La tribu Huichol (autodenominados Wixarica) se asienta en Sierra Madre Occidental, en el estado de Jalisco, México.
Gracias a este aislamiento han podido conservar muchas de sus tradiciones y costumbres mas arcaicas, así como su forma de vida.

Son principalmente conocidos por sus creaciones artesanales en especial en la creación de escudos, flechas, ofrendas o arreglos, en las que uno de los motivos comunes son las alegorías a la creación del mundo y del universo.

Dentro de sus rituales el que más llama la atención es el llamado mitote, el cual es llevado a cabo a través de danzas y movimientos supuestamente mágicos para la activación de la energía vital, para agitar la vida, su kipuri.
Pero lo más llamativo de esta tribu es una de sus costumbres ancestrales que llevan acabo en el momento del alumbramiento de sus hijos.


En el momento de dar a luz el padre del futuro crío se pone encima de las vigas que forman parte del esqueleto de su casa, quedando él justo encima de su mujer.
En ese momento es atado a sus testículos una cuerda , cuyos dos extremos quedarán en manos de la parturienta, para que esta, a la vez que va sufriendo contracciones tire de la cuerda.

Cuando por fin el hijo ha nacido, tanto el padre como la madre, han podido disfrutar del dolor y la alegría de parir.
Durante el parto el hombre consume peyote (un cactus de propiedades alucinógenas).
En la cultura huichol, como en otras muchas mesoamericanas, como la azteca o la nahualt, el parto, como cualquier creación, se asocia a un dolor benigno, a un esfuerzo positivo, ya que conlleva un resultado deseado.
La paciencia, el dolor de la creación, dignifica y trasciende, ¿por qué iba a ser sólo la mujer la que gozara de esa elevación?
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