LA ZONA G8 : Emancipación de conciencia

Hace unos días, que pienso, que sopeso, que medito, que cuestiono, todo lo que nos rodea, todo lo que nos lleva el día a día, la rutina que establece el transcurso de nuestras vidas. Y llegué a la idea de que estamos perdiendo nuestra esencia como seres humanos, lo humano plenamente. Me explico, en la actualidad es de todos sabidos que el materialismo, que lo sustancialmente económico, que el dinero, tiene un peso tan grande en nuestra vida, que lo hemos hecho de centro de ésta.


Desgraciadamente, la riqueza, el poder, la opulencia, se han convertido en nuestro mundo globalizado en un ídolo de inmenso poder que, para subsistir, exige cada vez más víctimas y deshumaniza y empobrece cada vez más la historia humana. En estos momentos nos encontramos atrapados por una crisis generada en gran parte por el ansia de acumular.

Prácticamente, todo se organiza, se mueve y dinamiza desde esa lógica: buscar más productividad, más consumo, más bienestar, más energía, más poder sobre los demás… Esta lógica es imperialista. Si no la detenemos, puede poner en peligro al ser humano y al mismo Planeta.

Tal vez, lo primero es tomar conciencia de lo que está pasando. Esta no es solo una crisis económica. Es una crisis social y humana. En estos momentos tenemos ya datos suficientes en nuestro entorno y en el horizonte del mundo para percibir el drama humano en el que vivimos inmersos.



Cada vez es más patente ver que un sistema que conduce a una minoría de ricos a acumular cada vez más poder, abandonando en el hambre y la miseria a millones de seres humanos, es una insensatez insoportable. Es inútil mirar a otra parte.

Ya ni las sociedades más progresistas son capaces de asegurar un trabajo digno a millones de ciudadanos. ¿Qué progreso es este que, lanzándonos a todos hacia el bienestar, deja a tantas familias sin recursos para vivir con dignidad?.

La crisis está arruinando el sistema democrático. Presionados por las exigencias del mercado, los gobernantes no pueden atender a las verdaderas necesidades de sus pueblos. ¿Qué es la política si ya no está al servicio del bien común?, ¿cómo permitimos los pueblos que los mercados y la globalización haga de nuestros representantes, títeres y marionetas, y de nuestras sociedades ratones de laboratorio, para que las grandes empresas hagan sus modelos o simulaciones de mercado?.

Necesitamos sociedades CON mercado, no sociedades DE mercado, las personas no podemos ser tratadas como mercancías, no podemos ser un bien más. Parafraseo en este último razonamiento al presidente Rafael Correa Delgado.



La disminución de los gastos sociales en los diversos campos y la privatización interesada e indigna de servicios públicos como la sanidad seguirán golpeando a los más indefensos generando cada vez más exclusión, desigualdad vergonzosa y fractura social.

Los seres humanos pueden y tienen que ser en estos momentos actores y maestros de concienciación, discernimiento y compromiso. Nos hemos de ayudar a vivir con lucidez y responsabilidad. La crisis nos puede hacer más humanos, es una conclusión positiva que podemos sacar de ella.


Hay que asumir en el pensamiento, en la conciencia, que la lucha por los hombres, por lo humano, no se hace por caridad, sino por dignidad. Y dejo el aserto de Alí Primera para la reflexión para aquellos, que lean o compartan esta publicación: "De vida, no sólo vive el hombre".























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