-1948-
A QUIEN ME LEYERE
LOS LIBROS caían sobre mi máscara (y donde había un rictus de viejo moribundo), y las palabras me azotaban y un remolino de gente gritaba contra los libros, así que los eché todos a la hoguera para que el fuego deshiciera las palabras...
Y salió un humo azul diciendo adiós a los libros y a mi mano que escribe:
“Rumpete libros, ne rumpant anima vestra”: que ardan, pues, los libros en los jardines y en los albañales y que se quemen mis versos sin salir de mis labios:
El único emperador es el emperador del helado, con su sonrisa tosca, que imita a la naturaleza y su olor a queso podrido y vinagre.
Sus labios no hablan y ante esa mudez me asombro, caigo estático de rodillas, ante el cadáver de la poesía.
Leopoldo María Panero
1/3/87
A mi madre
Una cucaracha recorre el jardín húmedo
de mi chambre y circula por entre las botellas vacías:
la miro a los ojos y veo tus dos ojos
azules, madre mía.
Y canta, cantas por las noches parecida a la locura,
velas con tu maldición para que no me caiga dormido,
para que no me olvide
y esté despierto para siempre frente a tus dos ojos,
madre mía.
Leopoldo María Panero
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