LA ZONA HISTÓRICA : Los Homínidos de Olduvai

Un equipo de investigadores españoles encontró en 2013 los restos de un Homo ergaster en la Garganta de Olduvai (Tanzania), un homínido 200.000 años más antiguo que el congénere más viejo que se conocía hasta ahora y que se calcula que puede tener casi dos millones de años.



Los fósiles del homínido fueron hallados por el equipo del Proyecto de Olduvai, promovido por el Instituto de Evolución en África (IDEA)-, integrado, entre otros, por Enrique Baquedano, director del Museo Arqueológico de Madrid, y el arqueólogo Manuel Domínguez-Rodrigo, codirector del proyecto.

Según los estudios a los que se ha sometido el fósil hasta el momento, los restos corresponden a un individuo grande, que podría superar los 1,8 metros de estatura, ya adulto porque tenía principio de artrosis en el metacarpo de la mano y una muela muy desgastada.



Tras el trabajo de los geólogos, al poco de empezar a excavar salió el metacarpo de una mano más grande que la nuestra y una muela. Estaba cubierto por cenizas de una erupción volcánica de hace 1,8 millones de años, así que como poco los restos de este homínido tienen 1,9 millones. Junto a estas piezas de ergaster, el equipo fue sacando herramientas de piedra muy primitivas y restos de animales que, posiblemente, cazaron nuestros ancestros cuando se acercaban a beber a una fuente situada a no más de 100 metros. 

En tan sólo medio metro de sedimentos habían dado con una auténtica mina que más tarde aumentaron hasta los 80 metros cuadrados de extensión y que, de encontrar financiación, ampliarían a 200 metros.


Garganta de Olduvai. Tanzania.

Gracias a este nuevo descubrimiento se puede saber que no sólo convivían al mismo tiempo especies de homínido más grandes y más pequeñas, sino que algunos hábitos que atribuíamos al anterior Homo habilis, como cazar animales que pesaban cientos de kilos, es probable que correspondieran más a los erectus. Además, ciertas herramientas primitivas que atribuíamos a los primeros, es muy posible que no las usaran. 



La hipótesis más fácil es que sólo una de las dos especies -que convivieron durante medio millón de años- tuviera un comportamiento complejo, según dicen los expertos.

Pero esta no fue la única sorpresa, en otro yacimiento, donde llevaban años trabajando, salió a la luz también un esqueleto parcial de un Parantrophus boisei de hace 1.300.000 años, cuya apariencia inferior era desconocida. 


Reconstrucción de un Paranthropus boisei (Museo de Arqueología de Westfalia)

Los españoles encontraron fémur, tibia, húmero y radio. Gracias a estos fósiles el equipo descubrió que el homínido conocido como Cascanueces era muy fuerte: su radio es un 20% más robusto que el de un Neanderthal. Se cree que  se movía por los árboles, pero también por el suelo. Como especie, se adaptó muy bien a su ecosistema y eso le permitió existir durante más de un millón y medio de años.



Todos estos hallazgos y los consiguientes nuevos conocimientos que se pueden deducir de ellos, son posibles por el esfuerzo personal del equipo de IDEA, el único grupo no anglosajón que excava en Olduvai, que trabaja sin ningún tipo de ayuda pública. Al final, de los 96 miembros del equipo, 26 eran españoles y tuvieron que pagarse los gastos, unos 2.000 euros, de su bolsillo.

Así las cosas, para poder continuar con su labor a causa de la precariedad a la que les somete el gobierno español, este grupo de arquéologos ha llegado a un acuerdo con la universidad de Carolina del Norte (Estados Unidos) para crear allí una escuela de campo destinada a sus alumnos. 

Esta universidad enviará a 15 estudiantes cada año que, a cambio de 5.000 dólares, podrán excavar en Olduvai y en Laetoli y conseguir cinco créditos para dos asignaturas, además de recibir clases de profesores de primera y podrán examinar in situ los restos de homínidos descubiertos y, aún más importante, los que se puedan hallar posteriormente. 



Todo un lujo que se escapa de manos españolas. “Con ese dinero ya no dependemos exclusivamente de las subvenciones públicas, aunque es muy triste que al final sean los americanos quienes se aprovechen de las instalaciones que hemos hecho nosotros en las que podríamos formar a nuestros jóvenes”, se quejaba el investigador. “Tenemos una universidad mediocre, endogámica, como todas las españolas, que no investiga ni deja investigar” denunciaban los españoles.

Así, y aunque volverá a pedir dinero al Ministerio de Cultura como misión arqueológica en el extranjero, Domínguez Rodrigo no tiene ninguna esperanza de que su trabajo se valore porque asegura que España no tiene en cuenta los más de 40 artículos de impacto, publicados en revistas científicas de gran prestigio, que acumula el proyecto.



Un ejemplo más de lo que le importa la ciencia y la cultura a nuestra insigne e iletrada patria -cada vez estamos más convencidos de que los homínidos que la gobiernan no son nada sapiens-, pese a contar con profesionales verdaderamente brillantes, de los cuales se benefician siempre otros.

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