La zona Real: PAQUITO NATILLAS


Isabel II gozaba de una cierta fama de "fogosa".Para colmo de males, la casaron a los 16 años con su primo hermano Francisco de Asís, de más que dudosa virilidad, y al que odiaba.

La misma reina se lo dejó claro a su madre el día de la boda:

He cedido como reina, pero no como mujer. Yo no he buscado a este hombre para que fuese mi marido; me lo han impuesto y no lo quiero.

Además, parece que no había que ser muy agudo para observar la homosexualiadad de su marido:

¿Qué voy a decirte de un hombre que en la noche de bodas llevaba en su camisa más bordados que yo en la mía?

Paquito, era, además de homosexual, impotente.

Y si bien esta primera condición no hubiera sido probablemente obstáculo para procrear aunque fuera a la fuerza y por “razones de Estado”, lo cierto es que había nacido con una malformación que hoy en día se corrige sin dificultad a base de cirugía pero que en el siglo XIX constituía un obstáculo prácticamente insalvable.


El esposo de Isabel estaba aquejado de hipospadias, un defecto congénito por el que la uretra, en lugar de abrirse paso al exterior por su lugar natural al extremo del glande, lo hace mucho antes, próximo al escroto.

De este modo, el pene nació prácticamente atrofiado y el enfermo había de orinar en postura de mujer.

Manuel del Palacio, un cáustico poeta que militaba en el bando revolucionario, compuso para él los famosos versos que dicen así:

“Paquito Natillas es de pasta flora y mea en cuclillas como una señora”.

O estos otros:

Gran problema es en la Corte
averiguar si el Consorte
cuando acude al excusado
mea de pie o mea sentado.

Al parecer el matrimonio no pudo consumarse la noche de bodas, aunque hay que decir que en esa época era costumbre que esa noche estuvieran presentes unos cuantos señores, damas y curas para dar fe de la consumación, de modo que la situación tampoco era muy apropiada.

Cinco meses después del casamiento, Francisco de Asís había abandonado la alcoba conyugal y poco después dejó el Palacio de Oriente.

Isabel II tuvo once hijos. Parece que sólo uno de ellos pudo ser de su marido, el resto fueron fruto de sus distintos amantes: el marqués de Bedmar, el comandante José Ruiz de Arana, el teniente de ingenieros Enrique Puig Moltó, el escritor Miguel Tenorio de Castilla (en tres ocasiones) y otro de padre desconocido. Casi nada.

Con este historial, no es de extrañar que a Francisco de Asís le escribieran aquello de:

Vuestra noble faz empaña
el ñublo del deshonor,
desfaced presto esa niebla,
cortaos los cuernos, señor,
que el mundo entero os señala,
la Europa os llama Cabrón,
y ¡Cabrón! repite el eco,
en todo el pueblo español.

La rima define a la perfección el disparate que significó casar a una hembra fogosa y rebosante de vida como la joven Isabel con un personaje de la catadura física y moral del rey Francisco que, además, se entendía con un sevillano por nombre Ramos Meneses.

El consorte no sólo nada tenía que hacer como pareja de la reina sino que era un mal hombre, taimado, retorcido, conspirador, retrógrado y capaz de involucrarse en atentados contra la vida de su propia esposa.













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