Todos los países del mundo tienen recursos necesarios para que su población se libere a si misma del hambre, opinión compartida por Rudolf Stramh en ¿Por qué somos tan pobres? traducido, adaptado y publicado por
Para alcanzar un equilibrio entre la población y los recursos de un país, primero se deben atacar las causas fundamentales del hambre, la inseguridad, y la pobreza, provocada por el control de pocos sobre los recursos básicos. En México 39 familias son las dueñas económicas del país, además de la hipoteca impagable al FMI y al Banco Mundial adquiridas por los gobernantes y que nos ata a sus mandatos y beneficia a las transnacionales y por ende contrarios a las necesidades básicas de la mayoría de la población.El problema del hambre y la desnutrición empeora cuando se le aborda como un problema meramente técnico. Solo se alcanzará si logramos ante todo transformar las estructuras sociales de tal manera que la mayoría participe directamente en la construcción de un sistema económico democrático.
La justicia y la producción son metas complementarias. El sistema más ineficiente y despilfarrador es el que se encuentra controlado por unos cuantos, para su propio beneficio. Stramh (2000) ejemplifica que desde el punto de vista energético, vulgarmente conocido como derivados del petróleo, son mas eficientes los minifundios de pocas hectáreas que los latifundios que atesoran cientos de ellos, sobre todo porque se apoyan más en herramientas de tiro animal y la mano de obra, por lo que obviamente consumen menos combustibles fósiles.
Esto solo beneficia a los que controlan los recursos exportables. Lo primero es alcanzar la satisfacción alimentaria del propio pueblo. Ya el ilustre escudero Sancho Panza pregonaba: “Negocio que no da de comer a su amo no vale dos habas”. También nos vale aquí el dicho de: “O “Primero se come y después se es cristiano”.
La seguridad alimentaria está amenazada, no por los hambrientos, sino por los beneficiarios de un sistema que concentra el poder económico en unas pocas manos que obtienen enormes ganancias con la escasez. Las compañías transnacionales cerealísticas, como Cargill y otras cuatro más, especulan con las cosechas de granos y hasta utilizan satélites espías para pronosticar la producción de algunos países y así poder encarecer o especular aún más con dichos productos, Stramh (2000) op.cit.
En cualquier nación donde exista hambre, escasez y carestía hay campesinos que pueden luchar por lograr el control de los recursos. La revolución mexicana, el reciente movimiento Zapatista en Chiapas, guerrillas sobrevivientes como el ERPI y otras, muestran lo contrario, evidenciando la necedad del poder en México y otros países del mundo: No es infrecuente que todo se quiera resolver con demagogia, o la ley del garrote.
Lo que se necesita estimular es la participación ciudadana en el proceso de toma de decisiones. La terquedad oficial actual de querer regalar el petróleo a sus patrones extranjeros, es parte de la costumbre de nuestros gobernantes de menospreciar la participación democrática de la población mexicana. Cambiando como en la conquista nuestras riquezas por espejitos, como fue el caso del famoso “tesorito” de aguas profundas y que al final hasta su propagandista terminó por olvidar.
Son los campesinos quienes lo resolverán, si logran el control democrático de los recursos productivos y construyen sistemas participativos para la producción y distribución de los alimentos. La tecnología por si sola, no asegura la supervivencia de una civilización, si no que lo digan los mayas y sobre todo los habitantes del Valle de Edzna en el estado de Campeche, quienes realizaron una obra de agricultura hidráulica, aún sin parangón, al menos en México, como también lo corrobora Eric Elkholm.
LO UNICO QUE DIGO ES QUE NUNCA SABEMOS LO QUE TENEMOS HASTA QUE LO PERDEMOS
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