"Es más, yo les he dicho: si cambiáis de opinión, yo estoy dispuesto a seguir de director toda mi vida. Si de mí dependiera yo no hubiera querido más en la vida que poder haber seguido siendo siempre director de El Mundo. No hay dinero, no ha nada, no hay comodidad; es verdad que la presión era enorme, pero yo ni estaba cansado, ni tenía ningún problema en seguir soportándola. También he dicho que lo anómalo no es que a un director de periódico el propietario del medio de comunicación decida relevarlo, porque los que creemos en la libertad de empresa, en la economía de mercado, en la propiedad privada, el periódico no es del director, el periódico es de los accionistas y sólo pueden disputarle ese título los lectores y como los lectores no están organizados, son algo etéreo, es el propietario quien debe destituir al director. Lo extraño no es que no yo sea destituido, ¡lo extraño es que hayan tardado 25 años en hacerlo!".
Silencio absoluto en la redacción mientras Pedro J. pronunciaba estas palabras. "Todos influís en el director, de la misma manera que el director influye en todos. Y este seguirá siendo un periódico con un altísimo grado de participación en la toma de decisiones", quiso dejar constancia.
Sin pelos en la lengua, Pedro J. puso fecha concreta al inicio de lo que denominó "vía crucis". Y fue aquella portada de El Mundo en que el propio director firmaba una información que titulaba así: "Cuatro horas con Bárcenas". En ella, relataba los detalles de la larga conversación que mantuvo con el ex tesorero del PP. "¡Ay, en buena hora me dio por hacer de reportero!", exclamó. Y es que Pedro J. realizó un repaso de los principales hits periodísticos en estos 25 años de vida del periódico: Filesa, los Gal, el 11-M..., hasta llegar a la actualidad con Urdangarín, la Infanta y el caso Bárcenas, entre otros.
"Rajoy transformó su conflicto con la opinión pública -eventualmente con la Justicia, desde luego con la oposición parlamentaria, sin lugar a dudas con su partido- en un problema con El Mundo", afirmó Pedro J. Ramírez, quien recordó a sus trabajadores que los escándalos relativos a la Casa Real y al PP le convirtieron en "un enemigo del establishment". Y añadió con sorna: "Como si el que se hubiera casado con Urdangarin fuera yo".
"Ya dijimos cuando fundamos El Mundo que nada se antepondría al derecho de la información, nunca se dejaría de publicar una noticia verdadera y relevante. Reto a que alguien ponga un ejemplo de que esto no ha sido así. Dijimos que no habría tabúes y no los ha habido, ni zonas de sombra y hemos iluminado hasta el último rincón de las cloacas, ni sancta sanctorum y hemos entrado a lo más alto de los palacios. (...) Dijimos que aquél que quisiera hacernos pasar por el aro abandonara toda esperanza. Y creo que lo entendieron bastante bien porque a mí hace tiempo que me dejaron de presionar; no sé si ahora vuelven las viejas mallas, pero estoy seguro de que pronto desistirán porque se darán cuenta de que las reglas de juego en este periódico es imposible que cambien y menos si el director es Casimiro. No tengo la menor duda de que los accionistas y el Consejo de Administración han acertado al nombrarle director del periódico".
Casimiro García-Abadillo
Pero si algo emocionó a Pedro J., fue recordar a Javier Espinosa, corresponsal del periódico secuestrado en Siria, y lamentó con la voz entrecortada no estar al frente del diario en el momento de su liberación. "Hay tres cosas que me duelen como puñaladas en el estómago (y que ha comunicado al Consejo de Administración): dejar de ser director de este periódico sin que Javier esté de nuevo con nosotros, sin que Javier, que es símbolo de todo lo mejor que ha habido nunca en esta casa, esté de nuevo entre nosotros; lo segundo que me jode es no poder llevar el estandarte en el desfile del 23 de octubre en el que celebraremos los 25 años del periódico; y lo tercero, me fastidia no haber tenido tiempo de cosechar los frutos del 'cambio de piel' de El Mundo".
"Seré un exdirector ejemplar. Y el día que no lo sea decídmelo: 'Oye, tío, que ya no eres el director'", les indicó y quiso dejar claro: "Si hubiera algo que desvirtuara el proyecto de El Mundo, sería distinto".
Finalizado su sentido discurso, el cual lo realizó subido a varios paquetes de folios, la redacción lo despidió con una emocionante ovación de "un minuto de duración". Y tras este gran aplauso, dijo: "Vamos a hacer la portada". Poco después el propio Pedro J. publicaba un tuit en el que afirmaba: "Nunca olvidaré la hora emocionante que acabamos de vivir en EM. Qué suerte he tenido de contar con una redacción así. Gracias, compañeros".
TEXTO elconfidencial.com
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