Pilar de Andrés Gómez de 41 años, cayó mortalmente herida por los disparos de los atracadores que irrumpieron el 21 de Abril de 1980.

Los cuatro atracadores fueron detenidos, el último, Julián Pérez Lucía de 25 años, lo fue en Benidorm. Al parecer, y según confesó, fue él, el autor de los disparos.
El atraco se produjo minutos ántes de que el estanco-administración de Loterías, La Presilla, situado en la calle de Antonia Calas 17, cerrara sus puertas al público.
Aún no eran las ocho de la noche, cuando los cuatro atracadores irrumpieron en el local, mientras uno de ellos, permanecía en la puerta. La estanquera, era la única persona que se encontraba dentro en aquellos momentos y no opuso ninguna resistencia.
Un movimiento que los atracadores interpretaron mal, hizo que la mujer recibiera un disparo en el costado derecho, muriendo poco después. Los atracadores pensaron que la estanquera pretendía huir por la trastienda.
Al poco de este incidente, decidieron huir con trescientas mil pesetas en metálico y varios décimos de Lotería.
calle de Antonia Calas 17
El sepelio de la estanquera se convirtió en una multitudinaria manifestación de unas cinco mil personas, el 23 de Abril de 1980 que recorrió el trayecto a pie desde el Puente de Vallecas hasta el Instituto Anatómico Forense de Madrid, desde donde salió el cadáver en dirección al cementerio.
La totalidad de los comercios del Distrito de Vallecas, se solidarizó cerrando todos los comercios en protesta también, por la oleada de atracos que se estaban sucediendo en la zona. El asesinato de la estanquera, era una gota que había colmado el vaso. Casi dos mil estancos en Madrid, también cerraron ese día.
Antes de un mes, la policía había detenedido a José Aguilera Ortega de 21 años, conocido como “El frutero”, y Luís Quevedo Morales de 25. Alfredo Otal Flamenco, era el tercero, pero éste decidió presentarse voluntariamente, al ver que su captura sería inmediata.
Aguilera Ortega, fue detenido tras una espectacular persecución. Anteriormente, había protagonizado una fuga del Cuartel de Loyola (Guipúzcoa), donde se encontraba arrestado por dicho delito, al estar cumpliendo el servicio militar.
Según fuentes policiales, la detención de José Aguilera se vio dificultada por varios vecinos de la zona, Pozo del Tío Raimundo, que no sólo no colaboraron en la captura, sino que, una vez detenido, trataron de poner en libertad al delincuente, cuando era conducido a la comisaría de Vallecas.
Había pasado por las prisiones de Carabanchel y Alcalá de Henares y había sido trasladado al cuartel de Loyola, donde cumplía el servicio militar. El 29 de diciembre logró fugarse de dicho cuartel, rompiendo los barrotes del calabozo en compañía de otro recluso, y posteriormente se entregó.
Al ser detenido le fue ocupada alguna cantidad de hachís, documentación falsa y, según las mismas fuentes, se había inyectado una fuerte dosis de heroína.
El cuarto participante, y más importante del grupo, por ser el autor material del crimen, fue detenido en Benidorm, cuando la policía observó a un vehículo que conducía de forma peligrosa hasta el extremo de poder causar daños a los vehículos que se encontraban estacionados. Tras la detención, el detenido se identificó como José Luís Martínez Fernandez de Baza, Granada, soltero, sin domicilio y sin profesión conocida.
Fue en la comisaría, donde se comprobó su verdadera identidad, pues ya se encontraba su documentación en dichas dependencias por otras causas anteriores. Su verdadero nombre, era Julián Pérez Lucía, natural y vecino de Madrid, y estaba siendo buscado por ser el autor material del crimen de Vallecas.
Confesó el delito, alegando que el disparo se había producido, intentando arrebatarle el teléfono a la empleada.
En su vehículo, se encontró un revolver del calibre 38 con cinco cartuchos en la recámara para ser utilizados si era preciso. Algo, que no sucedió, por suerte.
El 26 de Julio de 1983, entraba en vigor la nueva Ley de enjuiciamiento criminal por la que Julián Pérez Lucía y Luis Quevedo Morales, podían quedar en libertad provisional, al haber conseguido suspender el juicio para ellos por llevar más de 18 meses en prisión preventiva.
El juicio contra los cuatro autores del atraco, los dos citados, José Aguilera Ortega y Alfredo Otal, se celebró el 22 de Julio de 1983, ante la Audiencia Provincial de Madrid, sólo para los dos últimos.
Quevedo no fue conducido a la sala debido a las autolesiones que se produjo en la prisión, según fuentes policiales, y debido a una hepatitis, según su defensor Emilio Rodríguez Menéndez.
El caso llevado al cine
Lucía, autor del disparo que acabó con la vida de la estanquera y para el que el fiscal pedía 36 años, fue reconocido en dos ocasiones por los forenses, que certificaron que se trataba de un paciente normal, en estado de consciencia y que no padecía ninguna patología.
Sin embargo, durante su permanencia en el juicio fue sujetado por dos guardias y no contestó a ninguna pregunta, por lo que fue retirado de la sala. El abogado Emilio Rodríguez manifestó a EL PAIS que la sala había acordado la libertad provisional de Quevedo, tras el dictamen favorable del Ministerio Fiscal.
El secretario de la sala afirmó no tener conocimiento de tal decisión. Quevedo fue el conductor en el atraco, y la petición del fiscal para él era de 34 años.
El fiscal, en sus conclusiones, señalaba que el atraco fue realizado el 21 de abril de 1980, y en el transcurso del mismo, los procesados se apoderaron de 1.300.000 pesetas y lotería valorada en 324.000 pesetas.

Escena de teatro
Agregaba que cuando Pilar de Andrés realizaba un pedido telefónico a Tabacalera, cuya operadora grababa la conversación, recibió un disparo realizado por Pérez Lucía que le causó la muerte. Por estos hechos el fiscal pidió 30 años por robo con intimidación para cada procesado, y 6 años para Julián, y 4 para cada uno de los restantes, por tenencia ilícita de armas.
La defensa de Aguilera pidió para él 6 años de prisión por robo con violencia y 6 meses por las armas. El defensor de Otal solicitó la absolución por aplicación de la eximente de enajenación mental.
En el juicio, Aguilera y Otal explicaron como atracaron el estanco, pero señalaron que el disparo realizado por Julián fue fortuito y que en el momento del atraco iban drogados.
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Te escribo desde La Presilla.
ResponderEliminarMe hubiera gustado que hicieras un comentario acerca de la película y del oportunismo desleal del director, que aprovechó la repercusión de un hecho tan grave para hacer una comedia (sin gracia, por cierto).
Imagínate la gracia que le podía hacer aquella película a mi padre, que sostuvo el cuerpo sin vida de Pili en sus brazos. Por no hablar de su madre, por ejemplo.
Muchas gracias.