Potosí tiene la merecida fama de ser una de las ciudades más bellas del continente.
Su población es mayoritariamente indígena, y por todos lados se ven las vestimentas tradicionales y se escucha el quechua.
Las calles son angostas y llenas de hermosos balcones de madera, techos de teja e iglesias construidas por artistas indios.
Su principal museo es la antigua casa de moneda, llena de obras maestras del arte latinoamericano colonial y de la escuela cusqueña, entre otras piezas de valor histórico.
En su sección de arqueología se exhibe una pequeña y extraña colección de momias de niños y niñas menores de un año encontradas debajo de altares de iglesias (donde era antigua tradición sepultarlos), conservadas por hasta más de 400 años gracias a la presencia de minerales en el suelo y la sequedad del ambiente.
Los guías del museo aceptan ignorar quienes eran en vida estos niños momia. Circulan varias leyendas espeluznantes que intentan explicar su origen:
Como casi todas –a excepción de 2 que están desnudas y cuyo entierro debe remitirse a la época precolombina-llevan ropitas españolas, se dice que eran hijos de acaudalados señores de ese país.
Cuando la sequía y la hambruna destrozaban a su población, los incas recurrían entre otras cosas al sacrificio de los hijos de sus gobernantes, intentando desesperadamente con este sacrificio extremo terminar con la muerte y sufrimiento del resto del pueblo.
Después de la conquista, los españoles usurparon el poder, ignorantes del tributo que en esas tierras debía pagar el poderoso.
Así, cada vez que algún desastre natural diezmaba las cosechas, alguno de sus hijos desaparecía misteriosamente, tal vez escogido y raptado por algunos indígenas, tal vez por los dioses, o tal vez por los mismos padres, que realizaban el sacrificio deseosos de perpetuar su gobierno.
Pobrecitos :(
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