Juan Luis García vivió. Como suele hacer, este isleño acudió a su centro de trabajo, a una nave industrial situada en el polígono pelagatos de Chiclana y en la que se realizan labores de reciclaje.
Acostumbrado a manejar una radial no esperaba que en esa ocasión la herramienta fuera su peor enemigo y le amputara el dedo índice de la mano, dejándole el pulgar seriamente dañado. Inmediatamente fue llevado al Hospital Puerta del Mar y derivado al Virgen del Rocío de Sevilla.
A su mujer, María José Vega, le dijeron que posiblemente perdiera un dedo, pues en el otro sólo tenía «arañazos y cortes» y que lo trasladaban al centro sanitario de la capital hispalense «porque tenían a los mejores cirujanos para intentar salvarlo». La misma información que recibió del Virgen del Rocío.
Una semana después, Juan Luis tiene un dedo amputado, con la zona abierta para que supure, mientras que el otro se le estaba necrosando, habida cuenta de que lo tenía prácticamente abierto y en ese dedo no le habían intervenido.
Pero ésta es sólo una parte de la indignación de la familia, ya que, y a pesar de su estado, el centro sanitario le quiso dar el alta.
Al parecer, la intención era trasladarlo a Cádiz de nuevo para que ese dedo fuera tratado allí, pues según María José «los responsables de aquí nos dicen que ya debería haber venido intervenido de Cádiz».
Como no había camas disponibles y «desde Cádiz persisten que el Virgen del Rocío es el que cuenta con los mejores expertos para este tipo de intervenciones», la solución que le dio el hospital «fue esperar unos día para ver si había camas y ya el jueves darnos el alta para que nos fuéramos a mi casa y luego nos dirigiéramos al Puerta del Mar para que nos cogieran por urgencias».
Como no había camas disponibles y «desde Cádiz persisten que el Virgen del Rocío es el que cuenta con los mejores expertos para este tipo de intervenciones», la solución que le dio el hospital «fue esperar unos día para ver si había camas y ya el jueves darnos el alta para que nos fuéramos a mi casa y luego nos dirigiéramos al Puerta del Mar para que nos cogieran por urgencias».
Los familiares incluso aseguraban que el centro hospitalario les ponía una ambulancia para que llegaran a su domicilio. «Cómo voy a irme para mi casa en San Fernando y como está mi marido tirar para urgencias. A mí me da igual dónde lo traten pero no me voy si no es con un traslado bien hecho, porque nos estamos jugando el otro dedo de mi marido».
Y es que María José temía que en Cádiz volvieran a pedir su ingreso en Sevilla. Todo ello cuando José Luis estaba pasando dolores a pesar de estar con morfina y no era atendido por ningún médico, al tener el alta, sólo siendo tratado para realizarle las oportunas curas. Una situación que la familia no estaba dispuesta a seguir soportando y si no llegaba una solución inmediata pensaban denunciar en los juzgados lo que estaba ocurriendo.
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