Con el comienzo del año se celebran todavía en una parte de Europa las mascaradas de invierno que nos dejan unas imágenes fascinantes y también el asombro ante las semejanzas de elementos en lugares tan distantes como Rumanía y la península ibérica.
De las imágenes se desprenden elementos básicos comunes a casi todas:una lucha entre bandos con características opuestas.
En uno de los bandos los participantes van ataviados con pieles y cornamentas de animales, generalmente osos,cabras y ciervos. También se utilizan máscaras de personajes monstruosos y las caras tiznadas de negro
La apariencia de todo el grupo es oscura y amedrentadora. Los participantes suelen llevar cencerros sujetos al cuerpo que suenan al compás de los movimientos.
En el bando contrario, el colorido es brillantes, de tonos claros y luminosos; Se llevan a menudo gorros cónicos adornados con cintas de colores,elementos florales, espejos.
En muchos lugares los participantes llevan ropas y gorros militares .
En algunos lugares se añaden otros personajes: hilandera, calderero etc. también se pueden acompañar de músicas con un ritmo bastante frenético.
En principio parece que algunos elementos pueden representar la lucha del sol y sus energías que renacen en el solsticio de invierno contra los enemigos de la vida ;el cosmos contra el caos.
Hay algunos episodios en el que algunos de los personajes animales mueren y resucitan a la vez. Parecen restos de un auto sacramental primitivo .
Es probable que se hayan ido añadiendo elementos y significados nuevos con el paso del tiempo y que se hayan mezclado con otras fiestas cercanas en un antiguo calendario (por ejemplo, fiestas agrarias de primavera o fiestas de cosecha de otoño) . A veces se puede entrever una estructura iniciática .
El utilizar pieles de osos y de ciervo nos remiten al mundo de los cazadores.
En España han sido estudiadas, entre otros, por Julio Caro Baroja en su obra El Carnaval .
Personajes vestidos de forma estrafalaria como el Zangarrón de Sanzoles, el Tafarrón de Pozuelo de Tábara o la Filandorra de Ferreras de Arriba abren con motivo de la festividad de San Esteban, el ciclo de mascaradas de invierno de la provincia de Zamora.
El Zangarrón, sale a las calles de Sanzoles, donde protagoniza el denominado Baile del Niño y pide el aguinaldo a los vecinos de esta localidad de la comarca zamorana de Tierra del Vino.
El Zangarrón lleva tapado su rostro con una careta negra, con nariz roja, bigote y perilla y cintas de colores a modo de pelo y viste una chaquetilla y un pantalón hechos con mantas de cuadros marrones y blancos, un delantal de colores y una bolsa en la que guarda el aguinaldo.
Los cencerros que lleva colgados a la espalda alertan de la presencia de El Zangarrón, que lleva una vara con la que amenaza a los vecinos.
El origen de esta mascarada, según la leyenda popular de la localidad, se encuentra en un brote de peste que sufrió el pueblo que causó la ira de los vecinos, que a punto estuvieron de apedrear la imagen de San Esteban, pero que no lo hicieron al ver llegar a alguien vestido con el traje del Zangarrón que les asustó.
En Pozuelo de Tábara, en El Tafarrón participan una docena de jóvenes, que interpretan tanto al personaje que da nombre a la mascarada como a la madama, el alcalde mayor y el alcalde menor, los mayordomos y los entrantes.
El Tafarrón se caracteriza por vestir una indumentaria hecha con juncos y llevar una máscara negra con cuernos de cabra y orejas de liebre.
También la Filandorra ha salido a las calles de Ferreras de Arriba acompañada de el diablo, la madama y el galán, mientras que en Villarino Tras la Sierra emigrantes descendientes de hijos del pueblo interpretan la mascarada de El Pacarico y el Caballico, que marca el rito de paso de la niñez a la edad adulta
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