Este ingenioso instrumento desarrollado por nuestra nunca bien amada iglesia estaba pensado para salvar el alma de las mujeres europeas del medievo, una vez que su cuerpo ya estaba perdido tras haber mantenido relaciones carnales con Satanás.
El ocurrente artilugio es un objeto metálico con forma de pera finalizando en unas puntas cortantes en uno de sus extremos y en el contrario portaba el escudo de armas del inquisidor o bien, alguna bonita alegoría cristiana rematando el mango, para su buen uso debía ser introducido por la vagina de la pecadora y mediante un ingenio mecánico de rosca este se abría en el útero provocando numerosos cortes y desgarros, lo que generalmente llevaban a la muerte de la penitente, pero de una forma lenta que le permitiera una detallada confesión de sus pecados al inquisidor, de manera que tuviera garantizada la reunión en los cielos con su piadoso dios.
Variantes de este objeto fueron diseñados para ser utilizados en boca y ano, lo que nos hace pensar que los instintos sexuales de Satán no estaban exclusivamente destinados a la reproducción sino que gustaba de otro tipo de placeres.
La pera oral era aplicada también a predicadores heréticos que osaban postular argumentos celestiales ajenos a la doctrina de la iglesia, y aunque era efectiva para el arrepentimiento dejaba bastante que desear en lo concerniente a la confesión de las culpas.
El modelo rectal a menudo era utilizada para asegurar el camino celestial a los homosexuales (desde siempre amados y respetados por la iglesia) y en su caso ademas no era necesario que las relaciones hubieran sido con el mismo Belcebú en persona, bastaba con cualquier diablillo.
Herejías medievales
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