LA ZONA HISTÓRICA : Zaida, la Reina de Castilla Andaluza negada por la Historia

Zayda: nombre de procedencia árabe que significa fortaleza, paciencia, amor, bondad, inteligencia, ternura, sensibilidad, alegría. Se le atribuye también como Diosa del Amor y la Paz, fortaleza de espíritu y valor.


La historia de la princesa Zayda, hija del rey poeta de Sevilla Al Mutamid y de la exquisita Rumaykiya, ciertamente parece un cuento oriental. Pero por mor de algunas imprecisiones de los cronistas oficiales de una España católica por decreto, la culta, bella, educada, inteligente, estudiosa y noble Zayda, quedó en los anales de la Historia de España como barragana, con el grado de concubina favorita, a pesar de lo cual fue reina de Castilla.

Hay crónicas de avalada procedencia donde se afirma que fue mujer velada, es decir, casada por la iglesia con Alfonso VI, poderoso rey-emperador de Castilla y León. A partir de este hecho, no cabría dudar que El Cantar de la Mora Zaida (Leyendas Épicas Españolas, Odres Nuevos, Editorial Castalia, se refiere a esta reina de Castilla, pero la tozudez histórica enmudece y se estremece cuando descubre que Zayda, para contraer matrimonio con el rey castellano y legitimar la descendencia, se bautiza en Burgos con el nombre de Isabel, de Castilla claro.

Muhammad ibn ´Abbad Al-Mutamid (1069-1090)

Zayda, andalusí de cuna noble, de descendencia Omeya, prometida desde los 12 años con el rey castellano y después esposa legítima del monarca pero, aunque convertida al cristianismo, seguiría considerada una “infiel”. 

Bautismo de la mora Zaida, José Luis Luna

El escándalo histórico estaba servido, la manipulación y ocultación de datos acerca de su vida y obra, llegarán hasta poner en tela de juicio su parentesco con el rey de Sevilla, jugando con la diferenciación entre hija e hija política (supuestamente casada con Abu Nasr Al'Fath al-Ma'mun, rey de la taifa de Córdoba e hijo del rey sevillano), con tal de alejarla de su reconocida condición real. 

En el caso de Zayda, la imprecisión es más intencionada e interesada para que “una mora” no fuese inscrita como reina Isabel I de Castilla. Menudo alboroto de órdenes de sucesión y derechos hubiera provocado, por cuanto la conocida como Isabel I (la católica) vendría a ser la II y la absolutista II sería tercera.

Isabel I de Castilla

Zayda nació en Al Andalus hacia el año 1063, a los 12 años ya estaba prometida con el rey Alfonso, casado por intereses políticos con Inés de Aquitania. A la muerte de ésta y como instrumento de alianzas territoriales, que así es como se consideraba a la mujer entre las familias dirigentes, Zayda entra de lleno en esta política cuando su padre, rey de Sevilla y Señor de Córdoba, necesita firmar acuerdos con el poderoso Alfonso.

En el año 1085, Alfonso VI conquista Toledo y establece su corte en esta ciudad, alarmando a los andalusíes que ven peligrar su futuro, forzándoles a tomar la decisión, no sin grandes reparos, de llamar en auxilio a unos curtidos guerreros, nómadas bereberes -sobre todo lamtunas- del otro lado del estrecho llamados almorávides que, además de detener el avance cristiano, se aplican en someter a los territorios de sus antiguos aliados. 

Amenazado por la nueva tiranía, el rey Al-Mutamid de Sevilla solicita la ayuda de Alfonso VI, enviando como embajadora a Toledo a la bella e inteligente Zayda, que es ofrecida en matrimonio y acompañada de una cuantiosa dote e importantes plazas, como Ocaña, Alarcos, Cuenca, Consuegra, Vélez, Alarcón, Huete y otros castillos.

Alfonso VI

Era tan grande la dote matrimonial, que este hecho ha quedado en la fábula. Lo que no se sabe es si la princesa iba a cumplir la promesa de matrimonio o a pedir ayuda para su padre al poderoso monarca cristiano, que establecía alianzas con algunos reyes moros, pagando estos grandes impuestos por su protección en contra de los almorávides. 

Tarde llegó la ayuda del cristiano, porque el rey poeta quedó prácticamente exiliado en su alcázar de Sevilla, resistiendo cuanto pudo el asedio del ejército africano.

A partir de la boda, Zayda se convierte en la reina Helisabeth, esposa exaltada por el propio Alfonso que la llamaría “regina divina amantísima, dilectísima...”, epítetos expresados en repetidos y hermosos poemas de amor de leyenda.

No pocos arabistas coinciden en describir los esplendores culturales que Zayda introdujo en la corte castellana, donde sabios y literatos muslines abrillantaban, junto al rey, una Castilla de nuevos y frescos aires de sabiduría y exquisitez.

Poco duraría la felicidad del idilio real, en León el 12 de septiembre de 1099 muere Zayda como consecuencia del parto de Sancho. El rey castellano era de edad madura y tras cinco matrimonios y dos concubinatos no tuvo ningún hijo varón que le sucediera y desde el mismo momento del parto es reconocido Sancho descendiente y legítimo heredero de Castilla, León, Galicia y Portugal y el resto de condados castellanos.


Sancho III de Castilla

Por las venas del niño fluía sangre de dos culturas, una oportunidad única para acercar los dos pensamientos, las dos religiones, dos mundos hasta entonces distantes. Pero la corte toledana, que no estuvo dispuesta a aceptar esta unión ni las consecuencias que podrían derivarse de la ascensión al trono de Sancho Alfónsez, Sancho III El Deseado, un príncipe mestizo nacido de esta relación escandalosa, provocaría no pocos y oscuros episodios de conspiración para el asesinato de un futuro rey cristiano con sangre musulmana, que hubiera podido cambiar el destino de la historia de España, si bien fue “enviado” a su corta edad al frente de las tropas cristianas, muriendo en la batalla de Uclés.

Lienzo que representa la Jura de Santa Gadea por parte de Alfonso VI, del pintor Marcos Giráldez de Acosta. Palacio del Senado de España. (1864).

Las crónicas nos ofrecen diversas versiones sobre su muerte en la batalla de Uclés el 30 de mayo de 1108. Para unos, como Rodrigo Jiménez de Rada, en su obra De rerum hispaniae, murió en el campo de batalla junto a su ayo García Ordoñez

Para la Primera Crónica General de España de Alfonso X, murió en el lugar conocido como Siete Condes o Sicuendez, cuando escapaba de la batalla. Según la crónica árabe Nazm al-Yuman de Ibn al Qattan murió, después de la batalla, al pretender refugiarse en el castillo de Belinchón de Cuenca.

No se conoce con certeza la edad que tenía cuando murió. Según Levi Provenzal, parece que tenía algo más de 14 años, pues su madre murió en septiembre de 1093 de sobreparto. Menéndez Pidal y otros historiadores dicen que debió nacer hacia 1097 y que en el momento de la batalla sólo tendría unos 10 años. Su prematura muerte aceleró el fin de su padre, quien carecía de más hijos varones.


El rey Alfonso VI quiso que los restos mortales de Zayda descansaran en el mismo lugar que había destinado para él mismo y Zayda fue enterrada, después de varios sepulcros destruidos, en el coro del Monasterio de las Benedictinas de Sahagún, aunque dos siglos después se trasladaron provisionalmente los restos al monasterio de San Isidoro de León

En "Recuerdos y bellezas de España" Quadrado especifica “en Sahagún descansa en túmulo alto el rey y debajo de una sencilla lápida Isabel y el joven Sancho, su hijo”. Dicc. Espasa. Zaida. Reina de Castilla. En la lápida que cubría los restos de Zaida aparecía esculpida la inscripción: "UNA LUCE PRIUS SEPTEMBRIS QUUM FORET IDUS SANCIA TRANSIVIT FERIA II HORA TERTIA ZAYDA REGINA DOLENS PEPERIT” que no deja lugar a dudas de su condición real.

El sepulcro con los restos de Alfonso VI y Zayda en el Monasterio de San Benito de Sahagún fue destruido por un incendio que se produjo en el año 1810. Después de algunas vicisitudes, actualmente sus restos reposan en el mismo monasterio. 



De los restos de Zayda se conservan la bóveda craneal, la clavícula derecha, el húmero izquierdo y la mitad del distal del radio de ese mismo lado. Con estos restos se han reconstruido sus facciones y su bella piel rosada y se calcula que su altura era de 1,57 metros. Esta altura para la época era ser alta.

Zayda Isabel consiguió ser amada por su pueblo. Con esta bella andaluza se fue una de las historias pasionales más hermosas que hubo en el medievo, un auténtico amor mestizo, nacido en contra de los dictámenes de una sociedad intolerante y sectaria.
No está de más desempolvar el conocimiento de una mujer que llegó a ser Reina, sin permiso de doctos y cátedros “autorizados”, e incorporar a nuestra memoria histórica aquellos hechos y, sobre todo, personas que fueron ejemplo del carácter civilizador de Andalucía, aquello por lo que se nos reconoce estemos donde estemos o vayamos donde vayamos: nuestra identidad y condición de seres civilizadores.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

DEJA TU COMENTARIO