No quiero el Cielo
chato y mezquino de los beatos:
fantasía pederasta de querubines mofletudos,
recompensa mezquina a santurronerías hipócritas,
con olor a sotana y a judío.
A mí dadme un paraíso vertical en un lucero
de alados centinelas con espadas
junto a las banderas rotas de los héroes.
Dadme un Walhalla con aroma de pólvora
junto a los gigantes de mi raza
con la helada brisa de las cumbres
barriendo los hedores a mezquita.
Poned una espada en mi mano cansada
y prended antorchas en la tarde.
El único responso que deseo
es un silencio de brazos en alto.
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