LA ZONA G8: La revolución Trabelsi.



Del saqueo de Túnez a la revolución.



Mohamed Buazizi, se prendió fuego en la localidad de Sidi Buzid el 17 de diciembre de 2010, desesperado porque la policía no lo dejaba trabajar. Posteriormente falleció, según anunció en París la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH). 

La noticia fue confirmada por la familia de Mohamed Buzazizi y anunciada también por el Comité para el respeto de las libertades y los derechos humanos en Túnez.


El gesto de Buzazizi desencadenó una ola de manifestaciones en varias ciudades de Túnez, en las cuales resultaron muertos dos manifestantes por disparos de las fuerzas de seguridad. 





Buzazizi, de 26 años, vendedor ambulante de frutas y verduras, intentó suicidarse el 17 de diciembre en Sidi Buzid (en el centro del país), después de que la policía la confiscara su mercancía por no contar con un permiso de trabajo.


El día 24, en Menzel Bouzaiane, a 60 kilómetros de Sidi Buzid, resultó gravemente herido de bala un manifestante, Chawki Hidri, de 43 años, que falleció cinco días después. 


Mohamed Buazizi durante su inmolación entre las llamas. Y, posteriormente en el Hospital, donde falleció, abajo.


Mohamed Buazizi


En la misma manifestación del 24, Mohamed Amri, un estudiante de 25 años, había muerto de dos balas en el pecho.


«Es necesario que se lleve a cabo una investigación o que una comisión nacional determine las causas y las soluciones a esta protesta social que ha tomado formas trágicas», señaló la presidenta de la FIDH, Suhayr Belhassen.




Tribunales asediados y abogados agredidos


Por su parte, el Consejo Nacional para las Libertades en Túnez denunció, el  asedio de todos los tribunales del país por la policía, como respuesta a la movilización de los abogados, que habían sido llamados a portar un brazalete rojo en señal de apoyo al movimiento de protesta de Sidi Bouzid, violentamente reprimido con el resultado de tres muertos por bala y numerosos heridos.


Las autoridades impidieron a los abogados llegar a las sedes de los tribunales. Centenares de policías fueron desplegados en el interior de los juzgados para impedir toda acción de solidaridad con los habitantes de Sidi Buzid, incluidos los brazaletes. 





Los fiscales observaron las violencias contra los abogados en el interior de las salas de audiencias y en el recinto de los palacios de justicia en varias ciudades del país, sin reaccionar.


Numerosos abogados fueron así agredidos, heridos y sus ropas destrozadas, especialmente en los tribunales de Gafsa, Jenduba, Mahdia, Monastir, Susa, Sfax, Bizerta y sobre todo Túnez.


El magistrado Rabeh Jeraifi fue secuestrado y golpeado violentamente en la cabeza por agentes de paisano, cuando se acercaba al palacio de justicia en Jenduba




Fue amenazado de muerte por los policías, que le dijeron que tenían instrucciones de matarlo; a continuación, el abogado fue arrojado en un lugar desierto a las afueras de la ciudad. 


Su estado de salud es inquietante. Los abogados Fauzi Ben Mrad, Mohamed Essayadi y Amer Messaud fueron a su vez violentamente agredidos. 


La abogada Samia Abbu, por su parte, perdió el conocimiento tras los golpes sufridos y fue evacuada a la casa de los abogados, tras la oposición de las autoridades a dejar que la ambulancia la transportara al hospital. 


La abogada Latifa El Habachi, los magistrados Hichem Garfi y Nizar Essuilhi fueron evacuados hacia el hospital; su estado no es tranquilizador: la mayoría sufre fracturas. La abogacía llamó a una nueva Asamblea general.

Suhayr Belhassen


"Cuando compras un ordenador, un teléfono móvil, un coche o la pasta de dientes, se lo estás comprando a la familia", asegura Rim Ben Smail, catedrática de Empresariales de la Universidad de Túnez. 


Trabelsi. Es un apellido que conviene pronunciar en voz baja en las vigiladísimas calles de Túnez . Es el apellido de la esposa del presidente Zine el Abidine Ben Ali, asociado a la cleptocracia en que -según denuncia todo ciudadano sin vínculos con el partido en el poder- se ha convertido el régimen.


Túnez es un país próspero respecto a lo que se estila en el norte de África. El turismo, el sector textil, la industria manufacturera, los fosfatos prometían un futuro alentador. Hasta que explotó la crisis mundial de 2008. 





A partir de entonces, se esfumó el próspero provenir. Porque a la catástrofe financiera global se ha sumado un proceso de privatizaciones que, iniciado pausadamente a mediados de la década de los ochenta, ha degenerado en una concentración descomunal de poder económico en poquísimos bolsillos: los de los Trabelsi, y especialmente en el de Sajer el Materi, el yerno todavía no treintañero de Ben Ali.


Zine el Abidine Ben Ali


La inversión extranjera marchaba viento en popa hasta 2009. 


Francia -1.250 empresas presentes en Túnez- es el principal socio económico, pero Italia, Alemania, Bélgica, Reino Unido, Países Bajos y España también han destinado cuantiosos fondos a proyectos en el país árabe. 


En 2009, la inversión foránea en los sectores turístico, inmobiliario, energético, agrícola y en servicios se desplomó un 33%. 
Pero, varapalo incluido, el producto interior bruto creció un 3,7% en 2010. 


No es un mal registro. Pero los datos macroeconómicos -la inflación alcanzó en el 2010 un aceptable 3,7%- no son el problema.




La corrupción desbocada y el desempleo son la madre del cordero.


"Las grandes empresas han pasado a muy pocas manos, las de los Trabelsi y otros grupos cercanos a la familia del presidente y a la Asamblea Constitucional Democrática, el partido de Ben Ali. 


Se han expropiado empresas alegando el interés nacional para dárselas a la familia. Ahora están especulando. Compran empresas a bajos precios y las revenden con enormes ganancias después de despedir a empleados. 


Hay una enorme concentración de la riqueza, pero sin redistribución, como sucedía antes. Lo único que hay son asociaciones de solidaridad. 


¿Y quién las controla? La familia del presidente y el partido oficial", explica Buzaina Fersiu, profesora de Ciencias Empresariales de la Universidad de Túnez. O se es obediente o uno queda al margen de cualquier respaldo institucional.


Bancos, cadenas de radio, grandes centros comerciales,  concesionarios de automóviles, intereses inmobiliarios, estaban siendo protegidos por el Ejército,



El supermercado Monoprix, propiedad de los Trabelsi, en Elaouina, un suburbio de la capital, fue incendiado.


Los Trabelsi participan en todo. Cuentan muchos profesores que, a menudo, con malas artes. "Cuando saben de una empresa próspera, exigen ser socios", dice Ben Smail. 


Mejor aceptar.


Pero existen escollos añadidos. "La crisis mundial de 2008 ha impactado en el turismo y en el sector textil, y los demás sectores tienen poco valor añadido. 


Además, teníamos muchas industrias, pero el aumento de los precios de las materias primas y la competencia de productos más baratos de otros países han afectado a muchas industrias", precisa Fersiu. Y, cómo no, el desempleo. 


El paro se sitúa en el 13%, pero el dato que ofrece la profesora resulta estremecedor: "Alrededor del 30% de los jóvenes no encuentran trabajo, y ese porcentaje se eleva al 60% entre los titulados universitarios". 


Y cuando dan con un empleo, es difícil aceptar que merezca la pena. El salario de un catedrático de universidad ronda los 700 euros, pero hay titulados que acuden al trabajo por 150 euros al mes.


"Tenemos que confiar en nuestras fuerzas para acabar con la Cosa Nostra, la mafia que nos gobierna, porque al final abandonarán el país", sentencia, enfurecido, el profesor de inglés, Ahmed Maarufi.



Según los cables publicados por Wikileaks

Los documentos secretos del Departamento de Estado de EE UU filtrados por Wikileaks y analizados por cinco medios internacionales (El PAÍS, Le Monde, The Guardian, The New York Times y Der Speigel) dibujan un país enfermo por la corrupción de su gobierno y de la familia del presidente, a la que describen como a una "cuasi mafia", y muy en especial de su mujer, Leila Ben Ali, que, según explican, hace y deshace a su antojo. 


Al hilo de la publicación de estos documentos, el gobierno tunecino cerró el acceso al portal de Julian Assange. 


Ambas cosas han llevado a la prestigiosa revista Foreign Policy a preguntarse si no estaremos ante la primera revuelta-Wikileaks.




El resumen de la opinión de los diplomáticos estadounidenses sobre el país está perfectamente resumido en este cable que el 17 de julio de 2009 el embajador saliente del país, Robert F. Godec,redacta para su sucesor en el cargo : 


"Por muchos motivos, Túnez debería ser un aliado cercano a Estados Unidos. Pero no lo es. A pesar de que compartimos ciertos valores claves y de que el país está bastante desarrollado, Túnez tiene grandes problemas. 


El presidente Ben Ali está envejecido, su régimen sufre de esclerosis y no hay un claro sucesor. Muchos tunecinos están frustrados por la falta de libertad política y sienten rabia por la corrupción de la familia del presidente, por las elevadas tasas de desempleo y por las desigualdades regionales. 




El extremismo es una amenaza continúa. En adición a estos problemas, el gobierno tunecino no acepta consejos ni críticas nacionales o internacionales. En lugar de ello, intenta imponer un control todavía mayor, echando a menudo mano de la policía. Resultado: Túnez está agitada y nuestras relaciones también". 


"Túnez es un estado policial, con escasa libertad de expresión o asociación, y con serios problemas de derechos humanos", dice más adelante el embajador, que añade una frase cuasi clarividente: "Como consecuencia de todo esto, los riesgos para la estabilidad a largo plazo del régimen son crecientes".


"El presidente hace lo que su mujer le pide que haga"


La mujer con la que el presidente se casó en segundas nupcias, Leila Ben Ali, es descrita en varios cables como más que ambiciosa. 




Su poder en el país, describen los diplomáticos estadounidenses, es un hecho. Lo explica entre otros un cable enviado el 16 de junio de 2009 por el embajador Godec, en el que dice cosas como: 


"[El presidente] Hace lo que su mujer le pide que haga" o "Leila [Ben Ali] cree que sucederá a su marido como presidente de Túnez". 


En dicho documento también se habla de la corrupción de la familia en general: "Los miembros de la amplia familia de Ben Ali pueden hacer lo que quieran con impunidad, incluido falsificar documentos". 


Respecto a este, el documento trata su estado de salud: "[está] debilitado por su lucha contra el cáncer", y "se pasa todo el día jugando con su hijo [Mohamed, de 5 años]".


Los cables también describen la relación del país con la viuda de Arafat. Suha Arafat llegó a Túnez a finales de los ochenta y allí conoció al líder palestino. Tras la muerte de éste, Túnez volvió a acogerla con los brazos abiertos. Hasta que acabó echándola. 




En Túnez, narran los cables, Suha se enriqueció al hacer prósperos negocios con Leila Ben Alí, la jmujer del presidente. Ambas abrieron en 2007 la Escuela Internacional de Cartago, un colegio privado para las élites tunecinas en el que Suha invirtió 2,5 millones de euros.


Cuatro meses antes, el Ministerio de Educación había cerrado la también elitista Fundación Louis Pasteur so pretexto de que no cumplía con la legislación vigente. Cuando los padres se movilizaron para impedirlo se les animó a que apuntarán a sus hijos en el nuevo centro.




El saqueo.


Las casas de familiares políticos del ex presidente Ben Ali, fueron saqueadas por manifestantes que acusaron al ex mandatario y a sus parientes de haber usufructuado los recursos del país para su beneficio propio.


La residencia de Belhassen Trabelsi, hermano de la esposa de Ben Ali, Leila Trabelsi, fue saqueada en la ciudad de Soukra, a 16 kilómetros de la capital, Túnez.

Belhassen Trabelsi


Lo mismo sucedió con la vivienda de Hemi Trabelsi, otro familiar político de Ben Ali, en Gammarth, una de las localidades residenciales más ricas de la costa del país, también cerca de Túnez.


Los saqueadores se llevaron por la noche de todo: desde puertas y ventanas hasta columnas, además de romper vidrios, esparcir papeles y encender fuegos en el interior de las viviendas.


"Los Trabelsi y Ben Ali deben restituir el dinero del pueblo a los tunecinos", dijeron los manifestantes en el lugar.


"Ellos tienen para invertir en todo, pero este dinero es de Tunez", agregaron.


Un anciano que participaba de la demostración dijo que "los tunecinos deben hacer con Ben Ali lo que en Irak hicieron con Saddam Hussein", y gesticuló un ahorcamiento, método por el que fue ejecutado el ex presidente iraquí en 2006.




En tanto, en la capital, Túnez, la Avenida Bourguiba, escenario de algunas de las principales demostraciones de los últimos días, estaba ocupada por vehículos del ejército, con numerosos carros blindados tanto en las calles como en las plazas aledañas, y en los barrios parece comenzar el retorno a la normalidad, con la apertura de tiendas y bares. 

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