ESPAÑA ME MATA : Un Hueso de 320.446 euros

Concepción Cosano Parra cenaba con su marido el 19 de noviembre de 2007 en su hogar de Écija cuando después de tragar un bocado sintió que un trocito de hueso del pollo se le había quedado clavado en el fondo del esófago. La molestia no se le pasaba, así que esa misma noche fueron a Urgencias del hospital de Écija, recuerda su esposo, Antonio Molina Jiménez. "No se me olvidará mientras viva la disposición del médico. Le dijo a la enfermera: 'Hoy todo me está tocando a mí'. Cuenta que el médico le miró la garganta y la mandó a casa diciéndole que no se preocupase, que la sensación de tener algo atragantado sería por un arañazo de la comida al pasar.


Concepción cuenta que el médico le miró la garganta y la mandó a casa. Además perdió audición por los antibióticos y sufre aún trastorno depresivo

Pero la molestia se agravó con fiebre, dolor de espalda, tos y una debilidad creciente que la hundía en el sofá. Durante los siguientes doce días pidieron ayuda casi a diario (otras nueve visitas), a su médico de cabecera en el centro de salud, al hospital de Écija y al hospital de Osuna, donde la mandaban siempre a casa achacando su trastorno "a un virus que anda por ahí", "una carraspera" y hasta, recuerda indignado, "a que estaba deprimida".

"Les dije que si hacía falta llevaba a mi mujer al hospital a Sevilla, pero decían 'No, no, para qué'". En ninguna parte, denuncia, hicieron lo que habría solucionado el problema desde el principio: obtener una imagen precisa mediante un TAC (que no tenían en Écija; la pusieron "un año después") para localizar el cuerpo extraño sobre el que ella insistía una y otra vez, y extraérselo con una sonda en una operación relativamente sencilla. Su médico de cabecera, añade, le había hecho una radiografía pero no detectó nada.


Hospital de Écija



El 1 de diciembre, sábado, Antonio se encontró a Concepción desmayada en el cuarto de baño. En el hospital de Osuna vieron que sufría un fallo multiorgánico y avisaron a un helicóptero sanitario para trasladarla al hospital Virgen del Rocío de Sevilla. Allí, rememora Antonio, la operaron a vida o muerte y le comunicaron que habían descubierto que tenía un trocito de hueso clavado en el esófago, en una parte inferior que no se ve a simple vista. "¡Pero si eso ya lo sé yo!", se desesperó él.

Sufría un shock séptico. Ese cuerpo extraño sin extraer le había causado una infección generalizada durante esos doce días, hasta destruirle el tejido del esófago. Necrosado, tejido muerto, en término científico. Él usa una expresión más cruda pero también exacta: "Estaba podrida por dentro: estaba muriéndose".

Le dijeron que estuviera preparado porque Concepción, entonces de 44 años, podía morir en cualquier momento. Pero sobrevivió, "y hasta los médicos dicen que es un milagro que esté viva". 

Pasó nueve operaciones en esos 171 días ingresada (dos años en total en hospitales hasta ahora), a las que siguieron más intervenciones para intentar reconstruir el esófago con trasplantes de colon y piel. Hoy se cansa al hablar (por eso Antonio le hace de portavoz) y, como no puede ingerir, tiene que alimentarse con sonda. Perdió audición por efecto de los antibióticos y sufre aún trastorno depresivo-reactivo. También perdieron sus trabajos, ella como limpiadora y él de albañil, por tener que cuidarla.



La víctima y su esposo decidieron ponerse en contacto con la Asociación Defensor del Paciente

Tras una reclamación que el Servicio Andaluz de Salud (SAS) desestimó, acudieron a la Justicia. El juzgado de lo Contencioso-Administrativo 12 de Sevilla les daba la razón y, seis años después de aquella cena, condenaba al SAS a indemnizarla (a través de su aseguradora, Zurich) con 320.446 euros por no diagnosticarla bien a tiempo. 



Una portavoz de la Delegación en Sevilla de la Consejería de Salud dijo a ELMUNDO.es que estudiaban la sentencia para recurrirla ante el Tribunal Superior de Andalucía, y declinó responder a la Asociación Defensor del Paciente, que divulgó el caso.

La abogada de esta entidad María Jesús Villalpando achaca este desastre a la "incomunicación" entre los centros sanitarios: "Es uno de los casos más graves que he visto, e ilustrativo de la mala gestión de la sanidad andaluza: ¿tantos jefes para que luego no se sepa lo que se hacía con esta señora?". Antonio dice que preferiría antes que el dinero que hubiesen "encerrado" a los médicos del principio (de los otros tiene buenas palabras). "Lo que quiero es que reconozcan que lo hicieron malamente". Esa falta de disculpas aún se les atraganta.



Eduardo del Campo | Sevilla




No hay comentarios:

Publicar un comentario

DEJA TU COMENTARIO