LA ZONA DEL PENSAMIENTO: Eurípides


Eurípides (en griego, Ευριπίδης) (Salamina, 480 a. C. - Pella, 406 a. C.), fue uno de los tres grandes poetas trágicos griegos de la antigüedad.


El amor es lo más dulce y al mismo tiempo lo más amargo.

No la belleza sino la virtud y la comprensión es lo que dará la felicidad en el matrimonio.

En la bondad se encíerran todos los géneros de sabìduría.

No es necesario irritarse contra las circunstancias; éstas permanecen sordas a nuestra cólera.

Todo hombre es como las compañias que frecuenta.

Los dioses nos han dado remedios contra el veneno de la serpiente, pero no existe remedio contra una mujer mala; es más nociva que la víbora o que el mismo fuego.

¡Qué mayor dolor puede haber para los mortales que ver muertos a sus hijos?

Cuando un hombre sabio elige un tema adecuado, siempre habla bien.

Más vale un entendimiento que muchas manos.

Nadie es feliz durante toda su vida.

La fortuna, en verdad, ayuda a aquellos que tienen buen juicio.

Los nobles padres tienen nobles hijos.

La juventud es la mejor epoca para ser rico y también para ser pobre.

Si pudieramos ser jóvenes dos veces y dos veces viejos, corregiríamos todos nuestros errores.

Hay una ley que ordena al hombre querer a su esposa, y a la esposa, hace, lo que desea el esposo.

El malo debe ser castigado para el bien general de todos.

Cuando la muerte se aproxima, los viejos encuentran que la vejez ya no es una carga.

No hay peor mal que una mala mujer, y no hay mayor bien que una mujer buena.

El necio sólo dice necedades.

Los que no tienen hijos se libran de muchos sufrimientos.

No hay nada más querido para un padre anciano que una hija. La vida no es vida verdadera, solamente es dolor.

La pobreza tiene este defecto: incita al hombre a cometer malas acciones.

La riqueza es la cosa que más honran las hombres y la fuente del más grande de poder.

No considero sabio al hombre que hallándose próximo a morir se lamenta cobardemente de ello. De un mal hace dos: se atormenta y no por eso deja de morirse.

El mejor adorno de una mujer lo constituye el silencio y la modestia.

La temeridad es peligrosa en un jefe; el verdadero coraje es la prudencia.

El tiempo revela todas las cosas: es un charlatan y habla hasta cuando no se le pregunta.

En donde dominan las tinieblas hay una especie de majestad.

Venus, ante tu eterno movimiento, todos los hombres te obedecen.

La vida es lucha. Vivir es luchar.

No es lo que el orador dice, sino quién es, lo que da peso a la elocuencia.

Cuando la fortuna sonríe, ¿qué necesidad tenemos de las amigos?

El malo será malo siempre, y el bueno será bueno.

El hombre que pide a los dioses la muerte, es un loco: no hay en la muerte bueno como la miseria de la vida.

Una lengua desenfrenada es la peor de las enfermedades.

Un hombre viejo no es más que una voz y una sombra.




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