LA ZONA DEL ARTE : Helena de Troya resucita en el Castillo de Niebla


El primer consejo que suele dar casi toda la crítica, antes de empezar a desgranar la obra, suele ser la de desvincular a Carmen Machi de su personaje cómico en televisión, y persuadir al público de que no asista, si lo que quiere encontrar, es lo que ha visto siempre de esta actriz. 

En caso de que alguien no lo haga, la impresión puede ser tal que difícilmente acertará a ubicarse, pero no sólo en la trama, sino hasta en el asiento.

Una  seguidora/or de Carmen Machi en su faceta cómica, desconociendo el resto, quizás también desconozca que esta actriz, lleva treinta años, casi, en la escena.

Una  seguidora/or de Carmen Machi en su faceta cómica, desconociendo el resto, puede llegar incluso a amar la Mitología griega, después de esto, e incluso a dejar de amar al mundo, si la cosa ya se pone heavy.



Porque difícilmente, creerán que lo que están viendo es esa actriz cómica-televisiva que tantas tardes y noches han amenizado la velada de su comedor con chistes y comentarios de maruja de barrio.

En el escenario del Castillo de los Guzmanes de Niebla, Huelva, se erige otra Helena de Troya. La de sus antiguos y nuevos fans, que a partir de ese día, la han descubierto, precisamente como su Helena de Troya particular. 

La Helena del escenario, irrumpiendo ante todos como una estrella que aguarda al momento adecuado para explosionar en un escenario solitario y salpicar de arte, todo lo que coja a su paso.





Machi, llenando el escenario. Pequeña, pero inmensa, después de esto, nada que envidiar a la Espert, que también ha pasado por este escenario medieval.

En cuanto a la historia, no creo que se le pueda pedir más, porque sólo se trata de hacer un juicio a Helena de Troya. 

Aunque, el caso y el consiguiente juicio tiene varias ramificaciones. No sabemos a quien debiéramos juzgar, ni en que orden. Pues la Historia también merece banquillo, o más bien los que la han escrito, por cierto, ellos son los primeros acusados en esta proceso.





De aquellos barros, tenemos ahora, estos lodos. Helena fue un daño colateral en una guerra, pero también un arma de destrucción masiva. Ese tipo de daño, ha ido "in crescendo" a lo largo de los siglos, sin perder la costumbre de hacérnoslo tragar a diario con guerras de Diario y diarias. 

Helena, en este juicio, nos recordó lo apestados que estamos, al igual que ella, por manipuladoras mentes soberbiamente entrenadas para el uso y disfrute de la fortuna a costa de la “desfortuna” del resto.

Así mismo, nos recuerda, que seguimos estando rodeados de manos poderosas con olor a alcohol, a sangre de inocentes y a hímenes de niñas vírgenes.

Todo ello pasado por esa historia a la que ella, en su papel, tanto crítica y condena. Y, que en realidad, debiera ser la condenada. Pero, por suerte, Helena resucita por unos momentos, para recordárnoslo.


             








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