LA ZONA PÚBLICA : La fatiga del almirante

Sigue habiendo algo que se nos escapa para tener una explicación completa, redonda y cabal del vertiginoso adiós de José Antonio Griñán al cargo de presidente de la Junta de Andalucía. Puede que lo que se nos escape sea algo menor, irrelevante en apariencia, pero esa pieza intrascendente se parecería mucho al abrelatas de bolsillo que el excursionista ha olvidado en casa y sin el cual no podrá abrir ninguna de las sabrosas conservas enlatadas que iban a ser su merienda. 


¿Cuál es el abrelatas olvidado en el relato que el presidente hace de su renuncia? Sostengo que es el cansancio político y personal. Sólo esa variable permite explicar todas las demás; sin ella no podemos abrir las latas donde nos esperan los manjares de esta crisis política y muy en particular el manjar de los ERE.

Griñán se va, asegura, para que el caso de los ERE no siga erosionando la imagen de Andalucía y de la Administración socialista, pero lo cierto es que la venda de su dimisión no es la adecuada para cubrir la herida de los ERE. Los socialistas andaluces seguirán sangrando durante mucho tiempo por esa herida, independientemente de que ya no estén en el Gobierno ni Griñán ni los consejeros que hayan podido tener alguna relación, siquiera colateral, con el caso.

Y tampoco el argumento de los problemas familiares es suficiente como tal. Lo llamativo en el caso de Griñán es que él mismo haya permitido que se airee ese argumento: es llamativo porque un general en jefe no tiene vida familiar ni vida privada. Es uno de los precios que paga por serlo. Hasta ahora, el secretario general de la primera agrupación socialista de España no podía permitirse el lujo de poner sus problemas personales por encima o a la par de los problemas políticos. En ese sentido podría decirse de Griñán que, al dimitir, se ha comportado como un buen padre de familia pero como un mal secretario general.

José Antonio Griñan charla con Susana Díaz.EFE

RECICLAR EL CANSANCIO

Se diría que las razones primeras y originales de Griñán son estrictamente personales pero el presidente ha sabido convertirlas en razones políticas. Dicho de otra forma: es verdad que el caso de los ERE es un problema político de primer orden y es verdad también que el Partido Socialista necesitaba una renovación política y generacional a fondo, pero el presidente no se ha ido para solucionar lo primero e impulsar lo segundo, sino que se ha ido porque estaba cansado personalmente de ser quien era y cansado políticamente de hacer lo que hacía, si bien, muy oportunamente, ha reciclado ese cansancio vital para fabricar con él una estrategia política. Una estrategia que, además y con un poco de suerte, puede funcionar.

Es como si los ERE y la renovación del partido fueran los ropajes políticos con los que Griñán ha vestido una decisión que inicialmente y en origen no era de naturaleza política sino personal. El presidente tiene derecho, además, a hacer uso de esos ropajes. Y no solo derecho: tiene el deber de hacer uso de ellos. Un general, un almirante no puede marcharse a casa diciéndoles a sus hombres que lo hace porque está extenuado y no puede más. Los almirantes, al contrario que los padres de familia, no tienen derecho al cansancio. Un general tiene que decir a sus hombres que se va porque es lo mejor para la causa, que no les quepa duda: el relevo lo tomará alguien más joven, sin los vicios ni manías de un viejo guerrero como él, y por otra parte el enemigo quedará desconcertado por esa inesperada renuncia, lo que a su vez lo obligará preguntarse si no debería imitarlo y hacer lo mismo.


PLANES CON FECHA DE CADUCIDAD

¿Dónde van a fallar los planes de Griñán? Desde luego, lo importante para su partido y para los ciudadanos andaluces es que no fallen en relación a su sucesora Susana Díaz. Pero donde muy probablemente van a fallar es en lo referente al propio futuro de Griñán, que, en contra de lo que ha venido proclamando, no podrá seguir siendo durante mucho tiempo ni secretario general del PSOE andaluz ni presidente federal del partido. Tal vez él sospeche que las cosas serán así, pero prefiere no confesárselo a sí mismo. Si su imputación por el caso de los ERE se produce finalmente, ello lo dejaría inhabilitado para cualquiera de los dos cargos. Es más: el hecho de que tal imputación pueda producirse ya es un lastre político de primer orden, un lastre cuya relevancia ha puesto de manifiesto el mismo presidente al incluir esa posibilidad de imputación entre las causas principales de su renuncia a la Presidencia de la Junta.


No es improbable, pues, que en un futuro no lejano José Antonio Griñán tenga mucho más tiempo libre del que él había previsto. Y tampoco es improbable que, en contra incluso de sus propios temores, esa imprevista descarga de toda responsabilidad  institucional y orgánica acabe siendo para él una verdadera bendición: la bendición que durante tanto tiempo estuvo buscando quizá sin él mismo saberlo.

TEXTO ANTONIO AVENDAÑO / 27 Ago 2013






Durante el impasse de Gobierno, tras las elecciones generales celebradas en España el 20 de diciembre de 2015, Fernando Rodríguez Villalobos, presidente de la Diputación Provincial de Sevilla y presidente del PSOE de Sevilla, hacía unas declaraciones que venían a poner de manifiesto, la realidad en España, en cuanto al papel que sus principales fuerzas políticas han desempeñado a lo largo de su historia.  
















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