Hermanos de sangre, historias de la ‘NdranghetaSu nuevo libro, «Hermanos de sangre», desvela los oscuros rituales de la temida ‘Ndrangheta. En los últimos años, Francesco Fonte, ex afiliado a la cosca de Siderno y con antecedentes por tráfico de droga, ha arrojado luz sobre la estructura de la ‘Ndrangheta. Fonte fue iniciado en 1966 en una casa de campo de la localidad de Mirto, en el municipio de Siderno, «en presencia de un amigo del capo Antonio Macrì, de profesión joyero, anciano, propietario de una joyería en la avenida principal de Siderno».
Después trazó las líneas esenciales de la mafia calabresa, que, territorialmente, se articula en locali, cosche y ’ndrine. La cosca o ‘ndrina se basa en muy amplia medida en una familia de sangre. Varias cosche unidas entre sí forman el locale, que constituye la unidad fundamental de asociación mafiosa en un territorio determinado, casi siempre coincidente con un pueblo o con un barrio de una ciudad.
El contable y el asesino
Para constituir el locale es necesaria la presencia de al menos 49 afiliados. Cada locale lo dirige una tríada de ‘ndranghetistas llamada copiata, casi siempre representada por el capo bastone, el contable y el capo crimine. La copiata debe ser declarada cada vez que un afiliado se presenta en un locale distinto de aquel al que pertenece o cuando sea requerida por un afiliado de grado jerárquicamente superior. La práctica tiene por finalidad evitar posibles infiltraciones externas.
El contable, además de las finanzas y del reparto de los ingresos, se ocupa de la denominada «baciletta», es decir, la caja común a la que afluyen los ingresos de las actividades criminales, mientras que el capo crimine es responsable de la planificación y la ejecución de todas las acciones delictivas.
Tanto el contable como el capo crimine deben actuar en todos los casos ciñéndose a las disposiciones del capo bastone. Por lo general, el capo bastone tiene una familia natural considerablemente amplia, la cual, a su vez, forma parte de un conjunto de parientes naturales también muy vasto. La relación interna básica de los grupos mafiosos calabreses se basa en el vínculo de sangre.
Éste tiende a imponerse sobre cualquier otro tipo de relación y con el tiempo envuelve de forma cada vez más vinculante a todos los miembros del grupo criminal, dada la práctica cada vez más extendida de los matrimonios internos en los grupos mafiosos –una auténtica «endogamia de clase»–, que caracteriza sobre todo a la mafia de la provincia de Reggio Calabria y la hace cada vez más cerrada a las influencias y a los contactos con la sociedad legal.
A menudo, los matrimonios se utilizan para zanjar faide (disputas) sangrientas o para crear grupos más fuertes. Sucedió a principios de los ochenta con la boda de Venanzio Tripodo, hijo de don Mico Tripodo, muerto en la primera guerra mafiosa, y Teresa Romeo, la hija de Sebastiano Romeo, alias «‘u Staccu», boss de San Luca y aliado de los De Stefano.
La propia familia De Stefano se reforzó posteriormente, en 1992, después de la unión entre el hijo de Paolo De Stefano y la hija de Franco Coco Trovato, uno de los boss más poderosos de la ‘Ndrangheta en Lombardía. Nada ha cambiado, como demostró el Grupo Operativo Especial (Raggruppamento Operativo Speciale, ROS) de Reggio Calabria durante una investigación realizada entre 2001 y 2003.
En el curso de una conversación mantenida a través de un teléfono intervenido en un domicilio particular de Buccinasco, los investigadores tuvieron conocimiento del resentimiento de una chica de Platì, que se había visto obligada a unirse en matrimonio con un paisano emigrado a Lombardía: «Con lo bien que estaba con el otro, y me hicieron casarme contigo», se quejó la joven, hablando con su marido. En el informe policial, el teniente coronel Valerio Giardina y el capitán Gerardo Lardieri escriben: «El caso en estudio nos traslada a muchos años atrás, casi a la época medieval, cuando los matrimonios entre los descendientes de los reyes eran estipulados sobre una base contractual con fines de expansión y unificación territorial».
Un clan cerrado
El apoyo de una familia numerosa y la pertenencia a un clan siempre han representado elementos indispensables para la supervivencia y la reproducción del poder de los boss de la ‘Ndrangheta. Las cosche constituidas en torno a un solo individuo –por muy hábil que éste demuestre ser en la construcción de redes de amistad, de clientelas y de intereses– se caracterizan por una fragilidad intrínseca que las lleva a decaer y sucumbir rápidamente. Si se analiza la estructura interna de algunos de los locali más poderosos de la ‘Ndrangheta, se observa que ninguno de ellos está compuesto, en su núcleo fundamental, por menos de dos hermanos.
En 1999, de una muestra de 47 grupos mafiosos de la circunscripción de Locri, nada menos que 43 estaban constituidos por cosche con al menos 3 afiliados unidos por vínculos familiares y 17 por núcleos con al menos 10 primos en primer grado. Cada capo tiene poder sobre la vida y la muerte de sus hombres y derecho a obediencia absoluta. Aunque también es cierto que, para mandar, el capo bastone necesita el consentimiento no sólo de la propia organización, sino del círculo en el que opera. Cuando el enviado de las poderosas ‘ndrine de San Luca va a ver a Antonio Cordì, de Locri, implicado en la faida con los Cataldo, no se anda con medias tintas: «Totò, ve con cuidado que […] cuando el pueblo va en contra vuestra perdéis lo que habéis hecho en estos 30 años.
¡Lo perdéis! […]
El cargo de capo famiglia o capo ‘ndrina suele pasar de padre a hijo. Éste tiene poderes para afiliar a elementos externos a su propia familia. Pero para oficializar la adhesión de estos nuevos asociados se necesita la aprobación del capo bastone, a quien deben ser presentados durante una reunión del locale, que por regla general se celebra a final de mes, un sábado, al anochecer.
El capo famiglia puede mantener en secreto el nombre de algunos de sus afiliados. [...] Las afiliaciones, conocidas en la jerga mafiosa como «corte de la cola», generalmente se llevan a cabo en el territorio de un locale, y en este caso las llaman «hierro, fuego y cadenas», en referencia al puñal, que es el arma propia de los afiliados, a la vela que quema la imagen sagrada durante el rito de iniciación y a la cárcel que todo afiliado debe ser capaz de soportar. Cuando el hermanamiento se lleva a cabo en un lugar distinto, como, por ejemplo, en la cárcel, la afiliación es llamada «simple». [...]
En la ‘Ndrangheta, según el ex afiliado Francesco Fonte, las culpas se dividen en «descuidos» y «errores». Las primeras son infracciones de poca entidad, casi siempre de carácter informal, y se castigan con la suspensión por un mes del locale o con el pago de una multa. Las segundas, en cambio, se castigan con la muerte o con la «expoliación completa» del afiliado, con la degradación al papel de «contrasto sin honor», como el masón cuando «lo duermen». Por último, Fonte confirma la existencia de los ritos de iniciación, ese laberinto semántico en el que confluye el código de la ‘Ndrangheta. Recuerda que, todavía hoy, para entrar a formar parte de esta organización hay que pincharse el dedo o el brazo con una aguja o un cuchillo, y dejar caer unas gotas de sangre sobre la estampa de un santo (san Miguel Arcángel, protector de la ‘Ndrangheta), que después se echa a las llamas, de conformidad con una sugerente simbología encaminada a garantizar fidelidad y respeto al vínculo de sometimiento a la cosca.
El soplón
También había jurado fidelidad Francesco Albanese, alias «Tarra», el cual, en 1896, había decidido eliminar a dos picciotti que se habían negado a repartirse con él el botín de un asalto. [...] Fueron suficientes unos días de duro encierro, a pan y agua, para convencer a Tarra de que colaborase, igual que ha sucedido en algunos casos mediante la aplicación del artículo 41 bis, que permite un régimen especial, más severo, para los presos por delitos de crimen organizado. Ante la perspectiva de pudrirse en la cárcel, el boss de Gioia Tauro reveló los secretos de su organización y todas esas reglas que en gran parte han permanecido inmutables a lo largo del tiempo.
Antes de Francesco Fonte, el testimonio de Antonio Zagari, autor, entre otras obras, de una interesante autobiografía titulada «Ammazzare stanca» («Matar cansa»), había aportado importantes confirmaciones. Zagari declaró que el vínculo asociativo sólo se extingue con la muerte, o bien con la traición o con la expulsión por indignidad. Y precisó: «La hipótesis de que un expulsado por la ‘Ndrangheta continúe con vida es… bastante remota. En todo caso, aun suponiendo que la organización tuviera que decidir no matar a un ex afiliado, a éste se le retiraría el saludo y ningún hombre de honor podría seguir relacionándose con él».
Según Zagari, en la jerga de la ‘Ndrangheta «al afiliado expulsado por la organización se le llama “desvestido”, es decir, privado del “traje” o la “camisa” que, simbólicamente y en sentido metafórico, se le entrega en el momento de la afiliación». Sin embargo, explicó Zagari, «existen casos, aunque rarísimos, en los que un miembro de la ‘Ndrangheta puede retirarse a la vida privada, pero, incluso cuando se concede el retiro en “buen orden” (este es el término que emplea la ‘Ndrangheta), la persona que se retira tiene la obligación de ponerse a disposición de la organización, si se le pide, en cualquier momento y durante toda la vida».
Fuente: La Razón 06/09/09
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