


El Defensor del Paciente, a través del letrado gaditano José Luis Ortiz Miranda, ha asumido su dramático caso.
La terrible historia de Ana Ainhoa, la pequeña que, el pasado día 19 de noviembre, cuando tenía 15 meses, fue llevada a la carrera por sus padres desde su domicilio, en Chiclana, al hospital gaditano, alarmados por los 40 grados de fiebre que tenía.

El letrado Ortiz Miranda rebobina y, con todas los informes médicos del caso en su mano, aclara:
"La examinaron y exploraron con fonendoscopio, y sin realizarle ningún otro tipo de pruebas diagnósticas (como radiografía, ecografía, TAC, o incluso un análisis de sangre y orina), le diagnosticaron sin más Gripe A y aplicándole el protocolo de Gripe A/H1N1 por el que no cumplía criterio de tratamiento ni de ingreso, le dieron de alta y la mandaron para casa".
Unas ocho horas después, la pequeña empezó a vomitar. Al cambiarla, Fali vio unas pequeñas manchitas por su cuerpo.
Volvieron al hospital pero ya era tarde: la infección por septicemia que finalmente le diagnosticaron en el hospital le había provocado un shock séptico severo que obligó a amputarle las dos piernas, dejándole graves lesiones neurológicas.
"Yo me imaginé que pasaba algo muy malo: se la llevaron corriendo para dentro", recuerda entre sollozos la madre. Ingresó de urgencia en la UCI, donde ha permanecido cerca de dos meses, hasta mediados del pasado mes de enero.

Sobre los daños en el cerebro, les han dicho que se ignora aún cómo podría evolucionar. El Defensor del Paciente considera que ha existido "un gravísimo error de diagnóstico con resultados catastróficos".
De ahí que con la interposición de una reclamación patrimonial previa, se solicite a la aseguradora del SAS que se les indemnice a los progenitores por la amputación y mutilación de las piernas de su hija, así como por las secuelas neuronales que le han quedado como consecuencia "de la asistencia médica deficitaria" recibida.
"¿Que qué quiero ahora?.
Mi objetivo es que se recupere todo lo que pueda y que no le falte nunca de nada.
Que siempre sea lo mejor para ella", acierta a pronunciar por fin con voz firme Fali, quien, a cada uno lo suyo, insiste una y otra vez para que conste una cosa: "que estamos muy agradecidos al equipo de la UCI pediátrica (el que atendió a su pequeña la segunda vez), que logró salvarle la vida". Se enjuga las lágrimas.
La charla ha acabado. Vuelve a la habitación del hospital junto a su pequeña. Vuelve a su nueva vida.
Una vida, la de su bebé y la de ellos, que ya nunca podrá ser igual. Ni se les pasa por la cabeza darle un hermanito a una niña a la que Fali se dedica ya por completo en cuerpo y alma, sin poder volver a trabajar.
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18/Marzo 2010
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Diario de Cadiz.
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