Nada mejor que una buena campaña de publicidad -directa, precisa, sencilla- para ampliar horizontes en el siempre difícil mercado del trapicheo. Es lo que debió de pensar Marcos R. I., de 32 años allá por el mes de Abril del año 2007, cuando decidió empezar a repartir folletos por el barrio de Sant Roc de Badalona. En los papeles, escritos a mano y con caligrafía infantil, este hombre ofrecía a los potenciales clientes su producto estrella: "Costo del gueno". Traducido: hachís de calidad.
La nota estaba plagada de faltas de ortografía y de despropósitos lingüísticos. Son tantas las patadas al diccionario y a la gramática que, de hecho, parecía más bien la parodia de un texto mal escrito.
Tanto es así que, cuando agentes de los Mossos d'Esquadra descubrieron que había decenas de papeles distribuidos por calles y plazas de Sant Roc, pensaron que se trataba de una broma. Pero no. "Es una persona analfabeta; no es que simule que no sabe escribir, es que no sabe escribir", explicaba un portavoz policial.
La hoja en cuestión era prolija en detalles y permitía a cualquiera localizar el punto de venta de hachís. Marcos, dedicado al menudeo y con antecedentes por robo, señalaba muy claramente que sólo vende su costo "ha chabale rollao [a chicos enrollados, o sea, de trato agradable y que no den problemas]" y pide recomienda "no venir lo menore".
Aun así, la policía autonómica comprobó que Marcos también vendía sustancias estupefacientes a menores de edad. No en vano su casa, que hacía las veces de centro distribuidor, estaba situada muy cerca del Instituto de secundaria Eugeni d'Ors.
El extraño marketing de este individuo excluía teléfonos móviles y direcciones de correo. Había que ir personalmente. Para ello, el pie de página el autor añadía un plano en los que aparecían dibujados tres bloques de pisos. Una flecha indicaba el lugar de encuentro. El mapa contenía hasta puntos de referencia para orientarse; por ejemplo, el citado "tituto".
El comprador tenía que "esperar al lao de la bentana de detrás de mi casa y en lo banco de asentarse", que también estaban dibujados en el plano. Eso sí, era necesario comportarse con discreción para evitar que la transacción acabase mal: "No llamar la atensíon o no su vendo na", advertía escuetamente el folio.
Por último, el cliente debía "silvar o llamarme". Era entonces cuando el hombre salía "po la bentana" y vendía el costo. "Vale 20 uros una barrita", apuntaba el texto. "Ta bíen". Marcos mostraba así su satisfacción por la excelente relación entre el precio y la calidad de su costo.
En la hoja volante no sólo aparecían los planos con nombres de calles, sino también su propio nombre: "Me llamo Marcos", indicaba con total despreocupación.
Ante tan evidentes pistas, los Mossos no tuvieron demasiados problemas para detenerle por un delito de tráfico de drogas.
En una página de Facebook, se puede encontrar a un fan de Marco. Pinchar en la imagen
Lo hicieron el jueves 19 de Abril de 2007. Sea por efecto de la publicidad o no, el caso es que los agentes comprobaron 12 transacciones en una tarde. Algunas, con menores. Como la "barrita" va a 20 "uros" la unidad, eso significa que Marcos se hizo 240 euros de caja en unas horas, 240 euros. El sábado 21 de Abril, pasó a disposición judicial.
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