los vestigios de las termas, que se sitúan en la zona Occidental de la ciudad, en el punto más favorable para la traída de aguas. 

Son de proporciones modestas y contaban con los sistemas habituales de calefacción y distribución de agua y aire caliente, consistentes en pavimentos falsos sostenidos sobre pequeños arcos de ladrillo. 

Las termas romanas, con sus piscinas de agua caliente, templada y fría, no eran solamente un establecimiento para el baño, sino que se constituían como puntos de encuentro en los que los ciudadanos se reunían para conversar y disfrutar de la convivencia. 

Al contar con sistemas de calefacción eran un lugar especialmente atractivo, sobre todo en invierno, cuando en las casas privadas existía, dentro de ellas, el mismo frío que en la propia calle.

El teatro se sitúa en la zona noroeste de la ciudad, asentándose en la pendiente natural del terreno, como es habitual en los edificios romanos destinados a espectáculos públicos. 

Contaba con un graderío formado por tres "caveas" (prima, media y summa), destinadas, respectivamente, a las clases sociales alta, media y baja (plebe). La "orquestra" estaba enlosada de mármol y en ella tomaban asiento los miembros del Senado local.

La actividad comercial y artesanal de Baelo se desarrollaba en las "tabernae", pequeñas habitaciones situadas en el piso bajo de las viviendas. 

Se han identificado varias de ellas en la fachada oriental del Foro y a lo largo del Decumano Máximo, calle principal de la ciudad, orientada en dirección Este-Oeste.

A finales del siglo I o comienzos del II d.C. se construyó un edificio destinado a mercado (Macellum), que es el que mejor se ha conservado de entre los escasos ejemplares que se han descubierto hasta el momento en nuestra Península. 

Su entrada principal abre también al "Decumano Máximo" y en su interior, alrededor de un pequeño templete consagrado a Mercurio, dios del comercio, se disponían diez tiendas, formando una especie de elipse.

Como es usual en las ciudades romanas, las necrópolis de Baelo se sitúan fuera del recinto amurallado de la ciudad, ya que las viejas leyes romanas (Ley de las XII Tablas) impedían que en el interior del "pomerium" se pudieran realizar enterramientos o incineraciones. 

Motivos de higiene e incluso de prevención de incendios podrían justificar esa prohibición, cuya motivación primera, de tipo religioso, se hunde en los orígenes de la cultura romana.

En el caso de Baelo se han identificado dos necrópolis, situadas en las inmediaciones de las calzadas que comunicaban la ciudad con Malaka y Gades, respectivamente. 

Singulariza, sobre todo, a estas necrópolis el haberse identificado en sus tumbas multitud de pequeñas esculturas, muy toscamente labradas, que tendrían rasgos de tipo retratístico de los difuntos y que revelan la fuerte influencia púnica que, incluso en los tiempos romanos, existió en las creencias funerarias de los hombres que habitaron Baelo en la antigüedad. 

La similitud entre esas esculturas y los "betylos" o piedras sagradas fenicias es, en ese sentido, especialmente clara.

 Los "guardianes" de Baelo Claudia.

 
Isidoro Otero Rodríguez

Con la reanudación de las excavaciones arqueológicas a cargo de la “Casa de Velásquez “ en 1966, Isidoro Otero entró de capataz en el Conjunto Arqueológico de Baelo Claudia. 

Más tarde es nombrado Guarda Oficial del yacimiento. 

El Gobierno Francés le concedió la medalla al mérito de trabajo y la Medalla de Bellas Artes. 

Incluso después de su jubilación, hasta su muerte, no dejó nunca de ser una fuente de información referente a las ruinas romanas.

Isidoro Otero Rodríguez y Emilio Moya Gómez, Sargento 1º de la Guardia Civil (SEPRONA); junto a la gran estatua, 1980.



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