Me doy permiso para...
Separarme de personas que me traten con brusquedad, presiones o violencia.
No acepto ni la brusquedad ni mucho menos la violencia aunque vengan de mis padres, o de mi marido, o mujer.
Ni de mis hijos, ni de mi jefe, ni de nadie.
Las personas bruscas o violentas quedan ya, desde este mismo momento fuera de mi vida.
Soy un ser humano que trata con consideración y respeto a los de más. Merezco también consideración y respeto.
Me doy permiso para no obligarme a ser "el alma de la fiesta", el que pone entusiasmo en las situaciones, ni ser la persona que pone calor humano en el hogar, la que está dispuesta al dialogo para resolver conflictos cuando los demás ni siquiera lo intentan.
No he nacido para entretener y dar energía a los de más a costa de agotarme yo: no he nacido para estimularles con tal de que continúen a mi lado.
Mi propia existencia, mi ser; ya es valioso.
Si quieren continuar a mi lado deben aprender a valorarme.
Mi presencia ya es suficiente: no he de agotarme haciendo más.
Me doy permiso para no tolerar exigencias desproporcionadas en el trabajo.
No voy a cargar con responsabilidades que corresponden a otros y que tienen tendencia a desentenderse.
Si las exigencias de mis superiores son desproporcionadas hablaré con ellos clara y serenamente.
Me doy permiso para no hundirme las espaldas con carga ajena.
Me doy permiso para dejar que se desvanezcan los miedos que me infundieron mis padres y las personas que me educaron.
El mundo no es sólo hostilidad, engaño o agresión: hay también mucha belleza y alegría inexplorada.
Decido abandonar los miedos conocidos y me arriesgo a explorar las aventuras por conocer.
Voy a explorar sin angustia,
Me doy permiso para no agotarme intentando ser una persona excelente.
No soy perfecto, nadie es perfecto y la perfección es oprimente.
Me permito rechazar las ideas que me inculcaron en la infancia intentando que me amoldara a los esquemas ajenos, intentando obligarme a ser perfecto: un hombre sin fisuras, rígidamente irreprochable.
Es decir: inhumano.
Asumo plenamente mi derecho a defenderme, a rechazar la hostilidad ajena, a no ser tan correcto como quieren; y asumo mi derecho a ponerles límites y barreras a algunas personas sin sentirme culpable.
No he nacido para ser la víctima de nadie.
Me permito no sufrir angustias esperando una llamada de teléfono, una palabra amable o un gesto de consideración. Me afirmo como una persona no adicta a la angustia.
Soy yo quien me valoro, me acepto y me pareció.
No espero que vengan esas consideraciones desde el exterior.
Y no espero encerrado o reducido ni encasa, ni en un pequeño círculo de personas de las que depender.
Al contrario de lo que me enseñaron en la infancia, la vida es una experiencia de abundancia.
Empiezo por reconocer mis valores, y el respeto vendrá solo.
No espero de fuera.
Me doy permiso para no estar al día en muchas cuestiones de la vida: no necesito tanta información, tanto programa de ordenador, tanta película de cines, tanto periódico, tanto libro, tanta música.
Decido no intentar absorber el exceso de información.
Me permito no quererlo saberlo todo.
Me permito no aparentar que estoy al día en todo o en casi todo.
Y me doy permiso para saborear las cosas de la vida que mi cuerpo y mi mente pueden asimilar con un ritmo tranquilo.
Decido profundizar en todo cuanto ya tengo y soy.
Con lo que soy es más que suficiente.
Y aún sobra.
Me doy permiso para ser inmune a los elogios o alabanzas desmesuradas: las personas que se exceden en consideración resultan abrumadoras. Y dan tanto porque quieren recibir mucho más a cambio.
Prefiero las sensaciones menos densas.
Me permito vivir con levedad, sin cargas ni demandas excesivas. No entro en su juego.
Me doy el permiso más importante de todos: el de ser autentico.
No me impongo soportar situaciones y convenciones sociales que agotan, que me disgustan o que no deseo.
No me esfuerzo por complacer.
Si intentan presionarme para que haga lo que mi cuerpo y mi mente no quiere hacer, me afirmo tranquilamente y firmemente diciendo que no.
Es sencillo y liberador acostumbrarse a decir ¡NO!
Elijo lo que me da salud y vitalidad. Me hago más fuerte y más sereno cuando mis decisiones las expreso como forma de decir lo que yo quiero o no quiero, y no como forma de despreciar las elecciones de otros.
No me justificaré:
si estoy alegre, lo estoy; si estoy menos alegre, lo estoy; si un día señalado del calendario es socialmente obligatorio sentirse feliz, yo estaré como estaré.
Me permito estar tal como me sienta bien conmigo mismo y no como me ordenan: lo "normal" y lo "anormal", en mis estados emocionales lo establezco yo.
Me doy permiso para...
Joaquín Argente
comenzar ya, ahora,
si quiero escribir, escribo;
Haber estado esperando
Era una forma de sabotear
Me ha hecho perder años de vida
¡ No más posponer¡
el de ser auténtico.
No me impongo soportar situaciones
No me esfuerzo por complacer.
Si intentan presionarme para que
haga lo que mi cuerpo y mi mente
Elijo lo que me da salud y vitalidad.
Me hago más fuerte y más sereno
No me justificaré:
Me permito estar tal como me sienta
Según me sienta interiormente,
Y no será al revés.
No serán los otros ni las presiones
como he de estar.
Estoy como estoy.
Joaquín Argente
JOAQUIN ARGENTE es diafreoterapeuta y su trabajo consiste en ayudar a las personas a recuperar la elasticidad del diafragma, el gran músculo de la respiración y la circulación energética que actúa también como puente entre el consciente y el subconsciente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
DEJA TU COMENTARIO