La historia se sitúa en Kazajistan, Asia central, y comenzó cuando el pequeño contaba con un par de años de edad.
Su vientre era un poco más abultado de lo normal y, con tres años, ya era algo bastante desmesurado.
Cualquier familia “normal”, hubiese llevado al pequeño al médico con los primeros síntomas, pero los padres de Ajhlan N´Jian opinaban que esto no era necesario:
“Notamos que su estómago estaba muy inflamado, pero pensamos que era por los parásitos y que se le pasaría con el tiempo”…
Ajhlan N´Jian
En este punto parece que el concepto de tiempo de sus padres era bastante ambiguo ya que pasaron cuatro años más y, lejos de mejorar, el problema del pequeño se agravó paulatinamente.
A los dolores y problemas físicos que el gemelo parásito le acarreaba al pequeño hay que sumarle otro tipo de problemas quizá peores y más duraderos en el tiempo como fueron los problemas psicológicos derivados de tener que acudir al colegio y vivir el día a día soportando las risas, las burlas y los apodos de los demás niños.
Fue con siete años cuando, estando un día en la escuela el pequeño Ajhlan se quejó de unos fuertes dolores en el vientre y de no poder respirar.
Su profesor decidió enviarlo a un hospital cercano donde los médicos, tras unas pruebas preliminares, pensaron que un enorme quiste estaba oprimiendo el estómago y los pulmones del niño.
Ni tan siquiera ellos, cuando en el quirófano se dispusieron a operar al pequeño, imaginaban lo que se iban a encontrar.
El supuesto quiste resultó tener pelo, y manos… y piernas.
El gemelo no nato del pequeño había continuado su crecimiento dentro de su propio vientre (Fetus in fetus), algo que no es del todo inusual, aunque en este caso el feto compartía venas y ciertas terminaciones con Ajhlan, lo que hizo que su crecimiento fuese constante.
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